Epílogo
Varios meses después...
Me encuentro guardando mis cosas. Es hora de irse, así que envuelvo mi botella con agua fría y comienzo mi ida a la salida. Muevo la mano hacia algunos chicos, y ellos me responden. Es raro no tener a Sasha para acompañarme. De hecho, es raro no tener amigos. Muchos ya se conocen, y otros se muestran distantes, como si tampoco lo necesitaran.
Debo decir que mi situación social me tiene un poco triste. Mamá me dijo que no debía preocuparme, Sasha añadió que era cuestión de tiempo, pero aún así nadie la reemplazaría, y Thomas intentaba consolarme diciendo que su mejor amigo se fue y eso es peor aún. No creo que fuera así. Sé que él ya tiene amistades en su nuevo lugar, tampoco es como si la gente no quisiera conocerlo.
Quizás debería dejar que las cosas fluyan. Pero específicamente hoy, no me siento con el mejor humor de todos.
Dejo que la música me lleve, mientras voy en el público. Ni siquiera había recordado que hoy era mi cumpleaños. Nadie me mandó mensaje, así que supongo que el número diecinueve no es importante. Tiro mi cabeza hacia atrás y resoplo. Mi cabello me molesta, así que lo recojo con una goma de cabello hacia arriba. La ciudad de Nueva York parece melancólica cuando la miro a través de la ventanilla. Él atardecer me hace bostezar.
Por fin, después de varios minutos, llego a casa. Quiero mantener mi ánimo, porque recuerdo que mamá dijo que Francis saldría hoy para que festejaramos en alguna pizzería. No sé porque abro la puerta con esperanza de verlos con globos en la mano...
Sin embargo, no hay nadie.
Las luces están apagadas, así que las enciendo con desgano. Hay aroma a frituras en el ambiente, y el silencio me dice que no están. Dejo mi mochila en la mesa y veo la nota que está puesta en el florero.
"Ven a esta dirección... No tengo trabajo, tu hermano está conmigo. Es una emergencia."
Maldigo, porque mi día al parecer si podía empeorar. Por mi cabeza pasa Francis al instante, me imagino cualquier cosa y aún no sé cuando comencé a llorar, mientras corro de nuevo hacia la parada del autobús. La gente me ve raro, y me importa una mie*** parecer una loca.
Era demasiado tiempo sin una desgracia.
Una vez llego, me sorprende ver que estoy en Manhattan. El barrio es similar al de Thomas... ¿Cómo no se me ocurrió llamarlo? Marco el número, mientras corro alterada buscando la calle que me dijo mi madre.
Maldigo cuando no responde.
Sigo llamando a todos mis conocidos, pero nadie me da señales de vida.
El corazón me late tan fuerte que me detengo un segundo a calmarme. En la nota no decía nada más que mi madre perdió su empleo, y que estaba con mi hermano. La parte de que fuera una emergencia no termina de cerrarme, y es por eso que vuelvo a correr en cuanto veo el número que me dijeron.
Es un edificio. En la entrada hay millones de timbres. Veo al portero, y entre lágrimas le pregunto:—¿En qué piso está el 212?
El hombre ni se percata de mi estado, y con parsimonia, me indica un cinco con la mano derecha, para volverse a su teléfono móvil. En el ascensor me pregunto si estoy en alguna película de terror, o algo parecido, porque nadie parece tener un poco de empatía.
En cuanto llego a la puerta, doy varios golpes, con fuerza, pero nadie abre. Vuelvo a golpear, y la puerta cede por si misma. No dudo en entrar y la oscuridad me hace fruncir el ceño. Ya me espero cualquier cosa...
—¡Sorpresa!
Me quedo quieta en el lugar, moviendo los ojos en dirección a cada una de las personas que ocupa la habitación. Francis, Julián filmando con una chica rubia de tes dorada, Sasha riéndose junto a Jasón, mi madre, que acude a mi enseguida al verme toda llorosa, y Thomas, con el cartel más colorido que ví nunca... Incluso Holly se encuentra con Gerard y un pastel en mano.
—Oh, cariño, ¿te encuentras bien? Yo les dije que era una broma muy...
—¡Casi me matan...! —Y queriendo reír, termino llorando, provocando que todos suelten un largo "awww".
—En mi defensa, también les dije que te podían atropellar en el camino... —La voz de Francis me hace reír, mientras mamá me abraza.
—Perdón, morocha... —Mamá me pasa a los brazos del rubio alto y me quedo ahí, asimilando que nada de las miles de cosas que había pensado, estaban ocurriendo—. Feliz cumpleaños.
Y todos así, comienzan a felicitarme sucesivamente. Las velas se encienden, y las soplo, y vuelvo a llorar, creyendo que en el cualquier momento me quedaré seca. Mi madre no deja de abrazarme, así como Francis.
—Mamá, ¿cómo que te has quedado sin trabajo?
—Renuncié.
—¿Qué? Digo... Espera, ¡eso es genial!
Y por mi mente empiezan a pasar mil y un preguntas, pero decido dejarlas para después, porque además, mientras todo parece transcurrir demasiado normal, unos golpes en la puerta hacen que todos volteen. Nadie se mueve para abrir.
