Ni-juu hachi | 28.

El amor es incondicional, no una deuda. ¿Hacia dónde te diriges?

De vuelta a "casa", es decir, de vuelta al hogar de Mori y Dazai en su mismo auto, me quedé observando por la ventana las calles de la ciudad. Decir que aquel viernes por la tarde parecía ajetreado para cada individuo, era decir poco, ya que me pareció, por alguna extraña razón que las personas en las aceras parecían extremadamente apresuradas y los autos que compartían carril intentaban rebasarse sin tener precaución alguna.

—¿Cómo les fue el día de hoy en la escuela, mis niños? —Mori cuestionó jovial cuando se detuvo frente a un semáforo en rojo, así que por respeto, debido a que en realidad no tenía ganas de hablar, le di la mirada por el retrovisor y sonreí amable.

—Bastante bien —respondí simple, aunque no lo pareció del todo.

—Bien. —La respuesta del castaño si lo pareció, pero no era nada nuevo en él.

Le miré de soslayo y mi gesto se rompió en una sonrisa de lado, pues recordé que llevaba encima una carta de amor de una chica que no me había mostrado ni por error en lo que restó del horario escolar. Bien entendía que posiblemente no me la mostraba porque le avergonzaba como todo en esa vida, sin embargo, yo deseaba leer el contenido de ese sobre, y sobre todo quería leerlo con su permiso y que me dijera en el proceso que no había nada de qué preocuparse.

Dazai Osamu me quería a mí, ¿cierto? O, ¿era que había sido su única opción y no le quedó más que conformarse?

Suspiré de manera desastrosa frente a los dos y no me di cuenta de ello hasta que los encontré con sus miradas fijas en mi persona. Aún seguían preocupados por lo de mi hermana y no me sorprendió, también logré esconder con ello el verdadero motivo.

—Bueno, hablando de la escuela, Kunikida-sensei me dijo que iba a ayudarme con algunos trabajos subiéndome algunas décimas para la calificación final, ¿no es eso genial? —dije emocionada y ellos volvieron a lo suyo—. Según mis cálculos, antes debía obtener una nota buena para aprobar su clase, pero ahora será suficiente con la nota regular, aunque por supuesto, trataré de estudiar todo lo posible antes del examen del lunes —terminé.

Mori comentó después que estaba orgulloso de mi y realmente no entendí muy bien de qué hablaba exactamente, así que no quise averiguar más y solo me concentré en una anécdota de trabajo que comenzó a contar no mucho antes de llegar a nuestro destino.

Por la tarde, después de comer, en la habitación del castaño trataba de estudiar sentada sobre la alfombra con mis materiales sobre la mesita. Dazai estaba medio recostado en su cama con una historieta en la mano y no me prestaba atención, debido a que había advertido antes que no la necesitaba porque quería estudiar por mi cuenta. Evidentemente el muchacho no se negó y me dejó hacer lo que quisiera.

—Iré por algo de tomar, ¿necesitas algo? —me interrumpió de repente. Estaba tan concentrada que cuando le vi ya estaba tomando el pomo de la puerta.

—Agua, por favor —pedí de manera queda y sin siquiera verle a los ojos. Solo seguí con mi atención en el cuaderno de trabajo.

Él terminó por irse como había avisado.

Estaba siendo un incordio, lo entendía, Dazai no tenía culpa de ser atractivo ahora y que por ende las otras chicas le buscaran la cara, pero no podía evitar sentirme en extremo celosa, y tal vez lo que más temía, era que muy en el fondo, tenía miedo. Miedo de que hubiera sucedido aquello que mencioné frente a Chuuya antes acerca de ir rápido y no poder pisar el freno a tiempo. Literalmente había presionado al muchacho hasta el punto en que se sintió contra la espada y la pared diciendo así que le gustaba, pero, y si ese me gustas, ese te quiero, todo eso... ¿Y si eso todo había sido ocasionado a la fuerza? Entonces Dazai algún día tendría que darse cuenta que lo nuestro tenía cimientos vacilantes, creados a partir de malentendidos.

