D i e c i s é i s
La esperada salida a cine con mi hermano y con Grishaild se dio a lugar un sábado a finales de febrero. Al menos esperada para mí porque me gustaba estar con Gris pero la compañía de mi hermano nivelaba la relación de amistad que debería ser más que amistad con ella y todo era menos "formal". La película que escogimos fue tan mala para ella que terminó dormida en la sala de cine y cuando la función acabó, Diego no dudó en burlarse de ella, aunque admito que Gris no iba tan a la defensiva así que todo fue cordial. Mientras salíamos del Cinema, Gris iba más habladora:
—¿Quién es el mayor? —Nos preguntó. Gris había llevado a su mejor amigo, Marco, un chico alto y muy amable quien quería sinceramente a la rubia; el chico iba tras nosotros prestando atención pero sin intervenir mucho.
—¿Quién crees? —dije. Ella no dudó mucho su respuesta.
—La verdad, tú.
—¡Hey! —Se indignó Diego—. ¿Eso por qué? Podría ser yo.
—¿Lo eres? —retó ella.
—No —admitió Diego—. Pero podría serlo. Solo son tres minutos y medio.
—Tres minutos y medio que te quitaron toda la madurez, Dieguito.
En ese momento yo estaba tranquilo y feliz de estar con ambos. Yo he amado siempre a Diego y cuando conocí a Gris la quise por encima de muchas personas y verlos juntos sin pelear era maravilloso. Sus personalidades eran tan opuestas que el simple hecho de que pasaran un par de horas sin mostrar las uñas, era un triunfo. Entre risas seguimos caminando fuera del lugar; Gris se detuvo y se agachó a atar sus cordones y cuando una cadena salió de su cuello, sentí su energía como una oleada desagradable que me bajó el humor instantáneamente. Di un paso atrás y Gris lo notó.
—¿Qué? —inquirió.
Recordé que unos días atrás había sentido lo mismo de esa cadena y que al decirle ella me había dicho que estaba loco, así que en orden de no hacerla pasar por un mal momento, negué con la cabeza luego de mirar su cadena y luego sus ojos. No recompuse la expresión a tiempo.
—Nada, lo siento.
—Es mi collar, ¿verdad? —Así como yo no pude disimular muy bien mi expresión, ella no lo hizo con su tono de fastidio hacia mí. Hubiera sido algo muy incómodo de no ser por la curiosidad nada de Diego, que intervino.
—¿Qué con él?
—Sí, ¿de dónde lo sacaste, Gris? —dijo su amigo Marco, de repente interesado.
—Fue un regalo de Chris.
Solamente yo que lo conozco realmente pude ver el cambio en el semblante de mi hermano, ya que mi primera reacción fue mirar la suya. Gris sonrió un poco cohibida y Diego, con toda la seriedad, inquirió:
—¿Qué pasa con Denny?
—Tu hermano dice que le da mala vibra o algo así —dijo distraída mientras caminábamos de nuevo—. Está igual de loco que tú, Dieguito.
—Y te lo dio Chris —siguió DIego.
Y cuando los azules ojos de mi gemelo voltearon hacia los míos, supe que a él tampoco le gustaba el tal Chris y él sí debía conocerlo, así que no podía ser solo locura mía.
—¿Qué fue eso? —dijo la rubia.
—¿Qué fue qué?
—¿Por qué se miraron así? ¿Qué tiene mi collar? ¿Por qué...?
Grishail se detuvo en seco a mitad del pasillo. Su amigo iba tras ella y la alcanzó a chocar. Los tres: Gris, Diego y Marco se quedaron mirando a algún punto hacia enfrente.
—¿Qué miran? —pregunté, curioso al no ver nada fuera de lugar.
—Ese imbécil de allá es Christian —siseó Diego apuntando con su mentón.
—¿Su novio? Oh...
Lo entendí de forma lenta, pero lo entendí. En ese instante sentí ira porque Gris estuviera siendo lastimada. Más allá de ira, me sentí mal por ella porque pensé que iba a desmoronarse, a llorar y posiblemente iba a hacerle una escena al tal Chris.
Grishail supo a su manera, retractarme de nuevo lo que pensaba de ella, mostrando fuerza.
Su amigo se plantó frente a ella, con su mano en su hombro y le dijo algo que no alcancé a escuchar. Ella lo ignoró y se soltó de él, caminando ahora a paso rápido hacia su novio. Creo que los tres pensamos en ese momento que ella iba a llegar hasta él para llorar y reclamarle el por qué de hacer eso. Marco estaba unos pasos adelante y miré a Diego para preguntarle qué hacer, sin embargo, su semblante rígido y pálido me hicieron olvidar momentáneamente de Gris.
