Capítulo 1| S - DISPONIBLE EN LIBRERÍAS

Stephen

Hace como seis meses me había mudado a esta ciudad, estudiando cada uno de los movimientos de la familia Cross. Y ya sabía cómo ingresar a esa familia para destruirla completamente, tal y cómo ese hombre destruyó la mía.

William Cross pagará por cada lágrima que mi madre derramó con la muerte de mi hermana. Por haber engañado a mi hermana y haberla abandonado sin ninguna explicación. Lo pagará muy caro.
Y ella será quién me dé acceso a esa familia.

Esa chica de ojos verdes será quién me ayude a destruir a William Cross. Así me destruya a mí mismo en el intento. Sólo debo esperar, un par de días mas y todo estará listo para que pueda iniciar con lo que tengo planeado.

— Dos días... nada más— murmuré sin darme cuenta que aún la mesera esperaba el pago.

— ¿Disculpe señor? ¿Necesita algo más?

— No, quédese con el cambio.

Salí de la cafetería sin más para dirigirme a esa empresa, tenía que seguir estudiando los pasos de ese hombre. No debía perderme ningún detalle. Ya se estaba haciendo de noche así que tenía que darme prisa.

— ¡Ya te dije que no quiero! ¡Tú y yo terminamos! ¡Entiéndelo!— esto no podía estar pasando...

— ¡No me pondrás en ridículo delante de toda la escuela! ¡Tú y yo terminaremos cuando yo lo diga!— pobre estúpido, él no será un obstáculo para mí.

Dirigiéndome hacia mi coche no pude evitar escuchar esa pelea. Una pelea que había presenciado durante estos últimos tres meses. Y más de una vez me había quedado con las ganas de partirle la cara a ese estúpido que cree tener derecho sobre ella.

De nuevo la estaba lastimando, estaba seguro que ellos no eran nada. Inclusive averigüe sobre un acuerdo entre sus padres, que únicamente había hecho que ella estuviera con ese pobre idiota por obligación. Ella no lo quería, mucho menos él a ella porque se metía con casi todas las chicas de su escuela.

— Te lo digo una vez más, Logan. Déjame en paz, déjame tranquila. ¡No iré a esa maldita fiesta contigo!

— ¿Y quién lo impedirá preciosa? ¿Tu papi? Oh...recuerdo que no tienes quién te defienda o te proteja ¿no es así?— apreté la quijada acercándome a ellos. Ya no podía seguir únicamente observando a lo lejos como suelo hacerlo. Esta vez no.

— ¡Suéltame! ¡Ya no haré lo que me digas! ¡Después de lo la última vez te lo dejé bien claro!

— ¡Ya cállate!— el tipo se atrevió a darle una cachetada. Siempre lo había visto gritándola, jaloneándola o insultándola. Pero ahora se atrevió a levantarle la mano en plena vía pública. Esta vez cabó su propia tumba. Ella quedó sorprendida por mi intromisión, al mismo tiempo con lágrimas y una mano sobre la zona dónde el idiota la había golpeado.

—¡Hey! ¡¿Acaso te crees muy hombre al levantarle la mano?!

— ¡¿Y tú quién eres imbécil?!

— No... la pregunta es la siguiente ¡niño estúpido! ¿Quién serás tú después de esto?— me abalancé sobre el idiota golpeándole en la cara, se iba a arrepentir de haberla tocado— ¡Dime! ¡Dime si ahora eres lo suficientemente hombre para tocarla de nuevo!

— Por favor... ¡Por favor! ¡Basta! Lo-Lo vas matar. Lo vas a matar— ¿encima se preocupa por él? ¿Qué clase de tonta es?

— ¡¿Te importa?! ¿Acaso te importa lo que le pase a este idiota?— No medí mi reacción, dejando tirado en suelo al estúpido mientras me levantaba con furia gritándola. Me di cuenta que retrocedió con miedo pero no me detuve — Te golpeó y aún así te importa este pedazo de idiota, no puedo creerlo.

— Yo... Tú... es que tú... lo vas matar. Mira él ya no reacciona, la policia podría venir y... y no-no van a creernos. Su-Su padre es abogado y podría meterte a la cárcel.

