04

E A S T.

—Me encanta venir a la playa, es tranquilizante —dice Gloria, la abuela de Paulette, mientras bajamos de su minivan. Mi vista cae hasta el horizonte, no pudiendo más que apreciar la majestuosidad de la naturaleza.

No nos gusta venir a la playa en la mañana, siempre venimos en la tarde, más o menos a las cinco, para tener una hora para nadar, y, más o menos a las seis, ver el oscurecer.

Otra tradición que tenemos respecto a la playa es siempre, sin dudar, venir a Playa regatas.

Sé que se supone que toda la costa es la misma en el puerto de Fanning, nuestra ciudad, pero por alguna razón las personas han decidido dividirla y asignarle nombre a sus, "playas", para darle distinción a unas de las otras y también poder tener más organización.

Playa regatas es una de las más solas y descuidadas de la ciudad. Por eso nos gusta, porque tiene este aire natural que otras playas no tienen por ser comercializadas y todo eso.

Para poder llegar aquí tuvimos que ir hasta la autopista, tomar una desviación y subir a este puente maravilloso que nos lleva a esta maravillosa playa.

Así que ahora estamos aquí, con unas cuantas personas cerca de nosotros sin ser un número excesivo de ellas.

—¿Soy yo o East está muy raro hoy? —pregunta Paulette, mirándome de esa forma cantarina en que suele mirar a todos. Sus ojos parecen estar riéndose siempre, una de esas risas de personas que creen saberlo todo, pero a la vez saben que no saben nada.

Quiero responder que no puedo estar raro si todo está raro de por sí, pero en lugar de eso pregunto, siguiéndole el juego:

—¿Por qué piensas que estoy raro?

Su abuela, que ya se ha acomodado en su lugar, dice:

—Paulette siempre piensa que todos están raros. Es parte de su naturaleza.

No puedo evitar mirar a Gloria con preocupación, fijándome en su rostro y en lo mucho que ha adelgazado. Es parte de su enfermedad, lo sé, pero me parece molesto.

—Abuela, se supone que me ayudes —dice Paulette, entrecerrando sus ojos hacia ella en forma fingida—. Pero no, siempre tienes que apoyar a East, tú nieto postizo favorito.

—Es el único nieto postizo que tengo, tendría más si fueras amigable y tuvieras más amigos.

—Abuela, por como hablas de mí, uno creería que soy el tipo de persona que vive encerrada en su casa. ¡Soy sociable!

—Sí, sigue pensando eso —responde Gloria, con su habitual humor.

Mientras nieta y abuela siguen discutiendo las habilidades sociales de la nieta, voy y saco nuestras dos sillas para tomar el sol del portaequipaje. Una de esas sillas fue comprada por mis estrictos padres al saber que vendría a esta playa, la cual calificaron como insalubre, y la otra es de Paulette, la cual compró con el dinero que ganó en las nacionales el año pasado.

Una vez las instalo, me acuesto en la mía. Me gusta tomar el sol antes de meterme a nadar.

—Sigo diciendo que estás raro. No nos hablaste de ningún dato curioso en el camino y no has dicho nada de, "La majestuosidad de la naturaleza", o uno de esos comentarios inteligentes que siempre haces —dice Paulette, que viene a sentarse a mi lado a pesar de que siempre prefiere aprovechar cada momento en la playa nadando.

No sé que se supone que debo contestar. No puedo decirle la verdad porque no quiero desestabilizarla.

La realidad respecto a todo es que no puedo pensar en otra cosa más que en Gloria.

Ella se está muriendo.

Y sé que todos nos estamos muriendo, es la única cosa segura que tenemos segura al nacer, pero, en cuanto a Gloria, ella realmente está muriendo y ya es demasiado tarde para tratar de resolverlo.

Es desconcertante saber, en mi mente, que hay algo dentro de ella comiéndosela lentamente.

¿Como no nos habíamos percatado de que ella estaba enferma?

Sé la respuesta, pero me cuesta asimilarla.

