Capítulo 12
Tengo que ir a trabajar. Ayudar a la tía Monse en la cocina, o limpiar por tercera vez mi habitación. Cualquier cosa, debo hacer cualquier cosa que no sea "descansar" y tratar de darle sentido a lo que pasó hace dos días, o me volveré loca, literalmente.
El diagnóstico médico para lo que me sucedió es... nada. Al no encontrar razón alguna para justificar mi "desmayo" —así lo llamaron—, determinaron que fue una descompensación física producto de la falta de sueño y "sobrecarga laboral".
Como sea.
Para mí, eso es pura mierda. El dolor que experimenté no es por una descompensación física. Eso tuvo que ser producto de algo más, sin embargo, terminé por aceptar lo que dijo el médico. Era eso o tener que asistir a una consulta psiquiátrica porque al parecer, lo que sentí no fue real.
Claro, como la única que sintió que fue partida en dos y no tiene prueba de ello, soy yo.
En fin, dejé que mis tíos escucharan las recomendaciones del doctor Garza, porque mi mente estaba demasiado ocupada pensando en el hombre que presenció mi "crisis" y luego trató de golpear el médico que le impidió dejarlo verme.
Bea tenía razón.
El hombre es impresionante, bueno, lo poco que pude ver de él, ya que estaba teniendo el ataque fantasma de mi vida. Sus ojos, Jesús, esos ojos verdes son tan hermosos y me hicieron sentir... desnuda, expuesta, frágil. Y luego vino el jodido dolor que nadie explica y la sensación de quemadura cuando me tocó que no dejó marca alguna.
—¿Quieres ver una película? —pregunta Bea, irrumpiendo en mi habitación y sacudiendo el control remoto—. Mamá me dijo que estás a cinco segundos de enloquecer por estar aquí encerrada.
—No me dejan hacer nada, ni siquiera llevar el plato de mi cena a la cocina. —Me quejo, dejándome caer en la cama.
—Están preocupados por ti, no quieren que vuelvas a pasar por eso. Sólo quieren que descanses y te recuperes totalmente.
—No tuve una "descompensación física". Fue algo más.
Bea se sienta a mi lado y empieza a peinar las hebras de mi cabello.
—Entonces, ¿Qué crees que fue?
—No lo sé —susurro—. Y tampoco estoy loca.
—Claro que no. Aquí la loca soy yo.
Bea toca mi mano y la aprieta. Sonrío y le arrebato el control remoto.
—¿Sons of Anarchy o Vikings?
—Hoy tengo ganas de Charlie Hunnam.
—Buena elección, Bea.
***
Después de terminar por completo la quinta temporada de Sons of Anarchy, Bea cae profundamente dormida, paso los canales sin si quiera ver qué están presentando. Estoy distraída y pensativa. No puedo dejar de visualizar a Kellan, específicamente a sus ojos verdes, la sorpresa y el shock en ellos; pienso en lo que dijo Bea, que corrió los cuatro kilómetros hasta el hospital y me sonrojo de vergüenza.
¿Qué habrá pensado de mí?
La brisa de la noche levanta las cortinas de mis ventanas y refresca mi acalorado rostro. Miro a mi prima profundamente dormida a mi lado, decido no despertarla y sólo caminar un poco para sacudirme el aburrimiento. Tal vez eso me ayude a conciliar el sueño.
Me cambio a unos tenis y ropa deportiva, amarro a mis caderas un saco por si el frío de la noche aumenta. Esta vez decido llevar una linterna y, con cuidado de no alertar a mis tíos, empaco un poco de café en mi termo y me escabullo hacia la noche.
Apenas y el aire fresco se estrella contra mi piel, suspiro feliz. Mis tíos me tuvieron retenida dentro de la casa por estos dos días, no me dejaron mover ni un dedo, según ellos, para que pudiera recuperarme y no "desgastara" mi cuerpo.
Sí, claro.
