14.

P E R L A

¿No tienes calor?

¿Por qué usas suéteres siempre?

¿Es qué no te gustaría que los demás notaran lo bella que eres?

¿Por qué no dejas de esconderte?

—Perla, sé que no estás bien. Háblame.

Bajo la mirada, nerviosa. No quiero hablar en estos momentos, es como si una capa de estrés se hubiera formado a mí alrededor impidiendo que vea todo y haciendo que me sienta estúpida.

Me concentro en el césped, en la forma en que la luz del día cae en las violetas que hay plantadas junto a la fuente que está frente al comedor. También veo pies, esos que anclan a las personas al mundo, los que están siempre en contacto con el suelo.

Paige baja la cabeza para quedar exactamente frente a mí. Sus ojos verdes me analizan por varios segundos, aprieta los labios, y agrega:

—Nuestros dos nuevos amigos están haciéndote daño. No quiero que eso suceda.

—Sé que debería ser amable... —trato de justificarme, mi voz suena ahogada, como si fuera una niña asustada—. Pero no puedo. Soy envidiosa, malvada y...

—No es malo que te sientas intimidada por East. Él es...

—Perfecto —completo, llevándome las manos a las cienes en un gesto de impotencia—. Él es todo lo que yo quiero ser. Es inteligente, su familia se preocupa por él, tiene todos los títulos, reconocimientos, y logros que yo quiero tener. Soy envidiosa porque lo he juzgado antes de tiempo, pero es que no puedo soportarlo. No puedo ser su amiga de la nada.

—Y no te estoy pidiendo que lo seas —agrega Paige, obviamente incómoda—. Pero ellos me agradan y quiero conocerlos.

Conozco a Paige desde hace varios meses, sí, pero nuestra relación ha crecido a pasos agigantados. Ella se abrió por completo conmigo, la conozco tanto como si fuera una de mis hermanos.

Ella es exigente. Todo tiene que ser a su manera, tiene que satisfacerle. No se toma nada a la ligera, aun cuando los demás crean que lo hace.

Las personas tienen una idea de ella, que es desprendida, liberal, y loca, pero es mucho más que eso. Paige tiene muchas cosas claras, y es por eso mismo que me sorprende conocer una más de sus peculiaridades después de todo este tiempo.

Ella es perceptiva. Reconoce a las personas que le agradarán y se aferra a esa idea. Es por eso que se hizo mi amiga, que ahora se aferra a la posibilidad de conocer a estos dos chicos nuevos.

—Paulette me agrada —digo, ella arquea una ceja, pero no me interrumpe—. Sobre East... —suspiro— Creo que las cosas se arreglarán con el tiempo. Puedo aceptarlo.

—Sé que aceptarás a East, eres lo suficientemente buena para eso —responde, luego veo un atisbo de preocupación en su rostro, los labios apretados y los ojos demostrando sus dudas—. Pero Paulette...

—¿Qué tiene Paulette? —devuelvo. Ella hace una mueca, dando a entender que no quiere decir lo siguiente, pero lo dice:

—Sé que lo has notado. Lo viste el día que conoció a Marco, y cuando comenzaron a pelear por la cosa de su diario, hay algo entre ellos, y si no actúas rápido podrías...

Sacudo la cabeza, no queriendo aceptar lo que está diciendo.

—Se odian, no hay nada más.

—Sé de estas cosas —dice—. Tienes que actuar, decirle lo que sientes. No quiero verte sufrir.

—Paige... —trago hondo, absorbiendo lo siguiente que diré— Sé que tratas de ayudarme, pero no lo haré. No estoy lista. Sea lo que sea que ella tengan o vayan a tener, eso no me incumbe.

—Pero...

—Me tengo que ir —me levanto, tomo mi mochila y la colgo en mi espalda. Trato de verme lo más segura posible, mamá siempre dice que estoy encorvada—. Nos vemos en el trabajo.

Odio la historia. No me gusta saber de hechos tristes, guerras, abuso de poder, y malas decisiones.

Odio las artes. A diferencia de los demás, a los que les gusta expresarse, a mí me estresan porque el arte me parece demasiado difícil de descifrar.

