V e i n t i u n o - G a b r i e l

La gente opuesta se atrae, no por física sino por necesidad.

Los opuestos complementan esas partes de nosotros que nos hacen falta, formando un todo que alcanza lo maravilloso. El opuesto perfecto en mi vida era Luka. Un mujeriego, rubio, de ojos claros y con fascinación por las piernas de las mujeres no tenía mucho en común con el moreno, de ojos y cabello negro y de paso gay que soy yo, pero ahí nos complementamos a nuestra manera.

De los dos, yo era el observador. Si algo le pasaba, no necesitaba decirme que estaba mal porque con su actitud yo lo sabía, no necesitaba sino mirarme y yo lo descubría. Él era el despistado, aún lo es y creo que por eso pude guardar por tanto tiempo mi relación con Denny. Él no veía si yo estaba enojado o angustiado, él solo me hablaba y ya.

A veces me preguntaba si él no notaba lo enamoradas que dejaba a algunas chicas y si era por eso que no sentía tanto remordimiento al botarlas. Eso sí, era un excelente confidente. No notaba si algo pasaba, pero si yo le decía que pasaba, no dudaba en escuchar e incluso hacía sus intentos de aconsejar.

Había pasado casi un mes desde el campamento con Denny y me sentía tan feliz por dentro que tenía la necesidad de explotar con alguien y cada que miraba a Luka barajaba en mi mente las posibilidades para decirle. Él entendería. O eso quería pensar.

Un domingo me quedé en su casa; su abuela siempre me recibía como a un nieto más y su hermanito, Mateo, me veía como un hermano mayor también. Luka podía ser a veces un imbécil y esa era la imagen que todos tenían de él porque era la única imagen que daba a todos, pero yo que lo conocía tan bien y era quien podía presenciar su trato con su familia, daba fe de la buena persona que era. Por eso lo quería tanto, Luka era una de las personas más importantes de mi vida, más importante para mí que mi hermana, me atrevo a decir.

—Sasha creyó que era mi novia y quería llevarme a casa de sus padres —comentó. Hizo una mueca de miedo y asco al pronunciar lo último—. Me abofeteó cuando le dije que no éramos nada y que debía bajarle dos puntos a su fantasía.

—Pobre Sasha.

—¿La vas a defender?

—Quizás se había enamorado de ti —aventuré—, tal vez le dolió de verdad.

Luka sabía que lo que hacía estaba mal, más que nada porque yo se lo decía cada tanto, pero tenía esa actitud de un adicto a las drogas, sabe que hace daño pero lo sigue haciendo. Era como una necesidad.

—No es mi culpa, yo nunca le dije "¿Quieres ser mi novia?" —excusó—. No entiendo de dónde sacan esas historias las mujeres, la única a la que sí le pedí ser mi novia...

Se calló. No había terminado aún de superar su relación con la pelirroja que había jugado con él. Luka no era muy abierto a expresar lo que sentía, para mí era obvio pero no porque lo dijera en voz alta. Sin embargo allí, en su habitación, a una cama de distancia, no encontré inapropiado el sacar el tema.

—¿Cómo lo llevas?

—Bien —respondió cortante.

—Luka, puedes contarme —insistí—. Vamos, soy tu mejor amigo.

No dijo nada por unos minutos. Ya estábamos acostados, eran cerca de las once de la noche pero no tenía sueño y supuse que él tampoco. Suspiró fastidiado consigo mismo.

—Me enamoré de ella —confesó, en voz muy baja y a regañadientes.

—Y eso no está mal.

—Sí está mal. Me enamoré de la única chica que no me quiso.

—El amor no siempre es correspondido.

—¿Sabes? Cuando hablé con ella me dijo que me quería pero no de la misma manera que yo lo hacía y le creo. Es decir que el amor siempre es correspondido pero no en la misma cantidad y eso es lo que duele.

—Luka, ¿tú que piensas?

—¿De qué?

