Extra: Primera cita

—¡Mamá! ¡¿Dónde está mi abrigo gris?! —Exclamó un joven e inquieto pelinegro desde su habitación a la vez que rebuscaba en su armario la prenda ya descrita.

—¡Se lo presté a Dongju-ssi! —Recibió como respuesta de parte de su madre quien estaba en la cocina haciendo una de esas recetas veganas en las que recientemente se había interesado.

—¡¿Y el rojo?! —Interrogó nuevamente el menor.

—¡Está sucio! ¡Lo usaste como doce veces! ¡Ya hasta se para solo, Niki!

El que recién acababa de bañarse y buscaba desesperado las prendas correctas para completar su vestuario resopló frustrado, inquieto y quizás un poco alterado. Si fuera chica diríamos que era el síndrome premenstrual, pero por obvias razones no era así.

Solo era nerviosismo.

Los nervios no eran algo común en un chico tan serio como Nishimura Niki. ¿Manos temblorosas y sudorosas? ¿Tartamudeo? ¡Por favor! Esas cosas simplemente no iban con su faceta tan recta y supuestamente segura. Que su corazón latiera más rápido en algún examen o que se le olvidara como escribir palabras confusas como "encefalograma" u "otorrinolaringología" cuando estaba frente a muchas personas era comprensible. Lo que no era comprensible era el tembleque raro y constante de sus manos por una cena.

Una simple cena.

Bueno, aunque quizás no era solo una cena, al menos no para él.

Para Niki estar nervioso era la cosa más molesta del mundo pero ¡Ese día tendría una cita con el sunbae de la universidad que tanto le gustaba y ni siquiera había podido dormir de la emoción que lo arrebataba! ¿Qué se supone que sintiera? ¿Serenidad total?

Él era un humano, no "Señor inexpresividad" o algo parecido.

—Literalmente siempre tengo ropa, pero hoy que necesito solo un estúpido abrigo no consigo, ¿Es esto una señal?... Probablemente sí porque estoy bastante seguro de que tenía más de dos suéteres.

Entonces Niki se dio cuenta de que estaba bastante mal de la cabeza cuando se encontró hablando consigo mismo.

Antes de continuar, permítanme colocarlos en un contexto más amplio, ¿Les parece bien?

Nishimura Niki era un estudiante de administración de empresas y economía en una universidad más o menos conocida en Seúl, la capital de su país natal. Tenía un promedio envidiable por aquellos que eran obligados por presión familiar a cursar una carrera aunque no era el estudiante más destacable como el típico nerd come-libros que estamos acostumbrados a narrar. Contaba con una personalidad irascible y algo irreverente, la mayoría de veces no congeniaba bien con sus compañeros y esa era la razón principal por la cual la mayoría de sus trabajos grupales acababan siendo principalmente "Niki y los dos niños del fondo que ni se molestaron en hacer el mínimo intento de ayudar pero aún así están allí".

Su característica más destacable para el ojo común era ser ácido y repelente, aunque en el fondo como todos nosotros no fuera alguien realmente malo. Conservaba una parte amigable, dulce, empática y cálida en una parte muy bien guardada en algún lugar de su existencia, alejada de la mayoría de personas que se le acercaban inesperadamente ¿La razón? Ninguna en particular, simplemente sus aspectos negativos eran más fuertes y resaltables que las características anteriormente mencionadas.

Pero déjenme decirles, damas y caballeros, que ese pequeño lado alternativo y dulce del azabache empezó a ser ligeramente más constante desde el día en el que un joven un par de años mayor que él llegó a su lugar de estudio junto a otros dos hombres que parecían ser sus superiores a dar unas orientaciones en una de las clases que estaba cursando ese día.

Park SungHoon, en aquel momento líder de equipo de un grupo de diseñadores en JB's Desing Corp., Captó la atención de Niki con una sencilla y cordial sonrisa seguida de una simple presentación.

No fue amor a primera vista pero si atracción a primera impresión.

Al pelinegro, al igual que muchos otros de su clase que no dejaban de cotillear sobre el castaño, le llamó la atención aquel sunbae que ayudaba a dictar unos pocos talleres sobre administración a un par de clases de su año, sintió atracción. Con el tiempo esa atracción fue evolucionando y luego de unos meses Niki pudo decir con propiedad que le gustaba Park SungHoon.

