67.


—Ame... ¿te puedo dar un beso?

—Mejor dame veinte —sonrió.

—Tal vez debo darte algo más que eso —lo pensó un poco.

—Te me estás poniendo intenso, sweetie.

—Tal vez deba darte un billete.

—¿Qué?

—Para verte feliz.

—A veces no entiendo cómo funciona tu cerebro —terminó riendo—. Deja las tonterías y bésame, Canadá.

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