¿Qué es arte? ¿Por qué hay personas que se clasifican como expertas cuando todos tenemos gustos y percepciones distintas?

Me gustan levemente las ciencias. La forma en que estudian el mundo, en que son tan complejas y, dependiendo de las ciencias que sean, todo lo ven diferente.

Aun así, por mucho, mi favoritas son las mates. Me encantan. Siempre serán las mismas, siguen mejorando, hay mucho que descubrir de ellas.

La profesora Tesla es una de las mejores que he tenido. Es maravillosa explicando, sus clases siempre son distintas, todo lo relaciona con el mundo real, sabe la forma de enseñarnos a todos, sin excepción. Se preocupa por que todos aprendamos y no sólo eso, lo consigue.

Esperé con ansias esta clase por semanas, he querido agradecerle por todo su apoyo, por haberme ayudado a conseguir el segundo lugar de nuevo. Adoro ser su favorita.

El problema ahora es que East ha llegado para robarme la atención.

Me siento estúpida por seguir sintiéndome intimidada por él...

¿Pero cómo no hacerlo?

En esta escuela existen tres temas principales de los cuales hablar.

Los espectáculos, (los chicos del área de artes y su constante drama), el deporte, (con todos los torneos y luchas por el poder de los distintos equipos), y, por último, y de lo que se habla mucho menos, de lo académico.

Pocos hablan de mí, y cuando lo hacen es porque hay exámenes, pero lo hacen. Es tonto porque ahora, después de todo este tiempo, es él el que se está haciendo famoso en la escuela.

Todos hablan de nuestra rivalidad, de lo inteligente que es por haber ganado el primer lugar, las chicas lo aman.

Me he vuelto un fantasma, ahora ya ni siquiera soy la mejor de esta escuela. No puedo destacar, mis esfuerzos han sido en vano.

Trato de concentrarme en mis ecuaciones, pero no puedo pensar en nada. Mi cabeza duele, me molesta sentirme inútil, siento que la maestra dice cosas inentendibles por primera vez en el tiempo en que lleva enseñándome.

Salgo de mi letargo cuando siento que alguien toca mi espalda. Volteo y veo a East, una gran sonrisa en su rostro al momento en que me pasa un pequeño papelito con una nota. Es bastante detallista, se trata de una hoja de color azul con una especie de figura de papel como un corazoncito que, al presionarse, hace que la nota  abra y vea el mensaje.

¿Y si nos ayudamos?

Te noto un poco perdida y no quiero creer que yo lo haya causado.

Doblo el papelito rápidamente antes de que la profesora lo vea. No quiero contestar. Él vuelve a mandarme un mensaje, que dice:

Quiero ser claro...

Quiero ser tú amigo, no quiero competir. Los mejores científicos no nacieron solos. Los dúos dinámicos lo han hecho todo.

Mi corazón da un vuelco al leer esto. East parece ser un buen chico, demasiado para su propio bien.

Me doy media vuelta para mirarlo. Él tiene sus rasgados ojos fijos en mí, me dedica una tierna sonrisa y se esfuerza por agradarme.

Aprieto los labios, indecisa.

—¿Si me escuchó, señorita Ramírez, o está demasiado ocupada haciendo ojitos con el señor Wong? —pregunta la profesora para llamar mi atención. Como sino hubiera tenido ya demasiados duelos  emocionales hoy, las cosas parecen complicarse.

—Sí —respondo—. Siempre la escucho.

—Sigo sin creer que no lo supieras —le dice Paige a Paulette mientras caminamos por la cafetería—. Es tú prima, viven juntas, sólo hay unos cuantos metros entre sus habitaciones.

—Y no hablamos, ella me odia —responde ella. Paige entrecierra los ojos, Paulette explica—: Es complicado.

—Nunca me ha agradado Layla —confieso para meterme en la conversación—. Tal vez el destino quiere enderezarla y por eso la pusieron en el área de deportes.

—Dicen que uno de los maestros la vió jugar en un equipo clandestino, y que por eso la llamaron a la prueba —dice Paige—. Sea como sea, es fantástico.

