Capítulo 4
Siguiendo lo estipulado y pedido por Taehyung, Jimin fue a entregarle el expediente cargado de toda la información seleccionada por él mismo. Seguía pensando que era un error utilizar monstruos que no deberían volver a ver la luz del día para esos asuntos. Pertenecían tras los barrotes y el estar fuera no beneficiaba realmente a nada. El mundo tenía seguramente a las personas idóneas para llevar a caba¡o todo eso, no tenían que ser necesariamente criminales.
— General, ¿le va aprobar la libertad? — Preguntó Jimin entregándole una carpeta con varios documentos. — En la tarde de ayer un oficial falleció en el penal que este está recluido y se rumorea que fue él quien lo mató.
— ¿Hay alguna confirmación o evidencia, algún testigo que quiera declarar? Si no existe nada eso entonces solamente eso son, rumores. — Respondió el general Jo recibiendo la carpeta que Taehyung le envió. — Mejor hablemos de lo otro que te comentó Taehyung. ¿Quién es el siguiente que quiere utilizar?
— Se trata de Kim Namjoon un asesino a sueldo. No sabemos a quién, en dónde o cómo hace para matar a alguien. Tampoco sabemos mucho de su pasado, fue criado en un orfanato, no se sabe cuándo comenzó a delinquir, ni todos los crímenes cometidos por el mismo.
— ¿Entonces por qué estuvo en la cárcel? — El general miraba a través de su ventana las calles de la ciudad, prestándole atención a las palabras de Park Jimin.
— Le prendió fuego a un edificio aparentemente abandonado que era la sede de una organización de trata de blancas con algunos delincuentes adentro. Se quedó para verlo arder sin llamar a los bomberos, luego fue a la comisaría más cercana y se entregó. Se escuchó que olía a gasolina y también tenía su camisa manchada cuando fue a la estación y él mismo se entregó. ¡Un tipo totalmente loco! No podemos tener a todas esas personas juntas general, sería una locura.
— ¡Oficial! — Exclamó el general cuando Jimin comenzó a desvariar desviándose del tema. — Apéguese a la información que le pedí. — el menor se recompuso y asintió.
— Obtuvo una sentencia de veintidós años pero recientemente fue puesto en libertad condicional por buena conducta tras haber cumplido la mitad de su condena a sus treinta y tres años.
— Deben volver a guardarlo, necesitamos hacer presión. — Giró su silla para mirarlo. — Si está preso será más fácil coaccionarlo para hacer que trabaje para nosotros.
— No será necesario general, esos no son los planes del agente Kim. Según tengo entendido, hará que sea el mismo Liquidador quien le pida a su amigo que se nos una por supuesto, con la promesa de que se le restarán años de su condena y se le dejará en libertad.
— Si Kim así lo desea, entonces así será. — Volvió a voltearse para mirar por la ventana. — Ahora hábleme más del principal, el más complicado...
Jimin humectó ligeramente sus secos labios mientras se acercaba cuidadosamente hasta el escritorio, abrió la carpeta y sacó la foto del individuo. La colocó en la mesa esperando a que su jefe la observara, fingió toser y tomó distancia otra vez.
— A ese tipo, jefe ya usted lo conoce.
— Se trata del Liquidador, — irrumpió Taehyung en la oficina abriendo su chaqueta de cuero y tomando asiento sin esperar a que educadamente se lo permitieran. — Él es el culpable del caso Donghwanie de hace siete años.
— ¿Jeon Jungkook? — Preguntó sorprendido el general.
El rubio asintió mirándolo fijamente, sabía que para esas alturas el general Jo seguro se hacía una idea del porqué escogía precisamente a ese maldito desgraciado. Era claro que iba más allá de que el fuera la pieza que engranaba todas las puntas, los asesinatos, las bandas, Kim Namjoon y el perfil necesario para las tareas.
— Tenía documentado un coeficiente intelectual de ciento sesenta y cinco a la edad de once años. Es el miembro de Mensa Internacional más joven del país y hasta inclusive, es la persona más joven en conseguir un doctorado en filosofía y matemáticas. Como ven, es el más joven en lograr muchas cosas.
Tanto el oficial Park como el general Jo se miraron entre si para luego dirigir la vista hacia el agente Kim.
