Capítulo Seis
—¡Jennie Kim, tenemos media hora para llegar a la empresa y no sé cómo está el tráfico a esta hora, así que agradecería que te apresures!
La voz de Hoseok resonó por toda la casa llegando hasta mi habitación logrando solamente que rodara los ojos ante su impaciencia.
Tomé mi chaqueta junto a mi bolso para salir de la habitación, y bajar las escaleras a toda prisa provocando que el sonido de mis tacones resonaron en la madera.
Noté la mirada preocupada de mi Nana y la mano extendida de Hoseok para ayudarme a bajar las escaleras.
Coloque mi mano sobre la de Hoseok para bajar los últimos escalones y una risa escapó mis labios cuando miré más de cerca la expresión de mi Nana.
—Jen, te he dicho que tengas más cuidado al bajar las escaleras con tacones.
Reí levemente—Nana, tú me enseñaste a usarlos. No entiendo cómo tienes tanto miedo, no me caeré.
Miré a Nana negar y reír. Era verdad, ella me había enseñado a utilizarlos ya que en aquel tiempo mi madre estaba en el hospital. Mi madre y yo habíamos acordado que cuando cumpliera la edad correcta me enseñaría a usar tacones asi como ella los utilizaba.
Mamá solía decir "Los tacones muestran la elegancia de una mujer."
Por eso mismo, decidí aprender. Pero no contaba con el hecho de que la salud de mi madre decayera en gran manera por lo que Nana Sunmi se encargó de enseñarme todas las noches de practicar con los tacones y ahora puedo correr con ellos sin ningún problema.
—Te ves hermosa...—murmuró, acercándose a mí y ajustando mi blusa. —Te ves igual a YoungMin.
—No...—respondí, tratando de no llorar.—Nadie iguala la belleza de mi madre.
—Suerte, cariño.
✓
El auto se detuvo y miré a Hoseok con algo de preocupación. Estaba justo enfrente la empresa de mi padre, aquel imperio que había creado junto a mi madre; era tradición que yo fuese de visita por lo menos una vez desde que mi madre murió a observar cómo se trabajaba en la empresa para que si a él le pasase algo, yo supiera cómo iba a manejar todo.
Mi sueño inicial era ser chef y tener mi propia cafetería, incluso tenía ahorros guardados para abrirla, sin embargo desistí de la idea cuando ella se fue. Mi padre insistió mil veces que me fuera a Seúl a estudiar el arte culinario pero yo le dije que no lo dejaría solo por lo que al final, quedé como heredera al imperio.
—¿Segura que no olvidas nada?—preguntó, mi mejor amigo viéndome con cautela.
Negué repetidas veces y suspiré.—¿Como estoy?
Hobi sonrió levemente.—Como toda una empresaria. Suerte, Jendeuk.
—Gracias Hobi.—sonreí, y le di un beso en la mejilla.
Bajé del auto siendo recibida por una fila larga de empresarios e ladeé mi cabeza un poco confundida. Comencé a caminar haciendo leves reverencias a los empleados y dedicandoles una sonrisa hasta que llegué a la entrada principal, dónde se encontraban mi padre junto algunos socios de la empresa.
—Jen, hija, me alegra que hayas venido.
Sonreí a mis presentes y luego a mi padre.—Es un placer verlos a todos de nuevo.
—Pronto comenzaremos con el recorrido, cariño.—dijo mi padre, envolviendome en sus brazos.—Te ves hermosa. Me recuerdas a tu madre.
—Papá...—susurré.
—Sh, ella está con nosotros—me susurró para luego soltarme y sonreírme.— Estamos esperando a los Byun.
Asentí mientras lo miraba alejarse hacia sus socios y hablar con ellos, comencé a mirar los alrededores un poco nostálgica recordando como mi madre amaba caminar por estos lugares. Me mordí el labio cuando miré el pequeño arbusto que plantó, estaba muy grande y bien cuidado, bajé la mirada hacia mis tacones intentando retener mis lágrimas para no llorar.
