Ni-juu | 20.

Lo lindo de la vida, se ve con los ojos correctos.

El viernes llegó, era hora de ir a casa de Chuuya como hacía cuando éramos pequeños.

Mi amistad con el muchacho era sin duda un dato muy curioso, ya que cuando nos conocimos en primaria junto con Akutagawa, nos hicimos muy buenos amigos casi al instante. Recuerdo que perdí mi lonchera a la hora de receso el primer día, aunque en realidad la había olvidado en el auto de papá... En fin, Chuuya me encontró buscándola por todas partes mientras hacía mucho ruido; luego de ello cuando me preguntó que hacía, le conté mi gran problema, y como era tan buen niño, compartió conmigo su lonche.
Por la tarde, cuando le conté a mamá el gran detalle del pelirrojo, me contó que su madre, Kouyo, había ido a la preparatoria con ella y que fueron grandes amigas en su tiempo, pero cuando se casaron casi en las mismas fechas dejaron de contactarse regularmente. Así que aprovecharon nuestra amistad para revivir la suya.

Ellos nos visitaban y viceversa.

Sin embargo, cuando murió papá hubo un tiempo en que mi madre no estuvo bien emocionalmente, así que solía ir a la casa de los Nakahara los fines de semana y me escondía ahí hasta que volvía el lunes después de la escuela. Con el tiempo se volvió más como una tradición, ya que los padres de Chuuya se divorciaron también por aquel tiempo. Fuimos un soporte de igual manera, nos cuidamos entre sí, sobre todo, cuando fuimos a diferentes instituciones en secundaria.

—No iré este fin de semana a tú casa, porque me quedaré con Chuuya antes de que se vaya de viaje. Podemos reunirnos entre semana si no quieres atrasarte con el ensayo —decía a Dazai mientras caminábamos hacia la salida. Era hora de irse a casa y le había alcanzado cuando le vi en el pasillo dirigirse hasta la salida.

—No hay problema, no te preocupes por el ensayo. Diviértete con Nakahara-san y estudia mucho —deseó sincero, aunque nervioso debido a que caminábamos junto con más estudiantes que no dudaron en ponerle el ojo encima.

—Lo haré, muchas gracias por ser tan flexible —agradecí sonrojada, no entendía el motivo de ello.

¡Bien está lo que bien termina! ¿No? Aun así, todavía me sentía avergonzada acerca del miércoles, ya que me quedé dormida entre los brazos del muchacho sin quererlo del todo. ¡Es que era tan cómodo y cálido! Si bien al final Mrs. Yosano nos descubrió, mencionó que le parecía un tanto divertido el amor entre jóvenes y que por ello no nos iba echar de cabeza con Mr. Natsume, debido a que muestras de cariño como aquellas no estaban permitidas en el Yokohama High School, claro que podía existir una relación, pues ya éramos casi adultos y no podían negarlo, pero lo máximo que se podía hacer en público era tomarse de las manos. ¡No dormir en la misma camilla abrazados!

—¿Dónde está Chuuya? Dijo que se iba adelantar para hablar con Fukuzawa-sensei, pero que sería rápido. No lo veo por ningún lado. —Mientras decía, coloqué una mano en mi frente para buscarle en todo el patio de salida.

Al ver a Dazai, me di cuenta que me estaba ayudando a buscar de una manera disimulada. Caminamos entonces para salir de la barda y esperarlo en ese lugar. Tampoco habían llegado por el castaño, porque hasta ese día caía en cuenta la manera en que volvía a casa: Mori Ougai lo recogía todos los días.

—Bueno, ya que tenemos tiempo, ¿tienes planes para este fin de semana? —inquirí curiosa.

—Akutagawa-san irá a casa el sábado, jugaremos videojuegos y le ayudaré con unas tareas pendientes que tiene —me contó apenado.

—Suena divertido, de no ser porque es Akutagawa-san quien te visitará —solté con asco y él río levemente.

—No es tan mal chico. Tal vez si le das la oportunidad de que te cuente el motivo por el cual te utilizó de piñata en primario, cambie un poco la forma que tienes de verlo...

