Capítulo 46

Si alguien tuviese la posibilidad de entrar en la mente del Liquidador en ese momento, huiría despavorido. Nunca en todos sus años a la deriva siendo nombrado Liquidador sintió que ese apodo iba tan bien con él. Sus ganas de liquidar, aniquilar y ensangrentar todo a su paso eran indescriptibles.

Tardó algunas horas desde que su padre comenzó a contarle todo lo que había pasado hasta que tuvo recuerdo total de cada una de las cosas que en su memoria desaparecieron. Nombres, caras, momentos, lugares... recordaba absolutamente todo, hasta lo que no quería recordar y aquello erupción su sangres junto a sus más bajos instintos como el más peligroso de los volcanes.

No fue fácil recordar todo aquello, de hecho, tuvo que abandonar la habitación donde su madre yacía inconsciente y rogarle a su padre que no se le permitiera a Taehyung verlo en ese estado. Como si sufriera un severo ataque de pánico o alguna convulsión, su cuerpo se perdió en hiperventilaciones, sudoraciones y horribles temblores que lo revolcaron en el suelo.

El medicamento que su padre le administró no fue lo único que hizo su memoria desaparecer y actuar como un zombie, como un muñeco que muchos utilizaron a su antojo sin él saberlo o poder hacer algo contra esto.

Dándose cuenta que su progenitor había eliminado todo rastro de aquello que a la mayoría le convenía saber, él se convirtió en un experimento. Él estuvo engañado por sus recuerdos, no huyo de la casa en donde sus padres supuestamente habían muerto. Antes de poder hacerlo, aún mirando a sus padres ensangrentados un grupo de hombres entraron vestidos de negro, cubriendo toda piel y rostro.

Literalmente fue noqueado, para cuando volvió a la vida estaba encerrado en un sótano oscuro, amarrado a una silla con un único foco de luz guindando sobre su cabeza, casi cocinándole los sesos con el calor que desprendía. Fue brutalmente golpeado, le obligaron a ingerir píldoras.

Revivió en el suelo aquel momento en el que sus manos, piernas y torso atado no le permitieron librarse, de aquello. Estaba totalmente débil como para luchar o buscar una forma de escapar como su padre le había enseñado, podía sentir que habían rastros de droga en su sistema, una que lo tuvo viendo doble.

Recordó al hombre que le hizo tragar un bulto de píldoras, embutiéndolo con agua mientras le sostenía firmemente su boca para que no las expulsara. Luchaba pero, parecía ahogarse cada que intentaba escupir las pastillas. Agua brotó por su nariz y boca cuando fue liberado.

Su mirada se cruzó con la de un hombre que no recordaba hasta ese momento, uno que odió saberlo tan cerca de él en esos años. Se trataba de un sujeto que estuvo en prisión con él y que ahora sabía no era más que una espía que metieron ahí para controlarlo.

Hubieron dos apellidos más que fueron mencionados y recordó pero esos ya no le sorprendían. Sabía perfectamente que la familia Park estaba detrás del efectivo de sus padres, algo que su heredero Park Seojoon aún buscaba pero esos ya habían sido castigados, ya estaban muertos y no los podía revivir. El apellido Kim, ese sólo le hizo confirmar lo que ya sabía pero llegar a ellos no era tan fácil.

Sin embargo, ahora tenía más tela por donde cortar, recordaba cada detalle que fue borrado, cada persona que lo mandaron asesinar, cada cosa que lo hicieron olvidar.

Sospechó por años de su memoria con la convicción de que algo no estaba bien pero no. podía entender qué o por qué. Se convenció de que sus deducciones no fueron erróneas y que no estaba equivocado al creer en los falsos recuerdos que en ocasiones llegaban a él. Algunas memorias lo hicieron comenzar a sospechar, eran cosas sin sentido, cosas que él jamás hubiera hecho.

Taehyung fue quien elevó el ancla y lo hizo navegar, permitiéndolo volver a centrarse en el pasado en mente fría, lo llevó a querer buscar respuestas porque tanto el asesinato de su hermana como el de todas esas mujeres, le parecieron absurdos.

Ahora recordaba cada lugar al que fue, la mayoría de esas mujeres tenían informaciones que no debieron tener o simplemente estuvieron en el lugar, el día y la hora equivocada haciéndolas testigos de cosas que debían permanecer en el olvido pero, lo más importante, ahora sabía que él solo fue usado y no mató a ninguna de esas mujeres.

