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"WELCOME DANCE"

La habitación estaba sumida en un silencio tranquilo. Ambas chicas se habían quedado dormidas profundamente después de un largo día de nervios y ajustes en su nueva vida en Seúl. El sueño había sido reparador, pero tal vez un poco más largo de lo necesario.

Kitty despertó de repente, mirando rápidamente el reloj de la mesita de noche. Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de lo tarde que era.

— ¡Harper! —exclamó, levantándose rápidamente de la cama, con una expresión apurada en el rostro. — ¡Vamos a llegar tarde al baile de bienvenida!

Harper, aún medio dormida, se incorporó y miró confundida a Kitty, que ya estaba sacando rápidamente su ropa de la maleta. Su rostro se transformó a uno de pánico al ver cómo su amiga se movía con rapidez.

— ¿Qué? —preguntó Harper con voz adormilada. Kitty la miró fijamente y luego le señaló el reloj.

— ¡Es tarde, apúrate! —dijo rápidamente.

Harper, todavía medio atontada, se levantó y comenzó a moverse al mismo tiempo que Kitty se apresuraba a ponerse su atuendo. Mientras tanto, Harper ya había sacado su vestido con rapidez de su maleta, un vestido elegante pero moderno, de color azul marino que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. La tela tenía un sutil brillo bajo la luz, y el diseño era simple pero chic: con tirantes finos y una pequeña abertura en la parte de atrás que le daba un aire sofisticado pero joven.

La falda del vestido caía suavemente sobre sus muslos, un corte midi que resaltaba la forma de sus piernas, mientras que los delicados detalles de encaje en el borde y una pequeña capa sobre los hombros le daban un toque de elegancia sutil.

Kitty se miró en el espejo mientras se arreglaba el cabello rápidamente. Sabía que no había tiempo, pero quería lucir bien para este evento tan esperado.

— Harper, mueve ese trasero —dijo Kitty mientras miraba a su amiga que todavía luchaba por encontrar algo que ponerse.

— ¡Ya casi estamos listas! —dijo Kitty mientras miraba hacia la ventana, observando que ya el sol estaba bajando, señal de que el evento comenzaba a acercarse.

Aún con el corazón acelerado por la presión, ambas salieron al pasillo, listas para dirigirse al baile de bienvenida, esperanzadas de que aún podrían llegar a tiempo, ansiosas por ver lo que este nuevo capítulo traería en su nueva aventura en Seúl.

El salón del baile de bienvenida era impresionante, con luces cálidas iluminando la sala decorada con elegancia. Harper y Kitty observaron el lugar con atención, maravilladas por la energía que se respiraba. El sonido de risas, música y conversaciones llenaba el ambiente mientras los estudiantes disfrutaban del evento.

De pronto, mientras Harper caminaba con cautela, chocó accidentalmente con alguien.

—Disculpa —dijo rápidamente, mirando hacia arriba para encontrarse con el rostro familiar del chico del aeropuerto. Él frunció el ceño al ver una mancha de jugo que había caído sobre su impecable camisa.

—Mira por donde vas —dijo, con evidente molestia.

Harper lo observó con incredulidad, reconociendo de inmediato al "chico presuntuoso". Sin poder evitarlo, sonrió con cierta ironía y respondió:

—Así que sí hablas español.

El amigo que estaba junto a él soltó una risa corta, dándole un ligero golpe con el codo.

—Te atraparon, Min Ho —le dijo el chico con una sonrisa divertida.

Min Ho, ahora visiblemente incómodo, arqueó una ceja con sarcasmo.

—Bienvenida a Kiss —respondió con exagerada cortesía, antes de añadir: —Y no te sientas especial. Se lo hago a todos. Se lo hice a el cuando lo conocí.

—Gracias por la cálida bienvenida —dijo Harper con una mezcla de molestia y sarcasmo, cruzando los brazos mientras miraba la mancha en su camisa.

El amigo de Min Ho lo interrumpió dándole un codazo más fuerte.

—¡Maldición! —exclamó Min Ho al recordar la mancha. — Q, Esto está hecho a la medida.

—Olvídate de la ropa un segundo, mira cómo se ve.

—¿De dónde sacó Dae ese traje?

