16.

P A U L E T T E

—Buenos tardes, pequeñines —nos saluda Clara, la profesora de Jazz. Hoy viste algún raro atuendo que trata de imitar a una muñeca de esas antiguas. Lleva una falda roja acampanada, una polera blanca con cuello en forma de corazón y lentes rojos y negros con esa misma forma. Incluso se ha dibujado una lágrima en su mejilla como parte de la actuación. Me recuerda a Melanie Martínez—. Hoy es un día muy especial. Nuestra primera competencia será en una semana y, para calentar, iremos practicando desde ahora todos los números que haremos. ¡A mí me tocó poner la coreografía del número grupal! ¿No es maravilloso?

—Sí —dicen todos, aunque sin un rastro de emoción en su rostro.

De lo que he visto en mí tiempo en la Academia, estamos a punto de terminar una semana más o menos provechosa, sé que Clara es el tipo de profesora excéntrica, nada sencilla e impredecible del que nunca se sabe qué tipo de coreografía esperar. Podría meternos con vestuario y movimientos del tipo de Lady Gaga, y no podríamos decir que no porque de eso dependen nuestras calificaciones y nuestro futuro en el equipo oficial de la escuela.

Si desde ahora nos ponemos como divas en cuanto a que baile elegir, seguro nos echarán.

En mi anterior compañía las cosas eran diferentes. Teníamos sólo un grupo de competencias y una sola entrenadora. Estábamos muy familiarizados entre todos, éramos un sólo equipo.

Aquí todo es competencia constante. Las cosas dependen de tú rendimiento.

—Bien, nuestro baile grupal será sencillo, pero divertido. Tendrá una historia en él, con todo y protagonistas. La canción que bailarán se llama, "Wasted Youth", por Sonny Alven. Se trata de una chica, llamémosla Kaitlyn, que llega a la ciudad, y está descubriéndose a sí misma, al amor, y todo lo que viene con él. Tendremos tres protagonistas, y serán Paulette, Marco, y Sebastián.

—Felicidades, talentosa pequeñita —dice Paige, inclinándose hacia mí y empujándome juguetonamente—. Un triángulo amoroso candente, ¿Eh?

La coreografía es mejor de lo que esperaba. He bailado muchas cosas a lo largo de mí vida, historias de amor de todos tipos. Pero esta es linda, tiene una combinación de jazz y lírica, osea que es un baile romántico y atrevido a la vez. Clara nos enseña a las chicas y a mí una pequeña parte de la coreografía grupal, luego dice que estamos listos para ensayarlo, y que la parte romántica va a llevar un gran tramo de improvisación.

—Dejénse llevar, el amor es improvisado —dice.

La canción comienza. Estoy yo, en el centro del escenario, meneándome ante el tono tranquilo en que comienza.

—Eso es —dice Clara, dándome instrucción—. Eres Kaitlyn, aun estás descubriendo del mundo y, de repente, te absorbe. Las chicas vienen detrás de tí, te llenan de ropas y joyas, aprendes del mundo, bailas con él. Eres sensual, atrevida.

Aun no me he acostumbrado a la forma en que me miran los bailarines de aquí. Los chicos, que esperan su turno a nuestro alrededor mientras las chicas bailan conmigo, me miran de distintas formas. Algunos con admiración, mientras que otros sólo me juzgan, como la competencia que soy.

La primera parte es más rápida y sensual, así que me divierto mientras Paige pone las joyas sobre mí e Isabella me mueve y calza un «vestido de la ciudad». Me uno a las chicas, bailamos en conjunto.

»Y llega Marco —nos indica Clara, indicando su entrada—, llamémosle "Johny", y ambos se enamoran. ¡Bum! Hay un amor instantáneo entre ustedes.

Las chicas se alejan de mí, haciendo un baile alrededor de nosotros, pero también dándole espacio a Marco para que, con sus movimientos, se acerque a mí. Nuestras miradas se encuentran. En el baile, él y yo tenemos un amor instantáneo. Efusivo, como la música.

En la vida real, nuestra química es igual que la última vez que bailamos juntos. Nuestros cuerpos se amoldan perfectamente, guiados por la música, que nos hace acercarnos y palparnos, que me hace buscarlo tal como él me busca a mí, con sus movimientos gráciles y sencillos, certeros.