Eran tantas mis dudas, que también me encontraba confundida acerca de mis propios sentimientos. ¿Era lastima lo que sentí al acercarme al chico invisible y molestado? ¿Era lástima, deuda y compromiso lo que el castaño sentía por mí? ¿¡Era todo lo que sentíamos mutuamente!?

Consumiéndome en aquellas incógnitas, perdí de vista la realidad, y cuando volví a ella, mi mirada estaba justo encima de la mochila de mi acompañante. ¿Debía, o no debía hacerlo?

De cualquier manera, era tarde para arrepentirse cuando encontré el sobre amarillo nada más metí la mano dentro. No había problema en obtener el contenido, pues el este ya había sido abierto antes... Abierto por Dazai.

Para: Dazai Osamu.
De: Haruno Kirako.

Dazai-san, realmente siento que esta sea la manera en que tenga que hacerte saber mis sentimientos por ti, pues sé que en estas épocas ya son pasadas de moda las cartas, sin embargo, fue la mejor alternativa que encontré al no poder verte a la cara y confesarme abiertamente.
Comenzaré por contarte algo que posiblemente no me creas, aunque prefiero que lo hagas. Se bien que tu aspecto cambió mucho desde hace poco tiempo y no sé qué te animó a hacerlo, pero me alegra ver que tienes más seguridad en ti mismo; a lo que quiero llegar es a que esto en realidad no me importa y nunca me importó en el pasado, yo siempre había querido acercarme a ti de cualquier manera, pero mi personalidad me lo estuvo impidiendo durante mucho tiempo.
Ahora que estoy segura y sé que tú lo estás, quiero comenzar a conocerte y comenzar lentamente nuestra travesía.

El lunes, te estaré esperando a la hora de receso en el lugar que siempre solías visitar antes para leer tus historietas. Ahora que los sabes, tendré el valor de decírtelo a la cara.

Haruno Kirako

No arrugué el papel entre mis manos porque no quería dejar evidencia de que lo había tomado. Afortunadamente todavía estaba a tiempo de hacer como si nada hubiera sucedido en esa habitación y terminé metiendo de nuevo la carta de amor en su sobre. Volvió a la mochila y yo a mi lugar.

Ya lo sabía, Chuuya no poseía mi instinto femenino para adivinar lo que una chica pensaba cuando la veías. Desgraciadamente, haber acertado me provocó un pequeño dolor de cabeza y unas terribles ganas de llamar a la chica y decirle que lo lamentaba por ella, pero lo que lo animó, o más bien, la persona que animó a Dazai Osamu y le dio seguridad, era una chica: ¡Ishinomori Ritsuko, exactamente!

Había algo de la carta que no entendí muy bien, esa parte que mencionaba acerca de que los dos ahora estaban seguros, pues la chica afirmaba que iba a comenzar a conocerlo y que por ende también comenzarían su "travesía". Era como... como si supiera que el muchacho iba a corresponderle.

—Aquí tienes. —El dueño de la carta llegó cuando menos me di cuenta, y cuando colocó el vaso cristalino con agua dentro, me asusté un poco y di un saltito en mi lugar.

—¿Te asusté? Lo siento mucho —no tardó en disculparse. Gracias a ello, me buscó la cara preocupado, así que yo terminé por dársela de manera tímida, pero no era más que el enojo y a la vez tristeza que no podían ser muy bien percibidas por él.

—Sí, pero no es nada —respondí enseguida.

Al parecer no me creyó lo que decía con ese semblante. Volvió a su lugar en la cama de manera lenta, y una vez volvió a mirarme, palmeó el espacio a su lado para decir:

—Ven aquí, es hora de un pequeño descanso.

Al principio no quise hacer caso, ¿cómo podría? De repente la culpa por revisar sus asuntos sin permiso había llegado y no podía verle a los ojos, no obstante, él sonreía con cariño, así que no tardé en sentarme donde dijo, pero a una distancia considerable.

—¿Qué te sucede? Sabes que puedes hablar conmigo, ¿cierto? —inquirió notando lo inquieta que estaba. Mis acciones parecían muy sospechas y no podía detenerlas.

