Capítulo 4
Estoy en un duermevela cuando el teléfono vibra sobre la mesita al lado de mi cama. Abro el mensaje y veo que es de Fluke. Mi corazón se acelera, mi padre ha dado con él y me ha escrito inmediatamente. No creía que lo hiciera, yo hubiese esperado a mañana o a pasado mañana. Me alegro de que Fluke no sea tan tímido y cobarde como yo.
Me pregunta cómo estoy y no sé cómo carajo acabo invitándolo al cine. Él me dice que le gustaría y después me pregunta por qué razón me bajo en una parada tan lejos de mi casa.
Voy a matar a mi padre, lo juro, lo mataré y después alegaré locura transitoria. Pasan varios minutos y no sé qué responderle, ¿le digo la verdad y dejo que sepa lo malditamente patético que soy? Mentirle no es una opción, así que me armo de valor y le cuento la verdad, sólo subía a ese bus por él. Enviar.
Un minuto de espera tortuosa después su preciosa respuesta, que espere a matar a mi padre para que podamos planearlo juntos el viernes cuando venga a verme. Fluke va a venir a verme, y esta es la primera vez desde que me dijeron que tenía cáncer que he esperado algo con ansias.
Me duermo tranquilamente soñando con leer el libro que compré hace tiempo con Fluke, tengo que decirle a mamá que lo traiga antes del viernes.
Me paso dos días aburrido y siendo el terror de todos los sanitarios de este hospital. Por primera vez deseo que el tiempo pase rápido y no que se detenga, es algo tan raro poder sentirme normal de nuevo.
Tengo mi block de dibujo, mis compañeros me han hecho llegar varios trabajos de la facultad que he terminado en un pispás, es impresionante lo que te da tiempo de hacer cuando solo tienes que estar tumbado en una cama día y noche.
El viernes por la mañana me despierto con una sensación rara en mi cuerpo. Creo que tengo algo de fiebre, pero nada me va a arruinar mi cita con Fluke. Le pido a una enfermera que me dé un calmante y me recuesto un rato más.
Sobre las doce de la mañana unos toques suaves en la puerta me sacan de mis ensoñaciones, cuando dibujo me traslado de este mundo y eso es algo que me ha ayudado a resistir todo este tiempo.
-Hola Ohm – me dice Fluke con una sonrisa que podría parar un tren.
Le saludo con la mano y le hago un gesto para indicarle que pase, no esperaba que viniera tan pronto y ni siquiera me he peinado un poco, debo parecer un puñetero enfermo.
-¿Cómo estás? – me pregunta sentándose al borde de la cama.
-Aburrido, ¿has traído a tus amigos de los bajos fondos? – le escribo guiñándole un ojo.
-Están preparados para acatar tus órdenes, ¿qué castigo crees que merece tu padre? – me dice entre risas.
-Voy a matarlo yo con mis manos – le anoto en mi cuaderno y resoplo.
-Tu padre es fantástico, se preocupa por ti y está muy asustado – me responde.
-Lo sé, los dos lo están y a veces cuando creen que no los veo lloran y maldicen mi suerte. Esta enfermedad es una mierda – le resumo.
-Lo sé, no te lo he dicho, pero mi madre está en este mismo hospital. Hoy termina su ciclo de quimio y esperan que entre en remisión, pero ella no se hace demasiadas ilusiones, esta es su segunda vez – me explica.
-¿Por qué no me lo habías dicho? – le pregunto.
-No quería pasarme el poco tiempo que compartíamos hablando del cáncer, quería que nuestra relación fuese "normal", me gusta estar contigo, leer y que me hables de cómo quieres asesinar a tu padre – me dice sin mirarme a los ojos.
Cojo su mano que descansa en la cama y le doy un apretón suave. Él pasa todos los días por lo que mis padres tienen que sufrir, trabaja y estudia en la universidad. Y se ha callado la enfermedad de su madre para darme una "normalidad", para que no pensara en la enfermedad, aunque sea por unos momentos. Es lo más impresionante que han hecho por mí desde que estoy enfermo, me ha tratado como un amigo, no como un enfermo.
Entonces lo miro, él tiene la cabeza agachada mirando nuestras manos enlazadas y sus mejillas son de un rojo profundo. Yo me siento tan bien con mis dedos entrelazados con los suyos, como si siempre hubiese sido así. Sin dejar su mano escribo como puedo en mi cuaderno una petición.
-El lunes me operarán y me gustaría poder verte antes de entrar en quirófano, ¿podrías estar aquí? – le pregunto y él lee rápidamente mi nota.
Me mira intensamente, y asiente con la cabeza.
-Aquí estaré si eso te ayuda de alguna manera, no te preocupes – me dice y se recuesta un poco sobre el cabecero sin soltar mi mano.