Eso fue sólo una tela de araña que fueron tejiendo para atraparlo a conveniencia cuando no les fuera más de utilidad o necesitaran de algo diferente.

Su vida casi siempre estuvo desnivelada, a veces, su corazón fue más fuerte que su cabeza, en otras justo al revés pero en ese instante en que sus temblores mermaban y la claridad volvía a su mente bajo la atenta mirada de su padre, sabía que ahora ambos estaban en la misma balanza. Estaba apuntando a su objetivo y no iba a fallar, el Liquidador no fallaba y Jeon Jungkook tampoco.

¿Un asesino serial psicópata?

Que poco imaginativos eran todos esos que ya tenían fecha de entierro. Él podía ser infinitamente peor de lo que todos se imaginaban. Indudablemente, peor, implacable, imparable... Liquidaría a toda esa manada de hijos de putas. No le importaba si el mundo de la corrupción y el mal era como una hidra donde cortabas una cabeza y salían tres más. Al menos, esas no serían las mismas y habrían unas cuantas escorias menos en la sociedad.

Aunque él pereciera en el intento, se los llevaría a todos por delante.

Las nubes negras que lo siguieron desde que tenía memoria siempre fueron de lluvia, hasta ese momento. Tenía esta vez un rayo de sol entre esas nubes que lo ayudaba a combatirlas. Ya hubieron tormentas que lo mojaron e hicieron padecer de un horrible frío, tenía fe en su rayo de sol, creía en Taehyung pero ni siquiera junto a él bajaría su paraguas. Las nubes eran traicioneras y si llovía, él los cubriría a ambos aunque en el intento se salpicaran un poco los pies.

— ¿Qué información tenemos para irnos directamente en contra de los ministros legalmente? — Preguntó Jungkook incorporándose trabajosamente.

Su padre le entregó una botella de agua junto a una toalla para que secara su sudor, estudiando la mirada y la oscura aura que emanaba de él. Un lado de su corazón se sentía orgulloso de ver la fortaleza física y mental que a pesar de todo Jungkook tenía pero otra no podía evitar preocuparse.

Lo vio caminar hacia el lado de su madre, saliendo que aquella pequeña habitación en donde se desplomó. Se dejó caer en la silla situada al lado de la cama sosteniendo la mano de su madre, serio y centrado en todo lo que conversaba con su padre.

— En estos momentos tenemos a tres hombres localizados, uno de ellos está dispuesto hablar pero la única forma de que eso suceda es personalmente. A los otros dos, habría que eliminarlos porque su presencia puede ser contraproducente. A eso podemos agregarle toda la información que he ido recopilando durante estos años. Aunque sinceramente ya conoces al sistema, ellos tienen protegidos en las más altas esferas nacionales e internacionales que no les conviene que estén encarcelados. Con toda la información que manejan.

— Eso significa que el final de ellos es uno solo pero, antes de que eso ocurra, voy a limpiar mi nombre, permitiré que tú vuelvas a caminar libre bajo la luz del día y por último pero no menos importante, le devolveré la libertad a mi agente que todos ellos tomaron. Su organización, su imperio, toda esa mierda se vendrá abajo, yo los liquidaré uno por uno y ya sé quién será el primero. Con su caída revolveremos el panal.

— ¿Estás pensando lo mismo que yo? — Preguntó el mayor de los Jeon con una sonrisa ladeada.

— Si eres el hombre que una vez me entrenó, estoy completamente seguro de que sí. — Respondió devolviéndole la sonrisa, poniéndose en pie y palmeando su hombre. — Tengo que ver a mi hombre, debe estar a punto de querer derrumbar este edificio para buscarme.

— Hiciste una buena elección com Kim.

— Él fue quien me eligió desde el momento que me marcó, aunque no lo sabía. Yo simplemente no lo dejé escapar. — Le guiñó un ojo escuchando a su padre carcajearse mientras lo acompañaba todo el camino de regreso a la réplica de su antigua habitación.

El ligero buen humor que invadió a Jungkook pareció esfumarse en el momento que volvió a estar en el salón principal y notó que su agente se había quedado dormido con la cabeza apoyada en el regazo de Hoseok. Este último lo acariciaba con parsimonia sin apartar su vista del rostro dormitando.