—No lo sé... —Paulette deja su bandeja en la mesa que Paige ha elegido, su mirada gacha, como si estuviera pensando— He notado a Layla furiosa, tal vez sea por eso. No me imagino como estaría si me cambiaran de área. ¿Y mí tía Charlotte? Ella tampoco se lo tomará bien. Le exige demasiado.

Paige y yo intercambiamos miradas de incredulidad. No es que no pueda creer que Layla tenga una madre exigente, sino más bien es bastante raro saber que Paulette se preocupa por ella. Es demasiado buena.

—¿Y qué es para tí ser exigente? —se burla Paige, su típica forma de sacar información—. Digo, antes de venir aquí, y tengo entendido, tú abuela era bastante permisiva y desprendida. Básicamente podías hacer lo que quisieras.

—Bravo por permisiva y desprendida —felicito a Paige—. ¿Has estado estudiando ortografía?

—Sino lo hago mis calificaciones bajarán y papá no creerá que estudiamos cuando me das la "clase semanal", así que...

Sonrío, orgullosa. Antes Paige apenas si sabía deletrear bien cualquier palabra, ahora hasta busca palabras nuevas en el diccionario. Ha mejorado mucho.

—Mi tía es dura —explica Paulette, retomando la conversación—. Tiene horarios, metas y estándares que Layla tiene que seguir al pie de la letra. Cada que quiere salir con Sebastián tiene que agendarlo al menos con tres días de anticipación. Tiene clases de canto tres horas diarias, otra hora de estudio y una más para hablar con su madre de la imagen que quiere dar a los demás, ver documentales o estudiar más sobre la cultura popular y la cinematografía. No sé como lo soporta.

—Que tenga una vida triste no quiere decir que tenga que hacerle triste la vida a los demás —dice Paige, que aunque parece igual de sorprendida que yo, no deja que eso modifique su opinión sobre Layla.

—Y lo sé —responde Paulette—. Pero vivo con ellas. Si están enojadas todo será difícil para mí.

—Y entonces llamarás a tú amiguito asiático para que te ayude —se burla Marco, que parece haber llegado detrás de nosotros— ¡Miren a quién me encontré!

Definitivamente se trata de East. Él parece levemente avergonzado, pero incluso eso lo hace ver más inocente y amigable.

Es demasiado bueno.

—Estaba perdido —explica él—. Pero Marco se ofreció a llevarme a la cafetería.

—Soy una buena persona —dice él—. Los amigos de mis amigos son mis amigos.

—East no es aun mi amigo —digo.

—Y yo no soy tú amiga —dice Paige—. Así que no es amigo de ningún amigo tuyo.

—Claro que sí, ¡Si es amigo de Paulette, y ella es mi amiga!

Paulette lo fulmina con la mirada.

—No empieces con eso —dice, sus mejillas parecen sonrojadas por la furia, sus tupidas cejas rojas están alzadas también—. Estoy tratando de ignorarte a tí y a tus molestias.

—Pero si yo sólo estaba siendo tú amigo llevándome tú cuadernito ese después de que lo dejaras olvidado ese día en el parque. Creí que habíamos comenzado bien.

—¿Pero tenías que leerlo? —se queja—. Lo pagarás.

—Y eso has venido diciendo desde hace muchísimo rato.

—¡Maldito, que ya verás! —Paulette aprieta la mandíbula, tratando de contenerse— Eres un idiota.

—Lo sé —responde, luego pasa a sentarse a mí lado. East se sienta al lado de Paulette, quedando ambos, (Paige también), frente a mí—. Pero quiero pasar un almuerzo tranquilo. ¿Podemos hacer una tregua y pelear después?

Paulette alza una ceja. Es cómo si no pudiera creer que Marco es tan cínico, pero a la vez le divirtiera.

—Hecho —acuerda—. Pero más vale que no toques el tema o yo misma me encargaré de cortarte las bolas.

Marco le devuelve la sonrisa. Una punzada, —más bien un golpe completo—, llega a mi estómago, que reacciona a lo que estoy viendo. A la dolorosa escena, a tener que aceptar que puede haber algo entre ellos.

Duele demasiado.

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