3: ☆Inefable☆

Significado:
"Es algo tan increíble, que no puede ser expresado con palabras".

Salgo del Instituto y me encamino sigilosamente por el pasillo del ala oriente. Elton me está esperando justamente detrás de los contenedores de basura gigantes. A una semana de su llegada, se ha portado como todo un caballero conmigo. Mis hermanos no se han pronunciado ante las atenciones que el moreno me da, es como si ellos ya le hubieran permitido coquetearme abiertamente.

Pero de igual manera, no quiero mostrarme con el moreno yéndome para donde mi casa. Asi que por eso lo cité, en el lugar menos transcurrido del campus.

Mi cabeza no dejaba de dar vueltas sobre como Elton habrá convencido a los trogloditas, para dejarlo cortejarme.

Todo eso simplemente me parecía imposible. Era increíble que finalmente dejarán que un chico ajeno a ellos, se acercara a mí sin salir lastimado por preténderme. Pues cualquiera del cuarteto de idiotas que me rodeaban, ya lo habría tundido con algún golpe revolucionario.

Y más Izan, quien era el que más me cuidaba, y del que por cierto, no había hablado desde el día de la fiesta. Luego de pedirme lo que dijo, me perturbó por tres días consecutivos.

Pero igual al cuarto día, lo dejé pasar. Sopesé sus dotes y sé que él no lo dijo con esa intención. Izan nunca me ha visto de otra manera, y creo que eso fue lo que me calmó. Aparte, me sentía muy agradecida con todos ellos, por dejarme entablar más a fondo con Elton, el primer chico que me cortejaba oficialmente. El chico de verdad me gusta, luego de dos años de celibato, y apesar de que me ha dicho que yo también le gusto mucho, no me he atrevido a besarlo... aún.

—Hola, hermosa. —me saludó con una encantadora sonrisa en cuanto aparecí en su campo de visión.

Me sonrojé por su manera de referirse a mí.

—Hola. —me acerqué y nos besamos las mejillas.

—¿Vamos por un helado? —me invitó entusiasmado.

—Mis hermanos. —agaché la mirada, no me gusta que se den cuenta que salí con su mejor amigo, ha escondidas de ellos.

Pues las veces que hemos salido, siempre lo hacemos en compañia de ellos y sus conquistas en turno.

Él suspiró y alzó el cuello para ver que no venga nadie. Regresó su mirada oscura a mí y esbozó una sonrisa.

—No hay moros en la costa. Podemos ir y regresar sin que ellos lo noten ¿que dices? —no le respondí, solo me limité ha mordisquear mi labio y él me sonrió —. Tranquila, un poco de adrenalina de vez en cuándo no te hará daño.

—No lo sé...

—¿O prefieres quedarte aquí escondida conmigo? Por déjame decirte qué yo no tengo ningún problema con eso, hermosa —alzó las manos y tomó mis mejillas, logrando que la respiración se me atascara y más cuando se empezó a inclinar —. Nunca me voy ha cansar de decirte lo mucho que me gustas y que muero por probar tus dulces labios. —llevó sus pulgares a mis labios y los acarició, su respiración se mezcló con la mía.

Me quedé estática en mi lugar al sentir su aroma infiltrarse por mis fosas nasales; huele delicioso y esto no es bueno para mis hormonas alteradas.

Sus labios estaban cerca, pero sabía que no lo lograría. Soy una cobarde con experiencia nula.

¿Y si no le gusta como lo beso y termina decepcionado? No soportaría la vergüenza y la culpa.

—Esta bien... —lo tomé del pecho en cuanto sus labios casi alcanzaron los míos, deteniéndolo a tiempo. Suspiró quejumbroso, me siguió mirando y bajó sus manos desacunando mis mejillas —. Vamos por el helado. —pedí.

Una vez más, estaba rechazando sus besos. A este paso, pensará que él no me gusta realmente y me dejará por otra chica que si deje el temor a un lado y se anime a besarlo. Una chica que verdaderamente sepa besar sin entorpecer el momento mágico.

Me va ha dar el soponcio por ser un completo caos inexperto. Pasó su lengua por los labios y volvió a sonreír esta vez, formando nuevamente sus encantadores hoyuelos.

—De acuerdo, no pienso presionarte, sé qué mi recompensa por darte tu tiempo, valdrá la pena. Sé que tú vales la pena. En verdad me gustas Isla, y espero que yo a tí también.

—Me gustas, Elton. Me gustas mucho.
—me apresuré a decir.

Él sonrió, me abrazó y depositó un beso en mi frente.

Resoplé disimuladamente, odiaba ser torpe frente al chico sexy. Pero en mi defensa, creo que necesito urgentemente más práctica y no sé ha quien acudir para unas clases bucales y de lengua.

No quiero parecer una fracasada en el ámbito amoroso, mucho menos frente ha este sexy ser de piel oscura. Suspiré resignada, mientras me eché a andar con él moreno, sumergida en mis pensamientos. Tendría que pedirle a Ash que me dejé practicar con su boca.

Ash jamás me tomaría por loca, ni pensaría que se me ha zafado un tornillo. Y por eso la quiero, por que sé que ella me apoyará sin importar sus preferencias sexuales. Eso hacen las amigas, se apoyan en las buenas y en las malas.

♧♧♧

—¿Se te zafó un tornillo, Isla? —se levantó con los ojos como platos, parecía alarmada —. ¡Ooolvidalo! Mi boca es intocable por una mujer ¡Eso sería lésbico! —fingió ponerse un candado en la boca y lanzar la llave muy lejos.