— ¿Pero saben cuál es su título más impactante? El asesino serial más joven de esta nación. Desde noviembre del 2011 hasta septiembre del 2012, Jeon Jungkook asesinó personalmente a un total de veinte personas. Sin embargo, ¿saben que encontraron en la escena del crimen?
Taehyung se levantó y caminó hasta los presentes en aquella oficina con una evidente molestia en su rostro y su voz mucho más dura y profunda que de costumbre. Ambos lo miraron serios, sin decir una sola palabra.
— ¿Cuántas huellas encontraron? Ninguna. ¿Cabellos o ADN? Ninguno. ¿Huellas de zapato o cualquier evidencia persona? Me imagino que ya conocen la respuesta, por supuesto que ninguna. Como una maldita cáscara de nuez o un fantasma, por donde ese hijo de perra pasa, no queda absolutamente nada.
Exactamente eso era una de las cosas que más lo frustraban, el por qué se le hacía tan difícil encontrar las pruebas necesarias que demostraran que él había sido el asesino de su hermana.
— Cuando el Liquidador, Jeon Jungkook asesina a alguien solamente hay una cosa que queda. Esa es, el cuerpo de la víctima.
— Entonces yo estoy en lo correcto. - Habló Jimin observando a su antiguo amigo. — ¿Es un psicópata tal y como dicen los estudios?
— ¿Conoces la Escala de Evaluación de la Psicopatía de Hare, mejor conocido como PCL-R? — Jimin asintió. La lista de psicópatas es inmensa y la puntuación máxima es de cuarenta. Jeon Jungkook obtuvo treinta y ocho..
El oficial empuño sus manos y mordió sus labios molesto mirando a sus superiores. Definitivamente no estaba de acuerdo con lo que tenían pensado hacer.
— ¿Por qué debe ser esta clase de personas? Que digo personas, ellos ya no lo son, esta clase de monstruos... Ni siquiera podemos llamarlos animales.
— Kim Namjoon tiene la fuerza, sangre fría y destreza, tiene las habilidades. Jeon Jungkook, tiene el poder y la inteligencia combinadas con otras características que no conocemos bien del todo. Si los unimos y mezclamos todo correctamente, incluyéndonos a nosotros, no habrá un solo criminal bajo este cielo que no podamos atrapar. Esos monstruos, con el incentivo adecuado, serán obedientes y harán lo que le ordenemos.
Sabía que era una lucha perdida, podía ver a sus superiores y sentirlo, no valía de nada que él diera su opinión y punto de vista. Relajó sus manos y suspiró.
— Sigo creyendo que el riesgo es demasiado alto.
— Entonces oficial Park, ayuda aquí al agente Kim en su proyecte, ayuda a la policía a atrapar los criminales que ellos no pueden atrapar como bien le dijo a la prensa. ¿No fue eso lo que dijiste cuando estaba en la televisión? — Le preguntó seriamente el general.
— Es cierto que yo dije eso, dije que no teníamos la fuerza para enfrentar todos estos desastres pero aún así... No hablé sobre este tipo de métodos poco aceptables. Atrapar monstruos usando monstruos.
Taehyung no pudo ocultar su sonrisa cínica. — ¿Qué sucede oficial, no le gusta ensuciarse?
— ¿Perdón? — Lo miró Jimin.
— Te parece que todo lo que hacemos es algo deplorable e inmundo por lo que no quieres hacerlo, ¿no es cierto?
— No sé lo que me quiere decir agente Kim. — Enarcó su ceja enfrentándolo con la mirada. ¿Dónde estaba el chico que defendía lo justo y correcto?
— Te lo pondré de esta manera para ver si me puedes entender mejor. Sin el anzuelo o carnada correcto, no puedes atrapar a un pez o cualquier otro animal que intentes casar. — Se le acercó dejando escasos centímetros entre sus rostros. — Si estás asustado, no tienes nada que hacer aquí. Yo me haré cargo de todo el trabajo sucio, tú encárgate de hacer el papeleo para liberarlo.
— Así es oficial. — Repitió el general mirando a Taehyung, quien no lo miró directamente ni una sola vez.
Taehyung le echó un rápido vistazo a ambos y se retiró sonriendo satisfecho. La pelota estaba de su lado de la cancha.
