Capítulo 13
— ¿Estás seguro que puedes entrar solo? No necesitas actuar como el Liquidador todo poderoso. Puedo entrar contigo. — Comentaba Taehyung aparcado y sentado en el automóvil.
Estaban a dos cuadras de un almacén a donde Jungkook iba a entrar para reclutar un grupo de personas que necesitaría para estar en la organización. La mayoría de los que se encontraban ahora formando parte de las filas de los Cocodrilos, eran hombres que quizás de él solamente habían escuchado su apodo. No eran sus seguidores y le tenían lealtad, si se trataba de librar una batalla interna entre él y Suga, era un hecho que todos lo elegirían a él.
No podría culparlos, era a él que le debían su lealtad a quién le rendían pleitesía porque fue Min Yoongi quien los reclutó, quien les dio trabajo y techo. Sin embargo, él no era más que un aparecido. Por esa razón, debía contar con hombres que lo siguieran a él dentro de esa organización, individuos que no tuvieran que ver con los Cocodrilos y que le sirviera solamente a él, siguiendo sus órdenes.
No confiaba en ninguno de ellos, en ese mundo habían solamente dos cosas que ayudaban relativamente a controlar y asegurarse de la fidelidad de quienes contrataba. Una era el miedo y la otra, el dinero. Este último era el más volátil porque siempre aparecía n mejor postor al que cualquiera se podía vender. Unos cuantos billetes más de lo que él le ofrecía y podían descarrilarse pero, en esos momentos eran sus únicas opciones. Era raro contar con la lealtad de alguien que a la primera oportunidad no le clavara un puñal por la espalda. Esa lealtad desinteresada no existía y no la iba a encontrar en ningún lado por eso confiaba solamente en si mismo para subsistir y mantenerse vivo.
— Puedes quedarte a la espera por si necesito ayuda pero, entraré solo. Si quiero que sigan al Liquidador, tengo que comportarme como tal y el Liquidador, no depende de nadie. — Terminó de cargar el arma que Taehyung le entregó, la guardó en su espalda y salió del vehículo sin mirar atrás.
Como en una manada de mamíferos, si quería apropiarse de la manada, tenía que vencer el jefe. Y eso, era justamente lo que él pensaba hacer. No era una organización grande pero por el momento, era todo lo que necesitaba para concretar tanto los planes del rubio que tuvo por abogado como los suyos propios.
Necesitaba que no solamente quisieran farolear y se creyeran maleantes, tenían que estar dispuestos a matar y morir, en buena forma. No importaba si habían sido procesados, si estuvieron presos si eran nuevos o tenían experiencia, todos les servían. Tenia que lentamente ir creando un ejército duro, uno bien cabrón que le pudiera hacer frente a cualquier otro.
Él quiso retirarse de ese negocio antes de caer preso a pesar de no haberlo logrado pero ahora, solamente volviendo a entrar podría seguir adelante. Estaba obligado a retomarlo quisiera o no. El fin justificaba los medios, para poder tener una estructura fuerte necesitaba mucho dinero y eso solamente lo tendría si también formaba parte del tráfico ya fuera de drogas como de armamentos. Ese era el negocio que le podría dar en corto tiempo todo lo que necesitaba y más.
Acomodó el cuello de su camisa, besó la cruz de la cadena que rodeaba su cuello y se dirigió a paso firme hacia la entrada de aquel lugar. Podía hacerlo, lo que bien se aprendía jamás se olvidaba y a diferencia de su pasado, ya no temía por las vidas que pudiera arrebatar, ya no le quitaban el sueño ni le temblaba el pulso antes de mandar a cualquiera al otro mundo.
Taehyung seguía con la mirada el recorrido de aquel asesino que se desenvolvía como pez en el agua. Había vuelto a ver en sus orbes aquel extraño sentimiento que le provocó la primera vez que se reunieron en el presidio. Parecía que realmente iba a liquidar a quien se cruzara en su camino sin pizca de misericordia. Él también se había llevado a muchas personas para el otro mundo pero jamás inocentes, conocía el límite entre lo correcto e incorrecto que aquel convicto ignoraba.
Su móvil vibró y vio en la pantalla el nombre de su compañero reflejado. No podía entretenerse y debía estar concentrado completamente en lo que estaban haciendo en ese momento. Tomaría la llamada y apagaría ese maldito aparato que tendía a sonar en los momentos menos oportunos.
