Capítulo 7

Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento...

Gruño ante las más de diez hojas de planas que Bea me ha hecho llegar donde me pide disculpas por lo de anoche. Desde que me desperté ha intentado disculparse, pero la he ignorado completamente. Me ha escrito miles de veces al teléfono, me ha dejado mensajes de voz, me hizo el desayuno y ahora me envía cada hora una hoja llena de "lo siento".

La verdad es que con el desayuno ya la perdoné, pero quiero hacerla sufrir para que de una vez por todas aprenda a no emboscarme de esa manera. Sin embargo, estoy a punto de escribirle y hacerle saber que todo está en el pasado y así ponerle fin a este sin fin de hojas que han llegado. ¿Acaso no tiene que trabajar? ¿Mi tío le paga por hacer planas?

Suspiro y termino mi almuerzo para volver a mi trabajo. Necesito terminar a tiempo para hablar con Bea. Lo que dijo el tal Kenneth ayer me ha descolocado.

¿Cómo sabe él que me gusta salir a caminar en las noches?

¿Acaso está merodeando cerca de nuestro terreno?

Sé que hay otros senderos que se cruzan cerca del límite de nuestra propiedad, pero aun así están retirados de los caminos por los que suelo pasar, además, se supone que dichos senderos fuera de la propiedad son demasiado oscuros en las noches lo que puede hacer que quien lo camine se pierda en el bosque. Y, teniendo en cuenta el hecho de que hay lobos alrededor, ¿por qué se exponen así?, sí, los lobos al parecer no atacan a los humanos, a mí no me han atacado, pero eso puede ser suerte o sólo no soy de su gusto.

En fin, voy a preguntarle a Bea sobre los "K", además de lo que dijo Kenneth, está el hecho de que al parecer han desarrollado cierto interés en mí y por eso me quedan viendo de tal manera tan intensa.

Igual que los lobos.

—¿Terminaste? —La voz de John me saca de mis divagaciones—. Acaba de llegar un caso de urgencia. Un cachorro cayó a un pozo y se fracturó la cadera, tu tío te necesita.

—Ya voy.

Tiro lo que queda de mi almuerzo a la basura y corro para asistir a mi tío y ayudar al pobre cachorro.

***

—Pobrecito, va a estar un poquitín adolorido cuando despierte.

—Trataremos de ponerlo lo más cómodo posible, no podemos medicarlo más. Está demasiado débil y desnutrido. —Miro al pequeño en su lugar de recuperación y mi corazón duele—. Es tan pequeño, no concibo la idea de que seamos tan insensibles como para abandonar a su suerte a un chiquitín.

John estira su mano y acaricia la cabeza del pequeño cachorrito indefenso. —Tuvo que caminar mucho, sus almohadillas están en carne viva.

—Pobre, pero vamos a ayudarlo y a curarlo. De todas maneras ¿quién lo encontró?

—Oh, nuestro héroe del día es nada más y nada menos que el mayor de los chicos "K"

—¿Cuál? ¿Kenneth? —termino de comprobar el estado de los otros pacientes y me dirijo a la computadora para actualizar la información para que Emma y Susan puedan acceder a ella.

—No lo sé, todavía no he logrado diferenciarlos. Son muy parecidos, especialmente los más grandes.

—Vale tal vez mi tío ya lo haya informado del estado del cachorro para que pueda irse a casa.

—Aunque de todos los chicos "K", creo que este es el más apuesto.

Tal vez sea Kenneth, de todas formas, voy a evitar pasar por la sala de espera. Los "K" me ponen incomoda.

—¿Vienes? —pregunta John cuando me ve rezagada en la sala de operaciones.

—No, voy a acompañar al pequeño hasta que se despierte. No quiero que se asuste y se vea solo y encerrado.

—Mmm, vale. Igual no hay más consultas.

Me despido de John y me recuesto al lado de la jaula donde se recupera el pequeñín. Logramos reparar el daño, sin embargo, la recuperación será lenta y dolorosa para nuestro nuevo amiguito. Acaricio su pelaje negro y froto tras sus orejas, tratando de darle un poco de consuelo. Tardará cerca de una hora más para estar completamente despierto y otra media hora para que el medicamento pierda efecto y empiece a sentir molestia. Afortunadamente podemos medicarlo sólo un poco, su peso es muy bajo y corremos el riesgo de perderlo por sobremedicarlo. Durante la cirugía su ritmo cardiaco y su presión fueron muy bajas, así que su recuperación supondrá más que un reto.