Él había creído que aquello quedaría como un crush de su ámbito escolar, nada que pudiera llegar más allá, sin embargo cuando un día se encontró coqueteando ligeramente con él fuera de la universidad se dio cuenta que podría quizás ir un poco más allá.

La atracción parecía ser mutua, entonces, ¿Por qué no?

Así fue como iniciaron. Coqueteos pequeños y discretos, miradas correspondidas y conversaciones triviales al salir de las clases del menor o el trabajo del mayor. Todo era tranquilo, bastante lindo a decir verdad, iban un poco lento pero lo hacían bien.

Aunque lastimosamente los únicos testigos de aquello eran ellos mismos.

Por eso último fue que Niki no pudo evitar sorprenderse cuando un día cualquiera de otra jornada escolar —en la que el castaño no tenía razón de ir—, SungHoon se apareció y esperó pacientemente a que saliera para decirle "Tengamos una cita formal".

Y la sola idea de pensar en tener una cita formal con aquel guapo castaño lo dejaba bastante mal.

Una cita, eso le había propuesto el secretamente catalogado amor de su vida y mayor crush hasta el momento. Simplemente se había acercado a él, bajo un par o dos de miradas curiosas de algunos compañeros de clases del menor, con una sonrisa diminuta y esa bonita aura de "chico bueno" que por alguna razón atraía a Niki como imán al metal. Sencillo, nada del otro mundo.

Por otro lado el último mencionado pudo haber respondido algo como "Por ti hasta planearía una boda de mi madre con Chayanne" tal como se lo dictaba su cerebro pero en su lugar dijo algo simple e involuntariamente seco como un "Okay".

Okay.

¡Un maldito "Okay" nada más!

NIki se encontraba en una relación amor-odio consigo mismo desde entonces porque se percibió tan ligero y eufórico al momento en el que el mayor como respuesta suspiró risueño, pero también se sintió un idiota precisamente por su respuesta tan vaga y mecánica como Robocop.

De todos modos ¡Hey! Al menos el mayor lo tomó con diversión y no se sintió incómodo por tal robótica respuesta.

¿Eso era algo bueno, no?

Luego de eso el tiempo pasó, y posterior a un par de días finalmente ya era viernes y su primera cita junto al mayor se daría por fin.

Y estaba nervioso.

Muy nervioso.

¿Qué tal si decía algo incorrecto y su Hyung se molestaba? ¿Y si no eran compatibles? Su tipo de personalidad no era precisamente la que más encajara con las demás, ¿Y si hablaba mucho? Tal vez no eligió la mejor ropa, ¡No encontraba nada!

Nishimura Niki, por favor bájale tres niveles a tu inquietud, me la estás contagiando.

En sumatoria y para atormentarlo un poco más todo el día había parecido ir exageradamente lento cuando él lo único que deseaba era que finalmente fuera la hora indicada por el mayor para iniciar su cita y que de una vez por todas su hermana menor dejara de decirle cosas como "¡Estás rojito!", "¿Ya viene tu príncipe azul?" O "Aw, que lindo es Niki cuando le gusta alguien".

Kigyeom, silencio, no es momento para ser la cuñada amorosa.

Es momento de buscar un jodido abrigo que quedara bien con el resto de su ropa.

—¿En serio necesitas tanto un abrigo? —Preguntó su madre al entrar a la habitación de su hijo, el mismo ya estaba parcialmente vestido para ese momento pero continuaba buscando insistentemente algo con lo que abrigarse.

—Normalmente las madres dicen cosas como "Abrígate", pero tú estás diciéndome que deje de buscar un abrigo.

—Es que llevas tanto rato en eso que me tienes alterada.

Ante la afirmación de la mayor Niki no había podido reprimir un suspiro.

No sabía a dónde irían pero quería verse lo más presentable posible, lo cuál sería un desperdicio si el castaño decidía llevarlo a un Arcade o a uno de esos restaurantes de Kimchi en la otra cuadra, pero eso no importaba realmente, "¡Todo por conquistar a SungHoon-ssi!" Le gritaba su conciencia.

Niki tenía planeado hacer de todo para ganarse un lugar en el corazón de aquel hombre que ya tenía el suyo sin siquiera haberlo pedido.