—De lo que haces. ¿Llenas lo que pasó con Luciana con otras chicas? —Lo escuché resoplar con la actitud de alguien que está cansado del mismo tema. Continué:—. No te molestes, hermano, pero ¿qué ganas con eso?

—No enamorarme.

—El que te haya ido mal con Luciana no implica que todas las relaciones de tu vida se van a ir por la cañería. Solo se necesita que funcione una vez.

—Yo no quiero que funcione nada, yo la quería a ella y ya no está. Gabriel, yo cambié por ella, yo le pedí que fuera mi novia, tuve detalles que no tengo con nadie, la traje acá a conocer a mi abuela, no era una chica más. ¿Qué me garantiza que no volverá a pasar?

—Nada te lo garantiza. En el amor no hay nada seguro.

—Entonces no lo vale.

No lo dije pero la culpa era de él. No voy a abogar por Luciana porque estuvo feo que lo hiciera sufrir así, pero me enteré que lo hizo para vengar a una amiga que había sido juguete de Luka, así que fue más o menos el karma.

—Dejará de doler, ¿sabes? Con el tiempo —dije—. No hay nada que el tiempo no borre.

—El tiempo no borra los recuerdos.

—Pero sí la importancia que les das.

—¿Qué hay de ti? ¿Te gusta alguien?

El cambio de la ruleta me distrajo y en la oscuridad, me puse nervioso.

—Emm, no.

—¿Nadie? De las más de cien chicas de Crismain, ¿ninguna te mueve el piso?

—No, para nada. No son mi tipo.

—¿Seguro? Porque escuché por ahí que una de segundo tiene un flechazo por ti. Deberías invitarla a salir, digo...

—Salgo con alguien —solté.

Luka se sentó en la cama y me lanzó una almohada. Con una risa tapé el golpe mental que me di por decir eso.

—¡No me habías contado! ¿Quién es?

—No... no la conoces.

—¿Es alguien mayor? —preguntó con picardía.

—No.

—¿Tiene novio y eres el amante?

—No, Luka... no es de nuestra preparatoria.

—¿Por qué no la he conocido?

—Esto... pues... vive ocupa...da. Vive lejos —improvisé—. La conocí por internet, no la he visto..

Su emoción bajó totalmente.

—Eso no es salir con alguien.

—Claro que sí. ¿No crees en el amor a larga distancia?

—No creo ni en el que tiene a la chica frente a mí besándome. —Se recostó de nuevo—. No sabes nada de esa persona, podría ser un hombre detrás de un perfil femenino.

—Me gusta confiar en las personas.

—Cuando se pongan cita y te encuentres con un hombre de cincuenta años con barriga enorme, vas a agradecer ser tan confiado —ironizó.

—Si tiene dinero, total y me conviene.

—Qué asco.

—¿Qué tiene de malo un hombre con dinero?

—Que tenga cincuenta y una gran barriga.

—Si es uno joven, bonito y de ojos azules, ¿te importaría?

Pude haber sido más sutil, pero Luka ni siquiera conocía a Denny así que no iba a sospechar.

—¿Tiene dinero?

Estaba claro que seguíamos una broma aunque estaba tanteando un poco la mente de Luka, quizás para saber qué opinaba él al respecto sin tener que preguntárselo e incitar sospechas.

—No. Tienes un viejo con dinero o uno joven con belleza.

—Yo tengo belleza, no la necesito. El dinero, por otro lado...

—¿Te venderías a un viejo de cincuenta años con barriga si te paga muchas cosas?

Luka lo consideró en silencio y quise reírme mucho para molestarlo al día siguiente con eso, pero deseaba saber su respuesta.

—No. Me quedo pobre pero con mujeres.

—Por un momento temí de tu moral —dije con sarcasmo—, pero parece que el gran Luka sí tiene límites.

Le lancé la almohada con fuerza y me la devolvió de la misma manera. Nos reímos.

—¿Tú sí te venderías a un viejo adinerado?

—¿No tengo la opción del joven y atractivo?

—¿Y ese qué te da para que te vendas?

—No sé, ¿helados? ¿caminatas de pobres en el parque?