Me agacho un poco cuando paso por la ventana de la oficina de mi tío. La luz está encendida, y tal vez pueda verme. Apuro el paso y tomo dirección hacia el sendero que lleva al lago y enciendo la linterna.
Esto era lo que necesitaba.
Salir, estar aquí afuera. Sentir la brisa, el olor de la naturaleza, ser libre. Una sonrisa satisfecha se dibuja en mis labios al alcanzar el lago. Es hermoso, el reflejo de la luna y las estrellas en él, es hermoso. No hay nada que se compare a esto. Me acerco a una de las rocas en la orilla, me quito los tenis y las medias, dejo el termo con café en el suelo y la linterna en la roca junto a la que estoy sentada, espero unos minutos para poder sentarme y meter mis pies en el agua. Cierro los ojos.
Tanta paz, tanta tranquilidad. El sonido de los grillos y las chicharras en vez de molestarme me relaja. El ruido que hacen las ramas de los árboles al ser sacudidas por el aire, de las ranas croando, del agua, el ulular de los búhos... es una melodía hermosa para mí. Algunos disfrutan el canto de los pájaros al amanecer, para mí, los sonidos de la noche son perfección.
Perfección que se ve interrumpida cuando la extraña sensación de ser observada se instala en mí. Abro mis ojos y miro a mi alrededor, buscando algo o a alguien. No veo nada, pero la sensación no se va, aumenta. Recordando la última vez en la que me topé con los lobos, me pongo rápidamente los tenis, descartando las medias, tomo la linterna y me apresuro a volver a casa.
Voy a hablar seriamente con mi tío.
Debemos reforzar las cercas del terreno y comprobar que no haya animales peligrosos rondando en nuestro bosque. Me encanta salir a caminar y correr de noche, por lo que necesito asegurarme que no corro ningún peligro al hacerlo. Mi tío y los chicos podrán ayudarme a comprobar el terreno.
De ser necesario, podríamos poner sensores de...
Me detengo abruptamente al ver una enorme forma animal unos cuantos metros delante de mí, obstruyendo el paso.
Mierda, doble mierda, triple mierda...
Tengo tanto miedo de levantar la linterna e iluminar el frente. Estoy completamente segura que es un lobo, por supuesto que lo es, pero soy lo suficientemente estúpida y cobarde que no quiero iluminarlo y verlo en todo su esplendor... o mejor, en toda su bestialidad. "Si no lo veo él no me ve". Quiero llorar.
¿Por qué mierda salí?
¿Por qué, por qué, por qué?
La luz de la interna empieza a sacudirse y me doy cuenta que estoy temblando profusamente. Estoy aterrada, pero empiezo a retroceder para lograr llegar al lago y subir al menos al bote para asegurar que hoy no me convierta en cena de lobo. Empiezo a retroceder y, como toda persona normal, racional y estable mentalmente, empiezo a hablarle al lobo y a mí misma, dentro de mi loca cabecita.
—Hola lobito. Bonito lobito.
Normal, Ary, sólo sigue, no pasa nada. Es sólo un encuentro fortuito con un lobo, pero nada. Todo saldrá bien.
Él no te va a atacar. El blog decía que no atacaban humanos, que les huían.
No, él no se está acercando, es sólo sugestión tuya.
—Quieto —ordeno. El lobo se detiene un momento, pero vuelve a caminar hacia mí—. Por favor, quédate ahí.
No, eso no es un gruñido.
Un paso atrás, Ary. Vamos, tú puedes.
¡Apúrate, pendeja! ¡se está acercando!
—Yo... lamento interrumpirte en lo que sea que estabas ocupado. Sólo quería venir al lago. Estaba aburrida.
El maldito animal está muy, muy cerca de mí. Sus ojos brillan en la oscuridad, es enorme, realmente enorme. La poca luz de la linterna que lo logra alcanzar, muestra un poco sus enormes patas y garras.
No quiero ver sus colmillos. No quiero.