—Dazai-san... —le nombré y me mordí la lengua poco después por saber que iba a decirle, y aun sabiéndolo, no alcancé a detenerme—. Yo, ¿de verdad te gusto?

No pude mirarle a la cara después de preguntar. El ambiente se tornó increíblemente incómodo, que necesitaba esconderme en cualquier parte, incluso debajo de la cama.

—Por supuesto, no entiendo por qué preguntas —respondió seguro.

Su respuesta debió haberme hecho feliz, pero no lo hizo, porque la idea de la lastima, la deuda y el compromiso, no podían desaparecer tan fácil.

—Ritsuko, ¿en qué estás pensando? —seguía sonando muy seguro. Era como si cambiáramos papeles: cuando él era todo un galán, yo era tímida... Algo así.

Sentí como la parte del colchón justo a mi lado se hundía, él se había acercado. No tardó en tomarme con delicadeza por la mejilla para que le viera directo a los ojos, y una vez en aquella posición, besó mis labios con dulzura en un piquito duradero.

Verle hacer este tipo de movimientos hacían a mi corazón derretirse a fuego alto. Recordé entonces la tarde en que nos besamos apasionadamente; pensé que eso se había dado de una manera curiosa, que quien sabe, tal vez lo fue, sin embargo, ahora estaba segura de que Dazai podía pasar de ser lindo, a ser el chico atrevido que nunca había sido con anterioridad. Me gustaba, en realidad me gustaba mucho aquella faceta escondida.

—De-deberíamos comenzar a hacer nuestro ensayo de Literatura. Se entrega el viernes y solo tenemos la introducción.

Arruiné el momento.

Abrí los ojos porque el sol me daba de frente sin motivo alguno, así que para evitarlo, me di la vuelta en la cama e intenté cubrirme aún más con la manta, que logró llegar hasta mi hombro antes de detenerse.

Si bien se sabía que compartía cama con el muchacho castaño, no había tenido la importancia que se merecía dicho acto hasta ese día, ya que los pasados en realidad fueron muy deprimentes. Lo único que hacía al acostarme era llorar y por la mañana Dazai nunca se encontraba conmigo, sino que ya estaba listo para cualquier actividad. Se disculpaba diciendo que parecía muy cómoda durmiendo y que no deseaba molestarme, así que era una justificación aceptada.

Y ese día, por fin me tomé el tiempo de admirar al joven durmiente junto a mí.

Parecía un ángel; me atrevía a afirmar que no solo lo parecía, sino que lo era. Todo el apoyo que me había dado desde que "apareció" frente a mí en Literatura III, aún si no era incondicional, no había manera en que pudiera pagarle. Aún si todo fuera a base de la deuda y compromiso que se forjó con mi ayuda y la tragedia en mi familia, aún si todo lo que sentía por mí era falso, y sobre todo, aún si yo también me encontraba en la misma fila de condescendencia.

—Te quiero... De esta manera incluso podría jurar que te amo, Dazai Osamu, y lo lamento, pero no estoy segura de que esto sea lo que los dos queremos —en voz baja, me atreví a confesar contra su pecho. Estaba aliviada de saber que no lo había despertado y que no me había escuchado, pero no me hubiera importado si lo hubiera hecho, porque no deseaba escapar más de las inseguridades que me rodeaban justo en ese momento.

Terminé por levantarme al separarme de su cuerpo, me entretuve viendo la ventana de las cortinas abiertas, la causante de que hubiera madrugado en domingo. Fui al baño, lavé mis dientes con pereza y volví a salir, y justo, Mori se estaba asomando por la puerta. Cuando me miró despierta, me pidió que me acercara con un ademán, entonces salimos de la habitación.

—Que raro que Dazai-kun no se haya levantado —mencionó extrañado de la conducta de su tutorado, aunque luego me miró serio y dijo—. Tú madre está en la sala, le he invitado a desayunar, pero se negó. Me pidió que bajaras porque es hora de que vuelvan a su hogar.

Por fin podría alejarme del castaño y pensar con claridad acerca de nuestra situación. Incluso parecía un milagro.

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