Se terminó de vestir en cuanto su madre, rodando los ojos, salió de su habitación. Una camisa manga larga de botón blanco y un pantalón de vestir un poco ajustado, zapatos perfectamente pulidos y una chaqueta negra que encontró al fondo de su clóset. Cuando terminó acomodó su cabello, colocó un poco del lápiz negro que le gustaba tanto usar —porque resaltaba aún más sus ojos color miel— y se miró al espejo. Lo que el reflejo le devolvió le encantó, se veía bien, bastante más de lo que tenía planeado, tanto que por un momento pensó que si se viera a sí mismo por la calle se sentiría realmente atraído.

Aunque toda esa repentina seguridad no evitaba que sintiera como casi le daba un paro cardíaco cuando el timbre de su hogar sonó repentinamente. Lo primero que hizo fue mirar al reloj más cercano a él, siendo este el que se encontraba en la pared de su habitación y marcaba galante las siete y media de la noche.

Mierda, sí que era exacto.

Por andar atento sobre la puntualidad del mayor no logró evitar que su madre fuera quién le abriera la puerta a SungHoon.

—¡Pero qué apuesto joven! —Halagó la señora Nishimura con una sonrisa cuando al abrir la puerta la sonrisa brillante del menor fue lo primero que encontró—, ¿En qué puedo ayudarte, cariño?

Niki sintió como toda la sangre se dirigía con prisa a su rostro cuando corrió veloz hasta la entrada de su hogar luego de tomar apresurado sus cosas, tropezándose con sus propios pies varias veces hasta el punto de caer, y se encontró con el amor de su vida conversando tranquilo con su madre.

—Hola, Niki —saludó SungHoon con una sonrisa cuando vio al más bajo a unos metros detrás de la mujer adulta de más o menos metro y medio.

Por otro lado el mencionado se quedó en su lugar, maravillado por su sunbae quien vestía prendas similares a las suyas. Pantalones oscuros y ajustados, camisa un tanto ancha de largo desconocido al perderse detrás del cinturón que cargaba el castaño y con mangas que llegaban hasta sus codos. Su cabello estaba peinado intencionalmente desordenado y cargaba un abrigo de un color claro en su mano.

Aunque lo que primero llamó la atención de Niki fue esa sonrisa de niño pequeño en juguetería que le dedicó. Se veía tan feliz que se contagiaba de buen humor con facilidad.

—¿Estás listo? —Inquirió Park al azabache que para regresar a tierra y bajar sus comisuras tuvo que sacudir un poco su cabeza.

—Sí, sí. Ya estoy listo —le aseguró a SungHoon en un tono suave para posteriormente dirigir su vista hasta su progenitora—. Mamá, regreso más tarde ¿Sí?

—Solo no regreses tan tarde, si lo haces me quedo despierta toda preocupada por ti y tu sentido nulo de dirección.

Ante la afirmación Niki gruñó un "Mamá" entre dientes, SungHoon por otro lado se permitió reír antes de afirmar con un tono seguro:

—No se preocupe, señora, mi sentido de dirección es mucho mejor que el de Niki —aseguró el alto castaño, parándose derecho e inflando su pecho como paloma de una forma exagerada, generando risas en la fémina.

—Lo dices luego de haberte perdido de camino a la oficina —respondió Niki con una mirada acusadora, el mayor lo miró por uno segundos con la misma expresión de antes—, dos veces —añadió al final para darle énfasis a su punto.

—¿Nos vamos?

El pelinegro rodó sus ojos con diversión a la vez que una risa moría en su garganta, se despidió de su madre con un abrazo y SungHoon con una reverencia. Ambos caminaron hasta la acera e iniciaron su camino hasta donde fuera que fueran.

—Entonces... ¿A dónde vamos? —Preguntó Niki con un poco de emoción dejándose entre ver en sus palabras.

—No lo sé. Pensé en algunos lugares antes, pero no me decidía así que... ¿A dónde quieres ir? —Interrogó de regreso el mayor, haciendo que el contrario colocara su mano en su mentón en el típico gesto de pensamiento que realmente nadie hacía al pensar.

