Capítulo 13


Pasaron días con sus noches y todavía no habían averiguado quién podría ser el traidor pero todos se dieron cuenta como Bruce Sinclair miraba a lady Abigail; todos menos ella que hacía todo lo posible por evitarle.
Una noche con todo el apogeo nadie se dio cuenta que Bruce cogía a Abigail de la mano llevándosela del salón.

- Que estás haciendo?

- Quiero hablar contigo a solas - respondió Bruce parándose haciendo chocar a Abby contra él - ahora!

Se internó con ella en la oscuridad de la noche; Bruce se apartó del sendero principal y descendió por la pendiente de la colina. Al pie de la misma, se erguía una cabaña de piedra gris, estaba aislada de las demás y rodeada por una densa pared de altos pinos. Bruce abrió la puerta y entró con ella; la cerró y la arrinconó entre él y la puerta.

- Puedes alejarte? - dijo Abby - invades mi espacio personal!

- Te pongo nerviosa? - dijo Bruce mirando su boca.

- Dijiste que querías hablar conmigo - dijo ignorando su voz seductora.

- Me has estado evitando desde que dije que te casarías conmigo.

- No pienso hablar de ese tema - respondió Abby sin dejar de mirar su boca.

- Hay algo que te niegas a ti misma - murmuró Bruce pasándole el dedo índice por la garganta.

- No de que hablas - respondió con un estremecimiento.

- Si que lo sabes - dijo Bruce - no te puedes resistir a y voy a demostrarlo!

Sus manos fueron hasta la cintura de Abigail acercándola hacia sí mientras su boca poseía la de ella. Abby permaneció tensa contra él resistiéndose a lo que sentía pero él no tenía prisa y después de explorar lentamente su boca durante minutos, sintió como su resistencia se debilitó.
La estaba volviendo loca con sus caricias y sus dulces besos; apartando su boca de la de él, Abby le rogó que dejara de juguetear. Lo agarró del pelo y volvió a buscar su boca; fue recompensada por su impaciencia.
Con un audible gruñido, Bruce le dio lo que ella quería; la besó voraz y profundamente mientras su lengua la acariciaba y la enloquecía.
Abby sintió que todo su cuerpo comenzaba a estremecerse. El corazón le latía desbocado, el estómago parecía darle saltos y de pronto se encontró aferrándose a sus hombros para no caer.
Ella se apoyó inquieta contra él, lo que fue todo el estímulo que Bruce necesitó; siguió besándola, devorándola mientras la desvestía a toda prisa.
Abby estaba tan abrasada por la pasión que él le despertaba que no advirtió lo que Bruce hacía hasta que sintió  que le bajaba la camisa de los hombros. Ese momento le devolvió un poco de cordura pero cuando él siguió besándola y antes de que pudiera pedirle que parara, ya era tarde y se encontró totalmente desnuda. Ella se dio cuenta de que Bruce también se había quitado la ropa cuando la abrazó con fuerza y la apretó contra su pecho. Al sentir el contacto de sus suaves senos contra su pecho, Bruce dejó escapar un ronco gruñido al tiempo que Abby suspiraba por el calor que emanaba de su cuerpo.
De pronto, las manos de Bruce parecieron estar en todos los rincones de su cuerpo. Le acarició los hombros, la curva de la espalda, los muslos...
Sus besos se volvieron más salvajes, voraces y cuando se separaron ambos jadeaban deseando más.

- Me haces arder - susurró Bruce.

Abby le rodeó la cintura con sus brazos y siguió besándolo con todo el deseo y la pasión que él había encendido en ella.
Bruce se sintió conmovido hasta la médula de sus huesos, ya que nunca había tenido una mujer que reaccionara como ella. Hundió el rostro en el cuello de Abby, aspiró su femenino aroma y sintió que eso era lo más próximo al paraíso que jamás conocería.

- Maldición - volvió a susurrar - tenemos que ir más despacio.

- Porqué?

Bruce tuvo que apelar a toda su capacidad de concentración para poder contestarla.

- Porque quiero que sea perfecto para ti.

Abby le acarició la nuca, abrumada por la fuerza que brotaba de él. Pudo sentir sus músculos tensos bajo la piel y el calor de su cuerpo apretado íntimamente contra el suyo la abrasaba con tal intensidad que deseó cerrar los ojos y dejar que esa sensación se hiciera cargo de todas las reacciones de su cuerpo.

- Ya lo es - murmuró.

Sus bellos ojos del color del amanecer estaban nublados por la pasión, orgullosamente complacido de ver que lograba enloquecerla tanto como ella lo enloquecía a él, la levantó en brazos y la llevó a la cama.
Abby tomó el rostro de Bruce entre sus manos y buscó nuevamente su boca para darle otro profundo beso; él no dejaba de besarla mientras apartaba las mantas cayendo sobre la cama con Abby en brazos. Delicadamente la acomodó de espaldas y cubrió su cuerpo con el de él; el contacto con su tersa piel fue más de lo que pudo soportar y se sacudió de deseo. Tuvo que apoyar ambas manos a los costados de su cuerpo y se irguió para no aplastarla con su pecho. El glorioso cabello de Abby estaba esparcido sobre la almohada, levantó la cabeza y sonrió.

- Ves cariño? No te puedes resistir a - susurró él.

- Vaya, me parece que es hora de irme.

- Ah, no. Ya es tarde - susurró Bruce.

Comenzó a besarla el cuello y ella inclinó la cabeza para facilitarle el acceso, estremeciéndose cuando él le besó la sensible zona debajo de la oreja.

