San-juu ichi | 31.
"Solo quiero lo mejor para ti, Dazai-san".
Al llegar a casa, dejé mis cosas sobre el sofá... Bueno, en realidad las lancé cuando estaba a pasos de este y luego me lancé yo misma de cara. Aún no superaba el beso de Dazai. Es que todo el mundo lo había visto y fue tan dulce que pude haberme derretido si duraba un poco más.
—Ritsuko, ven aquí —mi madre me llamó desde la cocina. Fue repentino.
Acaso, ¿no iban a darme un minuto de descanso? Apenas si había llegado a la casa. ¡Por favor! Pero, era mi madre quien me hablaba, así que me levanté perezosa y fui directo hacia donde me esperaba.
—¡Presente, presidente! —saludé de buena gana esta vez.
Nuestra relación no había mejorado. Trataba de que así fuera, sin embargo, ella no ponía de su parte. Había dejado de ir a trabajar y se la pasaba en su habitación llorando, así que era una sorpresa que me llamara desde la cocina, aun así, estaba sentada en la mesa y no cocinando. Unos papeles encima de la superficie le acompañaban junto a su teléfono celular.
—Siéntate. Necesito hablar contigo de algo importante —mandó seria, y para que mentir, me generó miedo.
Entendía, no perfectamente, porque era imposible sentir lo mismo. Ritsuka se había ido y mi padre también; los dos se habían marchado sin que fuera su culpa, ¿cómo no iba a estar enojada con el mundo mismo? Era injusto. Antes bien, ¿qué podíamos hacer nosotras ahora? Si nos enfrascábamos en la tristeza nos iba a ser imposible salir de ella, por lo que aunque sonara egoísta, debíamos seguir caminando hacia el frente, aún si dolía bastante.
Mi madre necesitaba tiempo y yo estaba dispuesta a dárselo, pero rogaba porque no se tardara mucho o podría ser muy tarde para cuando lo entendiera. Además, aún estaba con ella y me dolía que me descuidara. Me lastimaba saber que por el momento ella no tenía cabeza para pensar en mí.
—¿Sucedió algo? —cuestioné mientras ocupaba el asiento frente a ella. Estábamos muy alejadas y la seriedad hizo el momento incómodo.
—Primero, debo disculparme, cariño. Lamento haberte dejado en casa de Dazai-san sin haberte dicho nada, pero deberás comprender que estaba muy inestable por la partida de tu hermana y no podía hacerme cargo de ti. —Fue sincera, por lo menos, luego sonrió con tristeza—. Y lamento también tener que decirte que todavía no puedo enfrentar la realidad —confesó. Su tono fue triste.
Me olían mal sus palabras. Estuve esperando a que se abriera a mí, pero no esperaba aquello y no quería seguir escuchando.
—Mamá, pase lo que pase, yo siempre voy a estar contigo y voy a apoyarte. —Bajé la mirada, esperaba que con esas palabras ella retrocediera. Algo estaba mal, podía sentirlo en el aire.
—Lo sé, eres mi pequeño sol. Siempre estás sonriendo y eso me hace bien, pero ahora... Escúchame y comprende lo que estoy a punto de hacer. —Se detuvo y tomó los papeles de la mesa. Los puso todos en la carpeta y los extendió para que los tomara—. Son los documentos de la demanda en contra de los agresores de Ritsuka. Las cámaras de la cuidad los encontraron y están ahora en proceso, así que tengo que seguir el caso hasta que los lleven a la cárcel y paguen por lo que hicieron.
Al tomar la carpeta sencilla, me dieron unos terribles escalofríos, pues había ignorado la manera en que mi hermana perdió la vida, no obstante, las evidencias estaban ahora en mi poder.
—También... los documentos de tu custodia están ahí. Tu tía Rikku se hará cargo de ti desde la semana que viene. Irás a Tokio por una temporada, ella puede cuidarte mejor que yo...
Dejé caer los papeles cuando las manos me temblaron. Sus palabras fueron como agua que entró a mis oídos en una alberca. Me dejaron sorda por minutos enteros.
—¿Tokio? —solté inconsciente.
¿¡Tokio!? ¿¡Mi solterona y rica tía Rikku iba a hacerse cargo de mí!? No, no, no, no, no... No quería eso; yo deseaba estar con mi madre en esos momentos difíciles. Si me alejaba de ella quien sabe que podría pasar, después de todo había manifestado haber estado inestable durante días.
