Epílogo

Terminar viviendo en la gran isla del índico, perderse en viajes por ese paraíso de árboles gigantes, animales únicos y playas de coral, cristalinas y hermosas fue algo que ninguno se planteó o siquiera imaginó a lo largo de su vida. Al menos, no lo hicieron hasta que sus vidas se cruzaron y entre ellos surgió algo más fuerte que el odios y las desavenencias, haciéndolos soñar brevemente con un futuro normal y tranquilo.

Quizás su tierra natal hubiera sido ideal pero a pesar de haber eliminado los problemas más graves que tenían sus familias, no significaba que para ellos dos, fuera un lugar seguro para vivir. Sí, habían terminado con muchos, la mayoría muertos porque solo aquellos que abandonaron este mundo no contaban historias o buscaban venganza, no perseguían un ajuste de cuentas.

No tenían sus manos del todo limpias, cometieron crímenes que quedaron impunes como los asesinatos a los antiguos ministros, directores de la NIS e incluso el ex mandatario de la república. Sin embargo, siempre podría quedar un conocido, un amigo, un familiar al que pese a todos lo que ellos hicieron les pareciera injusto su final, motivo por el cual vivir fuera de Corea del Sur era su mejor opción.

¿Por qué Madagascar?

Lo primero y más importante, no tenían proceso de extradición. Segundo, estaba lejos de todos y, de los países existentes, donde menos buscarían a dos coreanos que desaparecieron del mapa como fantasma serían esa hermosa pero muchas veces olvidada isla africana.

A eso debían agregarle que Taehyung prácticamente se enamoró del lugar un día en el que mientras tomaban uno de sus muy breves descansos, imágenes del país comenzaron a transmitirse en un documental. Desde los típicos baobab, las tierras altas o el hermoso Lago Itasy que se había convertido en uno de sus lugares preferidos para estar con Jungkook.

Marondava, las raíces de África que se unían con Asia ya fuera por rasgos faciales en las personas, cocinas o fiestas que recordaban el origen indonesio y africano de los habitantes. Su gran biodiversidad en donde se perdían muchas veces para mantenerse en forma, Tsingys y las playas de coral... Fueron tantas las cosas que enamoraron y en la actualidad enamoraban más a Taehyung que ese sin lugar a dudas fue el mejor destino que pudieron escoger.

De hecho, cuando en la tranquilidad de lo que ellos ahora podían llamarle hogar, pudieron disfrutar de cosas que no tuvieron en su niñez o resto de su vida. Jungkook vio varias películas animadas incluso con el mismo nombre del lugar y desde entonces, esas se habían vuelto casi un ritual en sus días de "aburrimiento".

— Estoy aburrido... — Comentó Jungkook terminando de afilar su cuchillo. — Amo poder estar aburrido. — Rió observando a un descalzo y semi desnudo castaño que se iba acercando con un pequeño maletín que ubicó arriba del mesón de la cocina. — ¿Sí sabes que hemos comprado cuchillos normales que utilizan las personas comunes?

— Claro que lo sé, por eso tu haces tan buen eso de ellos. Mira lo bien que pelas ajos con ese cuchillo táctico. Supongo que necesitabas uno con resina que te permitiera moldearlo para así evitar que se te resbale de tus manos mojadas.

Revoleó sus ojos tomando otro cuchillo táctico pero esta vez plegable, amaba cortar la carne con ellos. Antes los veía ideales para retirar en cortes perfectos la piel humana, para abrir heridas o casas así pero en ese año que llevaban viviendo juntos desde que Jungkook regresó con vida, descubrió el placer de utilizarlos en la cocina.

— ¿Eso es carne de cebú? — Preguntó el pelinegro parándose detrás de su pareja para pinchar el primer filete sacado del pernil y olerlo, recibiendo un asentimiento como respuesta. — Yo quería comer akoho sy voanio.

— Claro, como lo cocinas tú. — Se quejó Taehyung empujándolo con el codo. — No eres malgache, todas las semanas comemos lo mismo y lo peor es que me toca a mí cocinarlo porque al convicto le gusta mi supuesto sazón cuando cocina mejor que yo.

