Capítulo 18
No la recordaba de esa manera. La última vez que estuvo en casa de Mingyu había sido más de ocho años atrás cuando había ido a cerrar un negocio, justo como lo que pensaba hacer ese día. La familia de Kim Mingyu tenía todo a simple vista, uno de los tantos bungalows con los que contaba la villa tenía en su interior una sala de reuniones. Esta poseía una puerta en el suelo que guiaba a un túnel de casi un kilómetro en donde se guardaban los armamentos también, una vía de escape.
Ahora tenía más complejos, respaldados con la carrera política de su padre y abuelo quien fuera el antiguo primer ministro de la nación dos mandatos atrás. Jungkook siempre pensó que mientras menos se expusiera públicamente mejor era para los negocios, quedar como una leyenda o fantasma del que nadie conocía siempre era su mejor opción, mas entendía que ellos tuvieran otra visión del asunto.
El taxi lo dejó en la entrada de la casa principal siendo recibido por Mingyu y otro hombre que reconocía de la reunión, al parecer era su guardaespaldas u hombre de confianza. Ambos estaban serios pero los ojos del dueño del lugar mostraban cierta sorna y antelación contenida. No le era difícil averiguar exactamente por qué era que se mostraba tan expectante pero decidió ignorarlo.
— Ha pasado un buen tiempo desde que te tuve por aquí. — Saludó extendiendo su mano. — Has venido solo por lo que puedo constatar. Adelante...
Era la primera vez que lo recibía en la casa principal, era inquietante pero aún así no movió sus labios más allá de lo que lo hicieron al respirar. Estudiaba cada lugar, cada salida, todo en él estaba en alerta, se sentía fuera de territorio conocido, mismo si había estado allí tantas veces.
— ¿A qué debo tu pedido de visita? No creo que hayas tenido deseos de verme, te vi bien entretenido con aquel sujeto. — De soslayo buscó su rostro inexpresivo. — ¿Negocios? Acabo de cerrarlo con Suga. No entiendo qué haces aquí. — Cinco hora ya habían pasado desde su reunión en el antiguo aeropuerto.
Mingyu estaba tratando de averiguar la razón tan repentina por la que el Liquidador había pedido verlo, mas como siempre le era difícil estar seguro de lo que el otro pensaba. Lo vio caminar liviano hasta la silla delante del escritorio de aquella oficina para sentarse, una pierna cruzada sobre la otra mientras sus dedos entrelazados se apoyaban sobre estas. Definitivamente no había ido a recordar viejos tiempos, de lo contrario no estaría sentado tan campantes mientras él casi no podía sostenerse en pie.
— Vayamos directo a lo que he venido. — Acomodando su traje negro, el anfitrión del lugar le hizo señas a su guardaespaldas para que se mantuviera detrás de la puerta y así tener más privacidad con Jungkook, mismo que observó cada gesto con su ceja izquierda enarcada. — Necesito un cargamento de M249 y M79 para ya. No debe ser muy grande, me conformo con doscientos de cada modelo.
— Imposible, Liquidador. Recién le he entregado un cargamento de mil quinientas armas a tu socio y conoces mis reglas. Es malo abusar de la suerte, por ende, hasta el próximo mes ya no haré más entregas, he sobrepasado mi límite. — El contrario sonrió y un escalofrío recorrió su cuerpo. Iba apretar el botón de emergencias para que entrara el señor Hyang a defenderlo pero se retractó. Si él quisiera matarlo ya lo hubiese hecho. — Pero, creo que podría pensármelo un poco con el incentivo correcto.
El convicto truncó el ceño antes de reír con sorna. El descaro sutil de Mingyu siempre le agradó, tenían buenos momentos de liberación corporal juntos pero en esos momentos estaban los negocios, ya habría tiempo para lo demás después. Era más importante ir avanzando en busca de las respuestas por las que salió de prisión aceptando el trato de aquel pseudo abogado.
— Sabemos que yo no funciono con ese tipo de chantajes baratos, pido las cosas por las buenas y si no las obtengo, bueno... Siempre quedan otras opciones, mas no cedo ante imposiciones. Así que mejor lo intentas nuevamente ma... — Sus palabras se cortaron cuando su vista se fijó en aquel lugar tras Mingyu.