Gloria ha estado rara, pero no rara del tipo, "Me deprimo porque sé que voy a morir", sino, más bien, rara del tipo, "Sé que me queda poco tiempo y lo disfruto".

Eso, en resumidas cuentas, podría enmascararse con una crisis de la edad, o el hecho de que la menopausia le hacía difícil la vida a las mujeres, o el hecho de que no podía creer que su nieta creciera tanto y quisiera aprovecharla antes de que la abandonara para ir a la universidad.

Pero no con que se estuviera muriendo.

—Acabo de entenderlo, estás en tú momento de meditación e ignorar a Paulette es el plato fuerte. Bien.

—Lo siento —respondo, culpable—, sabes que suelo perderme cuando pienso.

No tengo que decirlo, es como si ella misma supiera lo que ha estado cambiando mis pensamientos.

Sus ojos son su debilidad, siempre lo han sido. A pesar de que trata de ocultar su tristeza respecto a esto, puedo ver lo mucho que está sufriendo al saber que pronto Gloria ya no estará con nosotros.

—No te preocupes —responde, seria. Cierra los ojos, suelta un suspiro, entonces sigue—: Vamos a nadar, ¿Sí?

—Sí —respondo. Ella me toma de la mano, me dedica una sonrisa de confianza y entonces ambos vamos hacia el mar.

Hemos hecho esto desde que tengo memoria. Paulette y yo nos conocimos en nuestro colegio hace ocho años, justo antes de que perdiera a sus padres.

Recuerdo que ella me interesó al instante. Era confiada, siempre estaba hablando de que sería una bailarina talentosa y de que su papá no estaba muy feliz de que anduviera en leotardo por todas partes. Teníamos ocho años y ella ya llevaba dos de ellos bailando.

Yo, al contrario de ella, nunca encontré un deporte que realmente me apasionara. Ella ama el baile, mientras que yo he variado entre tantas ocupaciones y deportes como pueden haber.

Todo es cosa de mis padres. Ellos siempre han querido que sea autosuficiente, que encuentre mi vocación y, al mismo tiempo, que sea sano. Nunca me han dejado abandonar un deporte o ocupación sin al menos saber lo básico de este. He estado en el fútbol, básquetbol, béisbol, tenis, golf, voleibol, y natación. Finalmente decidí que ninguno me gustaba demasiado, pero la natación me aporta tal relajación que la estoy usando como un hobbie.

No culpo a mis padres por querer que aprenda cosas nuevas, siempre han sido así y lo entiendo, porque tiene que ver con la educación.

Nacieron en Corea del Sur, un país en el que tienes que ser dedicado y enfocarte siempre en tú educación. Ellos se formaron como especialistas en química y se mudaron a Foul porque les ofrecieron un buen centro de investigaciones y uno de los mejores laboratorios del mundo.

Quieren que sea como ellos. Nunca han dicho a lo que quieren que me dedique, pero he podido leer entre líneas que tiene que ser algo relacionado con ciencias.

No he podido decidir a lo que quiero dedicarme, pero estoy seguro de que en este momento no puedo pensar en eso.

—No quiero que ella se vaya. No sé que es lo que haré, mi vida ya no tendrá sentido —dice Paulette, sacándome de mis pensamientos.

—Es inevitable —respondo. Ambos estamos en la superficie, dejando que el agua nos tape hasta el cuello mientras estamos sentados jugando con el agua—. Pase lo que pase, yo siempre estaré contigo, ¿Bien? Por ahora, disfruta. No pienses en lo que viene.

—Es difícil no pensar en lo que viene. Sí mi abuela se va no me quedará nadie como familiar más que mi tía Charlotte, y ten seguro de que no quiero ir con ella.

—¿Por qué? —pregunto, ella rueda los ojos, dando a entender que se supone que tengo que saber el motivo—. Recuerdo a Charlotte, fue amable conmigo, no creo que te vaya mal con ella.