—Diego, ¿qué pasa? —apremié, preocupado.
—Me abruma —logró decir entre dientes—. Está furiosa y muy triste. Me abruma.
El don de la empatía emocional rara vez le jugaba en contra desde que sabía controlarlo, pero en casos extremos le ganaba y en ese momento Gris debía ser el cóctel más fortificado de emociones distintas que puede haber en una persona. Vi como prioridad principal calmar un poco a Gris para ayudar a Diego, así que fui tras ella hasta donde estaba su amigo Marco.
Nosotros esperábamos a un mártir de Gris cuando Chris al fin la vio y levantó sus manos con ganas de explicar lo obvio; esperábamos a una chica de corazón roto, a cambio de eso, nos sorprendió a todos dándole a su novio una bofetada cuyo eco acalló las voces de varios metros a la redonda.
Di un paso con la intención de llevarme a Gris de ahí antes de que pasara algo más pero Marco me tomó del brazo.
—Déjala —pidió y puedo jurar que vi una sonrisa en su rostro por la reacción de la rubia.
Christian aún sobando su mejilla, quiso hablarle a Gris de forma conciliadora pero Gris le dio otra bofetada en la mejilla sana. Una ligera exclamación general llenó el silencio.
Ese día aprendí a tenerle miedo a Grishaild Judrán cuando, rematando a Chris, le propinó un rodillazo en la entrepierna que nos dolió hasta a los que lo vimos de lejos.
—Eres un imbécil —le dijo ella a su, ahora, ex novio.
Estaba tan absorto en lo que acababa de pasar que no escuché claramente algo que Chris le dijo a Gris, aunque pude deducir un «Zorra» desdeñoso y ofensivo de su parte cuando vi cómo su amigo Marco iba y le daba un puño en toda la nariz. El infiel ahora estaba en el suelo, con una mano en su entrepierna y la otra en su nariz sangrante. Llegamos cerca de Diego y al poco tiempo, Marco se nos unió. Diego estaba cabizbajo y respirando con dificultad, más aún cuando la rubia se le acercó con esa ira destilando de su aura. Giré mi rostro a Marco.
—¿Manejas moto?
—Sí, ¿por qué?
—Diego —llamé a mi hermano, unos metros más allá—. Las llaves de tu moto.
En otra circunstancia me las hubiera negado pero su estado emocional fue suficiente para que las sacara sin más y me las lanzara. Las atrapé al vuelo y se las di a Marco, le pedí que la llevara a casa y me quedé con mi hermano.
Con cada metro que Gris se alejaba, la estabilidad de mi hermano subía. Cuando ya pudo ponerse completamente de pie, tenía los ojos algo hundidos y la piel pálida. Caminamos hasta afuera del centro comercial y ya el aire fresco le hizo más bien.
—¿Qué pasó allá? —dije, esperando un poco más de explicación de lo obvio.
—Jamás había sentido a una persona tan furiosa —apostilló— y además con esa intensidad. Ni siquiera en nuestros padres estaba ese... grado de emoción. Fue raro
—Quizás fue el karma por lo de hace unas horas —aventuré.
Justo antes de ingresar a la sala de la película, Diego había intentado leer a Grishaild y como ella le ponía esa extraña barrera que no se lo permitía, se concentró más intensamente a leerla, por algún motivo terminó desmayando a Gris. Nos asustamos porque eso jamás había pasado antes con nadie y temimos haberla herido pero finalmente estaba bien y —gracias a Dios— parecía no tener muy claro lo que había pasado. Ahí sí nos habría tratado de locos dementes. Debíamos averigüar después el por qué de eso pero eso podía esperar.
—No es eso.
—No debiste hacer eso —espeté—. Pudiste haberla lastimado, Diego.
—Pero no lo hice.
—¡Pero pudiste hacerlo! No piensas en lo que haces y actúas de imprudente esperando lo mejor pero nunca sabiendo qué pasará.
—Hey, ¿por qué la conversación se puso en mi contra? —dijo, disgustado.
Ya íbamos a varias calles del centro comercial.
—Porque igualmente te iba a regañar por eso, Diego y ahora tenemos tiempo. ¿Qué le hiciste?
—No lo sé... intentaba romper su barrera y entonces desfalleció. Las otras veces solo se mareaba un poco...
—¡¿Las otras veces?! ¿Estás demente? No puedes hacerle eso a las personas, Diego. Ella es nuestra amiga y...