Mientras tanto SungHoon se permitió admirar a Niki. Sus cabellos oscuros ordenados de una forma que lo hacía ver tan solo un poco más lindo de lo que ya era, sus brillantes ojos resaltando sobre cualquier otra cosa y sus labios estando tan solo un poco más rojizos de lo normal. Su ropa le quedaba de maravilla, cualquier caza talentos que estuviera por allí probablemente lo contrataría para modelo, al menos si él lo fuera lo haría.

Pero no solo estaba apreciando su apariencia física, sino que también estaba algo atolondrado por los diminutos e inconscientes gestos que hacía con sus manos al hablar sobre el restaurante que quedaba a unas calles de distancia, el cómo sus ojos se expandían un poco más al decir ciertas palabras para hacer énfasis o también el hecho de que sus cejas permanecían la mayoría del tiempo ligeramente más arriba de donde estarían si estuviera profundamente dormido como lo había visto una vez cuando llegó hasta su aula y lleno de cansancio el menor se quedó completamente dormido en su asiento.

Era bastante lindo y hacía su corazón latir con simplemente su mención.

Era divertido el hecho de que en menos de un unos cuantos meses ya se encontraba completamente colado por el universitario que había escuchado maldecir por lo bajo, el de personalidad repelente que nunca le había dicho nada verdaderamente agresivo y a que le había prestado particular atención cada vez que tuvo la oportunidad de estar en el mismo espacio. Se estaba enamorando de él y ni siquiera sabía cómo.

Quería tenerlo muy cerca, abrazarlo y decirle cuánto lo quería, aunque los demás no lo supieran por razones académicas o profesionales, no le importaba. Solo necesitaba que Niki supiera el efecto que causaba en su débil corazón con su simple existencia.

—Entonces... ¿Comida china?

Regresó a la realidad luego de unos segundos en su pequeño mundo cuando la voz suave y un poco confundida de Niki le habló detenidamente.

Sonrió antes de asentir, viendo al menor imitar su gesto antes de comenzar a indicarle un par de buenos lugares de comida china que le fascinaban por más que dijera que no eran lo mejor del mundo.

Así se encaminaron hasta el inicio de su primera cita.

( ¡Rawr! )

—¿Estás bien?

—¿Debo ser sincero?

—Por favor.

—En lo más mínimo.

SungHoon suspiró una risa avergonzada ante la honestidad del azabache que llevaba un par de bolsas de comida china en sus manos al igual que él, ambos dirigiéndose hasta las instalaciones de un particular lugar que no era en lo más mínimo lo que Niki esperaba como ubicación de primera cita.

Si había algo que Niki quería desde hace algo de tiempo era trabajar. Tener su propio carné de identificación con su imagen, nombre y apellido además del nombre de la empresa correspondiente. Usar traje y realizar trabajos excepcionales por los que sus jefes quedarían boquiabiertos. Puede que fuera raro para varios, pero al ser criado bajo el seno de una familia trabajadora era algo bastante normal. También quería tener un novio, uno que lo amara y mimara de vez en cuando, alguien que lo aceptara con sus defectos e inseguridades, alguien con quien tener citas agradables y charlas amenas.

Sin embargo Nishimura no quería combinar sus dos deseos y tener una cita en la empresa de su ligue y lugar próximo de sus pasantías, eso era algo deducible.

Entonces ¿Por qué estaba caminando a un lado de SungHoon hasta el elevador de su lugar de trabajo en lugar de estar disfrutando de un buen plato de fideos de frijol negro junto a su acompañante?

Esa es una pregunta fácil de responder.

Luego de haber decidido a dónde irían a comer, ambos jóvenes se encaminaron con calma hasta el respectivo lugar, la noche los cubría y el frío comenzaba a hacer aparición. No tardaron mucho en llegar a un pequeño restaurante en un barrio relativamente lindo a unas cuadras de distancia que era administrado por una amable señora un tanto mayor, fueron atendidos con eficiencia por los otros jóvenes empleados en el lugar, eligieron su comida y bebidas sin mucho problema y se dispusieron a esperar con calma, charlando un poco sobre sus gustos mientras que el olor a fideos y camarones llegaba gustoso hasta sus sentidos olfativos. Todo iba bien hasta que en medio de su debate sobre la existencia de enanos y duendes el teléfono del castaño sonó. Al principio SungHoon había dicho que no iba a contestar, no obstante Niki le había insistido en que lo hiciera ya que podría ser importante.