Solo bastó notar las botas negras en su campo de visión para que el antiguo jefe de Taehyung detuviera sus movimientos. Con una mirada le indicó que se moviera y fue él quien ocupó su lugar, sosteniendo lentamente la cabeza del castaño para no despertarlo pero fue en vano.

— Convicto... — Musitó incorporándose, bostezando y sonriendo a la vez logrando que el pelinegro riera por la extraña mueca. — ¿A dónde fueron?

— Bueno, eso es algo que te explicaré cuando estemos a solas. — Su vista viajó a Hoseok y este rodó los ojos. — Mi padre quiere hablarte, ve.

No, definitivamente el pelirrojo jamás se adaptaría al Liquidador y a decir verdad, su desprecio hacia él no había disminuido ni un poco. Una vez que desapareció de su vista, Jungkook acercó al castaño para besar su cabeza, abrazándolo fuertemente.

— Confío en ti como no lo he hecho con nadie a pesar de que no deberías confiar al cien por ciento en nadie, yo lo hago. Aún si terminaras traicionándome, te amo, Kim. — Murmuró casi en un débil susurro en su oreja.

— Quizás me costó pero yo también confío en ti. Lo hago desde hace mucho sin darme cuenta. Mira como terminé enamorado de un convicto que pensé seducir y usar a mi antojo. — Sonrió sobre los labios ajenos, aproximándose para besarlo. — Tengo deseos de follarte y que me falles en estos momentos.

— Wow, eso sí que fue un cambio de tema. — Rió negando con su cabeza. — Tenemos cosas que hacer primero, tomemos un baño, hemos estado todo el día derrapando sudor. Luego cuando estemos listo, quiero llevarte a conocer a alguien muy importante para mí.

En su momento el mayor no entendió de quién hablaba pero confió en su palabra. Tal cual dijo tomaron un baño e incluso comieron a insistencia del Jeon padre. Hoseok evidentemente no los acompañó, se disculpó con todos y se retiró en el momento que se anunció que comería, por lo que solamente quedaron ellos tres conversando de lo que para ellos eran temas triviales.

Armas, formas efectivas de matar, interrogar o esquivar ya fueran balas o golpes. Una cena bastó para que supieran que el mayor prefería los fusiles y granadas, mientras que Jungkook prefería cuchillos y armas de fuegos más pequeñas, algo en lo que coincidió con el castaño. Yerno y suegro coincidieron en que una de las peores cosas para disparar eran las potentes bazucas móviles pero que a su vez, la sensación de adrenalina y vacío mezclado que dejaba una vez eran disparadas no se comparaba con nada.

Cuando terminaron de comer, Jungkook tomó la mano de su pareja, llevándolo por el mismo camino que su padre le mostró horas atrás hasta llegar a la habitación de su madre. Taehyung no se lo podía creer y aunque no la conocía de nada, sinceramente se alegró muchísimo, incluso se puso susceptible con ojos cristalizados mientras abrazaba a su convicto.

Sabía lo que esto significaba para él, por eso estaba tan feliz y emocionado. No pudo evitar pensar en que le hubiese gustado que su hermana también estuviese viva. A decir verdad, sus padres no pintarían nada pero ella, Yoori viva sería lo mejor que le pudiera después de tener a Jungkook en su vida.

Tenía que darse un tiempo para visitar a la familia de sangre que le quedaba, su sobrino y hermano Seokjin. Quería mantenerse lejos par que toda la porquería en la que estaban envueltos no los salpicara más de lo que ya lo había hecho pero viendo a su pareja abrazar a su madre, recordaba lo mucho que necesitaba un abrazo de su hermano.

— Mañana tendremos un día con varias cosas que hacer, algo ocupado, quizás agitado pero para los días que solemos tener, mucho más tranquilo. — Comentó Jungkook mientras tomaba su mano para regresar a su habitación, muriendo de vergüenza como nunca antes por la forma en que Taehyung observaba cada cosa que tenía en su habitación.

— Amante de los cuerpos masculinos, ¿eh? — Preguntó el castaño mostrándole los póster de lo que parecían ser competidores de culturismo.

— Eran inspiraciones para mí en ese entonces, era un niño. — Se defendió intentando quitarle aquellos pósteres que no entendía por qué su padre había incluido en todo aquello. — Dámelo... Kim, no estoy jugando.