Harper, intrigada por su comentario, volteó a mirar. Al otro lado del salón, vio cómo Dae y Kitty se miraban fijamente, como si el resto de la sala desapareciera a su alrededor. Sin pensarlo, Kitty salió corriendo hacia Dae, quien abrió los brazos para recibirla. Ambos se abrazaron con fuerza, su reencuentro lleno de emoción palpable. Harper sonrió al ver a su mejor amiga tan feliz.

Pero el momento fue breve. Yuri apareció súbitamente en la escena, tomando el brazo de Dae con una familiaridad que no pasó desapercibida. Harper no pudo escuchar lo que compartieron, pero fuera lo que fuera, Kitty se quedó inmóvil, su sonrisa desvaneciéndose rápidamente. Con el rostro confundido y visiblemente afectada, Kitty giró sobre sus talones y salió apresuradamente del salón.

—Kitty, espera —exclamó Harper, siguiéndola de cerca mientras Min Ho y su amigo observaban en silencio.

Cuando alcanzó a Kitty a mitad del pasillo, la encontró apoyada contra la pared, con el rostro enrojecido, las manos temblorosas y el cuerpo rígido. Por un momento, Harper pensó que podía ser más difícil de lo que parecía, pero no importaba cuán complicada fuera la situación. Si había algo que sabía, era que no podía dejar que su mejor amiga se perdiera en sus dudas.

—Kitty, por favor… —Harper suspiró, avanzando hasta detenerse frente a ella—. No lo hagas. No dejes que eso te derrumbe.

Kitty la miró, sus ojos llenos de una mezcla de confusión y rabia.

—Es que… —murmuró, su voz quebrándose—, Yuri dijo que Dae es su novio, y luego… y luego los vi tan cercanos. Lo vi tomar su brazo como si fuera algo natural, como si... no importara lo que fuéramos.

Harper frunció el ceño por un segundo. Era natural que Kitty estuviera herida, pero no lo suficiente como para irse a la zona de confort y encerrarse en su propia burbuja. No mientras pudiera hacer algo al respecto. Con un paso firme, Harper colocó sus manos en los hombros de su amiga, mirándola directamente a los ojos.

—Mira, eso no cambia nada. —Harper trató de relajar su tono, haciendo todo lo posible por sonar más calmada de lo que realmente sentía—. Dae es un idiota, eso está claro. Pero no puedes permitir que eso te afecte. No es lo que te hace feliz. Lo que realmente importa aquí eres tú, Kitty. Y no eres una de esas chicas que va a quedarse quieta lamentándose mientras otros siguen su camino. Eso no es para ti.

Kitty parecía dudar, pero Harper no iba a dejar que se cayera en su propio malestar.

—Escúchame —continuó, sabiendo lo que Kitty necesitaba escuchar—. No tienes que rogar por alguien que ni siquiera ve lo que tienes frente a él. Si realmente significara algo para ti, si realmente fuera alguien con quien quisieras estar, él hubiera dado todo para estar a tu lado sin que otra persona tuviera que intervenir. No necesitas alguien así para tu felicidad. Y sé que aún no ves cómo, pero te juro que todo esto, todo lo que te lastima, se va a quedar atrás en algún momento.

Kitty la miró en silencio, claramente luchando con su orgullo y el dolor.

—¿Y tú qué? —preguntó, como si ya se le hubieran caído las máscaras—. ¿Estás tan segura de todo esto?

Harper sonrió con tranquilidad.

—Vamos, Kitty. Los chicos como Dae a menudo no saben lo que tienen hasta que lo pierden. Y yo no estoy aquí para ser esa amiga que te ve perdiendo por no saber lo que vales. ¡Por favor, por mí! Ponte esa sonrisa y ve por él. Si sigue sin verlo, es su problema, no el tuyo. Ahora, vuelve a la fiesta, ¡y no dejes que alguien te haga sentir que eres menos! No te sigas perdiendo, por favor.

Kitty finalmente relajó los hombros. Aun sabiendo que la situación era difícil, la sabia decisión ya estaba tomando forma.

—Tienes razón… —dijo, con una media sonrisa, como si, de algún modo, tuviera la respuesta justo frente a ella.