Nos alejamos. Él estira su mano hacia mí, yo la tomo y nos movemos juntos cuando la música toma un ritmo más  romántico y tranquilo. Nuestro amor de baile florece.

Él me envuelve en sus brazos, me abraza, nos movemos y me alza en el aire, mostrando que nos hemos perdido el uno en el otro. Me pierdo en los ojos verdes de Marco, en la forma en que pasa sus manos por mí cintura y nos movemos al ritmo de la música.

—Pero no todo es color de rosa en una relación —nos guía Clara—. Ustedes comienzan a ser más efusivos, a tener problemas. Paulette, tratas de tener espacio, porque Kaitlyn es como un pájaro, libre. Johnny la sigue, enamorado. Kaitlyn, llora, gime, y se golpea en el suelo, pero luego Jonhy vuelve y la vuelve a conquistar. La música está en el clímax, te mueves, bailas, se atraen y repelen y, entonces, lo dejas ir.

Hacemos exactamente eso. Marco es un bailarín excelente. Me carga con una facilidad magnífica, hacemos varios movimientos difíciles que, entre nosotros, se sienten fáciles. Incluso me siento coordinada con él, algo que también cuesta mucho tiempo conseguir. Es un guía excelente, y mi cuerpo responde a sus movimientos, que nos hacen girar por todo el escenario, como si sólo estuviéramos nosotros en él. El coro de la canción sigue, entonces lo dejo ir, tal como nos indicó Clara, antes de que la canción cambie. Él me abraza, yo lo empujo.

»Kaitlyn está en el suelo, con las manos en su cabeza mientras se mueve de un lado al otro, cuando entra Sebastián, al que llamaremos Trevor. Trevor es diferente, no es un amor efusivo, como con Johnny, sino que él lleva a Kaitlyn mucho más lentamente. Seca sus lágrimas, le va ayudando a caminar, ustedes bailan mientras el mundo, los demás, bailan detrás de ustedes. Ahora Kaitlyn es una de ellos. Una citadina. Pero no puedes dejarte llevar. Sigues poniendo tus ojos en Johnny, que baila hacia tí desde el fondo, como una sombra. Jonhy te observa, te necesita, pero tú estás comenzando a perderte de en Trevor.

Sebastián y yo bailamos también.

Es sencillo, la forma en que nos divertimos quema dentro de mí, pero trato de enmascararlo en los momentos en que, "Kaitlyn" centra su vista en "Jonhy".

Sebastián no va a dejar que me olvide de la química que se supone que debemos tener. Me atrae hacia él, pone su mano en mi mejilla, sus ojos grises soltando una necesidad que reconozco bien, me toma de la cintura y me hace subir en sus brazos, las chicas bailando alrededor de nosotros mientras hacemos una figura perfecta.

La parte romántica vuelve. Sebastián y yo nos acercamos de nuevo, pero antes de que algo pueda suceder, Marco vuelve a escena, jalándome a sus grandes brazos, jugando con lo del triángulo amoroso, aunque puedo ver una real furia en sus ojos, no centrados en mí, sino en Sebastián.

Vaya, es muy buen actor. Es como si realmente estuviera enojado.

—¡Eso me encanta! —grita Clara, excitada—. Hay realmente mucha tensión entre ustedes. Kaitlyn no sabe entre quien decidir. Va entre Trevor y Johnny el resto de la canción, pero también viaja entre las chicas y el mundo, que tratan de absorberla de nuevo. Aquí entran los chicos, y todos bailan coordinados, llevando al final de la canción.

Esta es la parte más loca del baile. Es un revoltijo de cuerpos. Sebastián me atrae hacia él, bailamos un poco, pero no lo suficiente hasta que Marco nos detiene y me acerca a él, sus ojos verdes brillando con un oscuro enojo que no puedo reconocer. No hay broma, ni esa forma burlona que tiene Marco de reír, sino que hay una necesidad en sus ojos que me hace temblar en el momento en que nuestras manos se tocan.