— ¡Que comience la fiesta!
...
Jeon Jungkook se encontraba acostado en su celda sumido en las penumbras de la oscuridad y la noche, con apenas el leve resplandor de uno de los focos del penal que entraba ligeramente por las rendijas de su ventana. Con sus ojos cerrado mas despierto, haciendo su cerebro maquinar.
Boca arriba, con ambas manos sobre un libro que se encontraba en su abdomen, trazando con su dedo índice de su mano diestra pequeños círculos en el dorso de la izquierda. Se había detenido a pensar sobre la forma en la que llegó allá dentro y ahora... ¡Quería respuestas! Las mismas que no le interesaron y quiso olvidar, las quería. Fue por eso que le mandó una respuesta a ese abogaducho que se le acercó.
Si realmente existía la mínima posibilidad de que él lograra salir de ese sitio, quería respuesta, quería venganza, quería sangre, quería muerte...
La sensibilidad de sus ojos percibieron una nueva luz que le hizo abrirlos. La linterna de un guardia alumbraba su celda, el sonido de unas llaves abriendo su celda, y dos guardias entrando en los que si incluía el jefe de custodios lo hicieron ponerse alerta. Eso no era un movimiento común y debía estar preparado para lo que fuera, disimuladamente cogió una cuchilla que tenía dentro de su libro y la camufló en su boca.
Los oficiales miraban todos los dibujos y números grabados en la pared sin poder descifrarlos. Alumbraron su cara y su alrededor.
— ¡Reo 3254, levántese! — Exclamó el jefe de los guardias.
— ¿A dónde me llevan a estas horas? — Preguntó mirando de soslayo al oficial que caminaba por detrás de él.
— ¡Acompáñenos! — Se quedó e su puesto y vio como después de un suspiro se le acercó. — Al parecer su mensaje fue entregado. — Musitó.
Sin decir una palabra más, siguió a los guardias. No entendía por qué lo montaban en un autobús luego de quitarle el uniforme pero no haría preguntas, ya se presentía el juego que ese abogado se traía, si había aceptado su pedido, todo estaba claro.
Por primera vez en siete año veía el movimiento de las calles, edificaciones que ya no existían y otras nuevas que no conocía. Las calles eran diferentes, por ellas transitaban vehículos modernos que tampoco pudo ver con anterioridad aunque sí vio algunos en esos programas que le ponían en el penal.
Pese a estar preso dentro de aquel vehículo, sentía cierta libertad aunque sabía que era falsa y efímera. El ruido que llegaba a sus oídos eran una dulce melodía, el sol que le atravesaba hasta sentía el aire batir en su rostro, mismo si las ventanas estaban cerradas y selladas.
En otro lado de la ciudad Taehyung esperaba paciente a la llegada de aquel asesino. Se encontraba sentado en los viejos bancos de una iglesia abandonada, mirando el empolvado lugar. Los pasos del oficial que lo acompañaría le hicieron saber que ya había llegado al sitio.
— Agente Kim... — Hizo una venia y se sentó a su lado. — Estoy ansioso, sigo pensando que esta no es la mejor idea. — Taehyung sonrió y vio aquella sonrisa de la que había sido testigo una sola vez. — ¿Puedo hacerle una pregunta?
— Creo que la harás de todos modos, así que adelante. Pero antes, deja de lado los honoríficos, somos de la misma edad y estaremos trabajando hombro con hombro todo este tiempo, sintámonos cómodos.
Jimin asintió con un brillo alegre en su mirada.
— ¿Sabes quién soy cierto? ¿Es decir me recuerdas de tu pasado? — Clavó la mirada en su compañero esperando su respuesta
El rubio sabía que tarde o temprano tocaría el tema. Suspiró y se volteó para mirarlo directamente.
— Lo hago, pero no entiendo para qué me preguntas eso. Los dos éramos niños que descubrieron un día lo que era tener sexo juntos y nada más. Liberamos el estrés y adrenalina que sentimos en ese momento, canalizando todas aquellas cosas en ese acto. No éramos nada antes de eso y no lo fuimos después tampoco. ¿Tendría algún caso hablar de eso cuando nos encontramos años después como compañeros de trabajo? Creo que ambos sabemos que es mejor dejar el pasado en donde pertenece.
