¿me recuerdas papi?
─ ¿hola? ─ hablo el hombre entrando a una vieja y horrible iglesia, su voz hizo eco en el lugar, posó sus pies en el piso con charcos de agua como si hubiera llovido por días, camino sin rumbo alguno mientras iluminaba con su linterna al horrendo lugar ─ Dios mio... este lugar esta vuelto mie... ─ unos murmullos lo interrumpieron ─ ¡¿HAY ALGUIEN AQUÍ?! ─ los murmuros se volvieron llantos de una pequeña.
El hombre fue corriendo a ver quien o que era lo que provocaba el llanto, corrió como sí el diablo fuera tras de el, se detuvo al llegar a una puerta, el no era imbécil, así que agarro una barra de metal y entró con sumo cuidado.
Al alzar la vista del piso, su cara demostro una mueca de sorpresa, una... ─ ...Niña... ─ la niña estaba encadenada a una de las paredes, en su piel tenia escrito con cortes las palabras "Pecadora", "Demonio", "Repugnante".
El hombre enojado, agarro una piedra grande y filosa, se acerco a la cadena, comenzando así a romperla, la niña lo miro mientras empezaba a susurrar, la cadena al final se rompió ─ ¡Por fin! ─ Dijo el hombre, pero su felicidad no duro mucho, la iglesia comenzó a temblar, como si hubiera un sismo, rápidamente agarro a la niña y corrió para salir de ese terrorifico lugar.
─ ... Es muy tarde para tu alma... ─ le susurro la niña en el oído al hombre, el cual pudo ver como la piel de la niña se volvía negra, el hombre la tiró a otro lado.
La infante lo miraba con sus ojos blancos ─¿Q...Qué eres?... ─ dijo el hombre muriendo de miedo, sintiendo como el aire le faltaba, las piernas le temblaban, sentía que podía desmayarse en cualquier momento.
La chiquilla solo soltó algunas carcajadas tan escandalosas que parecían provocar más temblores ─ ¿Ya no recuerdas a tu propia hija, Papá? ─ el tan solo escucharla provocaba un inmenso miedo y desespero en el hombre.
El señor lo único que pudo decir fue ─ No... ¡NO ES CIERTO!... Tu... Tu estabas muerta... Yo.... ¡YO ME ASEGURE DE ESO! ─ la pequeña tomó su forma original, su cabello negro, todo sucio y enmarañado, sus brazos y piernas con moretones, rasguños, cortadas y sangre con suciedad, su camisón antes dorado estaba todo lleno de tierra con sangre, sus ojos.
Esos ojos grises, uno estaba en su lugar y el otro estaba colgando de la cuenca, su labio partido, su cara toda sucia con sangre seca, pero su frente... su frente tenia una abertura enorme de la cual aun se veía sangre ─ ¡¡AHORA ES TU TURNO, BASTARDO!! ── Gritó la muerta con una voz de ultra tumba.
Lo único que se escucha afuera de esa vieja y fea iglesia eran los gritos desgarradores de aquel hombre.
Fin
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