107.
—Ey, no me ignores, comunista.
—Dije que si no me presentas a Canadá, no tengo más que hablar contigo.
—¡Tenemos negocios!
—Entonces —se acercó al rostro del americano— ya sabes que hacer —sonrió de lado.
—Yo no...
Pero USA apenas pudo respirar antes de ver a URSS moverse para esquivar algo.
Escuchó un leve silbido y buscó el origen del ataque. Pero terminó riéndose bajito y disfrutando de la escena.
—¿Qué?
—Lo siento, señor URSS, se me resbaló el hacha... —Canadá sonrió como si nada—. A propósito.
Y se encogió de hombros, como un niño que hizo una travesura pequeña.
—Wow... —URSS no lo podía creer.
—¡Sweetie! ¡¿Qué te dije?!
—Qué no use el hacha porque me podría quedar indefenso, y en vez de eso, use un arma.
—¡Sí! Pero... —USA negó—. Dije que debes descansar.
—¡Pero te estaba molestando!
—No pasa nada. Volvamos al cuarto, no debes moverte o tardarás más en sanar.
Pero antes de irse, Canadá le dio una mirada de advertencia a URSS.
Sin saber que así solo atrajo mayor interés del soviético.
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