⻝ ┇ ❝treinta y siete.
— ¿Mamá? — Preguntó Jennie en cuanto vio a su madre entrar a su oficina, y dejó esos papeles por ahí —. ¿Qué haces aquí? Casi nunca vienes.
— Vine a hablar contigo, sobre Lalisa...
— ¿Te disculpaste falsamente con ella? Mamá, por favor. — La mayor interrumpió las duras palabras de su hija y que el olor a cerezas brotara de ella.
— No, no es ella, ahora que la conocí y resulta que su padre está muerto todo es algo más fácil de llevar. — Y Jennie se tensó.
— ¿Qué tiene su papá?
— Ah, cómo comenzar a explicar esto, Jen. — Dejó su bolsa en el perchero, se sentó, y la miró a los ojos —. Hace tiempo, mucho pero mucho tiempo, eras muy pequeña como para recordar, pero SungJae Manobal trabajó por mucho tiempo para nosotros.
Sabía su nombre. Jennie se tensó aún más. Arqueó sus cejas, apretó su mandíbula, y comenzó a sudar frío. Esperaba que fuera otro señor Manobal, pero el que le haya dicho perfectamente su nombre, el escalofrío recorrió su espina dorsal.
— Era jardinero, y confiábamos mucho, demasiado en él, tanto que tenía las llaves de la casa para entrar y salir a la hora que quiera. — Recordó las bolsas que cargó Lalisa antes de salir de su casa por precaución, sabía que SungJae podría robar. Tragó saliva —. Llegó a comer con nosotros, pensábamos que era un hombre de excelente moral, realmente lo era, hasta que un día pasó lo que nadie esperó.
— ¿Qué?
— Robó todo en la casa, resulta que llevaba meses vigilando la casa, viendo nuestros horarios, controlando las puertas, todo, robó hasta la última cama de la casa, nos dejó vacíos. — Suspiró, viéndola —. Pensé que Lalisa, su hija, tenía un plan con él para hacerte lo mismo que a nosotros un día SungJae nos hizo, pero resulta que falleció, así que estoy más tranquila.
— ¿Tu razón para insultarla era porque su padre es una escoria, cuando ella ni había nacido? — Asintió —. Es algo... tonto, pero lo no entiendo.
— SungJae nos robó todo, hasta unos cheques y compras importantes, tenía miedo de que te pasara lo mismo con Lalisa, ¿comprendes? Mi instinto maternal se prendió en ese momento y pues... ya sabes, quise protegerte. — Infló sus mejillas —. Lalisa dijo que su padre estaba muerto, no confíe hasta comprobarlo, y era cierto, en el Concordia Memory está enterrado, un cementerio demasiado bueno y con mucha historia como para ese... no lo insultaré porque Lalisa tiene un grato recuerdo de él.
Jennie llevó sus manos a su rostro y suspiró pesadamente. Debía hablar con Lalisa sobre eso antes de que fuera demasiado tarde, tenía que hablar con ella. Desde un principio había sentido una mala vibra por ese desgraciado, una sonrisa demasiado falsa que no notó.
Inhaló y exhaló.
— ¿Pasa algo?
— Tengo que hablar con Lalisa. — Como pudo ella sacó su bolso de un cajón, verificó que tuviera todas sus cosas, y salió de su oficina, dejando a su madre sola. La mujer de inmediato llamó a la secretario.
— ¿Siempre deja a las personas así?
— Siempre que va con su pareja, siempre deja a la señorita JiSoo hablando sola, el otro día la escuché haciendo una obra de teatro con cinco personajes en lo que llegaba la señorita Kim.
— JiSoo está chiflada. — Y ambas asintieron.
Jennie llegó a su casa corriendo mientras veía a Lalisa dormida en el sillón con Chocolate en su cara. No fue nada calmada en despertarla.
Quitó al gato y enseguida comenzó a golpear de una manera suave sus mejillas para despertarla, lo logró en segundos, porque la castaña se despertó gruñona, pero al ver a su omega, sonrió.
— ¿Has hablado con tu padre?
— ¿Con SungJae? No me ha hablado... ¿Qué pasó?
— Vamos a tu departamento rápido, tengo un mal presentimiento. — De una manera rápida dejó comida en el plato de su gato, despertó a Lalisa de nuevo con agua fría, y partieron al departamento, mientras su alfa no entendía nada.
— ¿Qué pasó? No pensé que te preocupara saber si SungJae está bien, creo que-
— Tengo miedo de que te haya robado.
— Me llevé todas las cosas de valor... — Sus palabras dejaron de ser relajadas y ella misma se tensó en el siento. Vio a Jennie a los ojos, o lo que su perfil le dejaba ver porque ella iba manejando —. Joder, sabía que no debía, tú misma lo dijiste.
— Lo dije, pero primero vamos a ver si se llevó algo. — Su corazón se estrechó al sentir cómo Lalisa se comenzó a frustrar y llevar sus manos a su rostro —. Tranquilízate, no dejes que te afecte mucho, amor.
— Supe que no debía de confiar en él, tú siempre lo dijiste, esto es mi maldita culpa, siempre tienes toda la razón.
— Te apoyaré en todo menos en algo que te haga daño. — Buscó su mano con la suya, la encontró, y la entrelazó, tratando de calmarla.
Sólo lo logró por unos segundos hasta que llegaron al departamento. Lalisa bajó corriendo del carro a su departamento y salió de la vista de Jennie, cosa que la hizo preocuparse por su alfa.
El miedo recorrió su cuerpo y Lalisa lo notó, por lo que tuvo que regresar y buscar a la omega que seguía en el carro.
— Vamos las dos.
Entrelazaron sus manos de nuevo, subieron por las escaleras porque el elevador no funcionaba, y lo primero que notaron fue la cerradura rota junto con varia basura.
El hecho de que Lalisa soltó sus manos causó algo en el corazón de Jennie, pero no lo dijo porque eso era algo irrelevante en esa situación, pero lo que realmente le rompió el corazón fue ver a Lalisa llevar sus manos a su rostro, escucharla murmurar, y finalmente llorar.
Sus manos igualmente fueron a su rostro. La habitación estaba sin ningún mueble, el colchón estaba desecho en la habitación y había varias botellas de cerveza vacías por ahí, y su alfa estaba totalmente desecha. Lloró, se tiró al suelo, y cerró su puño. Jennie intentó acercarse, pero una mano se lo impidió.
— Por favor, déjame sola.
— Pe-pero Lili, tengo que-
— No, no tienes que, sólo quiero estar sola, no quiero que estés aquí para recordarme que eres mejor que yo en todo. — Palabras ahogadas. La mayor frunció su ceño y reintentó volver a acercarse, pero la alfa se levantó de manera brusca.
Sus pupilas dilatadas, su ceño fruncido y su nariz arrugada. Estaba furiosa.
— Cálmate, no estás pensan-
— Vete. — Señaló la puerta —. Vete ya, por favor.
— La-Lalisa...
— ¡Que te vayas! — Parecía más alta, más poderosa, y sobre todo, fuerte. Jennie sólo tembló, arqueó sus cejas, y en cuanto Lalisa realmente se dio cuenta de que le había levantado la voz a su omega, intentó acercarse a ella, pero la mayor se alejó —. Perdóname, Jen-
Los ojos de la pelinegra se llenaron de agua, su barbilla tembló, y se fue corriendo del departamento, dejando a la menor sola. Pensó en correr tras la omega, severamente lo pensó, pero sabía que no sacaría nada bueno si lo hacía.
Sólo se quedó en su departamento, llevó sus manos a su rostro y suspiró.
Todo era su culpa.
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