—Eso te lo da una chica.

—Estamos de hipotéticos.

—¿Estamos debatiendo sobre prostituirnos?

—Hipotéticamente.

—Voy a dormir mejor.

Y no se habló más esa noche.

A la mañana siguiente pensé mucho en decirle. Aparte de que consideró inmoral la prostitución, Luka no parecía tan extrañado de imaginarse a sí mismo con un hombre con dinero. Una cosa no tenía que ver con la otra pero necesitaba agarrarme a cualquier razonamiento por pequeño que fuera para salir del secretismo con mi mejor amigo.

Caminamos hasta Crismain. Siempre llegábamos temprano y nos gustaba caminar, llevábamos más de diez años con la misma ruta y la misma compañía; cuando vi a lo lejos la preparatoria me llené de un muy pasajero valor.

—Oye, Luka.

—¿Sí?

Llevaba sus ojos en su celular pero me escuchaba con atención.

—Tengo que contarte algo.

—Ajá, ¿qué es?

—Pues...

No había creído que yo mismo llegaría tan lejos y empecé a buscar una mentira, decidido a no decir nada. Llegamos a la entrada del estacionamiento y Luka guardó su teléfono, luego me miró.

—¿Qué es?

—Pues... —Miré hacia la puerta de Crismain y vi a Karla con su amiga, ex conquista de Luka—. ¿Sabías que Karla es lesbiana?

Fue por pánico, solo eso y sí, me avergüenzo de haber dicho eso tan así; no es que fuera mentira pero me sentí como un chismoso. Luka miró hacia Karla y elevó una ceja.

—¿En serio? ¿Desde cuando? La vez pasada saliste con ella.

—Desde siempre, supongo. Ella nació lesbiana —dije, distraídamente. Luka sin embargo, rió sutilmente—. ¿Qué?

—Nadie nace lesbiana —aseguro.

—Claro que sí. No pensarás que de la noche a la mañana se hizo lesbiana por capricho.

—No de la noche a la mañana —objetó—. Pero pudo elegirlo, como... no sé, sabía que con un hombre no iba a encajar, así que...

—Yo creo que es algo que no se elige. ¿Cómo sabes tú que eres hetero?

—Me gustan las mujeres.

—¿Y lo elegiste? ¿Dijiste un día "Umm, veré cómo me va con una mujer"?

—No.

—Entonces no se elige.

Lo analizó y se encogió de hombros.

—Mientras sea feliz, Karla puede hacer lo que le plazca.

—¿Cómo sabes que no eres bisexual? —insistí.

—Nunca me he sentido atraído hacia un hombre —respondió con calma—. Aunque aún me quedan muchos años de vida, tal vez alguno me guste algún día.

Me sorprendió la tranquilidad con la que lo dijo, esperaba algo más... no sé, dramático, del tipo "Yo jamás estaré con un hombre porque eso no es de hombres de verdad" o algo así.

—¿No te asusta eso? Que te guste algún hombre algún día.

—¿Asustarme? No creo sentir atracción por algún tipo de psicópata por el que deba temer. Tengo malas decisiones pero no malos gustos.

—Me refiero a miedo de... no sé, de que todos sepan que te gusta un hombre. Es raro, ¿no crees? No es... natural.

Quizás estaba forzando la conversación demasiado pero realmente quería saber qué pensaba Luka de todo eso.

—Si fuera antinatural no sería posible —dijo—. Además, si me llega a gustar un hombre y alguien se burla, le parto la cara a golpes.

Sonreí.

—¿Y si soy yo el que me burlo? —aventuré—. ¿También me golpearías?

—Tú no te burlarías.

—¿Por qué tan seguro?

—Tú no eres así. Tú le vas al rollo de la paz y el amor y el vive y deja vivir, ya sabes. Pareces una viejita hippie.

—Eso no es cierto.

—No le demuestras al entrenador que juegas bien porque no te gusta competir. Si eso no es pacífico, nada lo es.