—No, mamá, no me alejes de ti. Yo quiero estar contigo —supliqué. Cuando levanté la mirada, ya estaba llorando sin haberme dado cuenta. Sentirlo y vivirlo, fue exactamente lo que sucedió.
—Lo siento, está es la mejor decisión que pude tomar. —También comenzó a llorar, pero se hizo la fuerte y me habló con claridad—. Sé que estás a punto de ser mayor de edad, pero sigues siendo una niña. Esto es por ti, yo no puedo cuidarte ahora y tú tampoco puedes cuidarte sola. Rikku lo hará bien, incluso puede acomodarte en una buena universidad en la cuidad y...
—¡Pero no quiero! —interrumpí alterada al mismo tiempo que golpeaba la mesa con mis puños. Me levanté de la silla y esta misma hizo un sonido fuerte cuando se recorrió hacia atrás.
—Ritsuko, por favor... No lo hagas más difícil, ya está decidido. —Su voz reflejaba tanto dolor, que me era imposible ignorarlo. Si ella tampoco lo deseaba de esa manera, ¿entonces por qué insistir?
Aunque fuera una temporada como había dicho, no quería irme de Yokohama. Allí nací, allí crecí, allí tenía a las personas que amaba: mi madre, Chuuya, Kyouka, Atsushi, Akutagawa y Dazai Osamu. ¿Cómo podría irme y dejarlos atrás?
—No me hagas esto —volví a suplicar viéndole a la cara y ella me volteó la mirada—. No quiero ir a Tokio. Si tenías la idea de deshacerte de mí, ¿por qué no hablaste con Kouyo-san?
—No me estoy deshaciendo de ti...
—¡No puedes simplemente abandonarme! —Me salí de control. Tenía que suceder sí o sí—. ¡Yo también soy tu hija y necesito atención! ¡A mí también me duele que Ritsuka se haya ido... cuando dije que la protegería como su hermana mayor, pero no hay nada que pueda hacer! ¿¡Qué tan difícil puede ser que entiendas que también estoy inestable!? ¡Qué probablemente sin Dazai-san y Chuuya me habría tirado de un mismo puente por el dolor que siento desde que me rompí!
Puse las manos en mi rostro y grité para sacar todo. Eso último dicho me había sorprendido tanto. No sabía que podía tener ese tipo de pensamientos tan destructivos hasta que los deje salir a la luz.
—No me hará bien irme de aquí. Tal vez sería lo mejor para ti, pero no es algo que funcione conmigo. No me gusta dejar mis problemas atrás... —confesé con dolor. Tenía que entenderme, sin embargo, no vi venir su respuesta...
—Eres igual a ella. Tu nombre, tu rostro, el tipo de cabello y color de ojos, pero no eres ella... ¡No sonrías más, no te rías más, no bromees más!
Levanté el rostro al mismo tiempo en que lo descubría. Ella estaba allí, del otro lado de la mesa y me veía con odio. ¿Cómo... cómo era posible eso?
—Eres también igual que tu padre. Nunca dejan de verle el lado positivo a las cosas y dicen que mañana será otro día. Y yo... odiaba esa faceta de tú padre. —Esta vez fue ella quien se cubrió el rostro—. Ya no me tortures más, Ritsuko. Lamento no ser fuerte como ustedes dos...
¿Cómo podía decirle eso a su hija? ¿No veía mi rostro acaso? Me estaba destruyendo desde dentro y no podía detenerlo. Que ganas de reírme... Que ganas de burlarme... Que ganas de correr hacia donde nadie pudiera encontrarme nunca.
—No lamentes algo que no sientes. Espero que con mi partida encuentres paz, mamá. Te lo deseo de todo corazón.
¿Qué se supone que debía hacer ahora que mi progenitora había dicho odiarme indirectamente?
—Debió haberle dicho a mi madre esto antes de dejarle todo a tú tía —Chuuya se lamentó en aquel receso. Se veía molesto por lo que le había contado, pero no le culpaba, pues yo también lo estaba.
Era otro día y aun así nada había mejorado. Las clases estaban siendo un martirio para mí, ya que solo pensaba en que nada más al graduarme, tendría que alejarme de todo aquello que me hacía feliz. De todo aquello que me importaba y amaba. Ni siquiera podría ir a mi ceremonia de graduación, pues la fecha de los boletos de la estación era el lunes que venía y esta el miércoles de esa misma semana.
—No quiero irme, Chuuya, yo... —Aunque no quería hacerlo, volví a llorar sobre el mesabanco.