Y no estaba equivocado.

Al responder el llamado lo primero que llegó a SungHoon fue la voz fuerte y un poco desesperada de su jefe, el cual estaba halándose con desesperación sus cabellos oscuros desde su raíz al no poder encontrar, cito, "el importantísimo contrato con la empresa china que si no encontramos significa quedar en bancarrota en menos de tres días".

Quizás Jaebeom estaba exagerando o quizás no, SungHoon no quería averiguarlo, pero ante la estupendamente inoportuna orden de ir hasta la oficina para buscar en su escritorio el documentos que podría haberse mezclado con los suyos no le quedó de otra que responder un simple y frustrante "Voy en camino" antes de poder recibir su tan esperada orden de comida.

Cuando Park le contó sobre lo sucedido a Niki tuvo miedo de que este se molestara con él por no saber separar su vida laboral de la personal y viceversa, no obstante lo que recibió fue un "¿Quieres que te acompañe?" que le hizo alzar sus comisuras en una sonrisa agradecida.

Entonces, allí estaban, ambos dentro del elevador de JB's Desing Corp., dirigiéndose hasta el octavo piso del edificio con un par de bolsas con comida china ya empaquetada y próximamente fría. Sumergidos en un silencio vagamente incómodo que era llenado por la música del ascensor.

SungHoon no podía evitar sentirse apenado mientras que Niki por su parte se permitía observar con detalle el lugar para matar el tiempo.

—Oye, Niki... —El mencionado dirigió su vista hasta el más alto—, siento mucho esto, pero si me permites podríamos salir en otra ocasión también para compensarte por venir acá. Si quieres, claro.

El más bajo lo miró, detalló su expresión con paciencia antes de finalmente asentir con una expresión divertida al mismo tiempo que el pitido del ascensor les indicaba que ya estaban en el piso correspondiente. Las puertas se abrieron y lo primero que escucharon fue una exclamación aliviada que pasó a ser confundida en tan solo unos instantes.

—¡Park SungHo-...! ¿Nishimura Niki?

El primer mencionado miró hacia el frente, su acompañante por sentido reflejo hizo lo mismo, ambos se encontraron con la mirada un poco confundida de Im Jaebeom, el jefe de SungHoon y director ejecutivo del lugar.

Jaebeom, o también apodado como JB por sus empleados más jóvenes, llevaba aproximadamente un año a cargo de la empresa de su familia, era un jefe despreocupado, pero también muy desorganizado. No era el mejor ejemplo de ejecutivo exitoso y aún así había llevado bastante bien todo e incluso algunas universidades habían solicitado su presencia para dar los talleres ya mencionados antes en donde pudo conocer entre todos los jóvenes a Nishimura Niki.

Aunque él no entendía muy bien que hacía el muchacho allí.

—Hyung, ya vine. Nikki viene a ayudarme.

El apodado JB enarcó una ceja.

—¿Cómo es que estaban juntos? —Interrogó el mayor de inmediato, antes de que alguno de los dos pudiera responder él mismo lo hizo—. Ah, ¿A él era a quién le ibas a dar tutorías?

—Puede ser.

Dicho eso SungHoon se encaminó al interior del lugar sin mucho problema, Niki lo siguió no sin antes hacer la acostumbrada reverencia al hombre ya adulto frente a él quien no le despegó la mirada de encima en ningún momento.

SungHoon se dirigió de inmediato hasta su pequeña oficina, en aquel entonces no era tan grande como la de un director pero era agradable. Tenía un escritorio para sus cosas, un pequeño sofá que él mismo le añadió, una estantería para sus documentos y una mesita. El mayor colocó lo que llevaba en sus manos sobre la mesa de madera clara, después tomó lo que el azabache cargaba y lo colocó a un lado.

—Ya regreso, iré a ayudar a Hyung y luego vuelvo. Puedes sentarte, ¿De acuerdo? Prometo no tardar mucho.

Niki no pudo evitar reír ante la velocidad de las palabras del más alto, quien con nerviosismo no había parado de agregar más a su oración.