Rodé los ojos ante aquello, ya que según yo, eso se hace cuándo guardas un secreto. Bufé por su dramatismo antifemenino. De acuerdo, pensé que Ash se lo tomaría con calma y me ayudaría con mi problema, pero ya veo que me equivoqué.

—Sólo será un favor, Ash. No quiero espantar a Elton con mis nulos besos de lengua entorpecida. Sé que tú debes de saber besar de lo más genial. Comparte un poco de esa experiencia conmigo, por favor. —junté mis manos en suplica y batí mis pestañas para seducirla.

Ahhh, no iba a acceder.

—Beso como Diosa y a los chicos les encanta lo que esta boquita hace —sacudí ligeramente la cabeza ante su presunción, no quería saber los detalles. Ash sonrió y siguió hablando al ver que eso me daba igual —. Y no es por presumir, pero me sé unos trucos impactantes, ningún chico se ha jactado de lo contrario. —confiesa con una pequeña sonrisa de orgullo.

—¡Lo ves! Tú puedes ayudarme, apóyame, amiga —me quejé cansina —. Estoy harta de siempre evadir su boca cuándo intenta besarme. Siempre le saco excusas baratas. —la miré con la carita del gato con botas.

Ash se quedó un momento pensativa y luego se acercó a mí y sin esperarlo, levantó mi mentón, tomó mis mejillas y plantó un casto beso en mis labios tan rápido, que apenas y lo sentí. Parpadeé azorada.

—¡Ay, Dios mío!, lo hice —se limpió la boca con asco, ni siquiera duró. Blanqueé los ojos por su cara, sorprendida de si misma —. Besé a una chica, ¡oh por Dios! ¡Besé a una mujer! Creeran que soy lesbiana.

Bufé exasperada y la empujé del hombro.

—No se lo diré a nadie, Ash, ya deja el drama ni siquiera duró, así que no fue para tanto —resoplé ofuscada y ella me miró aún incrédula por lo que "hizo" —. Pero, por fis —junté nuevamente mis manos —, ayúdame a ayudarme. Bésame como si yo fuese un chico. Divisame en tu mente cómo uno.

Cerré los ojos y le paré la trompita, pero lo que recibí a cambio, fue su grande mano que cubrió literalmente toda mi cara. La manoteé al sentirme humillada y con mal humor ante su rechazo, se alejó un poco y me miró rendida.

—Bien... lo haré. —apayó infelizmente.

Me quedé quietesita y en silencio. Miré como mordió su labio, enarcó la ceja, frunció el ceño, arrugó la nariz, movió la boca, y luego hizo una fina línea en los labios (parecía caricatura). Sé que hace esos divertidos gestos, por qué está intentando verme como a un chico y eso me causó risa.

Al final, arrugó la nariz más y se encaminó a mi sitio, pero no pasó lo que esperaba. Me obligó a sentarme y se sentó a mi lado, con rendimiento y perturbación en sus facciones, habló:

—Te ayudaré para que te ayudes, pero ¡Por favor! no me pidas que te vea nunca jamás en la vida, como a un chico. Por qué eso es tétrico y perturbador para mi pobre cabeza —parece que un escalofrío la recorrió, por la manera en como sacudió los hombros —. Te imaginé como un chico, y te lo juro Isla, eres muy feo y... enano —la fulminé pero ni así la callé —. Dale gracias a Dios que te hizo mujer, por qué de lo contrario, estarías en la friendzone de por vida.

Le saqué la lengua.

—Grosera. Vine ha que me besaras, no ha que me criticaras. —escupí malhumorada.

—Lo siento, soy sincera y solo te digo lo que imaginé —sonrió de lado, estaba por refutar, pero levantó su mano y me calló —. Mira, sé que físicamente aparento ser un chico. Pero internamente soy una mujer, igual que tú y Lucy. Sólo que la naturaleza también tiene sus errores y me mandó en el cuerpo equivocado. ¿Puedes creer que cada vez que me veo al espejo me dan ganas de follarme a mi misma de lo buena que estoy? —suspiró resentida antes de continuar, echó sus mechones para atrás —. Y el que hoy me hayas venido a buscar ha estás horas de la noche a mi residencia sólo para que te besará, es por que en verdad estás muy, muy desesperada por un buen faje.

—¿Un buen qué? —me inclinè hacia ella con interés.

Un fajemarcó hincapié en la última palabra, sonriéndome con picardía —. Es lo que necesitas para liberar la tensión por la que has estado pasando últimamente. Aparte de que allí te ayudarán a besar mejor. Es un trabajo de lujo y muy cotizado, solo ciertas personas conocen de ese lugar, ya que si son muy reservados con el manejo del lugar. No cualquiera entra.

—Y según tú ¿como conseguiré ese faje, en un lugar tan cotizado? Porque si no lo has notado, mis hermanos no me dejarían salir sola con nadie más, que no sea Elton. —le recordé abatida.

Ash apretó mi mano en modo de reconfortación y le sonreí de lado.

—Anímate, lindura. Está noche seré tu Hada Madrina. —la miré incrédula, no me convencía del todo. Sonrió divertida y se puso de pie, guiñando un ojo.

—¿Es en serio?

—Claro, ¿Quieres mi ayuda no? Pues ya verás.

—Iluminame, por favor. —alardeé con pesimismo.

—Ay, Isla. Se optimista, no pesimista. Espérame, iré por la solución a tu problema, no tardo —no me dió tiempo de responder y se fue volando hasta su habitación. Suspiré cansina y pegué mi espalda al respaldo del sofá. Ash regresó tan rápido como se fue y se sentó nuevamente a mi lado, con una enorme sonrisa en sus labios —. Toma —me tendió una tarjeta dorada, y la tomé ceñuda —, léela en voz alta. —me pidió orgullosa.