¡No! No corras, eso es peor.
¿Por qué ahora el lago parece estar tan lejos?
El lobo hace un sonido de inhalación profunda, está oliéndome. Huele mi miedo, mi maldito miedo, pero parece no gustarle —"genial"— porque sacude su cabeza y sigue acercándose a mí.
—No te acerques más. Hoy no me bañé, así que si te acercas oleré peor para ti. —Resoplo, el lobo se detiene y sigo hablando, tal vez si lo hago se entretenga y pueda alcanzar el muelle—. En realidad, no soy una persona desaseada, no pienses mal, siempre me baño y uso este jabón con olor a frutillas, no es mi olor favorito, pero fue un regalo del idiota de mi primo.
¿Qué clase de estupideces están saliendo de mi boca?
>> Yo... estaba muy enojada con mis tíos por tenerme encerrada, así que no quise bañarme, una pataleta, sí, pero de vez en cuando a mí se me zafa un tornillo. —La bestia ladea su cabeza. No sé si es mi loca mente o un truco de la luz, pero su cuerpo parece sacudirse y sus ojos brillan aún más—. Prometo que ahora que llegue a mi casa —Emprendo nuevamente mis pasos hacia atrás, para llegar al lago—, me voy a bañar. Lo juro. Bueno, no siendo más...
Mis pies se enredan con algo y termino cayendo al suelo de espaldas. Gimo de dolor cuando mi codo choca con una piedra, me he cortado, lo sé, un hilillo de sangre empieza a correr, lo ignoro y trato de levantarme. El maldito termo de café. Me tropecé con él y caí sobre las rocas donde estaba sentada hace poco. Levanto la mirada del termo y ahí está él, el lobo, frente a mí, no, sobre mí. Mirándome.
Verdes, sus ojos son verdes y, gracias a que la linterna cayó a un lado iluminándome perfectamente, puedo ver que es un lobo negro; un lobo negro de ojos verdes como el de mi sueño.
—Tú —susurro. Y entonces él abre su hocico y me muestra sus colmillos como si estuviera..., no, no está sonriendo.
Ignorando el miedo y el dolor de mi codo, lo observo detenidamente. Este es el lobo de mis sueños. Es el mismo. A él parece gustarle que lo observe de esa manera, se sienta en sus patas traseras, justo a un lado de mi cadera, y espera.
—Dios, eres igual. ¿Por qué?
Hace un sonido, como si estuviera respondiéndome, se estira, acercando su hocico a mi cuello. Siento su fría y humedad nariz en mi piel y brinco un poco, luego, su húmeda lengua y me estremezco.
—No estarás probándome, ¿verdad?
Se aleja y sacude de nuevo su cabeza.
Mierda. ¿Me está respondiendo?
—Ujum. —No estoy segura de qué exactamente está pasando, pero el lobo parece querer olerme. Pasa su hocico por mi clavícula, mi hombro y mi codo, deja salir un pequeño gemido lastimero—. ¡Oye! —Tengo un jodido corte en el cobo y él lo está lamiendo—. Está bien, está bien. Es sólo un corte pequeño. No pasa nada.
Un coro de aullidos se empieza a escuchar muy cerca. El lobo negro mira hacia el origen de ellos y gruñe fuertemente, asustándome. Regresa sus ojos a mí rostro y se vuelve a acercar, esta vez, su lengua viene y lame mi mejilla, se levanta y se aleja un poco, mueve su cabeza hacia el sendero y luego corre en dirección a los aullidos.
Me quedo unos segundos congelada mirando el lugar donde estaba el lobo hace unos momentos. Tomo la linterna y evalúo el corte en mi codo que... ¿Y el corte?
Los aullidos de lobos regresan, más fuertes y esta vez también escucho gruñidos. Decidida a no querer presenciar una pelea de lobos o algo así, tomo la linterna, el termo, la única media que encuentro y corro de regreso a casa.
¿Qué acaba de pasar?
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