—¿Sabes qué quiere decir este arbusto mi pequeña Deukie?
—No...¿que quiere decir mamá?
—Quiere decir, que cada vez que no me veas por estos rumbos. Yo estaré aquí contigo, dándote aire y aliento para que sigas adelante.
Retuve mis lágrimas, ella me había dicho eso un día antes que la ingresarán al hospital. Mantuve mi vista fija en el suelo y comencé a respirar lentamente, no le iba a hacer un espectáculo a mi padre frente a sus socios. Fue ahí, cuando por arte de magia todo eso desapareció mientras un par de zapatos relucientes aparecían a mi lado y los reconocí al instante.
Byun Baekhyun.
—Pensé que tu fiestero trasero no estaría aquí, Kim.—la voz de Baekhyun, resonó en mis oídos de manera tan acida que podía jurar que me quería abofetear justo ahí.
—No es mi culpa que seas un estúpido ratón de biblioteca y no te sepas divertir, Byun.—respondí, levantando la cabeza para mirarlo con una sonrisa en mi rostro.—Hasta aquí puedo sentir el miedo que me tienes.
Él bufó.—¿Miedo? Jamás le tendría miedo a una mujer como tú.
Me toque el pecho de manera dramática, y me acerque dejando una corta distancia entre sus labios y los míos, ganando la reacción que tanto quería. Él muy idiota seguía enamorado de mí.
—¿Como yo? Claro, hermosa, talentosa, y bastante buena para todo lo que me proponga.—susurré, dejando un leve beso en su mejilla.—Una chica que solo podrás tener en tus sueños, idiota.
Byun Baekhyun me había dejado malos momentos desde que se dio cuenta que había comenzado una relación con mi ahora ex-novio. Él y yo solíamos ser amigos, los típicos amigos ricos por causa de nuestros padres, cuando yo no pasaba en casa con Hoseok jugando, era porque me encontraba en la de él.
Teníamos una excelente comunicación, eramos un gran equipo; nuestros padres sabían que dejarían la unión de ambas empresas en buenas manos. Claro, antes de que me diera cuenta que él estaba enamorado de mí.
Baekhyun siempre fue el chico más inteligente en nuestro instituto, y uno de los más guapos, pero yo no sabía que mi amigo solo tenía ojos para mí. Nunca me lo dijo, yo no soy ninguna adivina.
Pero todo se fue al santo caño cuando le conté sobre mi nueva relación en aquel entonces con Taeyong. Fue ahí cuando mi mini infierno comenzó; en todas las reuniones me hacía malas bromas frente a los socios, creaba rumores en el instituto, pero lo peor fue cuando intentó sobrepasarse conmigo.
Desde entonces somos enemigos declarados, bueno entre nosotros, nuestros padres no lo saben pero juré que cuando mi padre me dejara la empresa le contaría todo aquello
Me alejé de él con una sonrisa para luego mirar a mi padre. Uní su brazo con el mío y comenzó el recorrido.
✓
El recorrido había concluido con éxito y nos encontrábamos todos reunidos en la sala de juntas.
Se escuchaban risas, murmullos, y de vez en cuando choques de copas de cristal. Deje salir un suspiro y me acomode en mi lugar, sentí la presencia de Byun a mi lado y rodee los ojos.
—Si piensas decir una idiotez, te sugiero que mejor te mantengas callado.—murmuré sin mirarlo.
—No diré nada, solo iba a mencionarte que has mejorado bastante...
—Gracias...—dije,para mirarlo—¿Por qué...?
—Otro día Kim, otro día hablaremos de eso.
Desvíe la mirada, y sentí mi celular vibrar repetidas veces. Lo saque de mi pantalón, y al mirar la pantalla sentí que el mundo se me cayó encima.
Recordatorio: Operación de JiYoonie.
Me levanté de golpe mientras miraba hacia los lados buscando a mi padre, Baekhyun me imitó mientras me miraba confundido.
