21.


—¡De su unión nacerá una abominación! ¡El cielo mandará fuego por su pecado! ¡Malditos sean ustedes dos!

Canadá siempre recordaba las palabras de Vaticano, y aunque USA le brindó apoyo, sus recuerdos estaban frescos y perturbaban algunas de sus noches.

Por eso lloró a mares cuando se enteró del bebé.

No pudo siquiera decírselo a USA hasta que ya todo era evidente.

—Va a ser un lindo bebé, sweetie.

—Estoy asustado.

—Te juro que nada malo pasará.

—¿Cómo puedes asegurarlo?

—Porque nada puede salir mal si nuestro hijo nació de algo tan bonito como el amor que nos tenemos, Cany.

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