—Eh... Tocan la puerta... —Anuncio, como si los golpes no fueran lo suficientemente claros.
—Ve a ver quién es, Peyton —dice mamá, como si fuera lo más obvio, y Thom me tiende una brillante llave.
Voy a la puerta, y antes de abrir, me giro hacia todos con una sonrisa pícara de "ya se que traman" sabiendo que sería alguna otra sorpresa, pero todos fruncen el ceño y siguen en lo suyo.
—Hola, buenas tardes vecina, ¿no tendrías una tacita de azúcar? Estaba por empezar un pastel y noté que me faltan ese pequeño detalle —dijo, una mujer de voz suave.
—Ah, sí, claro... Espéreme un segundo...
Tomo la taza que me tiende y se la doy a Thomas:—Ella quiere una taza de azúcar.
—No es mi casa, ve a buscar en la cocina —dice, para volver a su conversación con Julián.
Miro a toda la gente que me rodea y pienso que están locos. ¡¿Qué está pasando este día?!
En la cocina, tan vacía y minimalista como la de Thomas, veo una azucarera en el medio de la encimera. Rebusco en los muebles, y por más extraño que fuese, no hay nada más que ese tarrito de azúcar. ¿Esta gente no hizo las compras?
—Aquí tiene.
La mujer se va agradecida y yo suspiro cerrando la puerta.
...
La fiesta sorpresa fue pasando. Todos comimos unos bocadillos que habían preparado, incluso bailamos un rato con un equipo de música que trajo Sasha. Y mientras bailaba con Thom, no podía más que sonreírle, y agradecerle por cada detalle que junto a mamá, según dijeron, traen a mi vida.
—Y entonces, creo que es momento de que te de mi regalo.
La música de fondo fue silenciada, y todos comenzaron a retirarse a un balcón que había más a lo lejos. Miré al chico que tenía delante y me puse los brazos en jarras:—Thomas Foster, no me hace falta ningún regalo. Toda la sorpresa fue maravillosa, no puedo aceptar nada más...
—Claro que puedes, y quiero que lo hagas.
Sus manos fueron a mis ojos y me hizo cerrar los párpados. Niego con la cabeza, mientras lo hace, y no tarda mucho tiempo en depositar algo metálico en mis manos.
Abro los ojos y veo las mismas llaves con las que le dí la taza de azúcar a esa mujer...
¿Qué se supone significa esto? Él me ve con una sonrisa tan grande...
De repente, piezas comienzan a encajar y empiezo a negar frenéticamente. Mis ojos me nublan la visión, porque están tan empañados que no puedo verlo bien. Thomas me abraza y yo estoy temblando.
—Por favor, acéptalo... Es para ti y tu familia... —Su voz es amortiguada en mi hombro—... no digo que tengas que vivir con ellos siempre, quizás quieras vivir conmigo luego, bueno... Tampoco quiero presionarte, pero... Sé que es lo mejor para ustedes...
Sollozo y me quedo sin aire.
Escucho la puerta de vidrio abrirse y mamá entra trotando a nuestro encuentro, y nos estrecha en un abrazo, y pronto los tres somos un sándwich.
—No puedo Thom, te juro que no puedo esta vez... Mamá, no podemos mantener un departamento así...
—Cariño, renuncié a ese maldito trabajo porque el señor Gerard me ofreció uno como recepcionista en su empresa.
Mis ojos van a los padres de Thom. Gerard se encoge de hombros y creo que me quedo en shock al ver que Holly está lagrimeando:—Mi recepcionista me estaba haciendo el favor de quedarse por unos meses, hasta que consiguiera un reemplazo. Ella y su esposo se mudan a Nueva Jersey.
—Tu novio pagó el dinero de entrada, y todo el papeleo. No podía hacerlo por ahora, es un dineral... Ya le dije que se lo devolveré.
—Dejate de tonterías, Susan, sino que clase de regalo sería si me lo tienes que devolver.
Miro a todos mientras hablan y no puedo más que volver a llorar por cuarta vez en esas horas. Vuelvo a abrazar a mi novio, voy hacia Gerard y voy hacia Holly. Mi mente no procesa la información, y las palabras no me salen más que para decir gracias. Así que tengo que ir al baño y lavarme la cara.
Mirándome al espejo entonces me pregunto: ¿Qué hice yo para merecer todo esto?
Al salir del baño, más calmada, cuando están a punto de irse, carraspeo y todos voltean a verme:—Tuve que lavarme la cara tres veces porque no podía parar de llorar. Sigo sin entender que mudaremos todas nuestras cosas, como tantas veces habíamos soñado con mamá, y vendremos a un lugar donde las cosas van a ser diferentes. Sé que no voy a tener que vigilar que el sujeto de la esquina esté armado. Sé que no voy a encontrarme drogas en el negocito de la esquina. Por fin, los tiroteos van a quedar en la televisión y no tendremos que preocuparnos si entran balas perdidas por la ventana de la cocina. —Tomo aire porque no quiero quebrarme.