Suspiré antes de leer sus... ¡golosa!
La miré perturbada y ella asintió sin borrar su sonrisa, para que prosiguieron a leer. Cogí aire para no desmayarme por mirar sus cochinadas.

—¿Sabes? No creo que quiera leer esto. —la miré suplicante, para que no me obligara a pronunciar esas cosas tan candentes.

—No seas mojigata, Isla, léela, no pasa nada. —señaló la nota y exhalé antes de ponerme en marcha.

Me aclaré la garganta y cogí valentía para leer todo esta lista de Sex Shop.

—Esposas, látigo, jarabe de chocolate, dildo, lubricante an...

—¡De ese lado no es! —rápidamente tapó con sus manos las palabras perturbadoras que leía, antes de que terminará de decirlas. Pero ha decir verdad, ya estaba demasiado escandalizada con lo del dildo y el lubricante anal —. Préstamela, mejor te anotaré el número en un papel limpio.

—Si, creo que eso sería lo mejor.

—También lo creo. —afirmó, inclinándose hacia su mesita de centro y anotaba unas cosas en la hoja.

—¿Y para que es todo eso? —le pregunté confusa al ver que anotaba lo que era un email, acompañado de un número.

Ash dejó de escribir en el papel y me miró libidinosa. Ay no, creo que ya entendí.

—Oh, no.

—¡Oooh, si! —asintió sonriente y con entusiasmo, arrancó la hoja de la pequeña libreta y me la tendió —. Toma, ahora si es legible. —puso el papel en mis manos.

—¿Segura que no es la lista de Christian Grey? —indagué no muy convencida, mirando el papel que sostenía en mis manos.

Ash rió y golpeó levemente mi brazo, en modo juguetón.

—Tonta, obvio no. Sólo mandales un correo primero y luego llena el formulario con lo que te piden, seguido, ellos te mandarán un mensaje a tu whatsapp. Ya sabes, para agendarte la hora y el lugar en donde te encontrarás con tu salvación, no tienes que dejar ningún espacio vacío o tu solicitud será rechazada —parpadeé inédita y ella aplaudió efusivamente, pero yo no me moví de mi lugar —. ¿Que esperas? Mandales el correo.

Miré el papel con el correo de la página del "Oráculo". Arrugué la nariz, estoy en un gran dilema, no era precisamente el tipo de ayuda que quería tener. Esto es demasiado para mí, una simple mortal inexperta.

—Es que no sé, digo, sé lo que quiero, y lo que quiero es aprender a besar con profesionalidad. Pero de eso, ha tener que verme con un prostituto para aprender a besar mejor, como que no está en mis planes. ¡Que tal que me viola!

La rubia rodó los ojos.

—De eso nada, esos tipos estan tan buenos, que es más probable que seas tú la quiera abusar de su bizcoches —rió pícara —. Además, si estaba en tus planes pedirme a mí que te besará para practicar ¿no? Pues que mejor que hacerlo con un verdadero hombre que además tiene pinta de Dios Griego y que tiene mucha experiencia en el área .

Me sonrojé y agaché la mirada al papel.

—Sólo era un favor, creí que eramos amigas. —le recriminé cruzándome de brazos y fingiendo indignación.

—Y lo somos, lindura. Pero sabes que lo necesitas y también sabes que yo no puedo ayudarte con eso, aunque quisiera hacerlo no puedo. Tengo muy en claro lo que soy y mi orientación sexual está decidida —lamió sus labios —. Ah, y no son prostitutos, solo te aclaro para que no vayas a regarla.

La miré confundida ante esa aclaración.

—¿No son prostitutos?, ¿y como los llamas tú? Por qué para mí son claramente prostitutos.

—Pues no lo son, y no los llamo yo, ellos se proclaman como Dioses. Dioses Himeros, del deseo y la sexualidad.

—No quiero follar. —me levanté, a la defensiva.

—Tranquila, Isla, no tienes que hecerlo si no quieres. Ellos te dan lo que tú les pidas, aunque si hay algunos Adonis que no follan, pero si te dejan satisfecha con solo meterte mano y besarte en los lugares correctos —chasqueó los dedos —. Esos son los Himeros más solicitados por las principiantes, supongo que para tí estará bien empezar con uno de ellos.

—Y qué... ¿Solo pido un Homero para inexpertas? —mi voz salió nervuda y Ash, se rió.

Que humillación.

—Es Himero, tonta. Y bueno, si, pedirás un Himero para principiante.

—Eso sería humillante —acoté aterrada, mientras abanicaba mi cara con la mano —. Tener que verme con un hombre que está buenísimo y que para colmo sepa que yo soy un fiasco para ligar y peor aún, lo soy para besar. No, me niego a parecer una perdedora frente al Adonis que me envíen.

Ash ensanchó su sonrisa resplandeciente y soltó un chillido triunfal.

—¡Ahhh, que emoción! ¡Entonces ya aceptaste ir al Oráculo!

—¿Ora qué?

—Olvidalo —le restó importancia con la mano y volvió a sonreír emocionada —. Y no te preocupes, yo te apoyaré para que en tu solicitud no suenes tan desesperada por un buen faje.

—Yo no sueno desesperada por un faje —acoté irritada, y Ash hizo una mueca con los labios —. ¿¡Sueno desesperada por querer aprender a besar correctamente!?

Mi amiga levantó las manos y negó.

—Escúchate, Isla. Me preguntas desesperadamente, si suenas desesperada.

Me obligué a relajar mi postura y me disculpé con Ash.

—Lo siento. Estoy tranquila. —inhalé y exhalé lentamente.

—Eso es por el estrés. Pero descuida, yo te ayudaré con eso, lindura. Ya lo verás.

