47.


—Hagamos una travesura, sweety.

—¿Qué planeas?

—Escaparme y llevarte conmigo. ¿Quieres?

Canadá sonrió ante la ocurrencia de USA, porque no era algo adecuado si tenían una semana copada de reuniones y eventos por delante.

Pero sabía que ambos se merecían ese descanso.

—Tres horas.

—Cinco, sweety. Porque voy a llevarte al cielo... literalmente.

—¿Qué? — enrojeció.

—No lo decía en el mal sentido — río divertido ante la vergüenza de Canadá— pero si quieres... podemos incluirlo en el plan de ir a las montañas para ver las estrellas.

—Ah... era eso.

—Mi Canadá tuvo un pensamiento sucio —sonrió—, qué sexy.

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