42.
—Te ves hermosa.
Canadá enrojecía por las palabras de USA, pero a la vez, se llenaba de felicidad y confianza.
—Gracias.
—Ahora, levanta ese rostro, respira profundo y presume las curvas que te heredó Francia.
—Me da vergüenza.
—Sweetie, vergüenza el no mostrar tu belleza al mundo —le tomó de la mano y besó sus nudillos—. Y tengo la dicha de que seas mi acompañante esta noche.
—Sólo iría contigo, Ame.
—No digas eso, que me sonrojo, baby.
Risitas y timidez. Confianza y dulzura. Eran el uno para el otro.
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