—¡Exacto! —Harper gritó con entusiasmo. —No dejes que nadie te haga sentir que estás menos. Eso es lo que los idiotas hacen.

Y luego de darle una última palmada en el hombro con confianza, Harper la miró. —Vamos, vuelve a bailar, a reírte como siempre lo haces. Porque eres increíble, y nadie te va a decir lo contrario. Eso, Kitty, lo tienes en tus manos.

Kitty asintió, aún dudando, pero las palabras de Harper, algo inquebrantables en su tono, comenzaban a calar hondo en su alma. Al final, sonrió con una seguridad renovada.

Ambas regresaron al salón, mientras las puertas se cerraban detrás de ellas. Harper no iba a dejar que Kitty perdiera esta oportunidad de crecer, de aprender a volar por su cuenta, de ser quien se estaba convirtiendo. Sin importar lo que pasara.

La fiesta de bienvenida seguía a todo volumen, la música pululaba por el aire y la gente reía y se divertía. Kitty había logrado recomponerse de la conversación con Harper, se sentía un poco más tranquila, aunque sabía que en el fondo, algo seguía doliendo. La vista de Dae y Yuri tomando fotos juntos, sonriendo, sin ningún remordimiento, le volvió a dar un giro a su estómago.

Estaba tomando un sorbo de su bebida cuando vio a Dae posar con Yuri, la chica que había abrazado en el baile, la que parecía tan cercana a él, tan... correcta para él. Kitty se tensó de inmediato, como si todo su cuerpo hubiera olvidado respirar. Justo en ese momento, su pie tropezó con algo, y antes de poder reaccionar, su cuerpo fue atraído hacia adelante, cayendo contra una enorme torre de cupcakes.

—¡Oh, no! —dijo Kitty al tropezar, soltando un grito bajo antes de que la mesa de postres, compuesta por pastelitos delicadamente decorados, se desplomara a sus pies. El sonido del colapso fue ensordecedor.

Un momento de silencio, absoluto y tenso, reinó en la pista de baile. Kitty se quedó ahí, congelada, mirando la torre caída, con una mezcla de vergüenza y frustración.

De repente, la risa y el murmullo de la gente se apagaron y los ojos de todos se fijaron en ella.

—¿Qué? —dijo Kitty alzando las manos, aún tirada en el suelo, para romper el silencio. Su voz sonó un poco nerviosa y forzada—. ¿Es que nunca han visto a una chica tropezar con una mesa de postres?

Dijo eso mientras se levantaba, limpiándose un poco la ropa, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, su pecho seguía con esa sensación de nudos, la irritación por ver a Dae aún tan feliz con Yuri la consumía. Decidió marcharse, buscando la salida. Sin embargo, justo cuando puso un pie en el camino, resbaló con uno de los trozos de pastel que se había derramado por el suelo.

Resbaló completamente y se desplomó hacia el suelo.

Harper, quien estaba observando desde lejos, reaccionó al instante, corriendo hacia ella.

—¡Kitty! —exclamó mientras iba hacia ella.

Kitty, aún tendida en el suelo, suspiró con frustración y dijo, en tono pesado: —Quizás, quizás sí hay algo que ver...

Pero antes de que pudiera decir algo más, Dae apareció rápidamente a su lado, preocupado.

—¿Estás bien? —preguntó con tono urgente mientras se inclinaba hacia ella, extendiendo la mano.

Kitty levantó la vista hacia él, sus ojos ahora llenos de rabia, y dijo con la voz tensa:

—Aléjate de mí —le dijo, apartando su mano antes de ponerse de pie, aún limpiándose el polvo con gestos bruscos. No lo quería cerca. No después de lo que vio.

Dae la miró un segundo con sorpresa, pero no insistió. Kitty no quería que estuviera cerca, y él parecía dudar por un momento, pero al final, simplemente se apartó.

Kitty empezó a caminar hacia la puerta, sin mirar atrás, con el rostro tenso y firme. Harper la alcanzó al instante, y antes de que pudiera irse de la sala, Harper detuvo a Dae con una mirada feroz.

—Eres un idiota —le dijo, en tono duro, antes de girarse hacia Kitty y seguirla rápidamente. Dae, callado, las miró mientras ambas salían del salón.

La puerta se cerró tras ellas.

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