Para cuando el cachorro está completamente despierto, su llanto lastimero inunda la habitación. Debe tener hambre, pero no puede comer nada por al menos unas tres horas más. Me acerco y le doy palabras de consuelo mientras lo vuelvo a acariciar.

—Lo siento, amiguito, lamento mucho todo esto que te está pasando. Pero vas a recuperarte, ¿vale?, tú y todos nosotros vamos a hacer nuestro mayor esfuerzo para que puedas levantarte de esta. —Su lengua sale y lo siento relajarse un poco más—. Pronto tengo que irme, así que vas a quedarte con otras dos chicas que te consentirán mucho. No te preocupes, todo saldrá bien.

—Hola Ary.

Emma ingresa a la sala justo en ese momento. Le sonrío y la actualizo de todo. John viene un segundo después y me ayuda a dejarle todo listo a Emma y a Susan que se quedaran para el turno de la noche. Por lo general es una persona la que se queda, pero con tantos casos en recuperación en estos momentos, una sola persona no podría con todo.

—Por cierto, Ary —llama John—. Bea te está esperando en recepción con un postre enorme. Pero no luce muy contenta.

—Tal vez porque la he estado ignorando todo el día.

—¿Qué hizo ahora? —pregunta Emma, conociendo de primera mano a mi intensa prima.

—Me concertó una cita con Aaron, a mis espaldas, sólo para poder enrollarse con Samuel y que Clemencia pudiera enredarse con Lucas.

—¿Aaron? ¿El chico del colegio que te regaló la Hello Kitty? —Se estremece Emma—. Ese chico nunca me ha gustado.

—A mí tampoco. Pero la tonta de mi prima me llevó a un encuentro con él sin que yo lo supiera. Él actuó como un idiota y tuve que soportarlo, así que sí, me enojé con ella.

—Qué horror, ¿es por eso que ha estado enviándote planas todo el día? —pregunta John—. Pensé que era una especie de broma.

—No. Se está disculpando.

—Bueno, si sigues molesta con ella, podrías darme el postre a mí. Dios sabe que el turno de la noche es tan emocionante como ver a una tortuga copular.

—Realmente Emma, ¿Qué clase de vídeos estás viendo en YouTube?

—Estaba buscando lugares para ir a ver las tortugas nacer —se defiende Emma—. Al menos yo no soy el que se la pasa viendo anime XXX en el turno de la noche

—¡Eso fue una sola vez y todo porque le di clic por error!

No puedo evitar reírme de la cara horrorizada de John y las mejillas coloradas de Emma.

—Vale chicos, ya. Te dejaré el postre en la nevera, Emma, no te preocupes. Y tú, mi querido, vamos, ve a casa...

—Sí, eso haré.

—... para que puedas seguir viendo tus cosillas perversas.

—Ary —gime y cubre su rostro sonrojado. Emma se ríe y huye cuando John le da una mirada de muerte.

—Es broma. Vamos, vamos a descansar.

Cuando llego a la sala de espera, efectivamente Bea está esperando por mí con un postre en sus manos y un puchero en su rostro.

—Ya no sé si quiero que me perdones, porque ahora soy yo la que está molesta contigo —dice, dejando el postre en el mostrador.

—Mira que eres descarada Beatriz, si fuiste tú la que me tendiste una trampa. Estar molesta contigo e ignorarte es lo menos que te merecías.

—No estoy molesta por eso, sé que me lo merecía. Pero el hecho que me hayas privado de poder ver al misterioso y poco asequible Kellan Brahms, es una traición que supera todo.

—¿Quién? ¿Qué?

—No te hagas la tonta, Aryam, sé que él estaba aquí, todos se enteraron. Ni siquiera fuiste capaz de enviarme un mensaje y avisarme que la posible creación más sublime y perfecta de Dios estaba justo aquí, al alcance y a la vista de todos. —Suspira y se recuesta en el sofá de la sala de espera—. ¿Sabes lo difícil que es poder cruzarse con él, verlo o siquiera respirar el mismo aire en la misma habitación, ver de cerca sus hermosos ojos verdes o tenerlo a menos de tres pasos y oler su deliciosa colonia?

—Estás loca, Bea. Suenas como una acosadora.

—Cuando se trata de los "K" soy una total y completa acosadora.

—Además, pensé que era Kenneth, no el tal Kellam.