Seguimos caminando, compartíamos esa primera clase de los lunes y acortábamos distancia con el aula a cada paso. Empujé a Luka y se tambaleó.

—Yo podría burlarme.

—Y sí te golpearía. Es mi problema quién me gusta y quién no.

—¿No crees que eso te hace menos hombre?

—¿Conoces más o menos cómo funciona el sexo entre dos chicos? —preguntó en burla. Me sonrojé hasta los tobillos pero Luka no lo vio por estar con la mirada al frente—. Imagino que sí, entonces eres consciente que hay que ser mucho más hombre para que funcione. Eso sí me asusta.

—¿Y si te llegara a gustar entonces un hombre? ¿Estarías siempre sin sexo?

Llegamos al aula. Miré a Luka antes de atravesar la puerta y lo vi sonreír con una carcajada avecinándose.

—Yo no sería el pasivo.

Me reí sinceramente y las clases empezaron.

Luka era mi opuesto, sí, y cómo nos complementamos de bien. No creo que haya otra persona en el mundo con quien hubiera podido tener una conversación así. Con Luka no se sabía hasta qué punto todo era una burla o un chiste y dónde empezaba la parte real; de lo que sí me quedó la certeza fue de que cuando por fin me decidiera a contarle de Denny, no me iba a rechazar.

Que se burlara hasta el cansancio era otra cosa...

Los viernes suelen ser de regocijo para muchos ya que simboliza el inicio de la diversión de un fin de semana. Para los que no tienen planes es un día más y para mí, ese viernes en particular no era un día más. Algo iba a pasar.

Tenía esa sensación bajo las uñas de que alguna mala noticia se acercaba y que venía de la mano de Denny, lo supe cuando me mandó un mensaje de tres palabras que nadie desea escuchar o leer cuando está enamorado: "Tenemos que hablar".

No respondí el mensaje por la misma ansiedad y esperé a que llegara por mí. Pasó a eso de las seis y me subí al auto de su papá. Me estiré y lo besé, me correspondió pero sabía diferente; ignoré eso.

—Hola.

—Hola, Gaby. ¿Cómo has estado?

—Bien.

Hay charlas protocolarias incómodas y esa típica de preguntar por cómo está y responder que bien. Condujo muy poco rato, estacionó cerca de un parque donde habían muchos más autos. Iba a bajarme, pero puso el seguro en la puerta.

—No. Hablemos acá.

—De acuerdo. ¿Cómo has estado tú? —empecé..

—Diego se fue —confesó. No negaré que me extrañó escuchar eso—. Ayer se fue para Ángeles.

—¿Y para qué?

—Solíamos vivir allá y tenemos un amigo, se llama Maury, llamó a Diego para que fuera a ayudarlo con un trabajo o algo así. Su familia tiene un concesionario de autos y creo que por trabajar el fin de semana les pagan bien. Algo así me dijo Diego. Me mandó un mensaje, en realidad no me lo dijo.

Denny estaba divagando un poco más de la cuenta y no me miraba.

—Espero que le vaya bien.

—Antier mis padres conocieron a Grishaild. —Y por ahí iba el asunto. Supe que ese era el motivo de la conversación y asentí, intentando guardar la tranquilidad sin sacar conclusiones apresuradas—. A mi padre le gustó bastante.

—De acuerdo. ¿Algo más?

—Yo... le conté a Gris lo de... lo de las almas gemelas.

Mastiqué las palabras y asentí.

—Pensé que no se lo querías decir.

—Fue culpa de Diego... se le salió y tuvimos que contarle.

—¿Qué dijo ella?

Tenía la leve esperanza de que la chica esa hubiera dicho que solo quería a Denny como amigo. Esa era una manera de hacer que lo nuestro funcionara, pero sabía que las posibilidades eran bajas. Si ella se sentía con Denny de la misma manera que él con ella, claro que le gustaba y ella no tenía una relación con alguna otra chica para retrasar nada.

—Que era raro —respondió—. Que era muy extraño pero que era... lógico, que ella sí sentía esa conexión conmigo así que sabía que no le mentía.