Permanecemos en silencio un rato, me siento feliz. Es algo extraño, si pienso en el trance que me queda por delante no es un escenario muy halagüeño, pero el saber que Fluke estará aquí me reconforta. Él me entiende, de una manera que pensé que jamás me entendería nadie, ni siquiera antes de mi enfermedad. No habla de más para llenar los silencios entre nosotros, no está inquieto cuando hablamos de mi enfermedad, llama a cada cosa por su nombre y es tan reconfortante que no me lo acabo de creer.
-¿Tienes claro nuestra siguiente lectura? – me pregunta de repente.
Asiento con la cabeza y le señalo mi mochila que está sobre la cómoda de plástico de la habitación. Él se levanta y se acerca a la cama con mi elección para nuestra tarde de lectura.
-"Rompe mis cadenas", es genial, tenía muchas ganas de leerlo – me dice con un brillo en su mirada.
Pasamos el resto de la mañana y parte de la tarde leyendo, comentando y riéndonos con mis tonterías, nunca me he sentido tan vivo como ahora, y todo es gracias a él, a este chico extraordinario que he tenido la suerte de conocer.
-Tengo que irme – me dice mirando su teléfono.
-¿Tu madre ya ha terminado? – le digo con señas, y él me mira extrañado. No entiende nada, claro que no, lo he hecho por inercia sin darme cuenta que no todo el mundo sabe de lenguaje de signos.
-¿Es lenguaje de signos? – me pregunta.
Yo asiento y le enseño como decir su nombre o el mío. Fluke está encantado con aprender, porque así podríamos prescindir de mi cuaderno.
-Esto es genial, volveré mañana y seguirás enseñándome, ¿está bien? – me pregunta con una sonrisa.
Yo asiento con tanta fuerza que me mareo, él se ríe con ganas y se apoya en la cama para darme un suave beso en los labios. Es la primera vez que alguien me besa en los labios y mi cara debe ser un poema porque Fluke sigue riéndose mientras sale por la puerta.
Mis padres llegan una media hora después y yo sigo tocándome la boca, allí donde los labios de Fluke tocaron los míos. Quiero besarlo para siempre, no quiero hacer otra cosa el resto de mi vida.
El sábado y el domingo lo paso con Fluke, es un chico muy listo, aprende muy rápido y casi podemos hablar solo con el lenguaje de signos. He conocido a su madre, es una mujer impresionante, está claro que Fluke ha salido a ella. Mis padres también la conocen y se llevan de maravilla.
No he hablado con Fluke de nuestro beso del viernes, él me trata como siempre y yo no quiero estropearlo, así que leemos, reímos y comemos palomitas mientras vemos una serie en Netflix.
Ya es tarde y mañana tengo que entrar en quirófano, Fluke ha pedido el día libre para poder estar conmigo, y estoy muy asustado. No voy a negarlo, me da miedo morir en esa operación y no volver a verlo.
Estamos leyendo el libro y en una de las notas maravillosas que Off le deja a Gun leo unas palabras que me dejan aturdido. "El amor no es algo que encuentras es algo que te encuentra".
Verdaderamente es algo que te encuentra, porque jamás en un millón de vidas creí encontrar algo tan bonito como lo que Fluke me hace sentir. No quiero que mañana me pase algo y él no sepa lo feliz que me ha hecho desde que lo conozco.
-Ohm, ¿estás bien? – me pregunta preocupado.
Parece que he estado más tiempo de lo que creía mirándolo fijamente. Cojo mi cuaderno y escribo lo que quiero decirle, de cualquier manera no puedo permitirme el lujo de sentir vergüenza, puede que mañana ya no esté aquí.
"Fluke, desde que te conozco mi vida es mucho mejor. He podido saber cómo es que alguien se preocupe por ti, cómo es compartir algo especial con otra persona y cómo es sentirse normal otra vez. Quiero darte las gracias por todo y quiero que sepas que pase lo que pase nunca me olvidaré de ti. Te quiero"
Le dejo leer la nota tranquilamente y él tarda un poco en mirarme tiernamente a los ojos. Está llorando y yo me quedo de piedra, no quería que se sintiera mal. Soy un estúpido, no debería haberle dicho nada.
-Lo siento, por favor no llores – le digo con señas.
-Yo también te quiero – me dice con sus manos, lentamente, pensando cada palabra y yo entro en shock.
-¿De verdad? – le sigo diciendo con señas.
Él mueve la cabeza de arriba abajo, pero sus lágrimas siguen ahí, no quiero que llore, no quiero que nada cambie entre nosotros. Arrastro mis dedos por sus mejillas para secarlas y lo acerco hasta mi boca. No sé qué carajo estoy haciendo, así que sigo mi instinto y uno mis labios suavemente con los suyos. Su boca es reconfortante, sus labios llenos y rosas me dejan sin aliento. Fluke al ver mi titubeante intento de beso se hace cargo de mí y mete su lengua en mi boca jugando con la mía. Un gemido sordo sale de mí sin pretenderlo y me dejo llevar al séptimo cielo.
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