Jungkook sonrió acercándose pero Taehyung forcejeó con él. Cuidando de que no jugara con el arma blanca apretó sus muñecas, golpeando con ellas el mesón para que las abriera, sometiéndolo desde atrás. Volteó su cuerpo corriendo con un brazo todo lo que había en el mesón para cargarlo y sentarlo ahí, siendo él quien se colocara entre sus piernas.

Era divertido vivir una vida tranquila y casi normal pero simplemente existían cosas a las que jamás podrían acostumbrarse y tampoco deseaban hacerlo a decir verdad. Pelear entre ellos en un juego de fuerza y poder, el uso de armas o de tácticas incluso para organizar en ocasiones sus viajes eran de esas cosas que permanecían viva como llamarada reacia a extinguirse.

— ¿Qué tramas, convicto? No hay forma de que me convenzas. — Habló riéndose sintiendo la lengua contraria adherirse a la piel de su pecho seguida por los dientes.

— ¿Estás seguro de eso?

— Totalmente... — Contestó cerrando sus ojos para contener la risa, sosteniendo con gran fuerza la melena de Jungkook. Ambos habían decidido dejarse crecer el cabello. Taehyung llevaba dos años sin cortarlo mientras que el pelinegro llevaba uno. — ¡Ay! No me muerdas las tetillas, maldito.

— ¿Estás seguro que no hay una forma para que yo te convenza de cocinarme esta tarde? — Volvió a preguntar ahora eliminando la única prenda que llevaba el castaño, su ropa interior.

Clavó los dientes en sus muslos hasta dejar marca o escucharlo quejarse, pasando luego la lengua para mermar el escozor que pudiese causar y así, continuar subiendo para entretenerse con esa sublevada entrepierna.

— Vibrante y vigorosa como el dueño. — Musitó Jungkook y el mayor no pudo hacer más que reírse.

— Estúpido. — Ambos se carcajearon hasta que la risa del menor cambió por una efímera tos. — Ese es el uso que debes darle a tu boca para que mi pene se mantenga vibrante y vigoroso como yo, así como te gusta. — Habló con lascivia presionando más la cabeza del pelinegro, tensándose ante cada arcada que aprisionaba su miembro en el interior de su garganta. — Mierda... — Se quejó buscando acomodarse, empujando sin cuidado lo que quedaba en el mesón para subir una de sus pierna y ofrecerle más espacio.

— Algo me d-dice que lograré que cocines para mí hoy.

— Si logras hacerme venir en el próximo minuto y logras excitarme para poder hacerte el amor bien rico en este lugar. Si luego me lo haces tú hasta que grite tu nombre a todo pulmón o quiera matarte, entonces cocinaré para ti hoy y mañana todo lo que desees.

— Me parece justo.

Dicho esto, Jungkook abrió más sus piernas, salivando dos de sus dedos para perderlos en el interior de su agente antes de volver a engullir su erección. ¿Próximo minuto? Antes de los sesenta segundos su boca se había llenado de Taehyung y lo mejor de todo es que este no necesitaba volver a excitarse porque seguía vigente y deseoso.

Saltó del mesón para tomar a su pareja de la nuca y besarlo, agradeciendo una vez más en silencio como lo hacía cada día desde que volvió aparecer porque estuviera vivo, por poder estar juntos. Jungkook siempre notaba el momento en el que el castaño se perdía en esos pensamientos, de hecho, él también lo hacía, lo comprendía.

En su memoria aún estaba fresco el recuerdo de cuando lo obligó a dejar ir su brazo. Ese pensamiento de que ese sería su último adiós mientras iba cayendo escuchando a lo lejos sus gritos era aterrador. Cuando colisionó por suerte en la parte más profunda del lago sintió como su espalda picaba y ardía por mucho que intentó caer de pie para minimizar los daños.