—¿Qué te pasa Jennie?
—JiYoon...operación. Necesito decirle a mi padre, me tengo que ir.—exclamé, con evidente urgencia en mi voz.
—Yo le diré. Ve tranquila.
Lo miré sin expresión alguna, quería decirle que no pero en sus ojos se notaba su sinceridad en aquellas palabras.
—Solo dile el nombre JiYoon, él lo entenderá. —dije, mientras tomaba mi bolso y le extendía la mano.—Gracias Baek.
Él tomó mi mano mientras medio sonreía.—¿Puedes mañana en la tarde en el café de siempre?
—Seguro.
—Nos vemos allá entonces.
Dicho eso, salí con suma discreción del lugar. Una vez fuera de la sala de juntas, comencé a correr como si de una maratón se tratara; sabía que en unas horas mis pies me cobrarían la factura por correr de esa manera y con tacones puestos.
Hacía reverencias sincronizadas a medida llegaba a la puerta principal, sonreí al salir y negué mil veces mientras un rostro familiar me miraba con una cara de 'te conozco demasiado bien Jennie Kim'.
—¿Que...qué haces aquí? —pregunte, a pesar de estar agradeciendo internamente al mundo por el simple hecho de que mi mejor amigo estuviese ahí.
—JiYoon.—respondió, para tirarme una bolsa—Vamos rápido, acaba de entrar al quirófano.
✓
Al llegar al hospital, no espere tan siquiera que Hoseok encontrará un estacionamiento fijo para el auto, salí casi lanzada del auto y corrí hacia dentro. Hoseok me había traído un conjunto normal, una blusa casual, junto a un short y un par de zapatillas de correr.
Entré y localicé la sala de espera frente a la puerta de cuidados intensivos. Mis pies se detuvieron cuando miré a alguien familiar caminando de lado a lado con sus manos en la cabeza y suspirando entrecortadamente.
—Yoongi...—murmuré, en un casi hilo de voz a medida me acercaba con pasos cuidadosos.—¿Cómo...?
Ni siquiera me dejó continuar cuando sus brazos se enredaron en mi cintura, y sentí su respiración chocar contra mi cuello, por un momento sentí que las piernas me quisieron fallar, mi corazón se aceleró, y me reprimí a mi misma por sentirme de esa manera en aquel momento menos indicado.
—Llevan dos horas ahí dentro Jen...—murmuró, y el miedo en su voz era evidente.—Tengo miedo...no la quiero perder.
Por inercia lleve mis manos a su cabello, y se lo acaricie haciendo que él me mirara dando como resultado a nuestros ojos encontrándose.
—Estará bien, tengo un buen presentimiento.—susurré, con cuidado—JiYoon es fuerte.
De nuevo sentí que el tiempo se detuvo, como aquel día cuando el doctor Im llegó, sentí que nos conectamos, escuché su respiración obtener la calma anhelada, y sus ojos dejaron de percibir miedo. Deslicé sus manos hacia sus mejillas, tratando de calmarlo aún más, pude ver cómo sus facciones faciales se relajaban y le dedique una sonrisa leve.
Fue ahí cuando el espacio que nos separa se redujo a solo unos escasos milímetros, el pulso se me aceleró y nuestras respiraciones se mezclaban.
—¿Jen? ¿Min?
Me di la vuelta y miré a Hobi, se acercó con la respiración agitada y una sonrisa. Yoongi bajó la mirada y se relamió los labios al igual que yo.
—Acabo de estacionar el auto, casi a una cuadra de aquí, es horrible caminar. —murmuró y nos miró.—¿Les pasa algo?
—Nada...—respondí, rápidamente.—Iré a comprar agua a la cafetería a...a comprar a-agua...si, agua.—dije, casi escapando del lugar y mirando a Yoongi con nerviosismo. Dobló la esquina y me recliné en la pared, tocándome el pecho.
Era solo los sentimientos del momento...
Si, era solo eso.
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