—No se preocupe, SungHoon Hyung. Yo me quedaré aquí —aseguró el azabache con un gesto tranquilo que alivió a al mencionado quien inmediatamente después le dedicó un "gracias" y se retiró.

En cuanto el castaño se fue Niki suspiró.

—Y bien ¿Ahora qué? —Se preguntó a sí mismo en voz alta con un suspiro de por medio.

Los primero minutos se quedó sentado en el sillón, su cuerpo siendo absorbido por él casi de inmediato de una forma divertida y repentina que lo asustó. Convirtió sus labios en una fina línea cuando se dio cuenta del aburrido silencio que inundaba todo, meció sus pies de un lado a otro y suspiró cuando su estómago rugió tal como un león.

Pasaron cinco minutos y se levantó, comenzó a pasearse por el lugar, observando las fotografías que el mayor tenía sobre su escritorio. Una era de él con quien creyó era su madre, una en su graduación de preparatoria y una en la de la universidad, tenía algunas figurillas y un desastre de papeles mal organizados por todos lados que le dio alguna clase de comezón psicológica por arreglarlo.

Niki no soportaba un trabajo mal hecho pero se estaba aguantando mucho para no hacerlo. ¿Qué tal si extraviaba algún documento importante? No, gracias. Él sabía muy bien que las personas desordenadas tenían su propio sistema de orden el cual él no estaba dispuesto a modificar en lo más mínimo.

Continuó su recorrido hasta llegar hasta la estantería, había un montón de libros sobre contaduría y administración que se permitió tocar con la yema de su dedo índice, repasando los títulos de cada uno, se fijó en las carpetas que dedujo eran sobre los trabajos realizados en la empresa, una pequeña bandeja con bolígrafos de todos los colores, lápices a medio acabar y algunos clips. Nada fuera de lo ordinario. Su vista regresó al frente, otra vez cayendo sobre el escritorio desorganizado.

No debería hacerlo.

Si salía mal SungHoon podría molestarse con él.

Pero tendría un escritorio ordenado.

Y si salía bien sería felicitado.

Y de paso SungHoon tendría un escritorio organizado.

A la mierda, su mínimamente existente ataxofobia se haría responsable después.

( ¡Rawr! )

Las empresas funcionan adecuadamente gracias a sus socios y su propio ingreso, cuando una empresa reinicia recientemente la llegada de socios es lo que determina si se mantendrán a flote o se hundirán trágicamente como el titanic. Para la empresa en la que SungHoon trabajaba el socio más importante era la empresa china que tenía como acuerdo llevar a algunos de sus novatos a desempeñarse en territorio coreano mientras que los directores ejecutivos bajo el mando de Jaebeom serían trasladados a China.

Para el ojo inexperto podría parecer poco o simplemente aburrido pero para la compañía era una oportunidad única de recibir promoción en los medios.

Pero lastimosamente para realizar aquello necesitaban encontrar el documento que daría inicio a su alianza.

—Juro que si consigo el documento me paso a cristiano, Dios, ¡Por favor! —Exclamó Jaebeom con desespero, moviendo su cabeza de un lado a otro en un gesto particularmente gracioso fuera de contexto.

SungHoon parpadeó varias veces, su vista ya cansada luego de leer tantos papeles que nada que ver con lo que estaba buscando desesperadamente. Ya su reloj marcaba las nueve y media de la noche, llevaba más de hora y media buscando ese estúpido contrato con la ayuda de su jefe y simplemente no encontraba nada, era como si hubiese sido tragado por la tierra y escupido en algún lado del océano pacífico.

—Supongo que tendré que renegociar o simplemente decir "no" a la alianza con la empresa china —concluyó Jaebeom mientras que rascaba su nuca con frustración y dejaba las carpetas que revisaba sobre su regazo—. Lamento haberte llamado en tu día libre, SungHoon-ssi. Puedes ir a casa.

El castaño suspiró con frustración y fastidio. Por unos instantes sintió que verdaderamente había estado perdiendo el tiempo. No sabía que iba a pasar a partir de ese momento, pero sí sabía que su sueldo probablemente no recibiría ese preciado aumento que tanto deseaba. Y era preocupante.