— Park.
— Ya dimos con lo que nos mandaste averiguar. El sabueso de convicto con el que me mandaste a venir dio fácil con la locación. Solamente estamos en espera de tu orden. Por cierto... El pelirrojo con el que nos dejaste se desapareció como un fantasma una vez que ustedes se marcharon. ¿Puedes decirme de quién se trata? — El silencio por parte de Taehyung lo desesperaba. — ¿Kim, me estás escuchando?
Lo cierto era que estaba más concentrado en el movimiento y ruido que escuchaba que en lo que le decían del otro lado de la línea.
— Después me comunico contigo y hablamos de ello. Por ahora no hagas absolutamente nada hasta que de la orden. Tómense el día libre, investiguen entre paredes, no es bueno que se expongan demasiados o quizás sí. ¿Por qué no intentan tener una cita o algo? Estoy trabajando, hablamos después.
— T- Taehyung. ¿Kim? — Jimin separó el teléfono de su oreja para comprobar que la llamada había sido finalizada. — ¿Este idiota me colgó?
El agente Kim abrió la guantera del vehículo y sacó otra pistola que recargó. Miró su reloj notando que ni siquiera habían pasado cinco minutos desde que el convicto había abandonado el coche y decidió esperar. Estaba listo para entrar en acción pero seguiría el plan trazado por Jeon. Al menos por ahora.
El interior del almacén parecía un establecimiento mucho mejor estructurado de lo que se veía en el exterior. La última vez que estuvo allí no eran más que paredes de concreto con varias tejas y un gran espacio abierto. Ahora, había entrado a un pasillo decorado con murales cutres, algunas plantas casi marchitas adornando la entrada y varios asientos a lo largo del pasillo que le daba el aspecto de un hospital de bajos recursos casi abandonado.
En uno de esos asientos divisó a alguien que, si bien intentaba pasar desapercibido actuando como un civil cualquiera, estaba escrito en cada lado de su cara que era parte de la cuadrilla. Miró las puertas que tenía a ambos lados para no recibir sorpresas inesperadas y avanzó lentamente a la espera de su ataque. Porque sí, de no ser necesario, él no atacaba primero, dejaba que su oponente mostrara todo lo que tenía, lo estudiaba y en base a eso, se defendía o contraatacaba sin dar más o menos de lo recibido.
Tres pasos más hacia adelante y al lado de un mural con papeles que parecían tener años enganchados ahí, notó en un pequeño buzón de interiores, un sobre con el nombre de la persona que estaba buscando. Estaba en el lugar correcto.
— ¿Cómo llegó aquí? — Le habló la voz del desconocido en un tono que para nada fue de su agrado. Lo ignoró y siguió caminando hasta que el sujeto hizo ademán de bloquearle su camino. — Le pregunté que, ¿cómo llegó aquí?
— En un vehículo de cuatro ruedas. — Respondió mirando nuevamente a su alrededor sin girar su cabeza.
— ¿Cómo llegó aquí?
— ¿Otra vez la misma pregunta? — Su interior se reía de aquel hombre, definitivamente sería una burla para su organización. — Le explico... Primero me subí en un automóvil y lo conduje hasta este destino. Luego me bajé y entré aquí. ¿Satisfago su curiosidad?
El individuo se sintió burlado y eso lo hizo enojar, haciéndole lanzar un golpe sin premeditación contra el Liquidador.
— Hijo de pu-
A pesar de su letalidad y fuerza prefería hacer las cosas a veces de forma más sutil pero, en ocaciones como esa, la fuerza bruta era la respuesta. Sus ojos vieron hacia dónde se dirigía el golpe lanzado por el contrario y antes de que pudiera alcanzarlo, su puño colisionó con una de sus costillas. Un grito salió de la boca ajena, yendo en aumento cuando agarró su cabellera y lo incrustó contra uno de los murales y luego con la pared, viendo como caía al suelo entre quejidos.
Otro individuo salió de una de las puertas que vio entreabrirse soltando maldiciones hacia su persona. Sin embargo, logró derribarlo sn esfuerzo alguno usando la fuerza que utilizaba para atacarlo en su contra, dándole solo un leve empujón para que se estrellara contra el concreto. Caminó un metro cuando el hombre se levantó tratando de volver a pegarle sin tener éxito, sólo un golpe contra su quijada bastó para que cayera inconsciente al piso.