Una parte de él sintió alivio, por fin, todo había terminado, podía descansar. No obstante, la otra parte de él que era su mayoría, casi el noventa por ciento de su ser lo zarandeó colocando frente a él la imagen de Taehyung molesto, llorando, solo. Eso bastó para que aún cuando creía que su pierna podía agarrar una infección e incluso perderla, nadara hasta que la escalera de un helicóptero fue lanzada.

Creyó por el modelo que era el de Arthur pero no fue así, era uno con dos soldados y el piloto. Cuando llegó arriba estos cantaron victoria creyendo haberlo atrapado y, mientras fingía estar inconsciente, se hizo con sus pistolas y les disparó. La parte más difícil fue deshacerse del piloto y pilotear él.

No es porque no supiera hacerlo, sino porque estaba débil y temía dormirse o perder el control pero incluso eso era mejor que simplemente quedarse sin hacer nada. Se desvistió completamente y dejó la ropa en el lugar del copiloto. Obligándolo a poner el piloto automático, haciéndolo salir de su asiento mientras le apuntaba con un arma para ocuparlo él, el Liquidador se hizo con el control de la aeronave. Solo entonces, cuando el piloto que físicamente se parecía a él se puso su ya mojada ropa, le disparó en el mismo muslo que él había sido disparado, abrió una de las puertas y lo hizo caer.

Toda su fuerza, toda su concentración provenía del anhelo de volver abrazar a su hombre, ver una vez más sus ojos, escuchar lo que para él eran las más tiernas y lindas amenazas. En ese momento, el convicto solo necesitaba un abrazo de su agente diciéndole que lo tenía y todo estaba bien pero el castaño no estaba ahí y a él le tocó esconderse en lo más recóndito de Gwangju.

Seúl sería su perdición y allí él al menos tenía con qué sobrevivir porque meses atrás, mientras hacía encargos para la NIS y el propio Taehyung, se hizo de un pequeño lugar de seguridad completamente abastecido para refugiarse en caso de emergencia. De hecho, hizo lo mismo en cada ciudad del país utilizando el dinero obtenido de sus negocios.

— Más... — Musitó cerrando sus ojos con fuerza mientras presionaba ahora la cara de Taehyung contra su trasero. — Esa maldita boca sirve para mucho más que maldecir, la amo más que a ti.

— Me siento orgulloso de eso pero... — Se apartó abriendo sus glúteos, poniéndose de pie para volver a estar a su altura. Se posicionó en su entrada y lo invadió buscando soporte en sus hombros. — El desquiciadito se puso celoso y ahora quiere hacerte recordar que lo amas tanto a él como a mi boca.

Jungkook quiso reír pero esa era una tarea difícil en esos momentos donde lo único que podía hacer era gemir en los labios más perfectos que existían en la faz de la tierra. Se dejó hacer, se dejó besar, morder y querer hasta que escuchó al castaño gruñir contra su cuello tensándose, apretándolo como si fuese a escapar de sus manos. Él... Bueno, él se contuvo todo lo que pudo y solo después de que el mayor se liberara, fue que él asumió el mando.

Lo cargó entre sus brazos sin dejar de besarlo, llevándolo hacia el baño para dejarlo caer el el pequeño sofá decorativo que Taehyung se había empeñado en tener y solo servía para acumular ropa cuando iban a bañarse. No tenía prisa, se encargó de excitarlo, dilatorio y tentarlo hasta que el castaño algo desesperado se hizo con el miembro contrario, procediendo él mismo a penetrarse sin esperar a que Jungkook decidiera que era el momento.

— Basta de jueguitos... — Jadeó reprendiéndole con esa mirada en llamas de deseo. — No se juega con la comida.

— Ya saboreo y disfruto mi comida como me plazca. — Contestó nalgueándolo con fuerza, levantándolo para sentarlo sobre él sin permitirle salir del todo. — Ahora muévete y lo quiero lento.

— ¿Lento? — Cuestionó provocativamente el castaño dejando el cabello caer sobre su rostro, mordiéndose los labios y lamiendo de vez en cuando los contrarios.