Asiento aún no muy convencida. Pero igual dejo que Ash me "ayude", y me saqué una cita para verme con un completo desconocido de una belleza sobrenatural.

Casi treinta minutos después, Ash terminó con el formulario y a los veinte minutos, un mensaje de WhatsApp me llegò con la aprobación y la dirección a la que debo acudir...

—¡Por Dios! ¿Por qué no me dijiste que las citas eran para el mismo día? —le recriminé, mostrandole a Ash el mensaje y ella tomó mi teléfono y lo miró extrañada.

—Que raro. Te juro por Dios que siempre tardaban de uno ha dos días en aceptar la solicitud. Te digo que es un lugar muy solicitado y de suma discreción. —releé mi mensaje y frunce el ceño confundida, mientras rasca su ceja —. No entiendo, ¿por que te han tomado tan rápidamente en cuenta? —alzó su ceja tupida y luego formó una "O" en sus labios —. ¿Ves?, te dije que sonabas desesperada. Tal vez ellos también lo notaron y por eso decidieron ayudarte lo más pronto posible.

Le lancé un cojín en la cara.

—Dame eso, lo voy a cancelar —le arrrbaté mi telefono, y me detuve cuando ella soltó una risita baja. La miré ceñuda —.¿Que es tan gracioso?

—Es que... una vez que pides atencion por parte de los Himeros, ya no hay vuelta atrás.

—¿Qué? —exclamé desespe... ¡Arg! —.¿Por qué no me lo dijiste antes?

Ash encogió los hombros y rodó los ojos.

—Te veías tan desesperada, que sólo quise facilitarte las cosas y sacarte de tu desesperanza por la puerta fácil. —se justificó mirando su perfecta manicura.

—Si vuelves ha decir la palabra desesperada, te voy a... —la amenacé con mi puño cerrado y ella levantó las manos en el aire.

—Me desesperas, pero ya que —la fulminé y ella sonrió ladina —. De acuerdo, de acuerdo, eres exasperante, Isla White.

—No utilices sinónimos de la misma palabra —me quejé tajante —. Entonces dime, ¿Cómo le hacemos con esta evidente equivocación? —adjudico con poca paciencia.

—Espera un momento a que lo solucione, chica desesperada.

—¡Que yo no parezco desesperada!
—exclamé... Desesperada.

¡Mierda de árabe!

Ash alzó una ceja interrogante.

—¿Ves, te has escuchado? Sonaste completamente desesperada.

—¡Tú haces que me desespere! —gruñí con poca paciencia.

—Culpa mía, entonces.

Resoplé y pasé mi mano por mi larga cabellera castaña. Mordí mi labio, sin saber que hacer.

—Bueno ya, dejemos el tema de la desesperación, zanjado. Y mejor ve tú, te daré el dinero para que...

—Suena tentadora tu oferta, pero la declinaré muy a mi pesar. Hoy tengo planes con Roy, y sabes que no me puedo negar a los encantos de un buen papucho. —se largó a reír entusiasmada ante su cita.

Gruñí ofuscada.

—Entonces le diré a Lucy que vaya ella y...

—¡No! —me frenó Ash, antes de que escribiera el mensaje. Enarqué mi ceja y me explicó —. Sé que Lucia es nuestra mejor amiga, pero, ella no puede saber de ese lugar y mucho menos puede asistir allí.

—¿Por qué no? —fruncí el ceño. Ash formó una fina línea en sus labios, como si en verdad no quisiera decir más nada. Pero al final, mi insistente escrutinio la obligaron a hablar. Resopló —. Por Oliver.

—¿Su hermano? —junté las cejas, escéptica.

—Si, él... trabaja en el Oráculo.

La mandíbula se me descolgó hasta el piso y posiblemente mis ojos se estén saliendo de mis órbitas.

—¿Oliver, es un prostituto?

Rodó los ojos y se golpeó en la fente con su palma abierta.

—Ya te dije que no son prostitutos —los defiende mi amiga, irritada —. Son...

—Dioses sexuales. —terminé por ella, rodando los ojos.

—Así es, es un Himero. Y  hay que admitir que Oliver es un chico, con una belleza fuera de este mundo. Está como quiere, el desgraciado. Grrr. —ronroneó fingiendo arañarlo, y haciendo que me ría.

—La verdad es que si, a mi también me gusta, aunque la verdad no creí que trabajará en el mundo de... eso.

—Es que a veces el mundo es taaan pequeño, que nos terminamos encontrando con gente conocida, en los lugares menos pensados. —puntualizó sonríendo, seguramente al recordar en como se encontró con Oliver en ese lugar.

—Nunca me ha pasado —aseguré, levantándome del sofá —, y espero que nunca me pase.

—Nunca digas nunca, nena. —acotó Ash, con sabiduria —. No escupas al cielo, que a la cara no te caiga. —me recordó con sabiduria.

Encogí los hombros con simpleza.

—No lo creo, ha que chico guapo, además de Oliver, se le ocurriría ser un prostipirugolfo en ese lugar, pero en fin. Cada cabeza es un mundo —tomé mi bolso y lo colgué en mi hombro —. Me voy, se me hace tarde y todavía tengo que ir a bañarme y...

—¿¡Entonces si irás!?

Suspiré delicadamente, pasando un mechón de cabello tras mi oreja.

—Pues... si, supongo que no me hará nada descubrir mis anhelos con un desconocido que posiblemente jamás vuelva a ver en la vida. —jugué nerviosa con la correa de mi bolso.

—Repetirás, ya verás —me guiñó juguetona —. Veme a mí, soy clienta frecuente, aunque eso si, hay tantos Himeros en ese lugar, que me ha sido prácticamente imposible socializar con todos. Aparte, lastimosamente no todos gustan de una chica atrapada en un cuerpo de chico, no sé si me explico. —la abracé y besé su mejilla en comprensión.