— ¿Te preocupas por lo que pueda pasarme a mí?— esto era realmente increíble, ella estaba preocupada por mí, no por el idiota que únicamente se doblaba de dolor en el suelo. Solté una risa amarga cruzándome los brazos sin poder acreditar su postura. La observé una vez más dándome cuenta de que su labio estaba partido, debió de ser por el golpe. Y no dejaba de temblar aún con lágrimas en sus ojos.

— Nadie va a creer que fue él quién...quién me pegó y que tú sólo quisiste defenderme.

— ¿Defenderte?— ahora sí que me había hecho reír— No quise defenderte— vi un gesto de dolor en su rostro cómo si hubiese esperado a que yo realmente la defienda. Y si, si lo hice para defenderla pero no sé lo iba a decir— Lo hice porque no me gusta ver a idiotas como tú novio, maltratado a una mujer.

— Bueno, pues...de igual manera gracias. Supongo— con poco de pesar en sus palabras ella quiso dar media vuelta y retirarse pero no quería dejarla ir así. Al menos ese golpe, debía ver si no era muy fuerte. La tomé del brazo para impedir que se vaya, después de todo si mis planes se adelantaban sería mucho mejor para mí.

— Ven. No puedes irte así.

— ¿A dónde? Además, ¿a ti que te importa como me vaya?— La solté, ella tenía razón. No debía de importarme.

— Esta bien, entonces quédate con este idiota que de seguro a él le importarás cuando recobre la conciencia— sabia que nadie se preocuparía por ella. En su casa era como si solo fuese un mueble más. Su mamá se le pasaba en club deportivo de personas que solo tiran su dinero en cualquier basura y al cerdo de su padre solo importaba su empresa.

Casi nunca estaban en la casa. Ella siempre se encontraba sola, ni su mejor amiga sabe cuántas noches suele quedarse dormida llorando porque sus padres no están con ella, o porque él imbécil de su novio la insultó o la engañó con otra.

—No te importará que despierte y se desquite contigo ¿no? Después de todo por algo estas con él— era claro que ese idiota solo despertaría en un hospital. Y no se atrevería a decir qué pasó porque quedaría como un completo marica. Pero sabía que si decía eso, ella terminaría aceptando venir conmigo.

— Pe-Pero no te conozco— murmuro levemente como queriendo saber si podía o no confiar en mí. Todo se me había dado servido en bandeja de plata.

— Me llamo Stephen. ¿Y tú?

— Yo...me llamo Camila.

— Bien. Ahora ya nos conocemos, vamos— la tomé de la muñeca sin hacer presión sobre ella. Ya sabía su nombre, hasta su tipo de sangre  me lo sé de memoria. Nos subimos a mi coche y me dirigí a mi departamento. Ninguno de los dos había soltado una sola palabra en todo el camino. Podía notar su nerviosismo a flor de piel.

Al llegar estacioné y no esperé a saber si me seguía o no. No hubo necesidad porque podía sentir su presencia temerosa y frágil detrás de mí. Subimos hasta mi piso, abrí la puerta para pasar pero ella seguía de pie frente a la puerta. Debatiéndose entre seguir o huir.

— Pasa. No te haré nada, si eso es lo que crees. Para tu tranquilidad no me gustan las niñitas de preparatoria.

— No soy una niña, tengo dieciocho años. Para tu información en menos de dos días termino la escuela. Y en menos de tres meses estaré cumpliendo diecinueve años e ingresando a la universidad— para cuando termino de decir todas esas bobadas que ya sabía, ella ya se encontraba en medio de la sala. Lo que hizo que dejara escapar otra risa burlona de mi parte.

— Vaya... ¡así que ya eres toda una mujer! Y por eso dejas que tu novio te pegue ¿no?

— Logan no es mi novio. Ya no— así que el idiota se llamaba Logan. Algo que jamás se me ocurrió averiguar.

— Pues alguien debería de aclararle eso. Al parecer para él, siguen siendo novios.

— Ya lo he... Eso ya no importa. No creo que tampoco te importe.