Sus caderas eran las que llevaban el ritmo, se elevaban hasta que solo el glande contrario quedara adentro, se movía lentamente de forma circular y luego se dejaba caer. Oscilaba en un movimiento constante pero tortuoso antes de volver a repetir con lentitud el mismo ciclo. Se vanagloriaba cada vez que lograba tener al Liquidador a su merced, disfrutaba de esos días en los que ambos luchaban pero a la vez cedían por el control aunque habían algunos en donde ambos se ponían intransigente y el compartir no era tan equitativo.

— Ufff, Tae amor, muévete más, rápido... — El castaño negó con una sonrisa tirando de su labio inferior pero esta vez, no se salió con la suya.

Jungkook pasó los brazos por debajo de sus muslos para agarrarlo con fuerza y firmeza, penetrándolo una y otra vez succionando los pezones de Taehyung hasta que lo escuchó gritar. Su semen cayó en el tatuado pecho del convicto mientras que este último se liberó por completo en su interior. Jadeantes y sonrientes, ambos se besaron en su sitio, sin desespero y con cautela.

Caminaban juntos hacia la bañera cuando el sistema de alarma de su casa se disparó. El sonido era casi ensordecedor pero, de los diferentes tonos que tenían, supieron que esa era una brecha creada por invasión en su red. Estaban intentando entrar en su sistema. Los dos se apresuraron a separarse, tomaron los primeros bóxers que vieron en una de las gavetas del baño y de otra sacó cada uno un fusil y una pistola.

Sus corazones latieron ante la sorpresa, más de un año en el que la única acción o adrenalina eran las de sus viajes, juegos o sexo y nada más. Uno caminó hacia la parte trasera de la casa para inspeccionar, otro por el lateral izquierdo que dejaba ver el pequeño bosque que los rodeaba por ese lado, revisando cuidadosamente la gran pantalla que mostraba la exacta brecha que fue atacada.

Juntos avanzaron hasta el frente de la casa, encontrándose con un grupo de siete personas y medias saludándolos mientras se carcajeaban. Ahí, frente a ellos habían llegado a visitarlos de sorpresa los padres de Jungkook, Seokjin junto a su hijo, el Pirómano con Jimin, el líder de los Cocodrilos y Hoseok.

El pelinegro bajó su fusil mirando hacia la puerta con su lengua queriendo traspasar su mejilla. Taehyung por su parte no bajó su pistola, realmente quería dispararles a todos por el susto que le habían hecho pasar, interrumpiendo incluso el momento íntimo que iba a tener con su pareja en el baño.

Es que, uno de los puntos negativos de tener una extraña familia como esa, es que no respetaban ni los kilómetros de distancia, iban y venían como si estuvieran en el vecindario de al lado y no al otro lado del océano. Los Jeons se habían ido a vivir a Dubai, no estaban tan lejos de su hijo y yerno. Namjoon y Jimin se la pasaban viajando el mundo pero, cuando se establecían por largo tiempo, lo hacían en Australia.

Los únicos que permanecieron en Corea del Sur fueron Hoseok y Suga, actuales líderes de la organización aunque llevaban un perfil mucho más bajo y no participaban de forma activa en los tratados o enfrentamientos que casi no había. Seokjin quiso que su hijo tuviera una vida tranquila, lo más normal posible, ayudándolo a superar la muerte de su madre. No obstante, primero por cuestiones de seguridad y luego por gusto propio, los tíos Yoongi y pareja los iban a visitar muy seguido o los llevaban con ellos.

— Creí que ya estabas retirado. — Comentó Yoongi en cuanto entró observando sus armas y aspecto.

— Retirados sí pero también siempre preparados. — Contestó Jungkook recibiendo el abrazo de su madre.

— Oh, quiero que interrumpimos algo delicioso. — Habló Namjoon recibiendo la mirada de todos debido al niño presente que se perdía en los brazos de un tío que le tapaba los oídos.

— Un tiro, quiero darle un tiro. ¿Puedo dispararle? — Preguntó Taehyung con una sonrisa idéntica a la que su sobrino le daba. Le dio un guiño para que pretendiera no escuchar, recibiendo ambos un pellizco por parte de Jin.

