Capítulo 39
Capítulo extra ♥️ Leer nota de autor.
Aveces tu vida puede ser tan tranquila, que te preguntas porque en las películas los protagonistas viven miles de emociones en menos de dos horas. Y después, de repente, un día despiertas y conoces a una persona y comienzas a caer en todo un drama. Porque cada día es un drama. Desde que Thom apareció, mi vida se vio rodeada por cosas buenas, así como malas y me doy cuenta de cómo todo puede cambiar cuando menos te lo esperas, por más trillado que parezca.
—Tomen, les traje comida china.
El rubio extiende una bolsa de papel con mucha comida adentro, pero mi estómago simplemente está sellado por una gran roca.
—No, gracias, coman ustedes.
Los tres salimos un rato afuera y apoyados contra la pared del hospital, bajo el techo de la entrada, ambos se dedican a saborear el arroz con pollo y verduras. Yo estoy en una nube, por alla arriba, intentando descifrar que va a pasar ahora. Sé que no podemos hacer nada ahora, solo hay que llevarlo ahí para comenzar con su recuperación, pero eso tiene que entenderlo mi madre. Además está el hecho de cuanto tomará el tratamiento, ya que en un par de meses, cuando el verano esté llegando a su fin, yo debería comenzar la universidad. Obviamente no puedo dejarla sola, así que ni pensaré en un piso cerca, al menos por una temporada. Mis clases de hip hop seguirán normales, como tenía pensado hacerlo, y ahora podría aprovechar las vacaciones para saber que mostrarles los primeros meses, ya que van a ser los más dificiles.
—Estás ida —murmura el rubio, y toma mi mano, haciendo círculos en mis nudillos.
—Sí, intento pensar que demonios va a pasar ahora.
—¿Sabes que me tienes aquí siempre, no?
Volteo hacia él y asiento. Sé que lo estará, y creo que no sabe cuánto se lo agradezco.
—Gracias —susurro, y recuesto mi cabeza en su hombro.
...
Francis debe quedarse en el hospital hasta que al otro día, vayamos al centro de rehabilitación. ¿Qué digo mañana? Ya son las tres y tenemos unas pocas horas para dormir cuando llegamos a casa. Thomas nos llevó a nosotras y Sasha a su casa, y recién recibí su mensaje de que llegó bien. Con mamá nos encontramos en su cama grande, y Hulk roncando bajo mi brazo. Miramos el techo, con tanto insomnio que nuestros ojos podrían brillar en la oscuridad.
Siempre me gustó dormir en su habitación, de más pequeña rogaba por que me dejara, y aunque siempre me decía que ya estaba grande, aveces asentía y me daba el lugar. Y claro, el pequeño Francis aparecía y éramos tres. Susan intentaba dormirse rápido porque debía trabajar al otro día, pero nosotros insistiamos que nos contará historias de cuando era pequeña, de su primer novio, de cuando iba al colegio. La mujer se terminaba durmiendo primero, cansada, y yo le susurraba a mi hermanito que no debíamos despertarla.
Pero ahora, ambas estamos despiertas sin poder cerrar los ojos.
—¿Quieres qué yo prepare su ropa? —pregunto, haciendo que Hulk suspire y mueva sus patitas traseras.
Su respuesta tarda en llegar, y la noto negar con la cabeza:—No, yo lo haré. Le gusta que doble sus medias y les ponga ese perfumante de limón. —La voz de ella es cada vez más apagada—. Debo darle la botella para que lo haga él mismo desde ahora...
Y mamá comienza a llorar. Me giro hacia ella y le paso la caja de pañuelos para decirle:—Él tiene que aprender a afrontar las consecuencias. Sé que duele mucho verlo así, pero sabía lo que hacía, Francis es inteligente, él si sabía lo que la cocaína hace en el cuerpo, mamá...
—Es mi bebé, Peyton, siempre lo será, por más que siga tomando malas decisiones, nada quitará el hecho de que son mis hijos. Los tuve aquí... —Ella palpa su estómago y no deja de llorar—, por más de que crezcan y el día de mañana tengan que tomar rumbo de su vida, siempre estaré ahí, intentando ayudarlos en todo. Por dios, y cuando pasan estas cosas, siento que les fallé, que no pude cumplir mi papel de cuidarlos. Él, él es solo un niño, hija...
Cada palabra que sale de su boca me demuestra cuánto nos ama. Es amor de madre, uno de los más fuertes que pueden existir.
Y está rota.
Llora y no puedo ayudarla. Aquí el único que tiene ese poder es mi hermano. Si afronta cada paso de su rehabilitación como tiene que hacerlo, hará que ella vuelva a la vida como esa fuerte y hermosa madre que es.
—A mí me bastó solo darme cuenta de lo que tenía, lo mucho que tenía y no valía la pena perder por estupideces. Tenemos que estar con él, y apoyarlo.
—Gracias a Dios que te tengo aquí.
Y así, las dos de la mano, logramos dormir un poco.
...
Son las ocho de la mañana. Tenemos preparada la maleta de Francis. Mamá insistió en ponerle chocolate con maní, aunque le dije que tenía que preguntarle a los médicos. Le dió la botella de perfume para ropa y dejó una nota de cómo doblarla. Tampoco olvidó sus sábanas y toallas, porque dice que las de ahí no darán seguridad. Yo colaboré poniendo una foto de Hulk, que nos sacamos la primera noche que pasó aquí, cuando lo bañamos e inundó todo el baño. Estamos llenos de jabón, abrazándolo y Francis sonríe tan feliz, que es una de mis favoritas.
