33.


—Me gusta cómo te ves, siempre me ha gustado.

USA desconfiaba de todos, pero no de Canadá. Y al escuchar esas palabras, acompañadas de esa sonrisa, se sintió completamente feliz.

—Eres muy hermoso, Ame.

—Sweetie...

—Pero si quieres hacer dieta, te acompañaré en todo.

Una caricia de esos dedos, las palabras de apoyo, era tanto que podía explotar de amor.
Y por eso tuvo que detener esa vocecita, para darle un beso largo, dejar que esas manos sostuvieran su cadera, y reírse de la vergüenza en ese rostro lleno de pequitas.

—Eres lo mejor que pudo pasarme.

—Ame, eso debería decir yo.

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