— No sé qué estás pensando tú pero yo me refiero a la cena. Veo que estaban cocinando, carne y algo más. — Se hizo el desentendido encogiéndose de hombros. — ¿Cuál era el menú? Cocina, agente, tenemos hambre.

— Para empezar, no los invitamos a venir, así que tendrán que esperarse. No los mandamos a organizar vuelos privados para invadir nuestra privacidad sin previo aviso así que por mí puedes morirte o te ayudo colocando una bala en el medio de esa frente tuya. — Protestó el castaño viendo el desastre que era en su reflejo. Por Dios, había cargado a su sobrino así.

— ¿Quieres que te diga algo? — Preguntó Jimin parándose a su lado, susurrándole al oído. — Mi puntería a mejorado mucho, me lastimas a mi hombre y te las verás conmigo. — Taehyung negó riendo, abrazándolo.

— Bueno, entonces la cocina es toda tuya y de mi hermano para que alimenten a sus hombres. El mío y yo nos vamos a bañar.

Seokjin ensanchó sus ojos alejando la mano de Yoongi que sostenía la suya, levantándose para ir corriendo hacia su hermano. Lo señaló con su índice y tiró de él hacia el baño.

— Yah, ¿cómo dices eso delante de Yongbok? — Se quejó Seokjin quitándole la pistola que había colocado en la parte posterior de su ropa interior. — Debes cuidar lo que dices y haces delante de mi hijo.

— Jin, mi sobrino es más inteligente que tú y yo a su edad. ¿Sabes quién fue el que me dijo que sus tío Yoongi y Hoseok se quedaron a dormir en casa y que en la mañana le dieron un besito de buenos días en la boca a su papá? — El mayor palideció dando un paso atrás. — Exactamente, tu hijo. Cuida mejor lo que haces tú, no lo que hago yo, a mí me ve bien poco.

— Sí pero tú y Jungkook influyen mucho en él. — Taehyung puso los ojos en blanco y Jin se dejó caer en el sofá donde minutos atrás había estado con Jungkook. — Como sea, no es lo que piensas, es solo que ellos dos me han ayudado y apoyado mucho desde que todo aquello ocurrió, de hecho, creo que nos hemos ayudado entre los cuatro. Porque hasta Yongbok ha jugado su papel pero no tenemos algo así. Yo nunca he estado con hombres y ellos tienen una relación, solo... Solo nos apoyamos como lo haría una familia.

— Sí, anjá, una familia que puede llegar a mayores y no lo veo mal. Yo solo digo. Ahora, te aconsejaría que te dieras un baño porque ese sofá acaba de ser nuestro coliseo hace unos minutos.

Jin puso cara de asco alejando con parsimonia las manos del mueble, levantándose acto y seguido para caminar hacia el lavamanos y mojar de paso a su hermano.

— Son unos asquerosos.

Mientras comían deliciosos platos malgaches como el "akoho sy voanio" o la "foza sy henakisoa" mezclados con algunos platillos típicos de su país natal, todos reían hablando de cosas que para otros serían caóticas pero que para ellos eran triviales. Estaban en su fortaleza, su amistad, esa poco convencional familia que habían formado era la fortaleza y seguridad de todos. Aunque estuviesen apartados de todo y todos, sabían que si algo ocurría, podían contar con ellos.

Taehyung, sentado en el regazo de su convicto mientras bebía su cerveza e interactuaban con los demás, se sentía libre, feliz. Jungkook apretó con suavidad su cadera y él le correspondió dándole un muy casto beso con una amplia sonrisa.

— ¿Liquidador y Desquiciado? — Preguntó Taehyung en un bajo susurro que solo fue escuchado por el pelinegro.

— Siempre juntos.

Ahora sí hemos llegado al final, final, final de esta historia. Espero que les haya gustado este corto y resumido epílogo. Gracias nuevamente por llegar hasta aquí y espero que nos veamos en otras historias.
LORED
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