Bordeó el escritorio a pasos lentos dejando a un Mingyu confundido observando sus movimientos. Su vista estaba fija en aquella fotografía enmarcada situada en el estante, justo al frente de varios libros. La tomó en sus manos y se quedó observándola durante varios minutos.
— ¿Qué sucede? — El convicto señaló a un hombre en aquella foto que le parecía tan conocido, aún más aquel trofeo que tenía en su mesa, justo a su lado, lo había visto antes y de eso estaba seguro. Solamente no recordaba dónde. — ¿Ahora me vas a decir que no reconoces a mi abuelo? ¿Tienes que haberlo visto varias veces en las noticias aunque nunca se hayan topado personalmente, el primer ministro de la República estaba por todos lados. Él le pasó el mando a mi padre y este a mí, nunca da mucho su cara, ya sabes cómo funciona esto.
¿Las noticias? Esa podía ser una posibilidad, seguramente lo había visto en alguna de ellas. Volvió a señalar la fotografía pero esta vez en algo más concreto y específico, aquello que parecía un trofeo.
— ¿Qué es? — Mingyu se encogió de hombros, ni siquiera él le había prestado atención a esa foto que llevaba tanto tiempo en aquel despacho que rara vez visitaba. No entendía por qué le había causado tanta impresión a su invitado. — En fin, en lo que estábamos. Necesito ese cargamento para ya. Tengo que llevármelo conmigo, el pago también te lo haré inmediatamente, sabes que eso no es problema, incluso puedo pagarte un tercio más por el esfuerzo de romper tus reglas.
— No puedo Liquidador, lo siento. Hacer un movimiento tan grande nuevamente puede traer consecuencias negativas. — Hablaba pero su cuerpo distaba de sus palabras. Una parte de él deseaba entregarle aquel cargamento y más.
— ¿No puedes o no quieres? ¿Estás celoso o esa es tu forma de presionarme? — Se burló notando la reacción de su cuerpo, su tensión era palpable aún a distancia.
— ¿Celoso? No podría estar celoso cuando no somos nada, lo único que siempre hemos tenido han sido encuentros fortuitos para liberarnos y darle a nuestros cuerpos lo que necesitan. Eso es todo, no espero de ti cosas que no conseguiré jamás.
— Que bueno que realmente me conoces, Kim Mingyu. Sería desagradable tenerte que recordar tu lugar porque seamos claros, más allá de encuentros carnales y negocios, no hubo ni habrá nada entre los dos. — El mencionado apretó sus puños sobre los muslos.
Aquello no era un secreto y sabía todo aquello pero le era molesto escucharlo hablar de aquella forma. Pero, más molesto aún era el hecho de que ese hombre seguía removiendo en él aquella arena que ya creía calmada en su cuerpo, pecho y mente. Tan inmune a todos pero caía bajo la influenza que era Jungkook incluso sin él hacer movimiento alguno hacia su persona. Cuando supo de su aprensión quiso mover cielo y tierra para sacarlo de allí, usar su influencia y contactos pero por alguna razón no pudo avanzar en aquello.
Sus deseos eran insistir pero no podía evidenciarse y como su abuelo le comentó, no se trataba solamente de él, sino de toda la familia, todos se verían envueltos en grandes problemas si eran enlazados con el asesino serial más joven del país. Ni siquiera tuvo claro aquello porque al no ser que realmente fuera un psicópata y tuviera esos gustos ocultos, Jungkook no necesitaba matar todas aquellas mujeres y de hacerlo, no hubiera dejado sus cuerpos y evidencias por ahí como novato cuando sabía perfectamente como deshacerse de todo rastro.
No lo entendió y no lo entendía, no dejó de pensarlo en todos esos años en los que no pudo siquiera visitarlo o enviarle cartas que no fueran interceptadas y leídas por alguien más, con temor a que los vinculara. Cuando la noticia de su fuga llegó a sus oídos fue en su búsqueda pero solamente se encontró con un Suga tan insoportable como siempre que no sabía su paradero exacto y, si no fuera por lo frustrado que se encontraba, no lo hubiese creído. Al verlo en aquella reunión tuvo que contenerse de dejarse en evidencia porque su alegría parecía no caber en su cuerpo, claro, hasta ver aquel hombre colocarse a su lado y ser presentado como la pareja oficial del Liquidador. No supo qué exactamente le había causado más impacto, si saberlo con alguien o que incluso lo presentara a todos como su pareja.
