Capítulo 29

Me quedé de piedra al recibir la carta que nunca creí. La había mandado a principios de este año, junto con el vídeo de una coreografía que creí buena. Nunca pensé que me fueran a aceptar. ¡Por dios! Estamos hablando de la mismísima Juilliard, una de las universidades con la tasa más baja en nuevas inscripciones. Por suerte, pude mantener las buenas notas todo el año, lo cual me da el privilegio de poder asistir hoy mismo, a la audición. Todavía recuerdo la cara de mamá al enterarse, y como saltó de emoción encima mío.

Y pensar que él siempre me había tenido fe. Al menos eso creía.

Volviendo al tema, mi cuerpo está en descomposición, maso menos. Mientras me aplico labial, me doy cuenta de que no paro de temblar. ¡Los nervios me queman! Lo que es peor de todo, según me dijeron algunos, y es que aveces prefieren elegir ellos un tema al azar, el cual hay que improvisar. Me imagino cualquier cosa menos bailando sola frente a esos jurados tan estrictos.

Solo me repito que no debo mirarlos.

—¡Que tengo que ir!

Francis tiene que irse a no sé dónde, pero yo le estoy ocupando el baño hace una hora. Quiero estar perfecta, aunque el maquillaje no me ayude tanto a la hora de bailar. Aplico el resto y abro la puerta, recibiendo un empujón de su parte. Susan ya está lista y abrigada, esperando con cara de aburrimiento.

Ambas salimos para allá, porque tenemos una hora aproximadamente en el público. Así que me la paso repasando diferentes pasos en mi cabeza, y tanto tiempo sentada comienza a ponerme nerviosa. Muevo mis pies, y me repito que no importa lo que pase hoy, hay muchísimas otras universidades. Aunque la verdad es que me ilusiona demasiado la idea de asistir.

...

—Llegamos, ma, despierta.

La mujer se remueve en el asiento y se levanta sin entender siquiera dónde está. Me río de su cara y bajamos a dos cuadras de nuestro destino. Mi corazón palpita fuerte y voy mirando todo a mi alrededor, ya que nunca imaginé estar yendo a una audición tan importante. Se me remueve todo, y ruego recordar los movimientos que practiqué con tanto esmero.

—Hola Susan, ¿cómo estás?

Casi alzo un grito al cielo cuando veo a la vieja mejor amiga de mamá. Para mí mala suerte, ella concuerda en que es buena idea contarle de nosotros y cómo va la vida. Después de saludarla, comienzo a alejarme, para acercarme cada vez más a la inmensa estructura de Juilliard. No creía que fuera tan grande.

Maldigo cuando mamá no viene atrás mío, así que me quedo esperándola a unos cuantos metros. Mientras tanto, chequeo la hora en el celular y veo un mensaje de Sasha.

¿Ya te estás preparando?

Niego con la cabeza al ve que mamá sigue en la suya.

No, estoy en camino. En realidad es temprano, pero quiero llegar de una vez.

Más nerviosa que hace minutos, levanto la mirada y examino a la gente caminar apurada a sus destinos. Me pregunto si alguno de ellos se presentará para las audiciones. Mi estómago se remueve al recordar.

Hay una cafetería muy elegante en el lado de enfrente. Tiene ventanas amplias, y permite ver a la gente en su interior. Levanto la mirada al balcón y veo plantas colgantes que le dan un poco de verde a tan blanco local.

Frunzo el ceño al ver a un rubio mirándome.

Siento que me quedo en shock.

¿Nueva York no es lo suficientemente grande?

Él levanta la mano a forma de saludo, y sus dos amigos se levantan para ver quién es. Un calor sube a todo mi rostro y bajo la mirada veloz, alejándome a paso rápido. No me importa si mamá viene o no, sigo caminando hasta alejarme de ahí.

Mi corazón sigue latiendo lastimado a causa de ese rubio de ahí arriba.

...

