Parte III (4) (14 de 15)

Varios días después de que Lori viajase a Kabul, Lynn Jr. decidió de una vez poner fin a aquello con lo que no estaba de acuerdo, respecto al trato que se les daba a los ancianos veteranos en Cañón Sunset.

–Señorita Sue –se aproximó a confrontar a la enfermera a cargo–, les quité a todos sus tranquilizantes y los arrojé por el inodoro.

–¡¿Hiciste qué?!

–Vine aquí porque le debo esto a una persona –la desafió la castaña–, a un soldado como estos hombres. No vine aquí para quedarme sin hacer nada mientras destruye su espíritu con químicos. Él se merecía algo mejor y ellos también.

–¿Cual es tu problema? –exigió saber una muy horrorizada Sue–. No puedes quitarles los sedantes, Lynn.

¡Pow! ¡Crash! ¡Kapoow!

En eso se escuchó un tremendo alboroto en la sala comunal, por lo que ambas fueron inmediatamente a ver que pasaba y, nada más entrar, hallaron un caos total con todos los enloquecidos veteranos librando una pelea masiva los unos contra los otros como si nuevamente estuviesen en el campo de batalla.

Los naipes y las fichas de los juegos de mesa volaban por doquier, las sillas y mesas eran volcadas y usadas como barricadas, los urinales como escudos y los palos de escoba como armas contundentes. Puñetazos, patadas, cabezazos, rodillazos eran surtidos indiscriminadamente, en una pelea campal de todos contra todos, chíngate al que se te ponga en frente y trata de salir lo menos madreado posible.

En un extremo de la sala, el abuelo Albert fue arrojado violentamente contra una mesa que colapsó bajo el peso de su descomunal cuerpo. En otro, Seymour estrangulaba a Bernie pasándole el brazo alrededor del cuello, a lo que Bernie, en su defensa, sacudió su mano efusivamente cerca de un estante hasta que esta cayó sobre una dentadura postiza, la cual inmediatamente agarró y se calzó para brindarle una certera mordida a Seymour y así obligarlo a soltarle.

–¡Seguridad!

Sue inmediatamente salió corriendo de la sala en busca de ayuda.

–¡Oigan, por favor cálmense!

Por otro lado, Lynn se arriesgó a adentrarse para tratar de hacer entrar en razón al enloquecido y desorientado grupo de ancianos.

–¡No se peleen! ¡No se pe...!

¡Kapoow!

–¡Buen intento, alemán!

Pero antes de que pudiera hacer o decir algo para frenar todo ese caos, el abuelo Albert llegó a derribarla de un contundente derechazo que la dejó inconsciente. Luego le puso un pie descalzo encima, se puso la pantufla en la oreja y le habló a esta como si de un walkie talkie se tratase.

–¡General MacArthur, anóteme otro! ¡Avisen que la playa fue asegurada!

Después de esto, el anciano se lanzó a seguir agarrándose a golpes con sus compañeros de la sala gritando a voz en cuello:

–¡Estados Unidos! ¡Estados Unidos! ¡Estados Unidos!...

***

Horas más tarde, Rita le dio a Lynn una bolsa de chícharos congelados con que reducir la inflamación de su ojo amoratado.

–Nha, no quiero saber que pasó –la reprendió en lo que se retiraba a sacar los trastes para ir a poner la mesa–. Sólo faltaba esto; Lori no está, Lincoln está perdido, y tú sales a pelear a las calles.

–Lo lamento.

–Seh...

–Aguarda un momento –dijo su padre quien se aproximó a arrebatarle la bolsa de chícharos–. Necesito eso para preparar la cena.

La joven deportista suspiró frustrada como nunca en su vida y se retiró a reunirse con el resto de sus hermanas en el estar. La única que no estaba allí era Lucy, pero eso ya era algo muy habitual en ella, lo más seguro es que estuviera oculta en las ventilas. Como era de esperarse, todas ellas se lamentaban igualmente a su modo por lo sucedido.

–Oigan, buenas noticias –dijo sarcásticamente tras desplomarse boca abajo sobre la alfombra, pues el sofá y el sillón estaban ocupados–. Dios decidió que no merezco redimirme, tendré que cargar con esta culpa toda mi vida.

–Si... –asintió Luna quien se concentraba en redactar una partitura–. Trato de componer un requiem para Lincoln, pero es difícil estar triste con un bolígrafo de chispitas.