¿Esos eran los hombres que él venía a reclutar? No podía creerlo. No tenía tiempo para entrenar, ni mandarlos a una academia militar, necesitaba hombres preparados física y estratégicamente para estar a su lado.
Avanzó con rapidez notando como otro sujeto se le acercaba, derribándolo también fácilmente gracias a su puño, fuerza y velocidad con la que le entró.
— ¿Qué demonios? — Exclamó uno a su espalda, utilizó su codo para golpear su tabique y aprovechando su poca lucidez finalizó lo comenzado con un golpe de su rodilla. Vio la sangre caer de su nariz mostrándole que esta estaba rota.
Lo volvió a levantar por el cuello y golpeó su barriga en dos ocaciones sabiendo que el último lugar golpeado había sufrido una fractura. — ¿Dónde está tu jefe? — Golpeó una vez más su abdomen. — ¿Dónde está Gu Chan Sook?
Lo vio resistirse pero cuando lo agarró de su camisa para volverlo a incrustar contra la puerta que quedaba a centímetros de donde estaba, esta se derrumbó, dejando ver a un hombre sentado detrás de un escritorio. Como si nada hubiera pasado re-acomodó su camisa y peinó las hebras de su cabello que se habían salido de lugar.
Sin inmutarse frente a su llegado, el hombre levantó lentamente la mirada de los documentos que tenía al frente. No sabía quién era el joven que acababa de entrar porque sin duda alguna parecía no pasar de los treinta pero, algo en él le resultaba familiar.
— ¿Tú eres Gu Chan Sook? — Interrogó apartando con su pie al sujeto que caído en el suelo se interponía en su camino.
— ¿Quién eres? — Respondió con otra pregunta recostándose a su silla. Suspiró frotándose las manos y se levantó luego de secarlas con su pantalón. ¿Quién te mandó? He visto a muchos imbéciles como tú que intentan hacerse notar. Niño, mejor vete a casa antes de que salgas herido.
Jungkook lo observó caminar a su lado mientras hablaba y no hizo ni un solo gesto, solamente comprobó furtivamente la oficina que pronto sería suya aunque no la necesitara con urgencia. Podía ser el lugar de su organización que no tuviera nada que ver con Los Cocodrilos.
— ¿Eres nuevo, cierto? El antiguo líder de Los Pequeños me hubiera reconocido de inmediato. — Se sentó en la silla que solía estar ocupada y subió los pies encima de la mesa. — Están mucho peor que antes, recuerdo que esta solía ser una pandilla pequeña pero potente. No obstante los ejemplares que vi allá fuera, — agitó su índice de un lado hacia otro en negativa — dejan mucho que desear.
— ¡Última vez que pregunto quien eres!
— Sin luz larga y con problemas de captación. Lugares como este pueden enfermarte y dañarte la visión, lo sé. Existen los que se enferman de poder pero en vez de mejorar parecen solamente ir como el cangrejo, hacia atrás. Podrías ser mi hermano mayor, incluso mi padre en edad y apariencia pero, eres como un bebé recién nacido. Mira esa cara de inocente. — Ladeó una gélida sonrisa sin llegar a mostrar su dentadura. — ¿Por qué me mirar con esos ojos tan grande? ¿Te hiciste cirugía de doble párpado o estás buscando que te eche gotas?
— ¿Se me nota mucho? — Respondió el hombre ya irritado. Tomó un bate de madera acomodado al lado de la puerta y caminó en dirección a Jungkook. — ¡Tú lo pediste!
Levantó el brazo junto al bate pero el convicto fue más rápido y arrancando el teléfono de su cable, lo golpeó con él para debilitar su brazo y luego arrebatarle el bate.
— Parece que tu vista solamente se oscureció más con esa cirugía. Te hace más idiota y no ves bien. Deberías pedir que te devuelvan el dinero. — Con su mano izquierda agitó el bate y lo volvió a golpear, haciéndolo caer al suelo. — Me han decepcionado pero supongo que a falta de pan, cazabe.
Se arrastró por el suelo y se reincorporó con torpeza. — Este imbécil realmente quiere salir herido. — Empuñó sus manos y atacó al Liquidador quien, deshaciéndose del bate lo golpeó mandándolo al suelo. — Chan Sook, — se agachó sobre él y le pegó reiteradamente — deberías saber cuándo detenerte.
