Capítulo 26


Anthony fue quién les dió la mala noticia. Bruce y Sloan acababan de regresar a la casa cuando atravesó corriendo el patio de armas para interceptarlos.
Una sola mirada a su torva expresión bastó para indicar a los dos lairds que el problema era serio.

- Que pasa? - preguntó Bruce.

Anthony sabiendo que tenía que ser la mejor actuación de su vida, le explicó entre jadeos.

- Lady Sinclair y Lady McLeod han desaparecido. Las hemos buscado por todas partes y no hay rastro de ellas!

- A qué demonios te refieres con que han desaparecido? - rugió Bruce.

- Cuanto hace que han desaparecido? - siseó Sloan.

Anthony sacudió la cabeza.

- No estoy seguro.

- No pueden haber ido muy lejos - dijo Sloan a Bruce - tendremos que darnos prisa si queremos encontrarlas!

Bruce montó sobre su caballo.

- Estamos perdiendo tiempo - murmuró - yo buscaré por el oeste. Anthony reúne algunos soldados y ve al este!

                                                     ~~

A pocos metros de allí, dos jóvenes y asustados soldados montados en sus caballos observaron a Anthony conducir a un grupo de soldados colina abajo y después dirigirse hacia el oeste.

- Díselo al laird Sinclair - susurró Alan.

Kevin negó con la cabeza.

- Díselo tú, yo se lo diré a Sloan.

Bruce encabezaba el grupo, seguido de sus hombres, Robert, Dylan, Liam y Aaron.
Acababan de cruzar la planicie cuando oyeron un grito; Dylan se volvió cuando vio a uno​ de los soldados Macgregor que iba tras ellos pero los demás siguieron adelante.

- Proster...siguió a las damas y fueron hacia el norte - dijo Alan.

Dylan lanzó un silbido y en cuestión de segundos, Bruce y los demás rodearon al muchacho.

- Proster siguió a mi esposa?

La penetrante mirada del laird aterró de tal manera al muchacho que apenas pudo balbucear las palabras de respuesta.

- Vio que vuestra esposa y lady McLeod cabalgaban hacia el norte.

- Iban soldados con ellas? - preguntó Aaron.

- No, iban solas y por eso las siguió Proster. Dijo que las iba a traer de regreso... que no era seguro...

- Y entonces por qué demonios no las trajo de vuelta? - preguntó Liam.

- No lo sé - tartamudeó Alan - algo debe haberlos retrasado. Kevin y yo íbamos a buscarlos pero entonces llegó Anthony y detrás de él, vosotros. Kevin fue a decírselo a Sloan!

Espoleando a su caballo hasta obligarlo a galopar, Bruce corrió hacia el bosque. No dejó de repetirse que no debía dejarse dominar por el pánico pero no le sirvió de nada. En qué pensaba ella al salir a cabalgar internándose en la espesura sin protección? Un muchacho para proteger a dos mujeres? Efectivamente, algo debía haber pasado o Proster ya las habría traído de vuelta.
Por primera vez en su vida Bruce se puso a rezar.
<< Santo dios, que ella se encuentre bien. La necesito. >>

                                                  ~~

Abby había llegado al límite de sus fuerzas. Sencillamente no podía seguir y de todas maneras era muy peligroso; se habían detenido al lado de un arroyo y estaba a punto de decirle a Proster que con su ayuda o sin ella iba a quitarse la flecha cuando escuchó un fuerte retumbar en la distancia.

Proster desenvainó su espada.

- Preparaos! - gritó Proster haciendo una mueca ante el temblor que oyó en su propia voz.

- Con qué? - dijo Abby.

- Tal vez son Kevin y Alan - aventuró Alisa.

- Demasiados caballos - dijo Proster mientras colocaba al caballo delante de las mujeres.

Segundos más tarde, Bruce emergió de la niebla. Al verlos a los tres, tiró de las riendas y frenó. La sola visión de Abby, aparentemente sana y salva, lo colmó de un alivio tal que al desmontar sintió que se le doblaban las rodillas. Sus soldados fueron tras él; ellos también desmontaron y fueron directamente hacia Proster.

- Baja la espada, muchacho - le ordenó Dylan a Proster.

Bruce corrió hacia su esposa.

- Abby, estás bien?

Esperaba una inmediata confirmación y entonces le iba a echar un buen sermón. Acaso esa mujer no comprendía lo mucho que significaba para él? Como se atrevía a exponerse a un riesgo semejante? Por dios que le exigiría que suplicara su perdón por haberlo sometido a esa tortura y pasaría muchos días antes de que la perdonara.

Abby se sentía tan llena de júbilo y de alivio porque Bruce la hubiera encontrado que no le importó que estuviera furioso.

- No, no estoy bien, Bruce; pero estoy tan feliz de verte!

Proster acababa de pasar la pierna sobre el lomo de su caballo y se disponía a montar, cuando Bruce se acercó más a su esposa. El soldado se lanzó hacia el laird.