—No importa, si hay un "K" en la habitación, debes decirme..., espera. ¿Cómo conoces a Kenneth? Apenas nos hemos cruzado con Keyner y Killiam. —Jadea y me mira acusatoriamente—. ¿Te has visto con todos los "K" y no me has contado nada?, eres peor de lo que imaginé. Traidora.

—Primero que todo, no me he visto con todos los "K", ahora que recuerdo me dijiste que son cinco, y sólo he visto a tres. —Sigue dándome una mirada de muerte—. Segundo, a Kenneth me lo topé anoche en el parqueadero de Louis luego de salir furiosa del bar porque una traicionera prima me tendió una trampa para juntarme con un chico que no me gusta sólo para que ella y su amiga pudieran tontear con dos chicos. —Le doy la mirada, pero Bea sólo rueda los ojos—. Y, por último, no vi al tal Kellan, estuve todo el tiempo en la sala de recuperación, con mis pacientes. A diferencia de otras personas, yo vengo aquí a trabajar, no a espiar a los dueños de mis pacientes ni a llenar tontas hojas con planas ridículas.

—Yo también trabajo, y, mis planas no son ridículas, son una forma única, bonita y original de pedir disculpas.

—Si tuvieras una caligrafía decente, tal vez, pero tu letra es horrible.

Bea jadea y se toca el pecho, indignada. —Eres de lo peor. No me simpatizas justo ahora. Me privas de presenciar la perfecta creación de Dios y ahora insultas mi caligrafía.

Ruedo los ojos y tomo el postre que trajo para dejárselo a Emma en la nevera.

—Devuélvelo, ya no te voy a dar nada por odiosa.

—¿Segura? —Levanto una de mis cejas y sonrío—. Vale, y yo que pensaba contarte toda mi experiencia con Kenneth, anoche. Pero si estás molesta conmigo y no quieres darme mi postre de disculpa. Vale, todo tuyo.

—Mentiras, primita linda de mi corazón. Ese postre es todo tuyo, o de Emma, no importa. Ahora, me ibas a contar sobre tu encuentro con el chico "K", ¿qué te parece si vamos al granero?

Me río y sacudo mi cabeza. Bea es un caso aparte. Vive y respira por los chismes de chicos calientes.

Le dejo el postre a Emma en la nevera y dejo que Bea me apure hasta el granero. Sin embargo, porque soy odiosa y quiero vengarme por lo de anoche, me tomo mi tiempo en el granero, tomando algunos aperitivos, usando el baño y acomodándome en los cojines, riendo todo el tiempo al ver como Bea lucha por gritarme que suelte la lengua rápido.

—Bien, ¿qué quieres saber, Bea?

Rueda sus ojos y resopla. —Escúpelo todo, Ary. ¡Ya!

Suspiro. —Vale. —Me aclaro la garganta, dándole más dramatismo y recibo un almohadazo en mi cara por parte de Bea—. Tranquilízate, chica. Ya voy a empezar. Salí del bar, molesta con mi prima por ser una traidora, le envié un mensaje a Castian, caminé hacia la camioneta, no quiso abrir la puerta, alguien me preguntó si necesitaba ayuda, me asusté y me volví dispuesta a apuñalar al desconocido, resultó que era uno de los "K", se ofreció a ayudarme, lo permití, me dijo que se llamaba Kenneth y luego abrió, sin mucho esfuerzo, la estúpida puerta que hace unos segundos había estado atorada. Le agradecí y listo, regresé a casa...

—¿Y?

—Y fin. —Me encojo de hombros y tomo uno de los bombones de la mesita a mi izquierda.

Bea parpadea un par de veces, procesando lo que le acabo de decir. Me quedo mirándola mordiendo mi labio para no sonreír, pero rompo en carcajadas cuando mi prima se abalanza sobre mí, dándome varios almohadazos.

—No puedes hacer eso, Aryam. No puedes hablar en serio. Qué idiota eres. ¿Cómo puedes ser tan imbécil y dejar pasar una oportunidad de esas con uno de los chicos "K"?

—¿Qué querías que hiciera? —grito, tratando de esquivar sus golpes.

—Coquetearle, pedirle su número, arrojarse a sus brazos, besarlo hasta la próxima vida, darle un hijo. ¡Cualquier maldita cosa que realmente valiera la pena contar!

—Estás loca, Bea —chillo. Tomo todos los cojines a mi alcance y empiezo a arrojarlos hacia ella, defendiéndome de su ataque—. Ni siquiera lo conocía y ya quieres que me arroje encima suyo, lo ultraje, viole y traumatice de por vida.