— Uy, que intenso, Liquidador, ya me está dando miedo. — El agente se burló hasta que Jungkook logró arrebatárselos, inmovilizándolo contra la cama personal que allí había. — Eres un descarado, ya estás presionando todo tu bulto en mi trasero. ¿No me ibas a dejar a mí hacerte el amor?

— ¿Cuándo acordé yo eso? — Se rió cuando el contrario intercambió de posiciones. — ¿Siempre seremos dos bestias a la hora de hacer el amor? ¿No podemos ser normales?

— Somos normales, de una forma algo distorsionada pero lo somos. Hemos tenido ya sexo sin golpes, inmovilizaciones o lucha.

— ¿Cuándo hemos tenido sexo sin golpes? Al menos nuestros traseros siempre se llevan buenas nalgadas. — Rebatió risueño.

— Esas no cuentan, convicto. Ni las nalgadas ni las pequeñas ahorcadas que a veces nos damos cuando estamos a punto de explotar. — Musitó encontrándose con la ardiente mirada del pelinegro.

Estaban sintonizados en el mismo canal, por eso, solamente necesitaron segundos antes de que sus bocas se encontraran con un salvajismo que el Liquidador frenó. Lo miró con confusión, casi regañándolo por romper ese beso tan fogoso y necesitado pero la respuesta a su no dicha pregunta llegó con suaves caricias.

— Quizás dentro de unos minutos terminemos dando con todo lo que tenemos pero ahora, necesito hacerme responsable de cada parte de tu tiempo sin apuro, sin desesperarme. Quiero consentirlo, si en unas horas, días o semanas no puedo adorarlo más, estaré feliz de haberme despedido de tu piel correctamente. — Su respiración chocó con el cuello de un castaño que se separó al escuchar esas palabras.

— ¿Por qué esto suena como una despedida convicto? Te advierto que no me gusta lo que estás diciendo. Para empezar, estamos tatuados en la piel del otro, ni a la distancia podremos estar separado. Además, eso no va a ocurrir, no me separaré de ti pase lo que pase, así que no hables así o te juro que seré yo quien ponga una bala en tu cabeza.

— Me enciendes cuando me hablas así. — Mostró esa sonrisa real y sincera que muy pocos lograban ver en algún momento, acariciando su rostro antes de besarlo para hacerle olvidar todas sus preocupaciones tanto como las suyas propias.

Sus besos fueran acompañados de caricias demandantes pero suaves. Su lengua se encargó de degustar cada milímetro de piel, recreándose en los las protuberancias de su pecho o en la carne sublevada entre sus piernas.

No estaba seguro sobre lo que sucedería en horas o días, estaban en un camino que era incierto su destino. No se engañaba, sabía que cada vez que amara ese cuerpo o cada beso dado podía ser el último por eso se entregaba al máximo. Taehyung, aunque no lo dijera o se negara a aceptarlo también lo sabía. Ambos eran consciente de que en algún momento caerían sin vida en alguno de esos encuentros o cuando menos lo esperasen.

— Podría casarme con tu boca... — Jadeó cuando su miembro fue engullido, sintiendo su lengua provocarlo y sus dedeos presionar su perineo.

Le dejaría marcar el ritmo pero era inevitable llevar las manos a esa hebras negras para tirar de ellas o simplemente empujarlo más hacia abajo para perderse en su garganta. No lo soportaba tanto como él y eso le encantaba porque cada arcada lo hacía vibrar más. La presión de sus amígdalas , el impacto es esa piel tan húmeda y la saliva que se derramaba por los bordes, todo era exquisito.

Con los fluidos que se escapaban de su boca, Jungkook se encharcó de comenzar a dilatar su entrada con dos de sus dedos. Sus caderas se elevaron ante la intromisión pero su cometido era claro y se lanzó a por ello, encontrando esa pequeña masa de carne que hizo al castaño gemir sin contención.

— Soy ateo pero contigo llamo al señor, Dios... — Gimió embistiendo su boca a mayor velocidad, notando en una mirada fugaz como el pelinegro se masturbaba. — Eres un goloso al que le encanta mi miembro, ¿verdad? Chúpalo rico, convicto, disfruta lo que es tuyo.

Ante sus palabras el menor gimió porque Taehyung tenía la habilidad de solo con palabras o gemidos hacerlo enloquecer de deseo. Necesitaba perderse en él, motivo por el cual suspendió su preparación, apresurándose para alinearse en lo que buscaba su boca para besarlo.