>>He visto a mi madre trabajar como esclava día tras día para darnos una cena con la cual pudiéramos irnos llenos a la cama. Quise ayudarla de mil maneras, pero se negó a que descuidara mis estudios. Sea como sea, estábamos convencidas de que nuestro sueño podía esperar, siempre hay cosas más importantes por atender cuando se es pobre. Y no me quejo, nunca voy a avergonzarme porque gracias a todo eso, soy la persona que soy ahora. Gracias mamá.
>>El rubio que está allá, fue la persona a la que más quería evitar, porque me importaba demasiado lo que los demás pensaran de mí. Sasha, mi amiga, me retó a que lo conociera, y hoy también se lo agradezco a ella, porque si no fuera porque lo hizo, hoy no tendría la oportunidad de tenerlo conmigo. ¡Es mi novio, por dios! Y todas mis palabras de discurso conmovedor no son por el lujoso regalo que nos hizo, a mi y a mi familia, son para que noté por un segundo, el cambio que hizo en la vida de esta chica.
Estoy siendo tan cursi que todos sonríen de par en par. Estoy llorando nuevamente, y ahora Thom se limita a enrojecer sus mejillas y sonreirme con un brillo de melancolía en los ojos.
—Gracias familia. Gracias a todos.
Y luego de esas palabras, me dirijo a Gerard y Holly, porque sin ellos, nada de esto sería posible.
...
Quise que fuéramos en coche a pasear un momento. Quiero tener un momento a solas con Thom, porque siento que no pude decirle todo lo que sentía, por más sincera que hubiese sido en la casa.
Estamos caminando en el Central Park nocturno, y nos detenemos en un pequeño banquillo. Recargo mi cabeza sobre su hombro y tomo sus manos, cerrando mis ojos. El parque huele a brisa fresca, a verano que se despide lentamente. Se escuchan grillos, y los árboles mueven sus hojas, en una perfecta sinfonía de noche.
—Perdón por ser tan cursi en público, sé que no te gusta ser el centro de atención, pero quería que supieras aunque sea mitad de lo que se me pasa por la cabeza cuando pienso en nosotros. Quizás todavía no encuentro respuestas a porque eres tan bueno conmigo, siendo que yo no puedo devolverte ni la mitad de lo que me das materialmente... Pero también sé que no te gusta que te lo diga y entonces...
Me interrumpe, poniendo su mano en mi boca:—Porque no sabes que para mí, todos esos regalos, no son demasiado, son solo eso, regalos. —Thom voltea a verme y sonríe de lado—. Nuestra relación va más allá de eso, y es lo que me gusta. Me quieres, me tienes presente en cada aspecto de tu vida, por más diferentes que podamos ser, me formas. ¿Entiendes? Me formas desde que supe que me gustabas. Y el tenerte conmigo cada día, sea cuando vamos a por un café, o cuando comemos donas en tu casa, o cuando me asustas en las películas de terror... —Se encoge de hombros y niega con la cabeza, porque sus ojos se pusieron lagrimosos.
—¡Déjame ver! ¡Nunca me dejas verte llorar!—protesto, intentando dar vuelta su cara entre risas, él se apresura a limpiarse y bufo—. Me gustaba lo que decías, sigue, vamos.
—Creo que no entiendes lo indispensable que eres para mí ahora.
Me ve serio, y mis labios se entreabren. Sus ojos son profundos, y no puedo evitar llevar mis manos hacia sus mejillas. Thom saca su teléfono del bolsillo, y pone los auriculares, haciéndome un gesto para que me recueste sobre su hombro, y murmura, buscando en su biblioteca de canciones:—Escucha esto, es precisamente lo que siento ahora.
Mis ojos vuelven a cerrarse y escucho esa melodía, en la noche aún cálida.
La brisa acaricia mi rostro, y asiento ante la pregunta que se formula en aquella canción. Él gira su cabeza apenas y deja un beso en mi frente, mientras las lágrimas corren silenciosas por mi rostro, y por más que esté llorando, mi corazón desborda de felicidad. No puedo evitar abrazarlo, y querer sentir sus latidos, porque deben ser tan fuertes como los míos.
—Gracias por perseguirme ese primer día. Gracias por no irte cuando yo te lo pedía.
Y mientras sus brazos me estrechan fuerte, y su mejilla se apoya en mi cabello, los coches y personas siguen moviéndose... Nosotros somos uno solo en ese momento.
...
Este es el momento en que todos lloran y aplauden, y pasan los créditos y yo muero de tristeza por despedirme de estos dos. Gracias a todas esas personitas que hicieron que quisiera terminar esta historia, por menos inspiración que tuviese. Son los mejores lectores que una chica puede tener. 💕
Mil gracias, y espero volverlos a encontrar en una próxima historia 💕 Besitos de burbuja.
Algunas menciones... KinJCAnaaieL POF0429 Britt_0116 AyselLopez _estrella_oscura_ pibabionica01 Marissa1937 moliuniverso19 tocayita ---desconocida---14 .(Si me olvidé de alguna avísenme, perdón).

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