Ni | 2.
El problema no eres tú, el problema soy yo.
Me levanté de mi lugar mordiendo mi pluma; fue imposible no escuchar algunas risitas venir de los ya acomodados, y entonces le vi.
—No con él, por favor... —maldecí por lo bajo, ya entendía la actitud de mis compañeros al darme el pésame sin disimulo.
—¿Qué espera para ir con su compañero? —Fukuzawa me empujó la espalda con sus palabras.
Recogí mis cosas, avancé con la mirada de todos puestas en mí, así que murmuré un pequeño "como son entrometidos", logrando hacer que rieran acompasados; por suerte, había un lugar solo por un lado del muchacho, así que me senté sin más y arrastré el mesabanco hasta quedar "cerca".
—Hola, Dázai-san —saludé amigable, él era mi compañero después de todo.
—Se pronuncia: Dazai —me corrigió en un siseo enseguida sin mirarme a la cara, viendo su manga escondido detrás de un libro de texto.
Sonreí por no llorar.
Ahora era cuando le recordaba. Dazai Osamu había estado en el grupo todo el tiempo, sin embargo, mi persona había ignorado su presencia durante tantas estaciones, porque simplemente no deseaba convivir con él y dudada que alguien más quisiese.
Comencemos por su aspecto: era alto, -muy muy alto para su edad-, su cabello castaño era realmente largo que ya le hacía falta un corte por pura salud, tenía acné por toda la cara y las gafas delgadas no ayudaban en nada. Por otra parte, teníamos su personalidad: callado, tímido, invisible, nada interesante, le gustaba leer mangas todo el tiempo... Bien, bien, lo acepto, aquellas características no formaban parte de su personalidad, pero era todo lo que conocía acerca Dazai Osamu. Puede sonar discriminante, lo entiendo, y era por ello mismo que pasé de su persona, muy a diferencia de los otros que le molestaban todo el tiempo por su aspecto físico.
—Bueno, Dazai-san, me estaba preguntado qué libro es el que escogiste. —Fui directa sobre el trabajo que significaba mi vida por ese momento, no había porqué entretenerlo con palabras de cortesía.
—Los Hermanos Karamazov de Mijáilovich Dostoyevsky —respondió sin más, pero debido a su bajo tono de voz, tuve que acercar el oído.
—¿Eh? —Los signos de interrogación se acomodaron sobre mi cabeza—. ¿Entiendes que ese libro tiene más de ochocientas páginas? —pregunté incrédula.
—¿Qué sucede con eso? Tenemos tres meses.
No sé cuál de sus acciones me irritó más, si la acción de pasar una nueva página de su historieta, la misma de no verme a la cara, o bien, que se quería leer en tres meses un libro de ochocientas páginas, psicológico, y además extranjero.
—Ah, no preferirías "Ningen Shikkaku", "Hashire Melos!"... o incluso "Mesukōsei" de Shūji Tsushima —pregunté por algo que mi persona pudiera leer y comprender por lo menos un poco.
—Estoy seguro de que los demás escogerán el mismo libro; al final todos tendremos un ensayo de Ningen Shikkaku —mencionó despectivo y volvió a cambiar la hoja de lo que leía con atención.
Ah, tenemos un niño listo, enseguida pensé, sin embargo, si todos los ensayos fueran acerca de Indigno de ser Humano, era lo último que me terminaría importando, pues, necesitaba pasar la materia. El libro no poseía más de doscientas páginas y había escuchado buenas cosas de la lectura, además, serviría de apoyo y preguntaría a mis compañeros si es que como siempre me sucedía, no entendía una palabra. ¡Pan comido!
—Es realmente el libro que leeré, pero si no te agrada, podemos hablar con Fukuzawa-sensei para que nos deje realizar individualmente la tarea...
—No, no... —le interrumpí.
El chico me mataría directamente si hacía eso. Satanás seguro me reportaría al sacar la conclusión de que yo he creado el malentendido por las apariencias. ¡Pan no-comido!
—Entiendo, yo... —No sabía que estaba a punto de hacer—. De todas formas, no tenía un libro establecido —acepté indirectamente a Los Hermanos Karamazov.
—Bien, iré a comprarlo el sábado, puedo conseguirte una copia si es que no quieres leerlo en digital —ofreció, inesperadamente.
De mi boca salió un pequeño "oh". Por lo menos, el castaño muchacho no era una mala persona; sí, hablaba muy bajo y me costaba entenderle cuando casi ni separaba los labios para soltar palabra. ¡Pan casi comido! Me alegraba saber que su timidez y lo que le sucedida día con día no sería un impedimento para hacer un buen equipo.
—Tenemos que sacar una buena nota, Dazai-san. ¡Pongamos de nuestra parte! —animé levantado la voz, pero él volvió a cambiar la página y satanás me regañó otra vez por el alboroto.
Cuando la clase terminó, Dazai guardó sus cosas con una rapidez anormal, se levantó de su mesabanco y se fue dando grandes pasos hasta la salida. Fue el primero en salir del lugar y no dijo ni un adiós, por lo que mi cabeza volvió a pegarse en la paleta del mesabanco.
—¿Qué sucede ahora, Ritsuko-chan? —Chuuya llegó hasta mi lugar con la mochila colgada. Se veía contento.
—No puedo, no puedo... —mencioné aterrorizada causando una pequeña risa en él.
—¿Tan malo es hablar con Dazai-san? —preguntó con burla.
—Ese no es el problema —dije enseguida—. El problema es que el muchacho no habla nada —me quejé.
Si, después del acuerdo con el libro, el castaño se quedó callado; el único sonido audible para mis oídos eran los demás conversando y las hojas de su tomo siendo pasadas lentamente.