Sebastián entra en acción, de nuevo. Estamos bailando cuando yo decido terminar con el "dilema" de Kaitlyn, perdiéndome entre las chicas, decidiendo que al final Kaitlyn siempre fue libre y merece ser feliz sin depender de Trevor o Johny.

Este es el momento que amo de bailar. La parte en la que no soy yo, sino es un personaje. No hay nadie más en el mundo, nada más importa. Mi cuerpo se mueve solo y vuelo, tal como Kaitlyn.

—¡Bravo! ¡Maravilloso! —dice Clara, cuando terminamos—. Lo imaginé pero no creí que sería así, tan mágico. Sebastián, Paulette, Marco, tienen una química excelente. Marco, tienes que mejorar tú técnica, que parece completamente floja, pero los movimientos que usaste fueron completamente certeros y se coordinaron muy bien con los de Paulette, uno de los motivos por los que te elegí en primer lugar. Son tan buenos actuando como pareja que pareciera que están saliendo.

—Afortunadamente para ella eso está tan lejos de suceder como el que yo consiga un protagónico —dice Paige, con su típica confianza—. Pero no te preocupes, Marco, ya encontrarás a alguien más.

Marco rueda los ojos mientras los demás ríen, divertidos. Sebastián se acerca a mí, para decir:

—Estuviste muy bien. Tal como recordaba.

—Lo mismo digo —respondo, sonriente—. Me hace recordar muchas cosas en el pasado, ¿Sabes?

—Aquello de lo que no hemos hablado —dice él, a sabiendas—. No quiero que pienses que no lo recuerdo y que no significó nada, pero tampoco...

—Sebastián —interrumpo—, sí alguien sabe lo importante que es que lo que pasó esa noche no se revele soy yo. No es que no haya significado nada, sino que ahora está en el pasado. Tú estás con Layla, son una pareja muy buena. Se complementan.

El rostro de alivio de Sebastián es un tanto agridulce para mí. Me siento rara, porque sé que está bien que nadie sepa lo sucedido, pero a la vez, sé que los secretos son malos.

De todos modos, tomando en cuenta lo protectora que se ha vuelto Layla estos días en cuanto a su novio, es lo mejor que he podido hacer.

Layla prácticamente nos separa cada que podemos estar cerca el uno del otro. Siempre lo lleva a su habitación, me mira de tal forma que me dan escalofríos. El otro día incluso no me dijo que íbamos a cenar con Sebastián en un restaurante cercano como "familia". Al final tuve que llamar a East, así que ambos fuimos juntos a cenar en un puesto de tacos. Fue bueno, pero nada quita el regaño que me dió Charlotte por no haber llegado a su cena.

—No sé que decir —responde—. Esto es incómodo. Pero recuerda, cualquier duda o cosa que quieras saber aquí estaré siempre para tí, ¿Está bien?

—Claro —respondo. Él estira su mano para apretar mi hombro, luego me deja sola, no puedo más que pensar en este raro encuentro mientras miro fijamente como los demás bajan del escenario y van entre los asientos hacia los vestidores. Hay unos vestidores aquí, pero no están nuestros casilleros como en el edificio de entrenamiento.

Antes de irme me deshago de mis zapatillas de ballet, luego tomo mi bolso y me dispongo a ir también a los vestidores. El día ha terminado. Estoy libre, por ahora.

Necesito encontrar a Paige para que hablemos sobre un trabajo en la cafetería que trabaja. Podría unirme a ella y a Perla, aparte el dinero no me vendría mal si considero que mi tía es bastante estricta hablando de mí herencia, por no decir tacaña.

Pero parece que se ha ido. La llamo detrás del escenario, incluso la busco tras bastidores, la zona donde están las cosas técnicas, pero no está. Todos se han ido, me he la pasado mucho tiempo pensando.

El sonido de la puerta al cerrarse se escucha.  Puedo decir que la última alma dentro de este lugar se ha ido, lo que me hace soltar un poco del aire que no sabía que retenía y caer al suelo, derrumbada y cansada.

—No estás sola, morita.

—Al parecer no, idiota —respondo a las burlonas y molestas palabras de Marco, que ha salido de su escondite en el fondo del escenario—. ¿No tienes que irte también? ¿No eres un tipo bastante ocupado, puedo recordar?

