36.
—Estamos casados desde hace años.
Todos los latinos escupieron sus bebidas en sincronía, porque jamás se esperaron eso.
Pobres de los gringos que recibieron el líquido ajeno directamente en el rostro.
USA maldijo a todos mientras se limpiaba con servilletas y Canadá, él solo reía mientras buscaba un paño también.
—¿Tiene algo de malo?
—Parce, usted es hermano aquí de la gordis.
—No mames... Ya sé que son del norte, pero se pasan.
—Pero no tienen anillos de bodas.
—¡Cierto!
Revisaron las manos de Canadá y USA en busca de evidencia.
—Es que no los traemos en los dedos.
—¿Y entonces?
Silencio incómodo.
—¡¿Los traen en el pene?!
—¿Qué?
—What the fuck, beaner?
—Es el dije de nuestros collares —Canadá mostró su posesión—. Mira. Aquí está —sonrió.
—Los anillos son muy pasados de moda.
—Oh... Bueno... Menos mal.
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