Capítulo 25


- NO!! - gritó Abby mientras espoleaba a su caballo para correr junto a su amiga.

Desde el interior del bosque irrumpió un hombre que corrió a interceptarla pero Proster galopó hacia ella desde la dirección opuesta indicándola a gritos que se apartara mientras sacaba una flecha de su carcaj y apuntaba.  Al segundo siguiente se oyó un grito desgarrador y el hombre cayó al suelo con una flecha clavada en el vientre y murió. El otro atacante se dirigió entonces hacia Abby; Proster preparó una nueva flecha, por una milésima de segundo pareció titubear como si reconociera al hombre pero igualmente disparó la flecha. Su puntería resultó certera; la flecha alcanzó al hombre en el medio de la frente y lo arrojó hacia atrás de su caballo, murió en el acto.
Abby jadeaba de terror y luego comenzó a ahogarse. Aspiró profundamente y se obligó a calmarse; no era momento para derrumbarse. Alisa la necesitaba; Proster llegó primero al lado de su amiga, tomó a Alisa en sus brazos pero la cabeza cayó flácida y siguió sin moverse. De su frente manaba la sangre.

- Respira? - exclamó Abby a pesar de oír el gemido de Alisa.

- Sí - respondió Proster - se golpeó la cabeza contra una piedra y perdió el conocimiento.

Alisa volvió a gemir y lentamente abrió los ojos. Abby sintió un alivio tal que se echó a llorar.

- Gracias a dios - susurró - estás bien Alisa? No te rompiste nada?

Aturdida , Alisa tardó unos instantes en darse cuenta de lo que Abby la preguntaba.

- Me parece que estoy bien - susurró.

Mientras se tocaba la frente con la mano hizo una mueca de dolor; dejó caer la mano sobre el regazo y entonces pudo ver que estaba cubierta de sangre.

- Proster, acabas de salvarnos, verdad? - dijo dándose la vuelta mirándole.

- Así parece - dijo él sonriendo.

- Nos seguiste.

- Sí - reconoció - os vi atravesar el prado y me pregunté a donde iríais. Entonces distéis la vuelta hacia el norte, lo que me confundió aún más; me quedé esperando que regresarais y al ver que no lo hacíais, decidí ir tras vosotras.

- Gracias a dios que lo hiciste - dijo Abby - quienes eran esos hombres? Reconociste a los que nos atacaron?

- Sí - respondió Proster en tono sombrío - uno era Durston y el otro era Fraudon. Ambos Macgregor.

- Ellos? - exclamó Alisa - pero si son los comandantes del laird Duncan!

- Pues ya no lo son - dijo él.

- Eran más que esos dos? - preguntó Alisa y antes de que pudiera responder, agregó - podrían regresar...

- Eran solo esos dos.

- Estás seguro? - insistió Alisa - si hay más...

- No hay más- afirmó Proster. Mirando a Abby, añadió - era una emboscada y vos erais su objetivo, lady Sinclair!

- Como lo sabes? - dijo Alisa.

- Todas las flechas fueron dirigidas a ella - les explicó Proster pacientemente - su objetivo era mataros, milady. Y si Alisa les hubiera visto el rostro la habrían matado también ​a ella. Estoy seguro de que no pensaron que fueran a necesitar más de dos hombres para matar a una sola mujer.

Abby y Alisa se miraron.

- Sabéis por qué querrían mataros, milady? - siguió Proster.

- Lo siento - dijo Abby evitando la pregunta - Alisa. Proster y tú podríais haber muerto - se le quebró la voz y aspiró profundamente para calmarse. Quería llorar, ya que el dolor en el muslo era lacerante y comenzaba a sentir náuseas.

Proster ayudó a Alisa a ponerse de pie, volvió a montar en su caballo y se disponía a ir en busca de la yegua de Alisa.

- Necesito ayuda - susurró Abby.

- Ya pasó el peligro - la dijo Alisa - no tengas miedo!

Abby sacudió la cabeza; en ese instante, Proster vio la flecha que sobresalía de la silla de montar y sin pensarlo dos veces, se agachó para sacarla de un tirón.

- NO LA TOQUES!! - grito Abby.

Entonces Proster y Alisa notaron la sangre que le corría por la pierna. Alisa quedó horrorizada.

- dios mio, debe de dolerte mucho!

- No tanto si no me muevo pero necesito ayuda para quitarmela.

Proster saltó del caballo y corrió a su lado; le retiró delicadamente la falda.

- No alcanzo a ver la punta - dijo - está clavada muy profundamente; atravesó limpiamente el cuero y la madera. Milady, esto os va a doler - agregó mientras trataba de tomar la flecha deslizando los dedos entre la montura y el muslo de Abby.

Sus manos se volvieron resbaladizas por la sangre que enseguida las cubrió y en dos ocasiones la flecha se le escapó de entre los dedos. A la tercera oportunidad, Abby gritó y Proster abandonó el intento. No podía seguir haciéndola padecer semejante tortura.

- No puedo sacarla sin ayuda.

- Yo puedo ayudar - se ofreció Alisa.

Se acercó y tomó a Abby de la mano para proporcionarle consuelo y ánimos.
Proster hizo un gesto nervioso.

- Esto requiere de más fuerza de la que tú tienes. No sé muy bien qué hay que hacer.

- No es tan malo como podría ser - dijo Alisa en un intento por alegrar a Abby - la flecha no tocó el hueso. Parece que te atravesó la piel.

- Pero está firmemente incrustada - señaló Proster.