Han pasado treinta minutos desde que estamos esperando. Ya dimos los papeles a la encargada, con cada nota, e incluso una carta de recomendación por uno de mis profesores, a lo cual me dieron el aprobado. Nunca estuve más ansiosa. Solo quería que nos llamaran de una vez para poder pasar a los vestidores y subir al escenario. Tampoco imaginé que tanta gente fuera a presentarse. Hay unos trescientos estudiantes ocupando esta enorme sala.

Estoy de piedra.

—¿Segura que no quieres comer nada? ¿Tienes toda la ropa ahí?

—Si mamá, no quiero sentir la comida moverse.

Escucho pasos una mujer llama al primer grupo, compuesto de los primeros cien candidatos. Así que nos resignamos a esperar aproximadamente una hora más. Hora en la cual mamá me habla para tranquilizarme, diciendo que todo va a salir bien, que no debo desilusionarme si no paso, después de todo, el pasar ya la primera fase es un privilegio.

—Grupo dos, adelante.

Abro los ojos asustada, y siento a mi madre abrazarme, mientras me da el bolso con la ropa. Camino casi como zombie, junto a otros chicos. Los escucho susurrar entre ellos. Algunos ríen, aunque la mayoría se mantiene en silencio. Dicen cosas como que solamente pasan unos veinte de tantos que se presentan. Y una especie de resignación a la derrota me invade el cerebro.

Nos dieron quince minutos para cambiar el atuendo. Así que luego de estar lista, salgo del pequeño currículo y me veo en el espejo que cubre toda la pared de nuestro alrededor. Mi top negro, leggins y chaqueta bomber, así como la gorra que cubre prácticamente mis ojos y deja mis rizos a un lado, no son nada a comparación de la seguridad que me transmiten las zapatillas que tengo puestas. Recuerdo el día que me las dió, y como reaccioné después de su fugaz beso en la mejilla. También recuerdo que no lamenté la perdida del lugar en el vestidor.

Sonrío de manera melancólica.

Poco a poco comienzan a pasar. Me sorprende la rapidez con la que transcurre todo, porque algunos simplemente duran menos de diez segundos ahí arriba. Murmullos se escuchan, así como maldiciones, de que la cosa es más dificil de lo que se cuenta.

Solo quedan dos chicos adelante mío. Del grupo de cien, solo cinco lograron terminar su coreografía.

Me siento tan incapaz de lograrlo, que me digo que al menos podré pisar ese gran escenario.

—¡Siguiente!

Escucho el latir de mi corazón en la oreja, como si estuviera allí adentro. Mientras salgo, siento mis piernas temblar, las palmas sudar y mi cabello es más molesto que de costumbre. No miro al jurado, claro que no lo hago.

Me coloco los anteojos de sol oscuros y me siento más segura. Sé que con estos la cosa será más fácil. Las luces no me empujarán al abismo de los nervios, en donde pocos logran resurgir.

Suspiro. Escucho un murmullo entre las pocas personas que observan mi cuerpo en quietud, esperando que la música comience.

El freestyle es el elegido. Escucho el sonido que me empuja a caminar por el escenario, me muevo como si estuviera en la clase, con los niños mirándome. Finjo no saber que los coreógrafos y bailarines de la escuela más prestigiosa están viéndome. Cada músculo de mi cuerpo comienza a sincronizarse, formando uno solo, y soy un robot que sigue lo que el remix le dice.

Y es así como me dejan terminar toda la canción elegida para el día de hoy. Quiero llorar cuando los cinco que se encuentran mirándome asienten y me dan el sí. No sé qué hacer, de hecho me explican que tengo que bajar, que salga por el otro lado, que mi familiar está esperando.

Corro y las lágrimas brotan de mis ojos, y ahí siento los brazos de mamá rodearme con fuerza. No tengo palabras para decir lo feliz que me siento de haberlo logrado, solo puedo llorar y abrazar a la mujer que también llora conmigo.

—Siempre fuiste mi orgullo.

Y a mi mente viene la sonrisa de Thomas, y entonces caigo en el hecho de cuanto quisiera contarle mi gran logro.

...

Puse el vídeo de cómo me imagino el freestyle de Peyton. ♥️ ¿Sabían que se nos vienen cosas muy interesantes? 7u7

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