—No tengo nada que hacer —responde. Fijo mis ojos en él, que simplemente se encoge de hombros—. Mi madre se pondrá feliz cuando sepa de mi protagónico y prefiero mantener el momento en que llegue a casa lo más lejano posible.

—No sabrá si eres el protagonista sino se lo dices —digo, molesta. ¿Qué se supone que hace él aquí? ¿No puede sólo dejarme sola?

Marco no responde al instante. En vez de eso deja su lugar en el público y vuelve al escenario. Cuando lo he perdido de vista, contesta:

—El tener protagónicos en Charlton es una gran cosa. Los maestros se ponen como locos y llaman a los padres para avisar el logro de sus hijos incluso antes de que lo sepamos. Creo que ahora entiendo porque me hizo panqués de desayuno, ella lo sabía y ahora piensa que me estoy volviendo un hijo bueno, como antes.

Mientras habla, la voz de Marco se oye cada vez más clara y cercana. Antes de que lo sepa, lo oigo detrás de mí.

—Y ser un hijo bueno es algo totalmente impensable, imposible, ¡Horrible! —me burlo. Él viene y se sienta frente a mí, lo que hace nuestra plática un poco más seria, porque tenerlo mirándome de esta forma es raro, y real, y no son sólo bromas sin sentido.

—¿Por qué eres tan mala conmigo? —pregunta Marco, entrecerrando sus ojos hacia mí.

—Eso es lo que deben de decirte todos —respondo, sin responder su pregunta realmente—. Marco, ¿Por qué eres tan malo? De tú madre. Señor Marco, ¿Por qué se comporta de semejante forma? De la profesora Pavlova. O, ¿Por qué está teniendo un comportamiento tan deplorable? Del oficial de policía al ver que es la veinteava vez que te arresta. ¿Por qué, porque Marco?

—Estoy hablando en serio.

—Y yo también. Eres tú el que me molestó desde el primer día. Tú hiciste el primer movimiento tomando mi diario y leyéndolo sin importarte que fuera privado. Tú comenzaste a llamarme morita sin sentido, tú eres el que no deja de molestarme en cuanto a mi amistad con Sebastián, y que Layla sea mi prima. Tú, tú, y tú.

—Está bien —admite, dejándome sorprendida—. He sido un poco grosero. Pero ahora ya no lo seré, podemos formar una alianza.

—¿Alianza?

Es difícil de creer que Marco quiera hacer una alianza. Según lo que me dijo Sebastián, nunca se ha interesado realmente en el baile, sólo está aquí por conveniencia, ¿Y quiere tener una alianza?

—Aquí hay muchos doble cara —comienza a explicar, serio—. Se aprovechan de los más débiles, creen que porque somos diferentes a ellos no merecemos tener los protagónicos. Mira a Isabella. Todos son como ella. Pero si te interesa la escuela, la natación, o cualquier otra cosa, no mereces tener lo que ellos tienen. A mí me interesa mucho el baile callejero, ¿Y sólo por eso Sebastián cree que no me interesa realmente el ballet, o destacar?

—Sebastián no es así —interrumpo, como por defensa instantánea. Sebastián es muy parecido a mí, por lo que siento que es como si estuviera diciendo que yo soy una doble cara.

—No lo conoces —responde—. Tú llevas viviendo frente a él durante un verano, yo llevo viviendo frente a él dos años. Él tiene que ser el mejor porque le han enseñado eso, y cualquiera que no encaje en el molde, que, por ejemplo, sólo lleve bailando desde que tiene trece años, como yo, es alguien que, por ende, debería permanecer como secundario. Porque nadie puede superar sus movimientos perfectos, ¿Verdad?

—No es malo querer tener buenas calificaciones, además, la profesora es la que elige los bailes, no ellos.

—Hay un modo de trabajar aquí, no es siempre, pero se hace de vez en cuando, en el que los profesores nos evalúan de acuerdo a equipos o parejas formados por nosotros mismos. Quieren ver qué tan buenos somos para ver nuestra situación, para elegir parejas o grupos. Sebastián seguro intentará tenerte en su equipo, pero Isabella no. Lo que yo te propongo es quitarlos de su pedestal. Enseñarles que no todo es la apariencia. Se trata de talento.