—Te entendí perfectamente. —la tomé de los hombros y le sonreí genuina, Ash no es tan alta, pero si lo es más que yo con su 1.68. Asi que sólo tengo que subir levemente la mirada.

—De acuerdo, ahora vete. Necesito todos los detalles y si puedes, mándame fotos a escondidas del Adonis que te atenderá. No tenemos permitido fotografiarlos sin su consentimiento, asi que ahórrate malos entendidos ¿entendido?

—Entendido.

Me abrió la puerta de su cuarto.

—Más te vale. —palmeó mi trasero y le saqué mi dedo corazón, yéndome a casa para alistarme y no llegar tarde a mi "cita desesperada".

♤♤♤

El taxi aparcó en el sitio donde me he quedado de ver con el hombre que me ayudará con mi "problemita".

Le pago, le doy las gracias y me bajo del auto. Llego al pasillo que guían las flechas de este estacionamiento subterráneo extraño. Torretas al estilo griego, luces tenues y paredes de barroco al estilo antiguo. Me detuve en las mamparas polarizada de cristal y oprimí el boton rojo a la espera de una respuesta.

—¡Oráculo del deseo y la fantasía! Himeros Company ¿con quien tenemos el gusto?

Me quedé con el ceño ligeramente fruncido, no creí que se tomaran tan bien su papel de Dioses Griegos. Carraspeé un poco divertida.

—Si... bueno, soy, Venus Primeriza. —me sonrojé al decir lo último.

—Oh si, estas registrada. Bienvenida al Oráculo del placer. Te deseo que todo lo que pidas hoy, se te cumpla en abundancia. Tu Himero asignado, subirá en breve a la habitación 69, que la pases bien y disfruta de la travesía.

—Gracias —las puertas de cristal se abrieron a cada lado, cómo las de un ascensor. Ingresé fascinada con los enormes pilares que sostienen las enormes columnas al estilo de la antigua Grecia —. ¡Wooow!

Una chica carraspeó y me sonríe a mis espaldas.

—Hola, Venus, acompañame. Te daré la ropa apropiada para recibir a tu Himero. —la chica de piel morena me tomó de la mano, y me guió a unas escaleras de marmol tipo añejado.

—¿Ropa apropiada? ¿que tiene de malo la que llevo puesta?

La morena me miró por encima de su hombro y me sonrió amable.

—Verás, la temática que se usa en esté lugar, es estrictamente obligatoria para empleados y clientes. Y tú, tienes que ir vestida como tal. Todo eso venia en la información que se te mandó al correo.

Sucumbí mis labios, sin chistar nada.

«Voy a matar a Ash».

Llegamos al piso de arriba y me guió ahora por un largo pasillo con pinturas de todos los Dioses Griegos. Desde Afrodita, Ares,
Zeus, Eros, Adonis, Helios, Perséfone, Poseidon, Atenea, Artemisa, Démeter e Himero. Habían más pinturas, pero no alcance a leer sus nombres con exactitud, más que los antes mencionados. Nos detenemos frente a una puerta con arco, al estilo medieval de la antigua Grecia.

—Pasa, por favor. —dijo, y entré por la puerta y me quedé pasmada al ver que era un nuevo pasillo, pero este tiene multiples estatuas de los Dioses.

Seguí caminando atrás de la morena, pero no evité reír y detener mis pasos al apreciar la estatua que representó a Afrodita y Ares, este último luciendo un cuerpo de infarto, pero opacándolo con su pene del tamaño de un meñique.

—Vamos, no puedes reírte de las desgracias de los Dioses. —el tono que usó la morena era divertido.

—Lo siento, no lo pude resistir. —me justifiqué con voz intranquila por la risa que aun me atacaba.

—No pasa nada, yo también me reí la primera vez, al notar el "pequeño" detalle de Ares —levanto su meñique y nos volvímos a reír —. Shhh, vamos, me llamarán la atención si no te llevo a la habitación y te ayudo a prepararte. El Himero que aceptó tu solicitud, subirá en diez minutos y el tiempo se nos va muy rápido.

Los nervios volvieron a atacarme el sistema con sólo esa afirmación. Mordí mi labio y la chica notó mi desestabilidad, estaba estática en mi sitio.

—Oye tranquila, sé que estás muy nerviosa y es completamente normal, ya que eres nueva en el Oráculo. Pero te garantizo que los chicos que trabajan aquí, son unos caballeros y llevarán el ritmo que tú les pidas y marqués. Él sólo hará lo que tú quieras que haga, eso si, no habrá contacto sexual. Ya que el hombre que te atenderá, no ofrece esos servicios, pero como eres primeriza en el Trirreme, estará bien para tí.

Suspiré un poco tranquila y asentí. Ya estoy aqui ¿Que puedo perder?

«La virginidad» gritó mi consciencia. Buen punto.

Subimos al elevador y la chica oprimió el último piso. Se siente como la caja de metal se eleva conectada al péndulo de aluminio y se abre con lentitud al llegar al "Motel del Hades".

—Buscamos la habitación 69, tenemos menos de diez minutos para prepararte —anunció la morena caminando elegantemente como si estuviera en una pasarela de moda —. Es aquí —el número en color dorado brillante, nos da la bienvenida, ella abrió y se metió está vez primero y luego me animó a seguirla —, vamos, Venus, tengo que dejarte perfecta en tiempo récord.

Abrió el armario frente a mí y me tendió la ropa impecable y... nueva.

—¿Esto es para que yo lo use?

—Asi es.

