⻝ ┇ ❝treinta y ocho.
— ¿Tú por qué estás aquí, amiga? — Preguntó un señor borracho, y la castaña lo abrazó por los hombros.
— Vine a recibir mi premio por ser la idiota más grande del mundo. — Y elevó su tarro, palabras arrastradas, palabras que el otro no entendió por el exceso de alcohol en su sistema, pero rieron —. Soy una estúuuuuupida, una muy grande.
— ¿Qué hiciste? — Los dos rieron de nuevo.
— Pues, le grité a mi pareja cuando ella trataba de apoyarme después de que mi padre me robara. — Rió de nuevo, se apoyó en la barra, y comenzó a llorar, haciendo que el camarero los viera con una mueca —. Es que ella, ella es mi todo, va a tener mi hijo y yo como una idiotaaaaa le grité.
— Estabas atravesando una crisis muy fuerte. — Dijo otro por ahí, pero la mujer negó.
— Pero no debí gritarle, a mi pequeña Jennie, tan indefensa, Dios, ella es mejor que yo en todo y hace horas la vi tan pequeña cuando le grité. — Quiso tomar de su tarro, pero estaba vacío —. Meseeeero.
— No soy mesero. — El chico con moño le arrebató la copa y sirvió más, pero Lalisa sólo alzó sus hombros.
— ¿Sabe qué, mesero? ¡Dele a él una igual, y a él, y a él, a todos en el bar, yo pago! — Elevó su tarro luego de que lo recibió, y rió, pero volvió a llorar —. Ahora que ya no tengo nada más qué perder.
— ¿Intentaste disculparte?
— Fui a casa, pero ella no me abrió, le llamé por teléfono pero ella no contestó. ¡Podría enviarle un telegrama y ella jamás contestará! — Una mueca —. La extraño y la acabo de ver hace horas, esto no es bueno.
— ¡Llámale de nuevo!
— Suena una excelente idea. — El chico que servía las bebidas, el único que seguía consciente, negó, pero suspiró —. Llámala y pídele perdón, vas a ver que es una buena idea.
— Sí, parece una muy buena idea. — Sacó su celular, y vio el fondo de pantalla. Ella dos en el muelle, y comenzó a lagrimear de nuevo, pero volteó su celular a los otros —. Es ella, ¿verdad que es bellísima?
— Sí, lo es, wow. — Uno de los hombres tomó el celular pero la castaña se lo arrebató, viéndole.
— Es mi novia, no la veas por mucho tiempo. — Gruñó —. Se llama Chu-Ni, la amo, es mi vida. — Tecleó cosas, y después acercó el celular a su oreja, escuchando el tono.
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Mientras Jennie estaba en casa de su mejor amiga llorando. Escuchó el tono que le había puesto a Lalisa para distinguirla cada que llamara, y volvió a llorar.
— No le contestes, sé que las vas a perdonar.
— ¡Estaba en crisis! Por favor, déjame contestarle... — La más alta torció sus ojos, y le cedió el teléfono, pero lo puso en altavoz.
— ¡Chu-Ni! — Escuchó voces masculinas detrás de ella, y ambas fruncieron su ceño —. Te extraño, ámame de nuevo, perdóname por favor, te extraño mucho. — Palabras arrastradas, llanto, y de nuevo las voces masculinas detrás de ella dijeron varios "¡Perdónala!". Volteó a ver a JiSoo.
— Ni... lo... pienses.
— Lili yo-
— ¡Jennie! — Otra vez llanto. La mencionada suspiró al saber que su novia estaba tan borracha que apenas podía coordinar palabras. Sus cejas se curvaron —. Pensé que necesitabas más tiempo, pero, ¡no puedo durar peleada contigo!
Tapo la bocina y volteó a ver a JiSoo.
— Ésta es nuestra primera pelea seria, las otras han sido debates por el mejor cereal, sobre si ella es un oso o un tigre, no peleas serias.
— ¿Por qué estás tan orgullosa de que sus pequeñas peleas son sobre cosas infantiles? — Jennie hizo un puchero —. Dame eso. — Se lo arrebató —. Hey, Lalisa.
— ¡¿JiSoo?! ¡Jennie, creo que estás en el cuerpo de JiSoo!
— Soy yo, idiota. — Ella y los otros hombres dijeron un "oooh" —. Jennie no te perdonara tan fácil. — Se escuchó un llanto —. Dios, ¿sí ves cómo estás? Das pena, borracha. Llamándole para pedir perdón y no venir, eres una grandísima idiota.
— Estás usando palabras muy fuertes con ella... dile boba.
— ¿Qué? No, estoy siendo ruda. — Un puchero, volvió a torcer sus ojos —. Jennie dice que eres una estúpida, una sonsa, una basu-
— ¡No es cierto, baby bear, sólo te dije boba!
— ¡Estás haciendo quedar mal a Jennie, eres mala, JiSoo! — Dijo una voz femenina que no era la de Lalisa tras la línea, y la barbilla de la pequeña omega comenzó a temblar —. ¡Deja que las novias hablen!
— Más de cinco desconocidos tienen que hablar por ti, idiota. — Otro llanto.
— Jennie, perdóname, por favor. — La mayor cerró sus ojos para no ver nada y pensar. Sabía que no fue realmente la intención de Lalisa y que en algún momento podrían ir a terapia para poder canalizar esa ira que no podía ser liberada fácilmente.
— Dame un día, 24 horas. ¿Sí?
— ¡Ok, esperaré esas 24 horas! Si no me quieres ver viviré con JiWoo hasta que me aceptes. Esperaré todo lo que quieras, ¿sí amor? Un día entero.
— ¡24 horas! — Y escuchó que otras voces en el bar que lo repitieron.
— Voy a colgar, ¿ok? Cuídate, baby bear, te amo.
— ¡Te amo muchísimo más, conejita! — Un beso por el teléfono, la pelinegra sonrió, y colgó. Le sonrió a JiSoo, que la veía algo decepcionada.
— Hacía meses que no me decía conejita. — Dijo la omega, con ojos ilusionados.
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— Hacía un mes que no me decía baby bear, desde que me enteré de nuestro cachorro. — Abrazó el teléfono con una foto de Jennie comiendo un hotdog, y la besó —. Solo 24 horas.
— 24 horas. — Todos en el bar volvieron a repetir. Los hombres y mujeres borrachos eran tan fácil de influenciar, que los ebrios del bar lo repitieron de nuevo.
— ¿Saben por qué le digo conejita? — Los que estaban con ella negaron, y luego rieron —. Porque ella es tierna, es tan tierna que cada que la veo me dan ganas de estrujar sus mejillas y besarlas, es tan pequeña... ¿¡Vieron sus dientesitos?! ¡Es un conejito!
— Ella es linda, y tú también lo eres. ¿Te imaginas su cachorro?
— ¡Será una niña, mi instinto lo dice! — Dice apuntando a la otra chica que lo dijo, pero brindaron —. Jennie es la mujer más hermosa de este mundo, lo juro, no la... — Cerro sus ojos, y luego negó con la cabeza —. Ella me dice mucho que si la merezco, y que no diga lo contrario.
— ¿La marcaste? — Preguntó un hombre acariciando su bigote mientras la veía. La castaña asintió —. Te conocí en un bar mientras estás borracha, y sólo conozco la voz de tu novia y su nombre, pero necesito saber cómo va su relación.
— ¡Hay que darnos nuestros números! — Y las cinco personas que quedaron ahí, comenzaron a sacar su celular para intercambiar números —. Siempre hay que estar juntos.
— ¡Otra ronda, por Jennie y Lalisa!
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