–Como que tal vez honramos a Linky equivocadamente –sugirió Leni sin haberlo pensado demasiado.

–¡Eso es!

Luan hizo chasquear sus dedos y se puso en pie de un salto.

–Bien pensado, Leni –felicitó a su hermana, que en cambió se mostró igual de confusa que las demás–. Eso es justo lo que tenemos que hacer.

–¿Qué cosa? –le preguntó Lola que tampoco acababa de entender a que se refería.

–Tenemos que cambiar la perspectiva –prosiguió a explicar la joven comediante–. Aceptémoslo, hablamos de Lincoln como si fuera un chico talentoso que sólo hacía cosas buenas y ayudaba a la gente; pero lo cierto es que en realidad era alguien patético, egoísta y que echaba a perder todo con sus tontos planes, unas veces con y otras sin intención. Para honrar a Lincoln, deberíamos hacerlo de ese modo.

–¿De qué hablas? –le preguntó Lana.

Antes de continuar, Luan miró de reojo en dirección a la entrada de la cocina y el comedor para asegurarse que sus padres no las estuviesen escuchando. Después llamó a todas moviendo ambas manos para que se acercaran a rodearla.

–Lo que tenemos que hacer –susurró–, es elaborar un plan que garantice terminará en total desastre y haga enojar a muchas personas.

–¿Qué?

Lisa se rascó la cabeza mayormente confundida.

–Lincoln tenía un talento natural para eso –siguió explicando Luan–, para armar discordia, generar caos y crear destrucción a su paso. ¿Recuerdan todas las peleas que se han generado en esta casa por culpa suya? Por ejemplo cuando trajo a varios de sus amigos para tener privilegios y terminó viniendo la policía; las muchas veces que tapó el inodoro o cuando hizo que todas nos reveláramos en contra de Lori. Si no fuera porque ella se liberó y puso todo en orden a tiempo nos hubiéramos metido en graves problemas. Porque siempre se metía en problemas y terminaba metiendo en problemas a todos los que se involucraban con él. Entonces, lo que hay que hacer es armar un plan que nos meta en problemas a nosotras en su honor.

–... ¿Hablas de... –indagó Luna queriendo ver si había entendido bien–. Cometer una acto de sabotaje?

–No cualquier acto de sabotaje, el mayor acto de sabotaje que nuestro hermano hubiese podido crear de haber querido.

–Osea, vandalismo –señaló Lola enarcando ambas cejas.

–Pues si, exactamente. Si Lincoln no fuera tan bonachón, habría sido un maestro de las bromas de temer.

Sus hermanas guardaron silencio y reflexionaron un momento lo que tuvo que decir. Después de un rato, Lynn fue la siguiente en tomar la palabra.

–¿Qué sugieres?

–No sé. Pero tiene que ser algo que se quede en la memoria colectiva de todos, pero a su vez tiene que ser algo que haya favorecido a nuestro hermano.

–Mmm... ¿Alguien tiene una idea? –preguntó Lisa a las demás.

–Yo si.

De repente, se oyó un estruendoso relámpago azotando los cielos y las luces en la sala parpadearon por tres segundos, después de los cuales Lucy hizo acto de presencia ante sus hermanas quienes se sobresaltaron con su subita aparición.

–Justo estaba pensando lo mismo que tú, Luan –comentó, sorprendentemente esbozando una leve sonrisa–, y creo tener algo que nos podría interesar.

Dicho esto, la niña de pelo negro le entregó un volante a la hermana que sugirió el modo de honrar la memoria del niño desaparecido.

–¿Una feria cristiana? –preguntó Luan tras leer lo que anunciaba.

–Si –afirmó Lucy–. Se celebrará el próximo sábado en el parque central.

–¿Y qué quieres que hagamos en una feria cristiana?

–No es cualquier feria cristiana. Esta, es una feria organizada por una iglesia cristiana evangélica, ósea de esas que ni siquiera son una iglesia de verdad.

–¿Y eso qué? –preguntó Lynn encogiéndose de hombros.

–¿No lo ves? Lo estuve investigando y vi que aquí irán de esos religiosos extremistas que dicen que el anime es satánico, que la violencia y los tiroteos en las escuelas es culpa de los videojuegos, que los integrantes de Smooch adoran al diablo y en general siempre se la pasan difamando todas las cosas que le gustaban a Lincoln. Lo que yo digo es que vayamos todas a sabotearles su feria de la peor forma, como a él le habría gustado.