Con una estocada firme ingresó, sonriendo entre besos cuando lo sintió tensarse y temblar a penas entró.

— Estabas tan deseoso de mí que te viniste apenas lo puse adentro, eres un perverso agente. — Mordió su labio inferior con fuerza, repitiendo la estocada, sobre estimulándolo más. — Me encantas.

— Lo sé, imbécil mío. — Sonrió encontrándose con esos profundos ojos oscuros, moviendo sus caderas para incitarlo. — Ven, muévete bien delicioso para mí.

Sus palabras fueron órdenes acatadas. Su cintura se movió circularmente haciendo que doliera un poco por la estimulación tan grande a la que su próstata era sometida pero mentiría si dijera que aquello no le fascinaba.

El convicto buscó apoyo en sus brazos, poniendo un poco de distancia en sus sudados torsos sin dejar de penetrarlo una y otra vez con ahínco, besándolo con vehemencia de vez en cuando. Varios minutos de constantes evites pasaron antes de que el lado feroz del Liquidador despertase, estofándolo con fuerza, tirando de su cuello para atraerlo más hacia él para impedir que se alejase siquiera un centímetro.

— Si me aprietas y te mueves así a mi encuentro cómo voy a evitar correrme.. — Gruñó luchando una batalla con su organismo que no iba a librar. — ¡Mierda! — Exclamó dándole la bienvenida a su orgasmo con movimientos erráticos y jadeos sonoros.

Taehyung se deleitó con ese pecho tatuado, sudado y tan tensado como el resto de su cuerpo mientras sentía aquel líquido caliente llenar su interior. Lo dejó correrse a gusto, gimiendo a su par. Sus bocas volvieron a encontrarse cuando el pelinegro lo abandonó y él recogió todo lo liberado con una mano, obligándolo a acostarse en la cama.

Llevó el semen de Jungkook a su entrada, incursionando un dígito, agregando otro acto y seguido. Observó embobado sus dedos perderse continuamente en el cuerpo del convicto. Era fácil constatar una vez más que jamás sintió por nadie lo que ese hombre despertó en él. Le gustaba ser poseído y poseerlo, amaba saber que se pertenecían.

No existía un solo ser humano capaz de despertar aquello porque, ninguno podía amar tan sinceramente todos los demonios y ángeles que vivían en ellos por igual, solo ellos podían vivir en el infierno y hacer de aquel lugar el cielo con solo estar presente en sus vidas.

Cuando los gemidos de Jungkook se volvieron sonoro, cuando vio aquel hombre tenebroso e inalcanzable para todos revolviéndose bajo su cuerpo, anhelante y necesitado por sentirlo únicamente a él, comenzó a invadirlo con lentitud. Una vez que estuvo completamente adentro, sonrió feliz.

Sí, podía decir que después de todas las mierdas que vivió desde su infancia viendo a su madre y hermana siendo abusadas física y mentalmente por su propio padre, después de haber tenido que quietarle la vida a ese infeliz con sus propias manos y todas las desgracias que desde entonces vivió sin pausa, estaba feliz. Junto a su convicto aunque estuviesen en medio de una guerra incierta que ninguno tenía pensado perder, mismo si no obviaban las posibilidades de una derrota, él era jodidamente feliz.

— Te amo, convicto idiota.— Lo penetró con fuerza continuamente hasta encontrar su próstata y escucharlo gemir su nombre en un silenciado grito. — Mío y solo mío. — Sus dedos se aferraron a sus caderas con fuerza.

Lisonjeando sus cualidades físicas y personales, arremetió contra él sin contemplaciones. Arrancaba esos gemidos que nadie escuchó porque solamente él había entrado en ese hombre.

— Eso gemidos nadie en su puta vida podrá escucharlos. — Pronunció sonriendo a la par del contrario, cerrando sus ojos, sintiendo la avalancha de sensaciones que se acercaba. — Te la voy a dar toda, convicto. Me voy a... ¡Ah, sí, sí! — Gritó moviéndose como podía.

— Sí, empuja un poco más fuerte, me voy a venir c-contigo. — Ambos jadearon al unísono el nombre contrario, mientras sus cuerpos temblaban sy sus fluidos salían desbocadamente. — Jodido agente, te amo.


💜💜💜

Segunda vez que subo este capítulo, espero que ahora sí puedan verlo...

¿Preparados para lo que se avecina?

Lored

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