— Tienes razón. No me importa. Déjame ver ese golpe, te traeré un poco de hielo. Después podrás irte si así lo deseas— después de sacar el hielo y regresar junto a ella, me acerqué con cuidado para limpiar sus labios y ponerle un poco de hielo en la zona del golpe.

De nuevo estaba muda, no decía absolutamente nada pero si observaba todo. Desde el interior de mi departamento hasta un escrutinio completo de mi anatomía. La senté en el sofá mientras yo me ubicaba sobre la mesa ratona. ¿Cómo es posible que esos ojos verdes hipnoticen de esa manera?

Desde la primera vez que la vi me perdí en sus ojos. Pero también supe desde esa primera vez, que nada debía de hacerme cambiar de opinión. Llegué aquí con objetivo y lo voy a cumplir.

— Listo. Mañana no se notará tanto el golpe— me comenzaba a incomodar su presencia. Su mirada en mí— Puedes irte cuando lo prefieras, yo me daré una ducha. Estoy cansado.

— Oh, si. Lo entiendo. Gra-Gracias por tu ayuda. Yo, ya me voy— Asentí con la cabeza dejándola ir. No podía darme el lujo de seguir estando cerca suyo. Tenía que pensar con la cabeza fría.

Apenas cerró la puerta de mi departamento, me fui directo al baño. Necesitaba una ducha con agua bien fría. Si, eso me calmará, me ayudará a pensar mejor las cosas. No duré ni diez minutos bajo la ducha. ¡Había sido un estúpido! Tal vez ella no conozca esta zona, no sepa ni cómo llegar a su casa o peor aún, tal vez ni tenga cómo. Golpeé el azulejo del baño con rabia dejando escapar un grito de frustración. Salí vistiéndome lo más más rápido posible.

No tardé mucho en localizarla. Se encontraba sentaba en un pequeño banco cerca de la plaza, abrazándose a si misma. Refrescaba un poco y a estas horas corría más peligro aquí, que cualquier otro lado. Al dirigir su mirada en mí cuándo notó mi presencia, pude ver qué nuevo estaba llorando.

— ¿Sabes cómo llegar a tu casa? ¿Tienes como ir? — ella negó bajando su mirando al suelo— Debí suponerlo antes, te llevaré a tu casa. Vamos.

— No. Ya hiciste mucho por mi. Estaré bien. Vete, ve a descansar. Yo estaré bien— creo que intentaba repetir esas palabras como para creérselas ella misma, me senté a su lado cuidadosamente tratando de entenderla. ¿Cómo alguien tan joven como ella puede tener tanta tristeza en su interior?

— Es peligroso que estés sola, aquí, en este lugar y a estas horas de la noche. De seguro en tu casa te esperan, tu madre debe estar preocupada por ti— dejó escapar una pequeña sonrisa triste aún con lágrimas en sus ojos. Y eso hizo que quisiera cuidarla como realmente se merece. Pero no puedo. No puedo olvidarme del porque estoy aquí.

— Ojalá tuviera a alguien esperándome.

— Vamos, no puedes seguir aquí. Estas temblando de frío.

— Descuida. Tomaré un taxi. Sólo... ¿Podrías sólo decirme dónde tomar uno? No sé dónde estamos y qué tan lejos está mi casa.

— Te llevaré yo mismo.

— No, por favor. Sólo dime dónde tomar un taxi.

Bien, no quería que la lleve. Asentí  y la guíe hasta el edificio nuevamente mientras llamaba un taxi para que venga a recogerla. Cuando el taxi llegó, se despidió de mí agradeciéndome una vez más.

No hice nada por ella. No hice absolutamente nada para realmente ayudarla. Todo lo había hecho para beneficio mío y al recordar su mirada, sólo podía sentirme frustrado. En mi interior se mezclaban la rabia y la impotencia al mismo tiempo.

Pero era mejor así, ella no se meterá en mi vida. Mucho menos en mi corazón.


😱🙊 por Dios! ¿Que hará ahora Stephen? Pobre Camila. 🙈 ¿que les pareció el primer capítulo. Espero les haya gustado.

Los estaré leyendo en los comentarios. 💜

Hasta el próximo capítulo 🥰

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