Sin tiempo siquiera para desayunar, tomamos el abrigo, y estamos corriendo por las escaleras para ir a tomar el público, cuando un coche negro de último modelo que viene a toda velocidad, para en la puerta. Con mamá nos quedamos estáticas y estamos a punto de meternos de nuevo dentro, porque ya tenemos miedo de cualquier cosa, pero un Thomas agitado sale del asiento delantero y nos da una especie de sonrisa, y eso que tiene una rosquilla en la boca.
—Lo shiento, lo shiento —dice sacándola de su boca—. Me quedé dormido.
Y nosotras seguimos mirándolo porque parece estar en pantalón de pijama celeste con deportivas y una chaqueta liviana. Tapamos nuestra boca de una risa cuando toma la maleta y la mete en el maletero y nos abre la puerta como si no supiera de su vestimenta. Voy de copiloto y mamá atrás. El rubio suelta aire cuando entramos y nos da una bolsa de rosquillas y dos vasos con café.
—Oh, pero cariño, basta de gastar en nosotras —dice mamá—. Además, no hacía falta que vinieras, íbamos a tomar el subterráneo.
—Ah, pamplinas.
—Muchas gracias, hijo.
Y cuando vamos en viaje, miro de reojo su cabello todo despeinado y sé que ni siquiera habrá podido ir al baño por llegar aquí. Doy un suspiro porque no sé qué haría sin este chico. No sabía cuánto lo necesitaba hasta tenerlo conmigo aquí, en estos momentos donde no recuerdo ni mi nombre. Así que mientras esperamos en un cruce peatonal, tomo su mano y el contraste de nuestras pieles me encanta.
—Te quiero —articulo.
Y me río cuando enarca una sonrisa más grande que la del gato risón. Y no la suelta en todo el viaje.
...
Quisiera decir que todo fue bien cuando llegamos. Francis se resistía a ir, y tuvimos que llevarlo de todos modos. Le rogaba a mamá que no lo hiciera, que no lo dejara ahí. Fue algo tan horrible, el escuchar los gritos, ella que sentía abandonarlo una vez llegamos. Y después no pudimos siquiera despedirnos porque él estaba tan nervioso que se lo llevaron sin más. Y Susan lloraba y yo solo podía abrazarla.
Su jefe insistió en que debía ir a trabajar de todos modos, y aunque le insistí que no fuera, diciéndole que dejara ese lugar de una vez, prefirió ir y mantenerse ocupada. Y así fue como acabó la mañana.
—¿Tienes algo que hacer ahora? —pregunta Thom, una vez dejamos a mamá en el hotel.
—No, y será un verano muy largo.
—¿Quieres que vayamos a alguna parte?
—No estoy de humor, la verdad —respondo, con la vista perdida en la ventana.
—¿Quieres venir a casa? Podemos jugar videojuegos o cocinar o algo, no sé —rasca su cabeza nervioso—. Quiero levantar un poco tu ánimo, pero no se me ocurre nada —Y luego suspira—. Soy un fracaso.
Me río despacio y niego:—¿Y por qué tu casa? No estoy con fachas de ver a tus padres ahora.
—No están, bueno, Holly se fue con la madre de Julián por ahí. Y George ocupado en su oficina como siempre.
—Oh, bueno... En ese caso, ¿por qué no? No quiero quedarme en casa sola.
—Rodolfo estará feliz de conocerte —dice, mientras comienza a conducir de nuevo.
—¿Quién?
—Vas a conocerlo hoy —asiente—, y supongo que podemos preparar algún pastel o cosa que nos de felicidad al probarla.
—Te das cuenta de que vives comiendo, ¿no?
—Claro, amo la comida. Me casaría con una pizza y luego me mudaría a la India para tener más esposas y casarme con la pasta italiana, el pan francés y los chocolates de Suiza.
Me río y vuelvo a preguntar:—¿Cómo haces para mantenerte tan delgado?
—Supongo que genética. Aunque tampoco voy a mentir, mi madre le pide a Grace que cocine cosas dietéticas toda la semana. Y como la verdad no dispongo de muchas ganas para quejarme, acepto sus almuerzos bajos en grasa, por más de que me hicieran bullyng en el instituto por su culpa. Todos comiendo comida normal y yo con ensalada de espinaca, sandwich de pescado al horno y un batido verde que vaya a saber que tiene.
—Eres toda una Kardashian.
—Ahora sé porque te gustó tanto —dice, fingiendo cubrir sus inexistentes pechos.
Y mientras río por sus ridículas ideas, él deja su coche estacionado frente a una casa de hermosa fachada blanca, con rejas negras y plantas colgantes decorando cada ventana de los dos pisos superiores.
—Bienvenida a la residencia Foster, morocha.
...
¡Estoy enamorada de este rubio! Creo que voy a sacar a Peyton de la historia y me voy a meter yo. Hum... ¿Por qué no lo pensé antes? 7u7 ahre.
¿Les gustaría hacer una entrevista a los chicos? 7u7 Comenten al lado del que quieren sea entrevistado.
Peyton
Thomas
Y acá, pongan sus preguntas para ellos ♥️. Estaré publicando todas, así que aprovechen a saciar su curiosidad 7u7.
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