—No lo sé —es lo primero que logro responder—. Lo creería de Isabella, pero de Sebastián...

—Los oí hace un rato, ¿Sabes? ¿Qué sucedió entre ustedes? ¿Por qué no puede admitir que se conocían desde antes? Todo aquí es apariencias, y si alguien sabe que su perfecta relación con la perfecta Layla está teniendo problemas, habrá problemas para él.

—Claro que habrá problemas —suelto, defendiendo a Sebastián porque él ha sido un buen amigo estos días, sea cual sea la razón por la que se me acercó en primer lugar—. Su padre no aprueba su relación. Cree que Layla no es suficiente para alguien como él. Si sabe que algo pasó entre nosotros, seguro se lo echará en cara. Aun cuando sólo oiga de nuestra amistad.

—¿Y qué pasó que es tan importante mantenerlo en secreto? ¿Cogieron?

—Eso es privado. ¿Por qué debería de confiar en tí? —gruño, molesta, al momento que me levanto y aliso mi tutú—. Sólo eres un conocido. Hemos estado juntos tanto tiempo porque Perla nos une, pero, de ahí, no hay nada.

Marco se levanta conmigo. Sus ojos verdes centellean, furiosos.

—Tal vez deberías confiar en mí porque soy honesto. No me importa lo que piensen los demás. No soy un doble cara, como él. ¿En serio cogiste con él? ¿Después de sólo una noche de conocerlo?

No lo hice. No hicimos nada, pero no puedo decir que, sino hubiera sido virgen, no lo habría hecho. Él, por su parte, sigue hablando mientras, al mismo tiempo, sigue acercándose más y más a mí.

»Es por eso que no puedes desconfiar de Sebastián. Hay algo entre ustedes, aun cuando sea imposible.

—Eres un idiota —suelto, he perdido la paciencia, mis nervios están explotando—. ¡No! Él ya no me interesa. Lo que pasó esa noche, sea lo que sea, no es de tú incumbencia. Y no, no me uniré a ti y tú alianza, trabajo sola.

—Bien, no te unas a mí. ¿Quieres que te convenza? —pasa una de sus manos por el mechón pelirrojo de mi moño que no deja de salirse—. ¿Qué te seduzca tal cómo él?

Por un momento, me pierdo en los ojos de Marco, de nuevo. Siempre tienen este aire pesado y duro, como si estuviera realmente metido en algo. La vida, lo que sea, sus ojos tienen una pasión que me hace tambalear. Cambian con su personalidad, su estado de ánimo, no lo sé, pero siempre que los veo son distintos.

Pero también, me retan. Son impredecibles. No sé si realmente quiere que lo acepte, o quiere que lo rechace. Es como una prueba, una prueba que se supone que tengo que pasar.

Sin más, y como en cámara lenta, él va acercando su boca a la mía. Lo siento detenerse justo sobre mis labios, sin comenzar.

Soy yo la que lo inicio, atrayéndole hacia mí. Él lleva sus manos a mi espalda, a mí delgado y simple leotardo, mientras que nuestras lenguas comienzan a actuar en una danza deshordenada. Todo él es deshorden, incluso sus besos, la forma en que juega con mis labios, en la que se mueve y nos hace estar más cerca, si es posible. Es efusivo, no puedo tener suficiente y, a pesar de eso, tan rápido como comenzó, me suelto. Él me mira fijamente, como no entendiendo porque terminé con algo que iba tan bien.

Fue bueno. A pesar de ser deshordenado y efusivo, Marco y yo tenemos una pasión desenfrenada que incluso puede verse cuando bailamos juntos.

Pero se supone que debo de pasar esta prueba.

—No. Lo lamento, pero no eres tan bueno. No como él —digo. Su cara cambia de color, por la furia. Incluso sus puños están apretados, como si en cualquier momento fuera a explotar.

—No mientas —dice, detrás de mí. Lucho con todas mis fuerzas para no detenerme y volver a insertar mis labios sobre los de él—. Sé reconocer cuando lo estoy haciendo bien.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top