— ¿Quién demonios eres? — Preguntaba entre golpes notando como quien le pegaba parecía haber perdido la cordura. — ¿Quién eres?
— ¿Quién soy? Un psicópata, un monstruo, el resultado de un experimento creado por la humanidad o al menos los seres vivos que se hacen llamar humanos. Soy quien liquida y elimina todo lo que hay a su paso, soy...
— ¡Liquidador! — Exclamó con la fuerza que le quedaba.
Jungkok tomó consciencia de que se estaba pasando de la raya y detuvo los movimientos de su mano ensangrentada. Se aferró a la camisa del señor Gu eliminando de su mente las imágenes que se habían apoderado de ella y lo soltó. ¿A quién quería engañar? Quizás antes no lo era pero ahora, ahora sí era un monstruo del que él mismo en ocaciones tenía pavor.
Miró nuevamente al sujeto que con trabajo gateaba y se alejó de su cuerpo para regresar al escritorio y apoyarse en él.
— ¿Siguen Los pequeños liderando todo este vecindario?
— Es un gusto conocerte liquidador, antes de que mataran a mi antiguo jefe él siempre hablaba mucho de ti y de como a pesar de que nadie quería darnos oportunidades, tú le ofreciste varias, que Los Cocodrilos no hubieran llegado a donde están ahora de no haber sido por ti. Eres una leyenda, tú...
— Odio los lamebotas como tú así que concéntrate en responder lo que te pregunté. Ni más ni menos. — Usó una toalla pequeña que hará encima de la mesa para limpiarse las manos sin mirarlo. — ¿Debo volver a repetir la pregunta? — No lo vio pero pudo sentir como el contrario negaba con solidez. — ¿Entonces? — Soltó el trapo ensangrentado y le dedicó una mirada llena de fiereza pero calmada.
— Sí, seguimos trabajando en este vecindario pero hemos perdido la mayoría de los hombres, ni siquiera tenemos ya el control total Ewha.
Esas eran malas noticias, sabía que el poder de esa pandilla había mermado pero no sabía que tanto. Los dejó expandiéndose y ahora resultaba que tenían mucho menos de lo que tenían en un comienzo. El mal manejo era más que evidente. No era lo que quería o estaba buscando pero para comenzar, con algo se tenía que quedar. Diez hombres más que tuviera eran números a su favor dada las circunstancias.
— Yo ahora solamente colecto el dinero de las extorsiones que se le hacen a alguna tiendas, viejas deudas y el derecho de calle de algunos vendedores.
— ¿Entonces, tú eres el que estás a cargo ahora cierto? — Sook asintió. — ¿Con cuántos hombres cuentas y a cuántos puedes conseguir?
— ¿P-Para qué? — Tartamudeó al preguntar.
— Necesito saber con cuantos hombres contaré. — Los orbes del contrario parecían querer abandonar su rostro frente a sus palabras. — Sí, ahora yo me haré cargo de Los Pequeños. Tengo mi propia agenda pero los devolveré a sus tiempo de gloria, incluso mejores si siguen mi liderato.
— P-Pero eres el líder de Los Cocodrilos junto a Suga. ¿Estás montando tienda aparte? — No entendía nada de lo que estaba ocurriendo, ni siquiera creía que el Liquidador estuviera fuera de las rejas pero no tenían la fortaleza para hacerle frente a alguien como él y menos si todavía estaba respaldado por Min Yoongi.
— No te importa lo que haga pero sí te diré que no estoy montando tienda aparte. Fui, soy y seguiré siendo eternamente parte de Los Cocodrilos. Lo único que debe de importarte es que voy hacer de esta patética pandilla una gran organización.
Un gran estruendo los sobresaltó a ambos , seguido de una gran nube de humo que se coló en el pasillo, y parte de la oficina. Jungkook empuñó su arma, tapándose la nariz y boca con su antebrazo izquierdo.
— ¿Qué fue eso?
— Ocurre seguido en nuestra cocina. — Se explicó. — Producimos nuestras propias píldoras recreativas pero no contamos con las mejores calderas o químicos. Se hace lo que se puede.
Otro estruendo llegó a sus oídos pero esta vez diferente, fue el sonido de una puerta abriéndose bruscamente. Jungkook apuntó a la puerta de la oficina esperando a que se asomara la primera persona a la que tendría que volarle la cabeza.