—¡No es cierto! —interrumpí de una manera exagerada—. ¿¡Ese bastardo te contó eso!? Que ser tan despreciable —me quejé sintiendo vergüenza, pero enojo también. A mi mente vino una pobre Ritsuko chiquita colgada de una cuerda y siendo apaleada... ¡Qué ganas de llorar!

Logré hacer que Dazai riera con libertad, que incluso colocó las manos en su estómago para tratar de tranquilizarse. Supuse, había visto mi rostro descompuesto en diferentes emociones.

—L-lo siento, no quise reírme así... —comenzó, pero ya estaba distraída con algo que cayó de un árbol. Era una pequeña flor que recogí no mucho después—. ¡Ah! ¿Qué es esto?...

Cuando lo notó, ya me había acercado a poner la flor entre su cabello por la parte de su oreja. Casi se la quita, pero le tomé de la mano.

—Deberías escoger, Dazai-san, ¿maestro o modelo de revista? —me burlé haciéndolo sonrojar enseguida. Se veía tan bonito con esa pequeña flor blanca y el cabello detrás de la oreja.

Está vez quien rio, fui yo y él sonrió de manera tierna al escucharme.

—Ritsuko, cariño, cuanto tiempo sin verte. —Nos interrumpió una tranquila voz de madre no muy lejos. Apenas si se había bajado de su auto cuando lo estacionó de manera descuidada junto a la acera. ¡Pobre de alguien que le dijera algo sobre aquello!

—¡Ah, Kouyo-san! —Dejé al castaño de manera abrupta y corrí a los brazos de la mujer en kimono.

—¿Planeabas tenerme abandonada?

—No, no, apenas tuviera tiempo iría a visitarla —me justifiqué entre las telas de su ropa como una niña.

Desde que conocí a Nakahara Kouyo, que más bien era Ozaki Kouyo porque usaba su nombre de soltera, siempre me había tratado con cariño, tal como si fuera su hija, y es que había una historia que Chuuya me había contado acerca de su comportamiento.
En resumidas cuentas, la mujer siempre quiso tener una niña, pero después de tener al pelirrojo había tenido muchos problemas para volver a concebir; cuando al final lo logró de nueva cuenta, perdió a su bebé debido a que enfermó y este bebé iba a ser una niña. Según Chuuya, fue uno de los motivos por los que sus padres se separaron a su temprana edad.

Ella me consentía mucho y al principio solo quise ser condescendiente sin saber el motivo exacto, después de todo no había mucha diferencia entre los comportamientos entre mi madre y ella, sin embargo, con el tiempo le tomé mucho cariño. Era como mi segunda madre.

—¿Es tú amigo? —Kouyo notó al castaño, quien enseguida se puso nervioso cuando nos acercamos de nuevo hasta él.

—Él es Dazai Osamu-san, va conmigo y Chuuya-kun en la misma clase, y Dazai-san, ella es Ozaki Kouyo, la madre de Chuuya-kun. —los presenté contenta y él fue educado al extender su mano, que evidentemente la mujer no rechazó y tomó con cierto cariño. Luego de ello, se llevó la mano hasta la boca para reír.

—Así que tú eres Dazai-kun, Chuuya me ha hablado mucho de ti desde siempre. Se queja mucho —comentó. Dio a entender que el pelirrojo no estaba muy contento con que siempre sobresaliera más que él.

—¡Ya los escuché! —El mencionado apareció saliendo de la escuela.

Cuando llegamos a casa de Chuuya, lo primero que hicimos fue correr a lavarnos las manos para comer. Bien había dicho que entre mi madre y la suya no había mucha diferencia, y esta hacía casi tan buena la comida como ella.

Nos sentamos a la mesa más tarde y platicamos entre los tres algunos asuntos que nos convenían. Cómo, por ejemplo: Kouyo me preguntó cómo estaba mi mamá y Ritsuka, también acerca de la escuela, ya que Chuuya le había contado que tan mal iba con las materias; por supuesto, también fui reprendida acerca de mi increíble sentido para que me fuera tan mal todos los días.