—Olvídalo, esto me dejará casi desnuda frente a él. Sólo vine por unos cuantos besos y ya, no he venido a cachóndearme con nadie. —aprecié el bonito atuendo con horror.

Ella suspiró agotada.

—Eres muy dramática, ya te lo había dicho, es parte de la temática del lugar. Además, tú aceptaste los términos y condiciones en el formulario que se te envió. ¿Ahora por qué te sorprende?

¡Ash, Ash, Ash!, esa traidora. La voy a matar cuándo la vea. Sonrío con la morena que me mira extrañada a través de sus espesas pestañas rizadas.

—Oh, si, lo olvidé. Perdón. —mentí y fingí una sonrisa conciliadora.

—Tranquila, ahora yo te ayudaré.

Asiento a regañadientes y la morena me ayuda a ponerme el atuendo debidamente. Consiste en dos piezas, un tipo de sosten blanco con encaje, un lazo frontal que se cruza por mi abdomen plano y sostiene el pequeño tul que me cubre lo suficiente del culo y mi entrepierna. Mis piernas desnudas y mis senos en su tamaño diminuto, quedan a la vista; que pena.

—¿Te gusta? —la morena me mira desde el espejo y yo asiento, intentando subir más el Bra para cubrir mis pechitos —. Asi es el escote, si sigues subiéndolo más, se desgarrara la tela —señaló mi mano y lo dejo estar, rendida —. Y bueno, el traje es tuyo, el servicio incluye de regalo este sexy atuendo. Que lo disfrutes. —se da la vuelta para irse, pero la detengo.

—Espera —la tomé del brazo y ella me miró ceñuda —. ¿Como debo llamar al chico que vendrá a atenderme?

—Estoy creyendo firmemente que no leíste los términos en la solicitud —suspiró, muerdo mi labio y añade —. Himero. Todos los chicos aquí, son Himeros, sin excepción —me sonríe tranquila y yo la suelto —. Si el servicio con el chico que te atenderá, te gustó y quieres repetir con él. Los chicos tienen grabados en sus brazaletes a algunos Dioses, eso los logra identificar a los demás compañeros.

—Ya entendí, gracias por todo... hmmm.

—No puedo darte mi nombre de pila, pero llamame Artemisa, de las primerizas. —me guiñó jubilosa y con eso salió de la habitación.

Hasta con rimas trabajan aquí.

Me quedo completamente sola, mirando la gran habitación y mi mirada se desvía a la cama al estilo de aposentos antiguos. Con enormes cogines y suaves sábanas de seda blancas, unas enormes cortinas salpicadas de plata, amarradas con unos lazos fuertes para que no cubran el colchón. Trago grueso al apreciar que si yo quiero, las podemos desatar y bajar sobre la cama con el telón cerrado.

La puerta es tocada con sumo cuidado, mis nervios se disparan y los vellos de la nuca se me erizan traslúcidos. Transpiro como volcán en erupción. Suspiro y me echo un último vistazo en el espejo de cuerpo completo. Tengo que lucirlo con seguridad, aunque mis pechos no se vean gigantes. Tomo el pomo y suspiro, lo giro, abro la puerta lentamente y al contemplar al "Himero" que me espera en la puerta, la mandíbula se me cae al piso.

¿Por que me pasa esto a mí?

Izan me mira de pies a cabeza, con los ojos tan abiertos, que me queman sombrios. Inevitablemente yo hago lo mismo, veo el atuendo que lleva puesto y me quedo prendida de su fuerte torso musculoso. Jamás imaginaria que tenía cuerpo de fitness. Conecto mi mirada nuevamente con la de él y miro en sus ojos una chispa que me eriza la piel. Es Inefable lo que veo, no sé como detallarlo... es hermoso.

—Isla... —su voz y mi nombre en su boca, me traen de regreso.

Espabilo e intento cerrarle la puerta en la cara. Pero él lo impide rápidamente, al meter su pie y empujar con sus brazos fuertes la puerta. No soy rival para forcejear con la puerta al doble de mi peso y estatura. Mucho menos con el hombre gigante, que impide mi aspiración de huir.

—Esto... es un... error —farfullo nerviosa, forcejeando con la puerta, no pienso ceder —. Por favor, Izan, vete.

—Tranquila, dejame pasar. Lo hablaremos adentro, no podemos llamar la atención aquí.

Luego de unos segundos que se me hicieron casi eternos, retrocedí para dejarlo entrar. Cerró la puerta y yo corrí a la cama, jalé la sábana y me enredé en ella.

Él enarcó la ceja. Si, sé que ya me había visto casi desnuda. Pero la prudencia me cabía más y sabía que no era apropiado estar casi desnuda frente a él. Aparte, él no tiene por qué darse cuenta de mi problema de pecho.

—¿Que haces aquí, Isla? —indagó con voz neutra. Suspiré incómoda.

—¿Tú que haces aqui, Izan? ¿Me estás siguiendo otra vez? —sólo lo miré con mis ojos molestos a través de la sábana, me cubrí los labios y nariz, también parte de mi sonrojo —. Deja de cuidarme, te dejé en claro que ya podía cuidarme yo sola. —le recrimino aún sonrojada —. ¿Y que haces disfrazado así?

Suspiró sin dejar de mirarme, bajo la mirada un momento y ví la manta amarrada a su cintura, las sandalias de gladiador, los brazaletes con el grabado de algún Dios, la hombrera de metal en su hombro izquierdo y en la cabeza llevaba la famosa corona de laurel. Supe lo que era, sólo necesitaba que él me lo confirmará. Y así lo hizo cuándo habló:

—Trabajo aquí. —dijo con pesar.