— ¡Jeon! ¡Jeon Jungkook! — Reconoció inmediatamente esa voz que gritaba su nombre desesperadamente.
La imagen de un Kim Taehyung algo alterado y preocupado por el ruido que escuchó apareció frente a él. El rubio había pensado que se trataba de alguna bomba, algún explosivo que habían echo estallar.
— Aquí estoy. — Habló sin alzar mucho la voz. Taehyung abanicó su mano intentando abrirse paso en lo que quedaba del humo. — ¿Qué haces aquí? — Lo miró seriamente pero el contrario ignoró su pregunta, centrándose en mirar bien a su alrededor, caminando hasta el fondo del lugar para abrir la única ventanilla que allí se encontraba.
— ¿Estás bien? — Se acercó hacia el convicto para inspeccionarlo con la vista, palpando con rapidez su cuerpo por encima de la ropa.
— ¿Estabas preocupado por mí? — Las miradas de ambos se encontraron mientras él dibujaba una sonrisa ladina en su rostro. — No te preocupes, cariño. Tu novio está bien.
Taehyung golpeó al costado de su torso y Jungkook dejó escapar una risa que salió acompañada de una leve tos. — Sí, claro. — Miró al hombre que estaba en el suelo, no sabía a ciencia cierta quien era aunque tuviera una idea. No podían dejar que nadie sospechara que no estaban juntos, no se sabía quién los podría delatar. — Estaba muy preocupado por ti. — Se acercó a su oído apoyando sus manos sobre la mesa donde el pelinegro estaba apoyado. — Ya quisieras tú que estuviera preocupado por ti. Ya debemos irnos. — Musitó en su oído.
A sabiendas de que estaban siendo observados por Chan Sook, Taehyung dejó un leve beso en los labios del convicto tomándolo desprevenido. El rubio hizo una mueca de asco que fue solo visible para Jungkook, limpiándose disimuladamente sus labios con su hombro derecho.
— L-Liquidador...
Quien había sido el líder de Los Pequeños hasta ese momento habló pero fue ignorado en su totalidad. El presidiario no supo qué le estaba provocando querer borrar esa mueca de ese rostro pero, sin detenerse a pensar, tiró de su brazo haciéndolo voltear y ante que pudiera decir nada más, lo besó. Con rabia ambos pelearon con sus labios hasta que Jungkook se separó y lo alejó.
— Quedas al pendiente, pronto regresaré por aquí, quizás mañana u hoy en la noche, no sé cuándo será pero pronto. Espero que para cuando regrese hayas podido reclutar más personas. — Caminó hasta Gu Chan Sook y lo miró fijamente. — Por hoy ya me retiro. — Iba a salir por la puerta pero vio la cara de ambos hombres desencajada. — Un consejo, redobla la seguridad y contrata principalmente hombres capaces, no esa bola de ineptos que tienes ahora mismo bajo tu mando. Ha sido un milagro que no lo hayan perdido todo. ¡Taehyung!
El rubio se giró serio recobrando el sentido, caminando a paso firme y rápido a través de la oficina. Se detuvo en la puerta y tras empujar discretamente a Jungkook, se abrió paso y salió apresurado sin esperarlo en dirección a la salida.
— Nos vemos pronto.
Jungkook salió recibiendo un saludo de parte de los hombres que había golpeado pese a la mirada llena de rabia y resentimiento que a la misma vez le daban. Ninguna de esas caras le importaba, así que, articular palabra o movimiento salió de aquel almacén. La noche ya había llegado a la ciudad de Seul, sin estrellas o luna que adornaran aquel opaco y oscuro cielo. Divisó el automóvil donde había llegado y caminó hacia él notando a un Taehyung que lo ignoraba jugueteando con un celular.
Entró en el vehículo y se abrochó el cinturón, no había terminado esta actividad cuando sintió el auto acelerar, haciéndolo irse contra la guantera del mismo. Miró fríamente al conductor pero sin quejarse, optó por poner el cinturón de seguridad y darlo por incorregible. Esos dos besos habían sido totalmente innecesarios, para convencer a ese hombre de su relación, no tenían que haber llegado hasta ese punto pero, ¿por qué lo hicieron?
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(Dr. Control está en mi perfil para quien esté interesado en echarle un vistazo 🙈)
🧡🧡🧡
Hola, hola 👋🏾
Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y nos vemos en el próximo.
Miles de besitos, se me cuidan 😘
🧡🧡🧡
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