- Tal vez sí quitáramos la silla... - sugirió Alisa.

- Estás loca? - gritó Abby.

- Quitar la silla solo logrará incrustar aún más la flecha - afirmó Proster.

- Yo me quedo aquí - anunció Abby - Alisa y tú iréis a pedir ayuda. Buscad a Bruce, él sabrá que hacer!

- No pienso dejaros sola aquí!

- Por favor Proster.

- Yo tampoco te dejaré sola - dijo Alisa.

- Entonces quédate conmigo y Proster podrá ir a buscar ayuda.

- Yo no os dejaré - dijo Proster firme.

Abby se dió cuenta de que era inútil discutir con él. Evidentemente el soldado sentía que quedarse con ella era una cuestión de honor.

- Y qué vamos hacer? - preguntó Alisa.

- Si vamos despacio y tranquilos, y si mantengo la pierna quieta podríamos tratar​ de regresar.

- Veremos como os sentís - decidió Proster - voy a buscar tu yegua, Alisa. Crees que podrás cabalgar? Te diste un buen golpe.

- Estoy bien - afirmó ella.

Ambas observaron como Proster bajaba a caballo la colina. Alisa aguardó a que estuviera lejos antes de hablar.

- Le mentí - susurró - me palpita la cabeza y se me va a poner peor cuando Sloan se entere.

- Tu no has hecho nada malo - afirmó Abby - el que dijo que viniera aquí fue Anthony. Si alguien hay que culpar, es a él.

- No puedes pensar que él tenga algo que ver con esto. Es una de las personas en las que Duncan más confía...

- Y Durston el segundo y Fraudon el tercero, verdad?

- Sí pero...

- Traicionaron a Duncan - sostuvo Abby - y ahora están muertos!

- Sí pero Anthony...

- Como puedes pensar que no tiene nada que ver? Alisa, fue una emboscada! Estaban esperando y Anthony fue el que preparó la trampa!

- Dios mio - chilló Alisa - esto es demasiado para mí. La cabeza me está dando vueltas.

Inmediatamente Abby lamentó haber perdido los estribos.

- Por qué  no vas hasta el arroyo y te mojas con agua fría? Te sentirás mejor.

Alisa asintió y comenzó a descender la colina. De improviso, se detuvo y giró sobre sus talones.

- Confías en Proster, verdad?

- Sí, confío pero me parece que sólo deberías contarle lo sucedido a Sloan y a nadie más.

Mientras su amiga seguía camino al arroyo, Abby sostuvo la pierna inmóvil contra la montura y lentamente maniobró con su caballo por la pendiente para poder ver más cerca a los hombres caídos. Que estúpida era, había caído en la trampa del traidor; lo único bueno es que ya sabía con exactitud quién era.
Cuando Alisa la llamó, se volvió y regresó a la cima de la colina. Descubrió que si apretaba el muslo con fuerza y tiraba hacia abajo, evitaba que la herida siguiera desgarrandose con el paso del caballo y el dolor era más tolerable.
Proster estaba ayudando a montar a Alisa.

- Estás segura de poder cabalgar? - preguntó él.

- Sí - contestó Alisa.

Proster trepó a su propio caballo y alzó los ojos hacia el sol para calcular el ángulo de descenso.

- Espero que no tengamos que ir demasiado lejos hasta que nos encuentren - dijo Alisa.

Los tres se pusieron en marcha a paso de tortuga; Abby necesitaba detenerse continuamente por causa del dolor. Finalmente, consiguió reunir el coraje necesario para mirarse la herida y se sintió aliviada al comprobar que no era tan terrible como había supuesto. La flecha le había atravesado la cara externa del muslo y había pasado a través de la carne, tal como había dicho Alisa. Al confirmar que la herida no era tan seria, el dolor ya no le parecía tan intenso, hasta que intentó quitarse la flecha. Estuvo a punto de desmayarse por el rayo de dolor que la recorrió.

- Crees que nos estarán buscando? - preguntó Alisa.

- Hace mucho rato que nos fuimos - dijo Abby - seguramente alguien habrá notado nuestra ausencia.

- Kevin y Alan me vieron partir - dijo Proster - les dije que iba a seguiros.

Alisa dió un respingo en su montura y se volvió hacia a Abby susurrando.

- Se lo dirán a Anthony y éste enviará a más hombres...

Abby trató de no caer en el pánico.

- No - afirmó - no sabe que sus hombres han fallado.

Al ver que Abby y Alisa no iban tras él, Proster dió la vuelta. Imaginó que Abby necesitaba descansar algunos minutos.
Desde el bosque comenzaba a levantarse la bruma. Los densos remolinos de niebla tal vez fueron inofensivos al tacto pero eran letales para cabalgar a través de ellos porque les impedirían verse los unos a los otros.

- Tenemos que llegar a la planicie antes de que anochezca - dijo Proster.

- Nadie nos va a encontrar en medio de esta niebla - dijo Abby sintiéndose desdichada.

- Anthony tampoco podrá encontrarnos - señaló Alisa.

Proster vio las lágrimas en los ojos de Abby y corrió a su lado.

- No perdáis las esperanzas. Kevin y Alan se lo dirán a Duncan y estoy seguro de que Bruce ya os está buscando, lady Sinclair!

- Pero...

Proster le sonrió.

- Milady, sois la esposa del laird Sinclair. Estoy seguro de que Bruce y sus guardias están rastrillando todas las colinas buscándoos; no os desesperéis, vuestro esposo vendrá por vos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top