—¿Y Diego qué dijo? —Fue la única pregunta que se me ocurrió para ganar tiempo. Algo me decía que aún faltaba algo para contarme.

—A él le da igual, además se fue, así que no sé.

Suspiré.

—¿Eso era lo que querías contarme? Porque me asustaste, creí que...

—Gris y yo decidimos darnos una oportunidad —soltó.

Lo irónico del asunto fue que semanas atrás, cuando supe de la existencia del alma gemela también estaba en ese auto, también Denny lo soltó de golpe y también sentí cómo se quebraba algo bien adentro del corazón, a donde solo los amores dañan.

No dije nada, no gesticulé nada, solo asentí, como si una parte de mí ya estuviera esperando eso.

—Ella dijo que yo le gustaba y que ahora que sabía que estábamos destinados a estar juntos, pues... que no había razón de aplazarlo que podíamos intentarlo y yo... bueno, tiene razón, ¿sabes?

—Tiene razón... —repetí en un susurro.

—Pero puede que no funcione —defendió.

—Y entonces vuelves conmigo de nuevo, cuando veas que allá no te funcionó.

Apreté los puños, furioso, pero me cuidé de no empezar a gritar.

—Sé que no es lo ideal.

La incredulidad de que él de hecho considerara eso como una posibilidad, me desató la intranquilidad.

—¿Ideal? ¡¿Ideal, Denny?! Tú y yo somos todo lo opuesto a ideal, ¡si hay alguna palabra que describa lo más inideal del mundo es la que nos describe a nosotros! —Me estremecí en mi asiento, con ese deseo de moverme para canalizar la adrenalina—. Tengo que irme.

Halé la palanca para abrir pero seguía asegurada. Le hice con más fuerza pero no funcionó. Denny me tocó el hombro.

—¡Ábreme la puerta!

—No, tenemos que...

—¡Tenemos que nada! Ya no tienes nada qué decir, Denny, nada que defender, nada que explicar, nada por lo que disculparte, nada de nada, Keiller. Ábreme ahora la puerta.

—Gabriel, por favor, cálmate y...

Respiré hondo y controlé las ganas de golpearlo o de golpear algo para quitarme la frustración. Hablé con un tono sosegado pero firme:

—Ábreme la puerta ya, Denny.

Levanté la mirada y encontré unos ojos azules vidriosos y un gesto de angustia. No cambié mi expresión y me felicité por no tener deseos de llorar. No quería nada.

—De acuerdo. —Estiró el control pero no oprimió el botón para quitar el seguro. Añadió:— No me odies, Gabriel, no quiero sacarte de mi vida.

Tragué saliva; el pitido que abrió el seguro sonó y halé la palanca, puse un pie fuera del auto y devolví el rostro a Denny:

—Soy yo quien te saca de la mía.

—No me...

—Quédate en el auto —farfullé—, no quiero verte.

Y salí y caminé hasta mi casa y estando allí, ya lloré.

Dicen que amar es darle el poder a alguien para que te lastime con la seguridad de que no va a hacerlo. Yo sabía que Denny iba a lastimarme a corto o largo plazo y aún así lo amaba.

A las malas descubrí que amar, era darle el poder a alguien de que te lastime y aún sabiendo que lo hará, seguir a su lado y asumir las consecuencias. El amor es eso: una consecuencia y una de las más masoquistas.  

Hola, gente que aún esperan actualización aunque es cada mes :'v

Pues gracias por esperarnos 7u7. Les cuento, no creo que queden más de unos 8-10 capítulos de esta aventura y  eso me tiene feliz ♥

He narrados 2 capítulos seguidos de Gabriel porque en este lapso en la vida de Denny no pasa gran cosa y lo que pasa, se medio narra en Eternamente Cupido y no quería repetir más. No sé el próximo de quién vaya, pero intentaré que quede genial.

¿Qué les pareció este? 

A mí personalmente me encanta la amistad de Gabriel con Luka y siempre los amaré. xD

Los leo en los comentarios ♥ Bye ♥

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