—¿¡Qué!? —aunque mi yo interna ya lo sabía, creí que me mentiría por su dignidad.

Suelto la sábana y esta resbala por mi cuerpo y lo miro con la boca abierta.
En cambio él, no puede concentrar su mirada en mi rostro y la desliza nuevamente por mi pequeño cuerpo.

¿Que le pasa?

¿Por que me mira asi?

¿Y por que no me incomoda como debería?

Al contrario, me gustó como me observaba con esa mirada suya ahora un poco más oscura. Volvió a posar su mirada ámbar en mi rostro sonrojado y asintió.

—Trabajo aqui, Isla. De día soy Izan, entre semana y de noche, soy un Himero.

Tragué grueso.

¡Son unos adonis! Recordé las palabras de Ash, en referencia a los chicos guapos que trabajan en este lugar.

¿Como es que nunca noté, que Izan era un chico sumamente guapo y atractivo?

Y peor aún, ¿como es que nunca me di cuenta que él llevaba una doble vida?

—¿Eres un... prostituto? —titubeé, pero al final lo solté.

Resopló y se quitó la corona de la cabeza y la puso sobre el mueble de caoba.

—No, soy sólo un chico mortal, que explota sus dotes bucales y manuales en besos y caricias inocentes.

Gruñí molesta.

—Por eso, eres un prostipirugolfo que cobra por manosearte y besarte y sabrá Dios que más cosas harás. —le reproché colérica.

Sonrió, acariciando su mentón sin apartar su mirada de la mía. Luego, dió un paso al frente, claramente enojado.

—No estás en plan de criticarme, cuando tú, prácticamente has venido aquí en busca de lo que ofrezco —la furia se instaló en su rostro, se acercó rápidamente hasta mí y me tomó de los hombros, sintiendo repentinamente una electricidad que nunca antes había sentido con un simple toque de su parte —. ¿Te ibas a dejar toquetear por un completo desconocido?, ¿Que pasa contigo, Isla?, ¿Estás loca?

Parpadeé cómo caricatura de baja calidad, antes de reaccionar y empujarlo lejos de mí:

—¡A tí que te den por el culo, imbécil! —lo empujé, o al menos lo intenté.

Me encolerizaba que se ponga a la defensiva, cuando él cobra prácticamente por darle placer a las mujeres que no conoce.

Lo desconozco completamente. Creí que nos teníamos confianza. Veo que me equivoqué.

—Responde, Isla. —farfulló con los dientes apretados y la mandíbula tensa.

—Si, ¿Y qué? Ahora vete y dejame sola, pediré a un nuevo imbécil que me dé lo que he venido a buscar. Y que por cuestiones razonables, tú no me lo puedes dar.

Se quedó estatico por un momento, mordí mi labio, creo que le di en el orgullo. Pero eso queda descartado al verlo como sonrió soberbio.

—¿Y quién dice que no puedo dártelo?
—solté un pequeño gemido por su pregunta.

Se acercó una vez más a mí, acarició mi mejilla con sus nudillos mientras nuestras miradas se conectaban. Mordí mi labio y me dejé hacer bajo su tacto cálido. Cerré los ojos en cuanto sus yemas comenzaron a delinear el contorno de mi rostro, luego mis labios y una sensación extraña abarcó progresivamente mi cuerpo, haciéndome apretar las piernas. Un delicioso cosquilleo allí abajo, también me dejó sorprendida.

¡Putas hormonas, abandonen este cuerpo que amenaza con caer en la tent4ción!

—Eres como mi her-mano.

—Lo sé Isla, pero ambos sabemos que no lo soy.

Abrí los ojos y lo detallé, mi cabeza estaba echada ligeramente para atrás, para poder alcanzar su mirada.

¿Estoy soñando?

¿Por que de repente lo veo tan guapo?

—Mi mejor amigo. —aclaré susurrante, su respiración se había deteriorado considerablemente.

Apreté los labios con fuerza, y él no dejaba de acariciarme y de mandar corrientes eléctricas a mi espina dorsal. Hoy en la mañana todo era diferente, pero ahora, ahora me siento atraída por Izan. Y sé que esta mal... Muy mal.

No debería, pero lo hace... me gusta y me gusta mucho.

Él también parecía estar peleando con sus propios demonios. Su mirada me analizó, pero él no estaba aquí. Estaba detallando todo este malentendido. Siempre cuidando que ningún "Imbécil" se acercará a mí, y él, ahora mismo colega de los demás, quiere más de lo que le ofrezco.

Él quiere ser un imbécil más.

—Izan... —susurré con la respiración irregular.

Falta de voluntad absoluta por ambas partes.

—Isla... —pronunció mi nombre con la voz ronca y acercó sus labios a los míos, muy lentamente.

Lo deseaba, deseaba besar a mi mejor amigo. Apreté los ojos con fuerza y tal vez me arrepentiré de lo que voy a hacer. Pero mi conciencia me grita que es lo correcto. Me permito recordar que he venido hasta aquí, justo por lo que ahora él me quiere dar.

Sus labios se rozan deliciosamente con los míos, me electrifica cada poro de mi piel...

¡Me odiaré por esto!

—No puedo... —puse mis diminutas manos sobre su pecho desnudo y tibio, frenándolo. Siento la adrenalina fluir por mis venas con sólo ese toque en su piel. Todo en éles caliente y erótico —. Esto está mal, Izan. No podemos hacer esto. —me quejé abrumada, él pega su frente con la mía y suspira rendido.

—¿Y crees que yo no lo pensé? ¿Crees que no sé que esto está mal? —farfulló con su voz muy ronca.

—Entonces... ¿por qué no lo controlaste?

