52.
—¿Cómo me veo, sweetie?
USA dio un giro completo para modelar su vestido, uno rojo de escote, pegado a su cintura, largo hasta por debajo de su rodilla, pero con una apertura en su pierna que dejaba ver su piel.
—Me gusta —Canadá sonrió encantado—. Te ves muy hermosa.
—Y tiene un beneficio.
—¿Cuál?
—Es fácil de quitar... Así no tendrás problemas como la vez pasada —le guiñó.
Canadá enrojeció sin poder decir algo sobre la clara insinuación y su vergonzoso recuerdo. A veces olvidaba que USA podía ser así de directa... Al menos esperaba que nadie escuchara eso.
—Entonces estamos listos para la noche.
—Ame...
—Iremos a la fiesta, probaremos los bocadillos, fingiremos cansancio y te secuestraré para ir a casa a...
—¡América!
—¡Dilo, sweetie! —río divertida—. ¡Vas a arrancarme el vestido!
—¡Estamos en una tienda! ¡Baja la voz!
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