—Así es él, no te agobies, por lo menos te ayudará —aseguró confiado, pero no sabía de qué.
No creía que fuera a ayudarme, Dazai no parecía ser de aquellos a pesar del ofrecimiento por conseguir el libro.
—No lo creo —así que argumenté simple levantando el rostro para ver a mi atractivo amigo peli-naranja.
—Dulzura... —me llamó con cariño—. Dazai Osamu tiene las mejores calificaciones de toda la generación, no te dejará cometer un solo error en un trabajo que tenga su nombre.
—¿Mejores...? ¡Qué! —exclamé sorprendida del dato.
Entonces ese era el Dazai Osamu de la lista, pero como yo siempre me encontraba hasta el final, no le hacía caso, ¿por qué preocuparme de saber quién era la persona a la que nunca le tocaría la espalda en esos ámbitos? No pude evitar pensar que en realidad era un "nerd" con todas sus reglas.
—¿Más inteligente que Fyódor Dostoyevsky? —pregunté nuevamente incrédula y Chuuya asintió mientras reía—. ¿Más inteligente que Nakahara-sama?
—Oye, oye, estás yendo muy lejos. —Me detuvo indignado—. Puede estar primero de lista, pero es imposible que sea más inteligente que yo. Números son números nada más —explicó con aire de grandeza. Ya le conocía.
—¡Oh, claro! —exclamé con afán de molestarle mientras le retiraba la mirada de encima y recogía mis cosas—. Números son números —enfaticé.
—¿Qué tratas de insinuar, número noventa y tres?
Me llevé una mano al pecho, está vez la indignada era yo. Hacía referencia a mi número en el último corte entre cien alumnos, pero lo siento por él, ya estaba acostumbrada.
—Absolutamente nada, número dos —
referí de igual manera.
—Te mataré.
Afortunadamente, aquella era la última clase, y correr por los pasillos con la advertencia de Mr. Kunikida era algo que se me daba muy bien teniéndole tanta práctica. Ahora lo único preocupante era no perder mi vida entre las delicadas manos del Nakahara, por lo que corrí a mi casa sin perder un segundo.
Tomé el autobús cerca, por supuesto, aunque no vivía lejos era necesario por el clima de verano, que gracias al cielo, le faltaban pocas semanas para irse de mi angustiosa vida y no volvería hasta el año siguiente.
Cuando llegué a casa, toqué el timbre porque hacía días que había perdido mi llave, al igual que mi cartera con mi dinero y credenciales de la escuela. No era suficiente con que satanás me odiara, yo todavía podía poner de mi parte con mi desastrosa personalidad olvida todo, pierde todo y descompone todo lo que toca.
—¡Mamá, hay un vagabundo tocando la puerta! —Escuché que gritaban desde adentro.
—¡Dile que pase! —Luego escuché la voz de mi madre.
—Que pases, dice —cuando la puerta blanca de madera fue abierta, fui saludada amablemente.
—Que te vayas al diablo, dice —también saludé y entré sonriendo. La sala estaba impregnada con un rico olor a lasagna.
—Hoy vino a buscarte Kyouka-san, te invitó a su piñata el sábado por la tarde —se burló mientras me lanzaba la invitación.
Solté un "ja, ja" mientras la recogía, para después dejar la mochila en el sofá y ponerle atención al mensaje.
Por más que deseara hacerlo, era imposible ignorar al personaje que me ha recibido en casa. Su nombre es Ishinomori Ritsuka y es mi hermana menor por tres años; cabe destacar que no nos parecemos en nada, ella es un monstruo feo del mal humor que vive con los auriculares puestos y tiene buenas notas; la suerte es, que cuando me gradúe, no tendré la necesidad de verla en el colegio a donde asisto, pues lo más seguro es que vaya ahí por la ubicación y la calidad que la preparatoria posee. Si es que me gradúo este año.
—¿Quieres ir conmigo? —inquirí cuando terminé, dándole un sonriente rostro.
—Ah, claro, ¿qué tipo de Barbie crees que deba comprarle de regalo? —Sarcástica sonrió y volvió a ponerse los auriculares mientras revisaba su teléfono.
Kyouka Izumi es una amiga de la secundaria, como ha quedado en otra preparatoria no he podido verla desde entonces y mi hermana se burla porque hará una fiesta por su cumpleaños el próximo sábado. ¡Qué sucede con las fiestas! Aún con diecisiete años todos podemos hacer una bonita, ¿no? Yo la haría, pero tengo que estudiar para Literatura III este año.
—Mamá, ¿me dejas ir a la fiesta de Kyouka el sábado? —cuando entré a la cocina, pregunté a mi madre. Ella estaba sonriente sacando una charola del horno.
—¿Ritsuka irá contigo? —cuestionó quitándose los guantes.
—Si, dijo que le compraría una Barbie nueva de regalo.
Piqué la lasagna, pero como estaba recién salida del horno, me quemé y ella sonrió más.
Esa era mi familia, mi madre Renashiko, Ritsuka, y yo, Ritsuko. Mi padre murió hace tiempo en un accidente de tráfico viniendo del trabajo, así que solo somos nosotras en esta casa. No tenemos mucho dinero, solo lo suficiente para algunos caprichos; mi casa no es grande, pero es lo suficientemente espaciosa para las tres. Antes bien, eso es lo que menos importa, ya que soy muy feliz con ellas y las amo como no pueden imaginarlo, al igual que sé, ellas me aman.
Las imágenes del principio son solo para llamar la atención porque como saben, no hay muchas de la escuela. Además, van a estar apareciendo estos separadores al cambio de escena ⬆️ Solo tengo cinco, así que se aguantan y los ven repetidos. 🥴
¡Gracias por leer!
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