Su cuerpo fue levantado y encerrado entre los brazos que más anheló, era idiota tener sentimientos en su trabajo, menos por alguien como ese que lo sostenía pero, ahí estaba, entregándose a ese beso como si nada más existiera. La pasión despertada era como esa canción que se creía olvidada por no escucharla en años pero que era cantada a la perfección una vez que volvía a escucharse. Su cuerpo reaccionaba a los toques sin afectos pero certeros de aquel hombre.
— ¿N-No me vas a preparar? — Cuestionó cuando sintió su miembro cubierto del látex del condón presionando su entrada, estaba excitado, pero no tanto como para aquello.
— No. — Respondió serio y se alejó. La imagen del encuentro de antes en donde Yoongi vino a su mente. Por algún motivo absurdo no se sintió cómodo con la idea de preparar a quien tenía delante a pesar de que no iba a ser la primera vez. Notó la cara de confusión de Mingyu y sonrió tras acariciar su espalda. — Prepárate tú, quiero mirarte.
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Moviéndose en los pequeños asientos electrónicos que simulaban una motocicleta en aquel túnel, iban Mingyu y el convicto en busca del cargamento. No se habían vuelto hablar, al menos no el anfitrión. Se sentía incómodo con el Liquidador, estuvo bien pero no hubieron esas caricias que lo hacían vibrar, otro beso aparte de aquel primero que le llevó su aliento, jamás se miraron a sus caras. Todo el tiempo le dio su espalda sin poder cambiarse porque se lo impidió sosteniéndolo y manteniéndolo en el lugar con fuerza. ¿Realmente había estado ahí en ese momento?
— Ahí está tu cargamento. — Le entregó la llave de la camioneta negra que esperaba con varios hombres alrededor. — Doscientas ametralladoras ligeras M249 y doscientas escopetas lanzagranadas M79. Incluí cincuenta AA-12 junto a esto... — Buscó en su espalda y bajo su saco sacó aquel arma que lo había estado acompañando durante ocho años. — Tu bebé ha estado cuidada, a salvo.
Jungkook estiró su mano y tomó en ella su antigua negra Glock 17. Lo cierto era que no la recordaba y no esperó que estuviese aún en manos de Mingyu, que este la llevara consigo. Miró el cañón de la misma y notó su nombre aún grabado. LIQUIDATOR. Sí, aquello se convirtió en su nombre porque su verdadero fue olvidado en el momento que huyó de su casa.
— Así que estaba contigo...
— Fue lo único que logré recuperar de tus pertenencias el día que te detuvieron, fue confiscada pero logré hacerme con ella. Es bueno que haya regresado a las manos de su dueño después de tanto tiempo. Estuvo conmigo pero no fue usada así que sigue teniendo incluso las mismas balas en su cargador. — Jungkook lo sacó para comprobar y sonrió. — Eso es una devolución, y las cincuenta armas extras, es un bono por los buenos negocios.
— No tuve sexo en busca de estas armas. — Mencionó guardando detrás su bebé.
— Lo sé, es un simple regalo de mi para J- Liquidador... — Por un segundo casi pronunció su nombre real. — Cuida este cargamento porque es toda la reserva que me queda, lo único que pienso venderte.
— Un hombre como tú jamás se queda sin reservas, no nos mintamos. — No esbozó una sonrisa pero se sentía de cierta forma algo agradecido con Mingyu, mismo si él había ignorado deliberadamente sus sentimientos por años pretendiendo no darse cuenta. No confiaba en él pero se sentía tranquilo a su lado. — Gracias.
— Esto lo escribiré como el acontecimiento más importante, tú agradeciendo es algo que no se ve todos los días. — Sonrió viéndolo alejarse hasta subirse a la camioneta y partir. — Hyang...
Su guardaespaldas se situó a un paso tras de él al ser llamado. — Dígame señor.
— Averíguame qué es ese trofeo que aparece en esta foto.