Hizo una reverencia para su jefe y se encaminó hasta su oficina. En el corto camino iba pensando en su fallida salida con el azabache, probablemente tenía exagerada hambre y un par de ganas de lanzarle un café frío. Aunque el menor dijera que no fuera necesario ya vería como disculparse por la forma en la que se habían desarrollado los acontecimientos. ¡Todo por un estúpido contrato que ni siquiera logró encontrar!

Quería halarse los cabellos con fuerza pero se abstuvo, bastante le había costado arreglar decentemente la maraña que tenía por cabello. Llegó hasta su zona de trabajo, abrió la puerta sin ninguna expresión en particular y se sorprendió un poco al encontrar a Niki dormido sobre su sofá.

Bueno, quizás debió haberle dado la clave del WiFi para que se entretuviera en su computadora o algo mientras regresaba.

Pasó su mano por su rostro para eliminar el poco sueño en su sistema y con sigilo se dirigió hasta su escritorio para aprovechar y tomar algo más de dinero de su cajón de emergencias, pero simplemente quedó un poco extrañado al encontrar su gran mesa de metal y madera ordenada. Por instinto dirigió su mirada al castaño que permanecía soñando, la interrogante sobre si había sido él el responsable lo abordó de inmediato y como respuesta sonrió.

No debió haberse tomado la molestia realmente.

Eso era lo que pensaba con una expresión atolondrada cuando de repente sus ojos se abrieron hasta su límite y sus cejas se alzaron de forma repentina.

¡El contrato estaba sobre su escritorio!

Entonces SungHoon sintió como su corazón caía sobre las manos del azabache una vez más.

Increíble.

( ¡Rawr! )

Niki abrió sus ojos con lentitud cuando sintió como su brazo recibía suaves punzadas acompañados por pequeños "Niki, despierta" de parte de una voz algo conocida para él. Con el sueño aún nublando sus sentidos logró enfocar un poco su visión, se orientó mentalmente de forma exitosa sobre su paradero, aún continuaba en la oficina de SungHoon. Se estiró un poco sin mover más que sus brazos y ladeó su cabeza a un costado para encontrarse con la mirada cariñosa de su cita.

—Hola. Ya volví.

—Hola. Ya me di cuenta.

La melodiosa risa de SungHoon rellenó el lugar y contagió a Niki.

—¿Qué hora es? —Interrogó el azabache mientras se sentaba adecuadamente en el asiento, escuchado los huesos de su cuello y espalda tronar de una forma que aunque no sintió nada realmente igual le dolió.

—Justo ahora eso no es importante —aseguró el castaño—. Te tengo una sorpresa.

Niki frunció su ceño con confusión ante la afirmación del mayor.

—¿Una sorpresa? —Repitió a manera de pregunta el de ojos más claros.

—Ya que nuestra cita tuvo un par de inconvenientes que provocaron una reducción de dopamina tomé la iniciativa de resolverlo con una sorpresa.

—No me hables como si fuera un pasante a punto de entrar a una reunión sobre la caída de la bolsa económica, gracias.

SungHoon miró a Niki de forma bromista para posteriormente reír bajo y con un suspiro de por medio. Intercambiaron un par de palabras más y dejaron las interrogantes de Niki sin responder, cosa que le molestaba al menor que simplemente quería saber dónde estaba su plato de fideos de frijol negro y camarones, después el mayor comenzó a dirigir al más bajo por todas las instalaciones del lugar hasta llegar de nuevo al ascensor.

—Entonces no me vas a responder.

—Exactamente.

—¡Solo quiero saber a dónde me llevas! —Exclamó Niki como niño haciendo berrinche.

SungHoon lo ignoró para así presionar el botón indicado en el elevador para poder subir hasta la gran terraza con la que el edificio contaba. El menor se resignó a continuar confundido y suspiró, el mayor lo miró de reojo con una sonrisa antes de decir:

—¿Sabías que al CEO le gusta mucho la idea de comer en la terraza?

Ante las palabras del castaño Niki se giró a verlo con prisa, las puertas del ascensor ser abrieron y SungHoon salió de inmediato para girar a su derecha, llamando la atención de quien lo siguió de cerca y quedó asombrado al ver una pequeña mesa decorada con una simple manta y algunas luces Led que colgaban de los bordes de los muros de seguridad. La comida estaba sobre la mesa y había un par de sillas giratorias de oficina a cada lado de la superficie donde tendrían su cita.