—Es la mujer más materialista del universo. Todo gira a su alrededor, las veces que la he visto es porque viene de vacaciones, y eso ya tiene años. Es tan... —esto lo remarca, incluso chapotea en el agua con sus manos, apretando los labios y mostrando todas sus emociones con sus ojos, como siempre— No podría vivir con ella. Simplemente no podría. Mucho menos con Layla, porque es el tipo de persona molesta con la que nunca trataría. Se siente el centro del universo, tiene que ganar la atención de todos, siempre.

—Eres la persona más paciente del mundo —comienzo, su mirada se suaviza—. Disfruta y deja de procuparte, no importa lo que pase yo siempre estaré contigo.

—Gracias.

—¿Por qué? —pregunto. Ella pasa las manos por su cabello pelirrojo, acomodándolo para que no tape su cara.

—Siempre sabes que decir, eres el mejor apoyo, y mi mejor amigo. Eres el mejor.

🎈🎈🎈

En la noche, mientras estoy estudiando, como siempre, oigo a mis padres llamar a mi puerta.

—Pase —digo, como mera formalidad. Sé que entrarían de todos modos aunque no contestara.

Oigo la puerta abrirse, primero pasando mi papá, luego mamá. Ambos están serios, como siempre. Nunca hay un rastro de emoción en su rostro.

—Hemos notado cierto cambio en tú humor —habla papá—. ¿Es sobre esa bailarina?

El término que mis padres usan siempre para nombrar a Paulette es el de bailarina. Por más que les hablo de lo buena que es en los estudios y no sólo en la danza, que tenga como meta dedicarse a algo que no tiene que ver con las ciencias hace que no sea lo suficientemente buena como para ser mi amiga.

Pero en mi familia una regla esencial es que la honestidad es lo más importante, ante todo, así soy honesto.

—Sí, es por ella.

Mamá es un poco más expresiva que papá, pero ella sólo muestra sus emociones negativas. Su enojo se evidencia en la forma en que sus cejas se contraen, demostrando que no está feliz de que su único hijo ponga su atención en una pelirroja que ella ve como inútil.

—¿Es algo acerca de su relación? ¿Cuál de ustedes fue el que se percató de sus verdaderos sentimientos?

Y, otra vez, a pesar de todo el tiempo que llevamos siendo sólo amigos, mis padres siguen insistiendo en que tenemos sentimientos que no tenemos.

—Espero que estén usando anticonceptivos —dice también papá, en esfuerzo muchísimo por no rodar los ojos—. Tienes un futuro brillante, no lo desperdicies por ella.

—No tengo nada con ella, nunca lo tendré —aclaro—. Ella no me gusta de esa forma y estoy cansado de que lo piensen una y otra vez. Sólo somos amigos.

—Tengo que admitir que me siento aliviada de oír eso —dice mamá, incluso suspirando y llevándose una de sus manos al pecho—. Hemos arreglado varias citas con chicas para ti, no podrías arruinar todo nuestro trabajo.

Mis padres creen que aceptaré su tradición del matrimonio arreglado sólo por ser su hijo y porque preservar el gen coreano es algo, "importantísimo".

—La abuela de Paulette está enferma. Tiene cáncer, no creo poder simplemente ir a citas en este momento.

Por primera vez en años, veo que el rostro de mis padres se suaviza, aun cuando es muy leve. Saben que Gloria es una persona muy importante para mí, como si fuera mi abuela.

A mis verdaderas abuelas ni siquiera las conozco, viven en Corea, las veo cada año, a veces hasta en más tiempo. Gloria es muy importante para mí.

—¿Qué tipo se cáncer tiene? —pregunta papá. Ya no sólo me regaña y critica, sino que parece intentar ayudarme.

—De páncreas —digo. Se siente raro en mi garganta, es como si me desgarrara una parte del corazón cada que pienso en ello—. Se lo detectaron tarde y ella ya no quiere tener tratamiento.

—Es un cáncer muy agresivo y silencioso, me imagino que en estos días debió de tener falta de apetito y también bajón de peso.

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