Eso, entre muchos otros tópicos que teníamos atrasados por no vernos.

—Comenzaremos con cálculo y Kunikida-sensei y luego pasaremos con Literatura III y Fukuzawa-sensei. Debes ponerte al pendiente de estas dos clases, afortunadamente, tienes al chico número uno en tu equipo y dudo que obtengan una mala nota en el ensayo...

El anaranjadito caminaba de aquí para allá en su habitación explicándome lo que haríamos, también se detenía para tomar libros de texto y lanzarlos a la cama donde esperaba paciente a que terminara su discurso. Ya nos habíamos cambiado el uniforme.

—¿Qué tipo de relación hay entre tú y Dostoyevsky-san? —No me pude aguantar. La pregunta había estado en la punta de mi lengua desde que me dijo sobre hablar aquel día. ¡Mi curiosidad, él bien la conocía y se atrevía a torturarme!

Se detuvo entonces en medio de la estancia. Pude mirarlo de perfil, en como su pecho subía y bajaba con fuerza por la pregunta que había realizado. Parecía un tema delicado.

—¿Por qué no mejor me dices que tipo de relación hay entre Dazai-san y tú? —devolvió la pregunta como parte de su estrategia.

—Yo pregunté primero. —Hice un puchero después de quejarme.

Volvió a suspirar, sabía que debía respetar aquel trato. De esta manera había sido siempre, quien preguntara primero, recibía la respuesta primero. Fácil de comprender y muy efectivo para no generar problemas.

Así pues, se sentó en la cama. Subió una pierna a la superficie acolchonada y dejó una en el suelo, después me miró.

—Ritsuko, a pesar de que siempre nos hemos contado todo, nunca hemos tocado el tema. Antes de decirte, me gustaría saber primero... —Se quedó en silencio y apretó su rodilla cuando su mano se colocó encima—. ¿Qué es lo que dirías, si te digo que soy gay?

Para sorpresa del Nakahara, mi semblante no cambió a ningún otro. Solo le seguí mirando y no neutral, sino con una media sonrisa.

—Diría, que a pesar de siempre pelear por las novelas juveniles, a mí que me importan tus gustos. —Me observó enseguida sin entender—. Quiero decir, Chuuya, que no me importaría que fueras gay. Eres mi mejor amigo y siempre voy a apoyarte, no importa de quien te enamores ni con quien decidas formar un vínculo, aunque por supuesto, no voy a tolerar el hecho de que me ignores.

El muchacho rio levemente al bajar la mirada, pero pronto sonrió.

—Entonces, soy gay y Dostoyevsky-san está saliendo conmigo —confesó por fin.

Reí a carcajadas poco después. Me dejé caer de lado y atrapé la almohada entre mis brazos para apretarla. Estaba muy feliz por él.

—¿De qué demonios te estás riendo? —neutral, acomodándose por un lado de mi con la espalda pegada a la cama, preguntó.

—Era demasiado obvio, Chuuya. Ya lo sabía, solo necesitaba que me lo dijeras, y yo... ¡Apruebo su relación! —confirmé a la vez que me acomodaba igual que él. Los dos nos quedamos viendo el techo.

—Gracias, Ritsuko, por estar para mí desde siempre. Eres irremplazable.

—No te pongas tan sentimental, si me haces llorar que prometo que no voy a callarme en toda la tarde —amenacé conmovida por sus palabras, aunque luego—: También eres especial para mí, eres... Cómo la hermana buena onda que nunca tuve...

No faltaba decir que después de aquello, tuve que huir por toda la casa con Chuuya siguiéndome. No había arruinado el momento por mucho que lo hubiera parecido, así era él y así yo. No podíamos quedarnos quietos por ningún minuto aunque nos sujetarán de las manos.

Esta parte y la siguiente van a estar así de flojos sin mucho Dazai, es por el bien de la historia, así que les ruego paciencia. 

Por otro lado, aprovecho para preguntar qué onda con este chico...

Nunca entendí muy bien que era Mystic Messenger.

¡Gracias por leer!

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