–Me gusta como piensas –asintió Luan en lo que terminaba de ojear el volante–. Miren lo que dice aquí; habrá grupos de oración, bautizos colectivos en la fuente y una quema de cómics de Ace Savvy. Si, hay que hacerlo, es perfecto, será la madre de todas las bromas, una que servirá para darle el ultimo adiós a nuestro hermano... En caso de que no vuelva... ¿Qué opinan?

–Me apunto –se animó Luna de buenas a primeras–. Yo también tengo que arreglar cuentas con esos idiotas que nos insultan a mi y a Sam, y a los papás de Clyde también.

–Si, invitemos a Clyde para que participe –sugirió Lana esta vez–. Y no sólo a Clyde, sino también a todos los amigos de Lincoln, él lo hubiera querido así. 

–A mi también me lo deben por como nos tratan a mi y a mis amigos del club fúnebre –dijo Lucy.

–Hagamozlo –las apoyó Lisa–. Ze lo merezen por demeritar a la zienzia.

–Esperen un momento –intervino Leni para mostrar su desacuerdo–. Yo sé que esa gente sabe ser muy odiosa y todo, pero como que no creo que este bien sabotear su evento sólo porque piensan diferente a otras personas.

–Si, tienes razón –concordó Lynn, además de Lola que asintió con la cabeza–. No está bien hacer ese tipo de cosas. Hay que pensar en algo más.

Luan exhaló con desilusión, pero su entusiasmo de seguir adelante con el plan le regresó tan pronto leyó el anunció más llamativo del volante.

–¡Estará Josué Yrion!

–¿Quién es ese? –preguntó Lola.

–El portugués loco ese que les llama nintendos a todas las consolas y busca probar la "malignidad" de los Pokemon usando cartas de Yu Gi Oh.

Con esto, las tres hermanas que no estaban de acuerdo con el plan quedaron convencidas.

–Estos lo están pidiendo a gritos –concluyó Lola.

–Si, hagámoslo –secundó Lynn–. Por Lincoln.

–Ni que fuéramos tontos para dejar pasar esta oportunidad –terció Leni.

***

Mientras tanto, nuestro protagonista de blancos cabellos seguía metiéndose en un problema tras otro, allá en el país islámico donde se hallaba extraviado.

En una de esas, por ejemplo, se metió a un cementerio después de una ceremonia fúnebre y esperó a que todos los dolientes y enterradores se retiraran del lugar para escarbar la fosa recién sellada y cambiar su mugriento y deshilachado burka con las ropas del muerto.

Posteriormente siguió su camino, hasta que eventualmente fue capturado por unos hombres que lo ataron de manos y arrastraron al interior de una choza.

–¡Sueltenme, por favor! –rogaba a gritos, en lo que forcejeaba por librarse del agarre de sus captores–. Oigan, ¿cómo iba a saber que era su dios?, tiene cara de mono.

De ahí fue arrojado contra una esquina.

–Lo lamentarán –amenazó Lincoln tras haber conseguido ponerse de rodillas–, si mi esposo se entera de esto los hará pagar y lo sentirán de verdad.

Los hombres entonces se apartaron de la entrada, permitiéndole así el paso a la mayor de sus diez hermanas quien en ese instante ingresó en la misma choza.

–Lori...

El rostro del peliblanco se iluminó de alegría, además de sentir un maravilloso confort de saber que alguien de su familia había ido hasta ese continente a rescatarlo.

–Se los agradesco mucho, aquí tienen.

Primero que nada, la muchacha les entregó su paga a los hombres que la habían ayudado en su búsqueda. Luego de esto miró por unos breves segundos a su hermano, igual de contenta de haberlo encontrado vivo.

Después frunció el ceño con enojo.

–En el nombre de Dios, ¿en que rayos estabas pensando?

Por ultimo se agachó a hacerlo levantarse halándolo del cuello de la túnica y, cuál niño mal portado, lo sacó de la choza halándolo de su oreja sana y se lo llevó arrastrando hasta el aeropuerto más cercano.

–Mírate, literalmente, estás hecho una mugre. Tus uñas están asquerosas y ya me enteré que robaste tumbas. Pero la diversión se acabó, jovencito, espera a que regresemos a casa con mamá y papá, estás en graves problemas...

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