—Bienvenido a nuestra primera cita, versión oficina.

La forma en la que el mayor pronunció aquello generó una expresión risueña en el azabache que acabó negando con la cabeza antes de acercarse lento hasta el lugar para detallar mejor lo que el castaño había logrado hacer en... alguna cantidad de tiempo lo suficientemente corta como para no levantar sospechas.

—¿Cómo hiciste esto?

—Pedirles favores a mis superiores luego de terminar labores es mi pasión —contestó con cómica seriedad el mayor entre los dos—. Espero que te guste porque si no habré perdido mi imagen en vano cuando uno de mis Hyungs me vio sentado en la silla giratoria mientras la subía por el ascensor.

Una gran carcajada brotó de la garganta del de ojos más claros y se le fue contagiada con diversión al más alto quien carraspeó en fingida seriedad antes de comenzar con su papel de anfitrión.

—Joven Nishimura, pase por aquí —le pidió el más alto, imitando a los MC de las bodas y sus tonos elegantes de una forma divertida, Niki simplemente le siguió la corriente sin cuestionar nada—. Esta noche le traemos una preparación de origen oriental preparada finamente por nuestras manos expertas.

El castaño hablaba con tranquilidad a la vez que supuestamente guiaba al menor hasta su lugar reservado, siendo este la silla más grande. Acomodó su lugar por él como había visto hacer a los protagonistas de las películas románticas alguna vez, dejó todo en su lugar y con rapidez fue a su asiento, tomando con velocidad los palillos de madera que les habían entregado en el restaurante donde compraron todo y separándolos para luego extenderlos hasta el menor quien agradeció el gesto. Repitió la acción con sus propios cubiertos y procedió a realizar lo más esperado de la noche.

Comer.

—O esto está buenísimo o yo tengo demasiada hambre —afirmó SungHoon sin descuidar su comida en ningún momento.

—Todo lo que prepara la señora Cha es bueno, incluso recalentado —respondió Niki mientras disfrutaba el sabor de los alimentos en su boca.

No importaba si era por el hambre o por el verdadero sabor pero era simplemente espléndido.

Continuaron comiendo a la vez que conversaban sobre cosas triviales una vez más, varios temas salieron a la luz y sin darse cuenta ya llevaban dos horas hablando, con química desbordante entre ambos, las luces de la ciudad siendo parte de su escenografía y el viento frío de la noche acariciando constantemente sus rostros.

Y pudo haber permanecido así un rato más de no ser por el mensaje preocupado de la señora Nishimura cuando las doce de la noche estaban por marcarse en los relojes de ambos.

—Oh, Dios, es tardísimo —exclamó Niki con sus grandes ojos bien abiertos, haciendo a SungHoon reaccionar igual cuando notó la hora también—. Debo irme.

—Te acompaño —se ofreció el castaño a la vez que se levantaba de su lugar al igual que su acompañante.

—No, no te preocupes. Puedo ir solo.

—Ni lo sueñes, sería maleducado.

Su pequeña e insignificante discusión tuvo lugar en el camino hasta el ascensor, todo lo que había utilizado para comer lo había recogido con anticipación así que solo debían irse.

—No quiero que llegues tarde a tu casa, ¿Sabes? —Explicó Niki con paciencia.

—Y yo quiero acompañarte —contestó SungHoon, imitando el tono y final de su propia oración.

El menor suspiró resignado a lo que el contrario rió.

—La próxima vez puedes acompañarme tú a mí —sugirió Park para animar la frustración del más bajo al "perder" la discusión.

Aunque Niki realmente solo había canalizado su atención a una parte específica de su frase.

—¿Habrá una próxima vez? —Se atrevió a preguntar, bajito y con sus claros ojos brillando de la emoción.

—Si tú quieres.

—Obviamente quiero. Nadie nunca me había dado una cena en una terraza.

El castaño miró al menor con una sonrisa que fue correspondida de inmediato.

Y en ese momento ambos supieron que todo no había salido tan mal para ser su primera cita.

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Bueno oficialmente esta adaptación a llegado a su fin, nuevamente agradecer a M_Hyuka por dejarme adaptar su historia.

Y eso sería todo, se me cuidan <3

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