- Dime lo que te gusta - le pidió con voz ronca.

- Me gusta que actúes, no que hables - respondió ella impaciente porque volviera a besarla.

Él sonrió y siguió adelante con el tierno acoso a todos sus sentidos, acariciándola y besándola hasta que ella se sintió al borde de sus fuerzas. Abby con los dedos del pie le frotó las piernas y luego comenzó a acariciarle la espalda disfrutando de su fuerte cuerpo bajo sus dedos. Como era posible que alguien tan fuerte fuera tan asombrosamente tierno?
Las caricias de Bruce se volvieron más exigentes y mucho más íntimas. La acarició los muslos y luego subió para acariciar  su ardor haciéndola jadear; él la silenció con otro beso. Continuó con su erótico juego hasta que Abby tembló convulsivamente de deseo. Lo aferró de los hombros besándolo con frenesí; Bruce la estaba volviendo loca y pudo sentir que su control se esfumaba a toda velocidad, sentía la intensidad de las violentas sensaciones que parecían brotar de su interior.

- Por lo que más quieras Bruce, no pares!

Él comenzó a descender lentamente por su cuerpo pegando la boca a su suave piel mientras llenaba de besos su cuello y sus hombros.

- No lo haré amor - dijo con voz ronca.

El corazón le latía furiosamente y se sentía palpitar por el deseo de encontrarse dentro de Abby.

- Quiero darte placer - susurró - dime algo - le pidió mientras dejaba deslizar la mano en medio del fragante valle entre sus senos - esto te gusta?

Menos de un segundo después de hacer esa pregunta cubrió con su boca uno de los pechos de Abby. Ella reaccionó como si acabara de ser fulminada por un ardiente rayo; sin aliento, soltó un gruñido desde lo más hondo de su garganta y le clavó las uñas en los hombros.

- , me gusta - le respondió entre jadeos.

Bruce le mordisqueó la piel por encima del ombligo lo que la provocó la contracción de los músculos. Sus sofocados jadeos le indicaron que también le había gustado, de modo que lo hizo de nuevo.

- Entonces esto te hará delirar - dijo sonriendo.

Siguió bajando con lentitud, acariciándola y besándola en lo más íntimo de su cuerpo hasta que se sintió retorcerse bajo él. Abby jamás creyó perder el control de esa manera pero eso fue exactamente lo que ocurrió; ella arqueó el cuerpo contra el suyo gritando su nombre. Su reacción estimuló la de Bruce, sintió que le temblaban las manos y sus movimientos no tuvieron nada de delicados cuando le separó las piernas y se acomodó entre sus muslos. Con su boca sobre la de ella y las manos sujetándole las caderas trató de penetrarla lentamente pero Abby se movió ligeramente y eso lo perdió. Embistiendo con fuerza la penetró completamente y ahogó su grito con otro hambriento beso.

La sensación de tenerlo dentro de su cuerpo la emocionó; hizo que palpitara de deseo, anhelando más y más; pero Bruce no se movía y parecía tener problemas para respirar, comenzó a preocuparse.

- Estás bien Bruce?

- amor - dijo Bruce.

Ella había cambiado levemente de posición, jadeando ante el inesperado e increíble placer que le había causado ese movimiento. Un estallido de puro placer le recorrió el cuerpo con tanta intensidad que no pudo evitar gritar, no pudo controlar el fuego que ardía en su interior, volvió a moverse y el placer se intensificó.
Bruce reaccionó soltando un gruñido; ella volvió a moverse y su disciplina se esfumó, se apartó ligeramente y luego volvió a hundirse profundamente en ella.
Abby se volvió indómita e instintivamente levantó las piernas para permitir que Bruce la penetrara aún más profundamente. Cuanto más agresivo era él, más desinhibida se volvía ella hasta que lo único que importó fue hallar alivio a sus ardientes sensaciones. Murmurando su nombre se aferró a él cuando los primeros espasmos la recorrieron apresándolo con fuerza en el interior de su cuerpo.
Con cada embestida, Bruce realimentaba los fuegos de la pasión; a Abby la recorrieron oleadas de puro éxtasis y solo cuando Bruce estuvo seguro de que ella había alcanzado su total satisfacción dio rienda suelta a la suya. Con un violento estremecimiento, entró profundamente en ella y alcanzó el mejor placer de su vida.
Durante varios minutos no se movió; el único sonido era el de sus jadeos mientras intentaban recuperar el ritmo normal de su respiración. Abigail estaba rendida por lo ocurrido; siguió abrazada a él mientras trataba de calmar su acelerado corazón.
Bruce quiso besarla y hablarla de todo el placer que le había proporcionado pero no pudo reunir la energía necesaria para moverse. La oyó susurrar <<dios mio>> y se echó a reír  pero siguió sin poder moverse; de modo que la besó el lóbulo de la oreja y permaneció donde estaba.

- Demonios Abby, sabía que serías buena pero no que ibas a matarme.

Eso hizo reír a Abby contagiando a Bruce; finalmente levantó la cabeza y la miró. Los ojos de ella todavía estaban nublados por la pasión y parecía extenuada, Bruce de pronto pensó que no sería mala idea volver a hacerle el amor pero la cogió el rostro entre las manos, la besó lentamente, se puso a su lado y la tomó entre sus brazos. Lo acometió una abrumadora sensación de posesión; se prometió a sí mismo que terminaría casado con ella.
Abby le acarició el pecho acurrucandose contra él y cerrando los ojos se quedó dormida.

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