—¡Ay por favor!, no serías ni la primera ni la última chica que trata de tomar sus nueces y comerlas.

—¿Sus qué? —rio, Bea aprovecha mi descuido y me arroja un cojín que da justo en mi cara.

—El horror, la decepción —gime—, ¿cómo es que llevamos la misma sangre?

—Lo mismo me pregunto yo. —Hago una pausa y trato de reunir nuevos misiles para arrojarlos contra Bea, pero entonces...—. Ah, ya que lo recuerdo.

—¿Qué? ¡Dime! ¡Dime!

—El tal Kenneth sabía quién era yo, dijo que yo era la "famosa y hermosa Aryam". ¿Tienes idea de porqué dijo eso?

—La verdad no, y me parece extraño...

—¿Verdad?

—... que te haya dicho hermosa. Sabía que algo malo debían de tener.

—Yo tampoco entendí por qué dijo eso..., espera, ¿qué?

—Bueno, son tan hermosos que parecen irreales, algo malo deberían de tener, y al parecer están malos de la vista.

—Eres una idiota, Bea.

—No todo puede ser perfecto —suspira.

—Voy a golpearte —gruño.

—Vale —ríe—, ya hablando en serio. No tengo ni idea de porqué dijo que eras famosa. Apenas y regresaste hace unas semanas al pueblo y aún no haces algo interesante o que valga la pena reconocer en este lugar.

—Ni lo haré, pasar desapercibida es mi misión en esta vida. Estar en boca de los carroñeros de este pueblo es lo último que quiero tener como referencia en mi currículo de vida.

—Sin embargo, llamaste la atención de Killiam y Keyner, casi que por completo. Se concentraron en ti cuando te conocieron, casi que parecían anonadados contigo —reflexiona—. Lo cual es extraño. Tengo entendido que ambos tienen pareja y jamás, desde que se mudaron, han mostrado ese interés por otra chica. Incluso te tocaron.

—Y eso fue bastante molesto y grosero.

—Sí, pero es la primera vez que se les ve actuar de esa manera, además, cuando saliste corriendo ese día, no pararon de hacerme preguntas sobre ti.

—Eso no me lo habías dicho, Bea.

—Bueno, saliste bastante molesta, pensé que te disgustaría saber que estaban preguntando por ti.

—¿Qué exactamente querían saber?

—Tu edad, quienes eran tus padres, dónde estabas viviendo, porqué estabas aquí, qué hacías, dónde trabajabas, qué eras —Hace una pausa y frunce el ceño—, esa fue de las preguntas más extrañas; también me preguntaron si tenías pareja o si tenías hijos.

Parpadeo, sorprendida. —Guau, realmente quería saberlo todo.

—Ujum. Realmente estaban bastante interesados y apurados por saber todo sobre ti.

—¿Les dijiste algo?

—Por supuesto que no, incluso para mí eso fue bastante intenso y extraño. Les dije que, si querían saber todo sobre ti, mejor te preguntaran. Pero que una próxima vez no fueran tan directos y agresivos. Luego me disculpé por la forma en la que actuaste y ya.

—Ignorando el hecho de que actué así con razones de peso, me preocupa lo que me has contado. Ayer, ellos estaban en el bar, Keyner y Killiam, había dos chicas con ellos y los cuatro no dejaban de mirarme.

—Oye, no me di cuenta. ¿Cuándo fue eso?

—Bueno, creo que al mismo tiempo que Samuel succionaba la vida de ti —digo sarcásticamente. Bea se ríe y agita su mano.

—Pero tampoco los vi después de que te fuiste. Y eso que me quedé un poco más, gracias a que cierta persona me dejó sin transporte a casa.

—Por enésima vez, te lo merecías.

—En fin —suspira y rueda los ojos—. Las chicas que viste con ellos deben ser sus parejas. ¿Una rubia y una pelirroja tan hermosas que duele mirarlas? —Asiento—. Sí, son ellas. Sin embargo, ¿no estaban dándote miradas de muerte?

—No, parecían más bien curiosas y sorprendidas, como si trataran de averiguar si era real o no.

—Mmm, interesante. Si mi chico estuviera concentrado mirando a otra chica, probablemente yo le arrancaría la garganta, a ambos —Asiento, de acuerdo con ella, pues es lo que yo también haría. Bueno, no tanto como arrancarles la garganta, pero su llamado de atención si tuviese.

—¿Qué será lo que los "K" quieren contigo, Ary?

—Ni idea, Bea, ni idea.

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