—Por qué lo deseo, Isla, al igual que tú. Deseo darte eso por lo que viniste hasta aquí. Déjame demostrar lo que hago. —me afirmó sin titubear.

—¡Te digo que no puedo hacerlo!

Me separé de él tan rápido, que no le di tiempo a nada. Tomé mi ropa y corrí al baño, me encierro con pestillo. Me recargué sobre la puerta sintiendo el nudo formándose en mi garganta, mientras me deslicé por ella y abracé mis piernas y apoyé mi mentón en mis rodillas.

¿Que está pasando?

¡Yo no puedo ver a Izan como lo ví!

¡Por Dios! Casi nos besamos. Y sinceramente no me sentí torpe con él, creí poderle llevarle el ritmo. Me sentí confiada y segura ante su avasalladora presencia. Pero el temor me frenó. No podía echar a perder lo que teníamos.

¡Joder! Mis hermanos iban a matarme si se enteraban que salí a un prostíbulo por una candente compañía. Peor aún, lo que los matará será enterarse de que Izan trabaja aquí y que casi me besa y seguramente hasta me terminaba fajando con él.

Salí del baño cinco minutos después, vestida decentemente con mis Jeans desgarrados, una blusa blanca, mi chamarra negra de cuero y mis adidas. Izan está sentado. Lo miré y él me siguió detallando expectante. Su codo está sobre el posa brazo del sofá, mientras que sus dedos reposan en su sien derecha. Sé que sigue molesto, y no sé por qué.

Estamos en completo silencio, me balanceo de enfrente hacía atrás con la punta y el talón de mis pies. Hasta que él cambia el silencio, por reclamos:

—¿Lo haces por Elton? —pregunta de repente, ruedo los ojos por su pregunta —. Dímelo ¿Viniste aquí por él, cierto? —me mantengo en silencio, pero con el mentón alzado, ríe con amargura —. ¿Tanto te ha gustado ese imbécil, que hasta tienes que venir aquí para que el sentimiento sea recíproco? —dice tajante.

No pienso responder sobre mi vida privada. Así que lo ignoro olímpicamente. O al menos lo intenté.

—No tengo por qué darte explicaciones de mi vida pri-va-da —deletreo lo último en sílabas —. Me voy —se levanta del sofá y se para frente a mí —. Izan, por favor —me tenso ante su cercanía, su colonia me atrae, como el Iceberg al Titanic —. Es mi vida privada, yo tendré mis razones de por qué hice esto. Asi que te pido de favor, que dejes a Elton fuera de todo esto ¿si? Él ni siquiera sabe que yo estoy aquí, al igual que tú familia seguramente ignora tu paradero. —puntualizo, logrando que él exhalé y asienta a regañadientes.

Simplemente no podía poner en riesgo al moreno, no cuando claramente, él no estaba enterado de la estupidez que iba a cometer. No sólo con un completo desconocido, sino también con él chico que por muchos años miré como a un hermano más.

Suspira pesadamente y sonríe forzado.

—No, tranquila, no haré nada, ni te pediré explicaciones. Y con Elton, todo bien. Tienes razón. Sólo... prometeme que estaremos bien. Que no dirás nada de mi trabajo, ni sobre lo de... tú y yo...

—Es raro que tú, el chico que más me ha sobreprotegido, me esté dando la razón por primera vez.

—Si, pues No te acostumbres, así que sólo prometelo, Isla. —no dejaba de mirarme.

Resoplé y rodé los ojos maleducada.

—De acuerdo, lo prometo. Tranquilo, no diré nada —levanto mi mano, sellando mi promesa —. Y sobre lo último —bajé mi mano —, no hay un tú y yo de por medio, Izan. Sólo somos unos chicos que claramente se han confundido, eso es todo. Seguiremos como si nada hubiera pasado, creeme, será lo mejor.

Dolor, veo dolor en su mirada antes de que la bajará. Vuelve a divagar mentalmente, algo se oprime en mi corazón, despertando el deseo de abrazarlo y besarlo como él lo quería. Pero mi cordura me lo prohíbe. Asiente desconcertado y planta un beso en mi frente.

—Bien. Será como tú quieras.

—Gracias.

Caminé por su lado y con el deseo de que me detenga y me besé como en las historias que me leo fascinada. Pero no pasa, me deja ir sin ponerme obstáculos y sé que es lo mejor, aunque mi interior grite lo contrario. Camino por el largo pasillo completamente desorientada por lo sucedido, tanto que al doblar en una esquina, choco de frente con la misma chica que me guió hasta aquí. Me sonríe.

—Hola, ¿Todo bien con tu Himero?

Negué bajando la cabeza.

—No —vuelvo a mirarla —, no está todo bien. Él Himero que me tocó, es mi... —ya no puedo llamarlo mi hermano, aprieto los ojos con fuerza y vuelvo a abrirlos —... solo es un conocido, y simplemente no me siento cómoda con él.

—Ohoh... —parpadea, apenada —. Lo siento, se te hará un reembolso, y lamentamos mucho este inconveniente.

Asiento y sigo mi camino al ascensor.

—No más que yo.— susurré para mí.

No sé que pasará de ahora en adelante, pero si de algo estoy segura, es que lo mío no se compara con lo que yo sentí por él. Yo sentí algo diferente, y él, él sintió posiblemente... Limerencia.

★★★

Por favor no sean lectores fantasmas, déjenme sus comentarios y si el capítulo les ha gustado, apoyenme con sus estrellitas.🌟

Según yo, ya he "corregido".🙈 Cualquier error, sus comentarios constructivos son bienvenidos. Y los comentarios en apoyo a la historia, más.❤️😍🤩

Bendiciones para dónde sea que te encuentres leyendo mis LOCURAS.🙏👌🏼💐

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