- No la toquéis!! - gritó.

Bruce reaccionó con increíble presteza. Los pies de Proster no habían alcanzado a tocar el suelo cuando fue arrojado hacia atrás con tanta fuerza que aterrizó de espaldas sobre la hierba.

- Que diablos le pasa? - preguntó Bruce mientras se volvía hacia Abby.

Dylan aferró a Proster y lo alzó en vilo; luego empezó a sacudirlo.

- Te atreves a darle órdenes a mi laird?

- Está sujeta a la silla! - gritó Proster - una flecha...

En cuanto pronunció esas palabras, Dylan lo soltó. Bruce ya había notado la flecha y se había trasladado hasta el flanco derecho del caballo para verla mejor.

- Estoy tan feliz de verte - murmuró Abby apoyando la mano sobre la mejilla de Bruce.

- Y yo estoy feliz de verte a tí - le dijo él - ahora déjame ver que te has hecho - le ordenó con un gruñido.

Abby se puso rígida.

- Yo no me e hecho nada!! - gritó - salvo tratar de escapar; sino fuera por Proster, Alisa y yo estaríamos muertas!

De pronto, los tres comenzaron a hablar al mismo tiempo mientras cada uno trataba de explicar lo ocurrido.

- Eran Macgregor - anunció Proster.

- No trataban de matarme a mí - dijo Alisa - iban a por Abby!

- Te hubieran matado a tí también - afirmó Abby.

- Proster mató a dos de ellos - le dijo Alisa a Bruce.

- Eran Durston y Fraudon - les informó Proster.

Al oír el nombre de dos de los comandantes que Duncan más apreciaba, Bruce se quedó parado.

- Fraudon trató de matarte?

- Sí - respondió Alisa por Abby - Durston y él estaban esperandonos!

- Fue una emboscada - dijo Abby.

- Yo maté a Durston y a Fraudon - anunció Proster con orgullo.

Bruce estaba intentando meter la mano por debajo del muslo de Abby para poder aferrar debidamente la flecha pero al verla dar un respingo, la retiró.

- Proster trató de quitármela pero no pudo - le dijo ella.

El soldado comenzó a alejarse pero Dylan volvió a aferrarlo.

- Dylan suéltalo ya!! - exclamó Abby.

Bruce tomó la daga, le levantó el tartán y le rasgó las enaguas de arriba abajo. Los soldados se agolparon alrededor de su laird y se dieron la vuelta para darles intimidad.

- No está tan mal como parece - dijo ella sabiendo que estaba preocupado.

- No trates de engañarme - le replicó él.

- Tal vez ella preferiría estar dormida para pasar por esto, laird! - sugirió Robert.

- Vas a esperar hasta que se duerma? - preguntó Alisa mientras se había abierto camino entre los hombres para poder darle la mano a Abby.

Abby era más astuta que su amiga. También estaba furiosa por la sugerencia de Robert.

- Nadie va a dejarme inconsciente, a quedado claro?

- Pero milady... - comenzó a decir Robert.

Ella lo detuvo con frialdad.

- Ni se te ocurra acercarte o el que va a quedar inconsciente vas a ser tú!

- Un leve golpecito sería suficiente - sostuvo Aaron - no sentiríais nada.

- No nos gusta veros sufrir, milady - dijo Liam con voz áspera.

- Entonces cerrar los ojos - exclamó Abby.

Bruce finalmente notó la presencia de Alisa apretada contra él. La indicó que retrocediera para que él pudiera hacer lo que era preciso hacer pero Alisa no se movió y Aaron tuvo que alzarla y quitarla de en medio.

- Que vas hacer? - preguntó Robert a sus espaldas.

Por toda respuesta, Bruce desenvainó la espada.

- Dylan, sostén la flecha derecha; Liam, toma las riendas!

Dylan se acercó, agarró la flecha con ambas manos y apretó contra el muslo de Abby para evitar que se moviera.
Aaron apartó a Alisa del paso mientras Robert iba hacia el otro lado del caballo y le indicaba a Abby que se apoyara contra él.

- Todavía piensas pegarme, Robert? - preguntó Abby con suspicacia.

- No milady, jamás os pegaría sin vuestro permiso.

Decidió dejar el tema y apoyó las manos sobre los hombros mientras lentamente se recostaba contra su cuerpo.

- Bruce?

- Sí?

- No falles!

Entonces cerró los ojos y aguardó. Oyó un silbido de la espada al descender por el aire, sintió apenas un ligero tirón cuando la hoja cortó la flecha y todo había terminado. Cuando volvió a abrir los ojos vio que la flecha había sido cortada limpiamente a milímetros por encima de las manos de Dylan.
Sabía lo que venía a continuación y cuánto la asustaba; Bruce deslizó las manos por debajo de sus rodillas.

- Apoya las manos sobre mis hombros - la ordenó aferrandola con más fuerza.

Alisa se retorcía las manos con desesperación. Apenas podía mirar a su amiga padeciendo tal dolor.