— De inmediato.
Aún veía a la distancia las luces de aquel vehículo con sus manos sujetadas en su espalda. Su curiosidad había despertado, no habían muchas cosas que al Liquidador le llamaran la atención y si lo hacía era algo importante, por ello se dio la tarea de saber todo sobre ese trofeo y fotografía.
+++
Jungkook descargó las cincuenta armas de las que Suga no tenía conocimiento en aquel nuevo almacén que ahora le pertenecía, mismo que ante era de Los Pequeños. No eran muchas pero para comenzar a surtirse no estaba tan mal. No hizo mucha estancia, la noche para él aún era larga y tenía muchas cosas que hacer. Manejó hasta donde tenía que entregar aquel cargamento y una vez cumplido con el encargo, salió a cumplir con el segundo. Aún le quedaba buscar el cargamento que Taehyung necesitaba y sabía exactamente dónde conseguirlo sin utilizar las finanzas de Suga o que se supiera que él estaba detrás de el nuevo movimiento de armas que circularía en la capital y parte del país.
Exactamente como se lo imaginó, los andenes del norte de Dobong-gu seguían siendo el escondite poco vigilado de las pandillas de la región. Cuando él comenzó a delinquir junto con Suga, ese fue el lugar que le dio comienzo a todo porque, si bien habían hecho trabajos antes, robar ahí siendo dos chiquillos sin mucha experiencia en ese mundo, fue todo un reto.
Ellos no solo guardaron armas allí durante todos esos años, sino que también tenían su propia bodega de producción de inyectores. Estos últimos no eran utilizados como contrabando, solamente servían para armar aquellos distribuidores al por menor para que impusieran presencia y pudieran defenderse en caso de algún altercado leve puesto que solamente disparaban una vez.
Registró a distancia todo el lugar, mismo que ya había mandado a investigar en el momento que recibió aquella orden del oficial Kim. Él solamente tendría que encargarse de los hombres que hacían vigilancia, esperar a que sus hombres sacaran la mercancía e incendiar todo el lugar para no dejar rastros y desviar la atención hacia otras bandas que actuaban de forma similar. Después de todo, pocos pensarían que el Liquidador necesitaría robar pequeños cargamentos de armas por no tener dinero para la compra.
Siguiendo lo planeado, tomó dos de las escopetas automáticas que Mingyu le regaló y las colocó en sus hombros de forma cruzada para que no se cayeran, recargó su Glock y caminó decidido hacia la entrada. Los vigilantes rápidamente le hicieron frente para advertirle que se retirara de aquella zona restringida para extraños pero, antes de que pudieran mediar palabra, les disparó a los tres primero e hizo lo mismo con cuatro que se asomaron al escuchar los disparos.
Sus pasos eran lentos, siendo cuidadoso con su entorno para evitar sorpresa, cruzó su pierna derecha por delante de la otra y se giró para quedar frente a una puerta entreabierta de adonde habían salido dos de los sujetos. Con precaución abrió un poco más la misma utilizando una de las escopetas y se quedó mirando lo que allí guardaban. Una pequeña montaña de fajos de dinero prensados estaba situada justo en el medio de aquel lugar. Ese sitio pronto se reduciría a cenizas por lo que era un desperdicio dejar todo eso ahí cuando lo necesitaba.
Unos pasos lo pusieron alerta, haciéndolo levantar la vista hacia el piso de arriba donde dos sujetos corrían asomarse. Disparó sin pensarlo y los vio caer, se cercioró de que estuvieran muertos, no podían quedar testigos de aquello. Uno de ellos, quien solamente había recibido una balazo en el hombro, jadeaba en el suelo con una evidente pierna fracturada.
— L-Liquidador... — Musitó con dificultad abriendo sus orbes más de lo debido por la impresión de ver aquella leyenda frente a él.
— Mucho gusto. — Respondió seguido de un nuevo tiro en su cabeza.
Tomó el radio de corta distancia y le avisó a sus hombres que ya era la hora de entrar. Todos se acercaron con las camionetas para cargar todo lo que le ordenaron, incluyendo el dinero que ayudaron a llevar con rapidez a la camioneta negra que estaba usando Jungkook. Alzó su mano con solamente sus dedos índice y medio apuntando hacia arriba, girando la muñeca ordenando la retirada. Minuciosamente volvió a recorrer el lugar con su vista y ya, cuando iba a salir, divisó una sombra que lo hizo detenerse.