—Es que no entiendes —defendió—. Ella tiene algo... especial. Sus emociones se me esconden pero cuando se muestran, son más fuertes que las de cualquier persona.
—Claro que lo son. Tienes una conexión con ella, es mi alma gemela.
Mi respuesta pareció disgustarle pero no iba a dejar que hiciera las cosas así no más, poniendo a nadie en medio. Quería que dejara las cosas así. Estuvimos en silencio por varias calles hasta que llegamos al punto donde se partían los caminos.
—¿Vas a ir a verla? —preguntó.
—No. Está con su amigo y no creo que me necesite.
—Para eso eres su alma gemela —ironizó. Blanqueé los ojos y él añadió:—. Iré por mi moto.
—Contrólate. No quiero que la culpes de nada, Diego, la está pasando mal y no necesita tus cosas.
—Lo intentaré.
Yo sabía que no lo iba a intentar. Mientras yo parecía querer esconder mucho de lo que era, Diego parecía no tener un filtro de prudencia.
Yo tenía un tiempo asegurado para pensar cuando Gris tenía novio porque eso la mantenía no disponible y me atrasaba el estar con ella, pero ahora que no tenía a nadie el pánico volvió a mí de lo que podía pasar. Mi madre no iba a tardar mucho en saber que yo había encontrado a mi alma gemela y las presiones empezarían. Era cuestión de tiempo la posible relación con Gris. Era cuestión de tiempo el que yo fuera normal.
Ese lunes luego del incidente Diego consideró que el encuentro de Grishaild y Christian podía ser para mal en el colegio y ya que no quería que lo vieran pálido y casi sin hablar como un debilucho, me pidió a mí que fuera a su colegio. Allá era simple, nadie me conocía así que fácilmente podía hacerme pasar por mi hermano.
Disimulé lo mejor que pude la extrañez de estar en un lugar nuevo para mí; peor aún que nadie me saludó así que eso decía que Diego seguía tan alejado del mundo como siempre. Seguí caminando sin tener exactamente la ruta en mi mente y a lo lejos vi la cabellera rubia que me gustaba tanto... estaba hablando con su novio (o ex). Lo único que pude hacer fue caminar hacia ellos, ya estando cerca pude escucharla a ella.
—Pero yo no quiero, ¿es muy difícil de entender? Solo lárgate. Ya hiciste suficiente.
—No es...
Me atravesé frente a ese intento de hombre y abracé a Gris, ella correspondió y le sonreí. Luego volteé a mirar al que estaba frente a ella. Lo miré con tanto desdén como pude.
—¿Qué haces con este?
—Nada importante —aseguró Gris, mandando el mismo desdén al chico.
—No te metas —masculló ese chico—. Ella es mi novia.
Su semblante de seguridad se tambaleó cuando me separé de Grishaild para acercarme a él. Casi lo vi encogiendo el cuerpo y tragando saliva.
—Ella no es nada tuyo —siseé—. Y le dijiste zorra la última vez que la viste, creo que con eso queda claro que no son nada.
—Ese no es asunto tuyo —argulló Chris.
—Cristal, ¿quieres hablar con tu novio? —dije, agradecido de recordar el apodo que Diego le tenía.
—Él, ni es mi novio, ni quiero hablar con él.
—Ella lo dijo, imbécil —espeté, recordándome que en ese momento era Diego y que eso era lo que él diría.
—No me diga imbécil, o...
—¿O, qué?
No suelo ser una persona peleonera pero ese día supe que por Gris era capaz de todo y más porque a pesar de la situación tensa, no me tembló la voz o la mano para decir eso. Estaba dispuesto a partirle la cara si así se daban las cosas, total y el lío iba para mi hermano y aún me debía una por el asunto de la feria.
No llegó a más. El timbre sonó y Gris me sacó de ahí.
Ella sabía que yo no era Diego, por supuesto y en ese instante noté lo mucho que me fascinaba que aún viéndonos iguales físicamente a Diego y a mí, supiera quién era cada uno. Me tenté de preguntarle si ella sentía esa conexión que yo sentía porque temía que la respuesta fuera un sí.
Hola ♥
Un agradecimiento a los que esperaron el capítulo y una DISCULPA ENORME también.
Ya he dado las razones de mi demora en el grupo así que no repetiré cual lorito mojado, pero sí me disculpo. Quiero que sepan que Limerencia NO está abandonada ni se abandonará, solo es un lapso de cambios xD.
Lamento si este cap no fue taaaan emocionante pero igual quisiera saber qué les pareció :3
Nos leemos ♥
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