— Lo sé, pero no es ese el motivo por el cuál te lo pregunté. No es porque quiera recordar viejos tiempo sino, porque quería saber cuál fue la razón de tu desaparición. Varias veces llegaste a la escuela golpeado y cuando no apareciste más me preocupé por ti. Nadie supo de tu persona, ni siquiera los profesores. Por eso verte de nuevo me dio cierta paz y felicidad, estabas bien después de todo.
¿Qué definición tenía él por la palabra bien? No esperaba que le preguntara eso y realmente tampoco quería hablar del tema.
— Fue por cuestiones personales pero ahora estamos en el trabajo, no es tiempo para hablar de cosas que pasaron hace tantos años.
Resignado, Jimin asintió dejando de preguntar, en algún momento se abriría y no quería presionarlo. Lo más importante era que se encontraba bien y sabía donde estaba, ya no se le desaparecería tan fácilmente. Sonrió y controló la hora de su reloj. Le estiró la mano sonriente a modo de saludo y presentación.
— Voy a confiar en ti de ahora en adelante.
— ¿Para qué estrechar la mano? — Cuestionó el rubio mirándolo. — Eso es incómodo. ¿Qué pasa si me empujas y yo caigo? No gracias, no confío en las personas y tú tampoco deberías. — Estiró las piernas y se acomodó en su sitio cerrando los ojos, dejándolo con la mano extendida.
— ¿Qué estás haciendo? ¿No estarás pensando en dormir en estos momentos, cierto? — Estaba incrédulo.
— ¿Qué deseas que haga mientras lo esperamos? ¿Hacer un juego de manos, beber o recordar viejos tiempo? — Jimin se sonrojó y tragó saliva. — Eso pensé, mejor despiértame cuando llegue. Ah... No esperes que siga órdenes tuyas por ser tú oficialmente un oficial de la policía y yo no, en todo caso será al revés, el líder de esta operación, soy yo.
El pelinegro ladeó su cabeza con la boca entre abierta. Seguía sin dar crédito a la arrogancia de Taehyung, él tenía claro que pese a no formar parte de las fuerzas policiales seguía siendo su superior, no tenía que recordárselo.
— ¡Oye tú, ponte esto! — Habló el oficial tirándole otro cambio de ropa en el asiento de al lado, ya se había cambiado una vez, para qué volverlo hacer. — Te darán de alta.
— No soy un soldado tampoco pertenezco a ninguna milicia. ¿Por qué seré dado de alta? — Lo miró fijamente identificando sus intenciones.
— Maldito infeliz, te dije que te cambies, y si te lo digo, hazlo sin protestar. — Exclamó alto y de forma déspota aquel guardia que no había visto nunca.
Relamió sus labios y le sonrió. — Solamente estaba preguntando, no debías enojarte.
El guardia dejó ver una mueca realizada con su boca mientras lo miraba fijo. Negó con la cabeza y se inclinó para soltar sus esposas para que se pudiera cambiar. Jungkook observo con la pequeña llave entraba en la ranura de aquello que lo mantenía quieto y una vez que la esposa de su mano derecha se abrió tiró con la izquierda de su mano haciéndolo arrodillarse frente a él, atrapando su tráquea entre sus dedos.
— No te molestes y no me faltes el respeto cuando te estoy hablando educadamente. Soy pacífico pero puedo enloquecer en cuestiones de segundos, así que te aconsejo que no me provoques. — Agregaba fuerza a su presión conforme hablaba. — Deberías sonreír y ser más amigable. ¿No lo crees?
Su mirada se trasladó hacia el otro guardia que no se atrevía entrar, uno que sí conocía, vio el miedo en su mirada y maldijo tener que usar ese tipo de métodos para tener que hacerse respetar. Definitivamente sí se había convertido en un completo monstruo. Notó como su respiración se cortaba y lo liberó, escuchando su seca tos mientras se alejaba tranquilamente y volvía a cerrar la reja que los separaba.
— Como usted mande oficial, — sonrió ladinamente, — me cambiaré de ropa.
Aquí está el segundo capítulo...
Nos vemos en el próximo 🙈😘
Pd: Perdonen los errores que puedan encontrar, intentaré revisar y corregirlos en cuanto tenga tiempo. 💜
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