Ya sin las escopetas, tomó su bebé 17 y se dirigió allí sin hacer ruido. Sus pisadas no se sentían, ni siquiera su respiración pero, la contraria estaba agitada. Un pequeño resplandor le hizo percatarse que se trataba de un celular, obligándolo a apresurarse porque no podía permitir que le dieran parte a nadie. Agarró el móvil de la mano del sujeto que no lo escuchó llegar y terminó la llamada saliente antes que descolgaran del otro lado.
— D-Déjeme vivir, p-prometo que trabajaré para usted y le diré lo que quiera decir. — Tartamudeaba el sujeto en pánico.
— Una gran oferta pero, si traicionas ahora a tus jefes, me traicionarás a mí. — Quitó el seguro y disparó.
Fue un movimiento rápido y limpio. Rompió el teléfono , volvió a mirar por última vez a su alrededor y salió de allí. Ya sus hombres se habían encargado de llenar el lugar de gasolina, faltaba sólo una cosa. Aquel mechero que tenía en sus manos y que lanzó sin mucha premeditación antes de correr a su vehículo y arrancar. Su retrovisor le permitió ver todo lo que ocurría tras de él, como aquellos andenes ardían en llamas arrasando con todo lo que allí se encontraba. Para el momento en que las autoridades fueran avisadas y los bomberos llegaran, ya no quedarían rastros de lo allí ocurrido.
Tomó su móvil y marcó aquellos números ya memorizados esperando que respondieran del otro lado.
— ¿Qué pasó convicto? — Contestó Taehyung alejándose de su sobrino ya dormido.
— Ya hice lo que me pediste. Tengo el encargo.
— ¿Ya? — A penas habían pasado horas desde que se vieron por última vez a la salida del edificio de Min Yoongi. ¿Cómo era posible que ya tuviera todo resuelto en tan poco tiempo? — Quedamos en que sería pasado mañana.
— Es mejor ahorrar tiempo. No puedo tener mucho tiempo todo esto conmigo porque no tengo un lugar seguro donde almacenarlo sin que sea rastreado en estos momentos, así que espero tus indicaciones, nos vemos en una hora. Pásame la dirección. — Su vista estaba fijada al frente de la carretera, necesitaba pronto deshacerse de todo lo que había robado.
— D-Dame un minuto y te mando todas las coordenadas. — Miró su pantalla y vio que la llamada ya había sido finalizada por el otro. No sabía cómo Jungkook había logrado aquello tan rápido, para presionarlo le dio cuarenta y ocho hora pero todo estaba resuelto en menos de doce.
Besó la frente del pequeño Kim y evitando hacer ruido salió de su habitación, recogió sus pertenencias y encaminó a la puerto casi de puntillas.
— ¿No ibas a pasar la noche aquí? Es de madrugada. ¿Surgió algo? — La voz de su hermano mayor lo hizo voltearse asustado, como niño que había sido cogido haciendo una travesura.
— Sí, tengo que irme. Por favor, recuerda lo que hablamos y pasado mañana nos encontraremos para llevar a cabo lo planeado. — Seokjin asintió, se acercó y besó la frente de su hermano para después agitar su cabello. Taehyung no supo cómo reaccionar, la última vez que le había hecho aquello ya ni siquiera lo recordaba.
— Cuídate, eres casi lo único que me queda.
— Sí, hyung.
🧡🧡🧡
¡Hola a todos!
Que feliz estoy de regresar finalmente después de haber finalizado mis exámenes. Los recompensaré por todo este tiempo de espera. Espero que el capítulo haya sido de su agrado y nos vemos en el próximo 😍😘
🧡🧡🧡
Pd: No sé si hayan visto mis publicaciones pero tengo dos historias nuevas que me gustaría compartir con ustedes. Aquí les dejaré las portadas y traileres para que lo vean y, si les gusta, vayan a echarles un vistazo en mi perfil. 😁😘
1. ALTAMAR
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2. TRIANGLE
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