20.
Le gustaba abrazarse a la espalda de Canadá, besarle el cuello mientras lo escuchaba reír... Y morderlo suavecito para dejar una marca.
—Ugh... Ame —susurraba inquieto—. Para... Va a quedar rojo.
—Es lo que quiero, sweetie.
Y volvía a hacerlo, mordía esa piel de porcelana, la repasaba con su lengua y succionaba un poquito.
—Ah... Ame... —cubría su boca al instante.
—Sweetie... ¿acabas de gemir?
Canadá negaba, pero su rostro abochornado decía otra cosa.
Fuck.
USA amaba a ese country.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top