Era receso y todos estaban fuera, así que nadie me escucharía. Antes Fyódor se llevó a Osamu por petición del pelirrojo, pues desde temprano había dicho que necesitaba decirle algo con urgencia a solas. Claro que, el castaño se acercó... Sí, él se acercó a mi mesabanco y preguntó si todo estaba yendo bien, a lo que mentí para no preocuparlo de más.
—¿Qué le diré a Dazai-san? Por fin abrió su corazón a una persona y esta lo dejara solo —dije, pensando en el buen muchacho y lo que sentiría al saber que me iba.
—Dazai-san lo entenderá, Ritsuko, deberías hablar con él acerca de ello —recomendó el Nakahara, sin embargo, negué enseguida.
—Lo pensé. Hablarle de frente sería lo mejor, pero, ¿qué pasa si decide esperarme? —cuestioné en voz alta, luego le miré directo a los ojos para saber que pensaba y vi inseguridad en sus orbes azulados—. Ha ganado seguridad en cuanto su aspecto; comenzó a tener confianza de su personalidad... Por eso no deseo que me espere cuando ni siquiera sé si volveré. Él puede hacerlo. Tiene que confiar en alguien más; entregarle todo a alguien diferente, no solo yo merezco su empatía. Aún si lo lastiman en el proceso, él tiene que vivir pleno y equivocarse en el camino.
Lo quería tanto que dolía escucharme decir aquellas palabras. Me ponía molesta y celosa de solo pensar en alguien más que pudiera tomarle de la mano y darle todo lo que yo no podía a esas alturas del juego.
Pero Dazai Osamu tenía que volar lejos.
—Él puede hacerlo —repetí—. Solo fui algo parecido a un guía. Puede avanzar sin mi ahora.
—Aunque digas eso, tienes que pensar en lo que quiere y respetarlo. —Chuuya tenía razón.
—Quiero ser egoísta —sentencié, y antes de que dijera algo más, me levanté del lugar—. Iré al baño antes de que suene la campana. —Entonces me fui para abandonar el tema de tajo.
Él no me dijo nada, ya me conocía, así que no me detuvo. Había decidido algo y así se quedaría, pues en el fondo, aquella idea era la más conveniente para todos. Dazai entonces tendría la oportunidad de darle un chance a Haruno Kirako, que por donde se viera, era mucho mejor que mi persona. Era linda, tranquila, estudiosa y tenía muchos sueños por cumplir, en cambio yo...
—Yo no tengo nada que ofrecerle —mascullé resignada en mi camino.
Hice lo que dije al pelirrojo de manera lenta para volver exactamente cuando fuera hora de entrar al aula, pero para mí mala suerte, cuando salí del baño faltaban todavía diez minutos para el timbre y desganada regresé, sin embargo, Chuuya ya no estaba allí, así que volví por el corredor y fui directo a la cafetería. No tenía muchas ganas de comer, aunque ni siquiera había desayunado, solo me dirigí hasta el patio, solo que al ver la mesa donde los novios estaban noté que Osamu no estaba presente.
Enseguida pensé que habría ido a buscarme cuando el Nakahara arribó a la mesa, así que me devolví hasta el salón de clases para decirle que todo estaba bien y no tenía que preocuparse.
—Me das risa, cariño. No puedes quedarte simplemente en tu lugar, sino que tienes que arrastrar a Ritsuko-chan en tus problemas. ¿Qué esperabas al besarla frente a todo el salón?
Me quedé de pie detrás de la puerta corrediza y escuché con una mano sobre la superficie. Tenía que entrar a defenderlo de Kiyoko, pero mis pies se quedaron pegados en el suelo.
—Por favor, deja de dar lastima, ¿acaso no has visto lo bien se ve junto a Ayatsuji-san? Deberías optar por darle una oportunidad a la chica que siempre te estuvo buscando la cara.
—¿Tienes algo más que decir? Debo ir a buscarla antes de que acabe el receso. —Escuché que él contestaba tranquilo, como si todo lo que le dijo no le hubiese importado.
—Hazle un favor si realmente la quieres y deja que encuentre a alguien que la merezca, porque tú, niño listo, no eres suficiente y nunca lo serás.
Dazai Osamu era suficiente el solo, no necesitaba de nadie para brillar. Por lo que la muchacha estaba equivocada, no obstante, estaba agradecida de que personas como ella no tuvieran la capacidad para apreciarlo.
¡Final, final, se viene el final! Ahora sí hahah, siento siempre andar confundiéndolos.
¡gracias por leer!
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