- Te sentirás mejor si gritas - le dijo - yo lo haría!

Bruce miró a Abby a los ojos y vio las lágrimas.

- No emitirá ni un grito - afirmó.

Consiguió provocar la reacción que buscaba; instantáneamente Abby se puso furiosa.

- Gritaré si me da la gana!! - gritó - no vuelvas a darme órdenes nun...

No emitió un solo sonido más, salvó su agitada respiración cuando Bruce la levantó y la flecha se deslizó a través de su pierna. Le arrojó los brazos al cuello, lo abrazó con fuerza y cuando se le cayeron las lágrimas hundió la cara en el cuello de Bruce.
Él no pudo decidir cuál de los dos temblaba más; sin decir una sola palabra, la alzó en sus brazos y la llevó al arroyo.

- Ya terminó todo - susurró Bruce.

Su voz se oyó ronca por el alivio que sentía; la sostuvo apretada contra él, al parecer sin ser capaz de soltarla. Iba a tardar en superar el miedo de perderla; la besó en la frente y la rogó que dejara de llorar. Abby se secó las lágrimas con el borde del tartán.

- Te mueres por gritarme, verdad?

- Demonios, sí - reconoció él - pero soy un hombre considerado, de modo que esperaré hasta que te hayas recuperado!

Abby no creyó ni una palabra.

- Vamos hazlo, no te reprimas - dijo ella.

- Por el amor de Dios, en qué estabas pensando partiendo sin...? Por dios Abby podrían haberte matado!

Bruce siguió regañandola mientras la echaba agua​ sobre la pierna para quitar todo rastro de sangre y suciedad; después rasgó su falda en tiras con las que le vendó el muslo para que dejara de sangrar. Él no le permitió caminar y ella no le permitió alzarla en sus brazos hasta que le hubiera dicho todo lo que tenía en la cabeza.
Acunándola en sus brazos, Bruce siguió regañandola.

- Cuando lleguemos a casa, te juro que apostaré dos guardias delante de tí y otros dos detrás. No vas a tener otra oportunidad de volver a asustarme!

Abby le puso la mano sobre la mejilla, una simple caricia que tuvo la virtud de calmarlo como por encanto.

- Como iba a pensar que iría directa a una emboscada?

- Pero saliste, verdad? Y sin un guardia que te protegiera!

Bruce cerró los ojos y se repitió por centésima vez que Abby estaba bien. La sola idea de perderla lo asustaba como mil demonios.

- Quieres calmarte?

- Que me calme? Es que todavía no te has dado cuenta?

- Darme cuenta de qué?

- Estás predispuesta a recibir heridas, Abby! Te juro que si un árbol decide caer en este instante, encontrará tu cabeza para aterrizar encima!

- No exageres - resopló ella.

- Que no exagere? Desde que te conozco, has recibido puñaladas, lanzado piedras, un golpe para que te ahogaras y ahora flechazos!

- Me apuñalaron, sí, pero eso fue antes de conocerte - argumentó - Rose fue la de las piedras y en cuanto la flecha solo me atravesó la piel. Viste la herida, no estaba tan mal.

- Podría haberte atravesado el corazón!

- Pero no fue así.

Le exigió que la bajara y dio un paso en dirección al arroyo pero su pierna no resistió. Si Bruce no la hubiera sostenido, habría caído de bruces.

- No puedes caminar, no es así?

- Claro que puedo - dijo ella - ahora si me disculpas, me voy a lavar!

Bruce la observó alejarse cojeando hasta que estuvo seguro de que no tendría que volver a levantarla.
Abby se tomó su tiempo; se cambió el vendaje haciendo una mueca de desagrado al ver el aspecto que ofrecía su muslo; no obstante la herida estaba cicatrizando. Dándose la vuelta al claro pensó en el asunto del traidor.
Los soldados estaban sentados en el llano cubierto de hierba; Proster, Kevin y Alan permanecían de pie junto a Sloan y sus hombres mientras Proster informaba de lo ocurrido. Unos segundos después Alisa estaba frente a Sloan soportando el enfado de su marido.

- Sloan no culpes a Alisa de lo sucedido. No es responsable!

- Acaso fue obligada a dejar la aldea?

Su voz era engañosamente suave pero Abby sabía que por dentro hervía de furia.

- Claro que no!

- Solo yo, soy responsable de mis actos - afirmó Alisa.

- Te digo que no Alisa!

- Yo te seguí - siguió Alisa - dijiste que Anthony te indicó el camino.

El bramido de Bruce puso fin a la discusión.

- El comandante de Duncan? Que tiene que ver con esto?

- No grites, maldita sea! - gritó ella - es que no te das cuenta?

- De qué? - intentó calmarse.

- Anthony fue el que me dijo que tú y Sloan habíais venido aquí porque descubristeis una pista sobre el traidor y que tú querías que fuera! Bruce, él fue el que me mandó a esta trampa; él es el traidor!!

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