1: ☆Sempiterno☆

Significado:
"Que durará para siempre, que habiendo tenido principio, no tendrá fin".

Año 2013:

Ser la única mujer entre cuatro hombres, era una tarea difícil, nunca lo había notado hasta ahora que crecí y las cosas se han complicado en una dimensión estrepitosa.
Pero permiteme hablarte un poco de mi vida.

Nací hace 17 años, en Los Ángeles California, tengo cuatro hermanos... bueno al menos los tenía antes de que las cosas se salieran de control. En realidad mis hermanos de sangre son solo dos, el otro par, como si lo fueran; pero mi perspectiva cambió por uno de ellos... Izan James.

Prácticamente nos conocemos (desde bebés) de toda la vida, nuestras madres son mejores amigas desde la secundaria, lo que implicaba que ambas se siguieran viendo luego de crecer, graduarse, casarse y embarazarse. Eso hizo que jamás rompieran el vínculo que habían formado durante muchos años, convirtiéndolo así en algo más solido y duradero. Y conforme fuí creciendo, me fuí dando cuenta de la maravillosa amistad que mi madre tenía con la madre de los James.

Sempiterno.

Yo deseaba una amistad así. Y de hecho ya la tenía mucho antes de desearla. No la tenía con Isaac, Ian o Ibai. La tuve con Izan, con esté último si formé mejor el vínculo que tenía mi madre (Itatí) con Indiana James, la madre de Ibai e Izan James. Y si, sé lo que piensan, todos con la inicial "I" latina, pero que les puedo decir, a nuestras madres las conocían en el Instituto como las I-rresistibles, ya que eran consideradas las más hermosas del colegio en aquellos tiempos (y por las Iniciales de sus nombres). Y aún de adultas lo siguen siendo.

En fin, yo soy la más pequeña de el cuarteto de "machos alfas" que nacieron primero que yo, ¡pero oye! que soy ganadora por que le gané a los millones de hermanos que corriamos por nuestras vidas y que literal, el que perdía no vivía para contarlo.

Fecundé el óvulo de mi madre primero que cualquier cromosoma "Y" que quisiera ganarme, pero se la... pellizcaron por que fuí más rápida y heme aquí, contándoles un poco de mi vida antes de llegar a lo romántico, picante y lo trágico de mi historia.

Todos nos llevamos dos años de diferencia, asi que saquen sus cuentas, Isaac White (mi hermano de sangre) es el mayor de los cinco (incluidos los James) de él viene Ibaí James, Ian White (mi otro hermano de sangre) e Izan James (mi dolor de cabeza actual) y al final... yo. La única chica del cuarteto de machos alfas.

Fuimos buenos amigos todos, pero con ninguno forjé el vínculo que tenía con Izan. Si, compartía con todos, haciamos pijamadas y veiamos películas (la mayoría de acción). Aunque mis verdaderos hermanos juraban y perjuraban que yo sería lesbiana de grande, ya que prácticamente estaba creciendo rodeada de puros chicos.

Y siempre me gustó jugar a las canicas, a los soldaditos y en el Xbox. Ni siquiera me gustaban los juguetes de niñas. Pero no pudieron estar más equivocados, amo a los hombres, son mi debilidad, de hecho, me proclamo amante de los pectorales fuertes y gigantescas estaturas de manos toscas.  Exageré, solo deseo a uno y ya sé imaginarán a quien.

Me estoy saliendo de contexto.

Como les decía, todo mi mundo era perfecto, con Izan, me llevaba mucho mejor que con los demás desde que tengo uso de razón. Será por que eramos los más pequeños; yo tenía 5 y él 7, yo 9 y él 11, yo 15 y él 17; y ahora, yo 17 y él 19. Las cosas nunca se nos habían complicado, desde que recuerdo, siempre vi a Izan como a un hermano confiable, más que los verdaderos. Le contaba todo lo que me pasaba en preescolar y de como lloraba por que me sentía abandonada por mamá, o cuando ingresé a la primaria él era mi apoyo, me cuidaba y siempre daba la cara por mí.

Pero ya llegando a la secundaria, las cosas cambiaron un pelin entre nosotros, ya que las chicas lo comenzaron a buscar más ha menudo y a mí, bueno, Izan siempre se encargó de espantarme a los pretendientes. Pero en pocas palabras, eramos como la uña y la mugre, las papas y la ketchup, como tarzan y su puñal, como Lilo y Stich, como el titanic y el iceberg. Éramos inseparables.

Pero todo cambió cuándo Elton Milo Lacross, llegó al Instituto, sin saberlo en ese momento que él sería el chico que pondría mi mundo patas arriba, ni quien orquestó mi gran descubrimiento. En fin, déjenme terminar de explicar, especialmente él iba entrando a la cafetería.

Me fascinó ver al morenazo de pelo quebrado y casi pegado a su cuero cabelludo, labios carnosos, con los ojos redondos y oscuros, largas pestañas rizadas y espesas. Su grande estatura de 1.85 aproximadamente, compasaba con su cuerpo no muy musculoso pero si lo suficiente para hacerme fantasear.

Se me acumuló la saliva en la boca, quedé prendida de él, de todo lo que ese sexy moreno representó para mi pobre corazón, fué como ver; amor a primera vista.

Me escandalice cuándo él sintió el peso de mi mirada sobre su persona, giró y al encontrarme observándolo como una acosadora serial, me sonrió coqueto, antes de regalarme un guiño que me hizo poner como tómate. Sentí que estaba hiperventilándo a estás alturas.

Lucia, me codeó.

—Vaya, Isla, se más discreta por que si tu manada de gorilas sobreprotectores te ven babeando por el nuevo, el chico se verá en serios problemas. —me aconsejó la rubia sin soltar la pajita de su café.

Suspiré ruidosa, sabía que tenia razón, pero simplemente no podía quitarle la mirada de encima.

—Ay, Lucy, pellizcame, creo que estoy soñando —suspiré atolondrada, pero enseguida solté un pequeño gritito al sentir los dedos tibios de mi amiga sobre la piel palida de mi brazo —. ¡Aaauch! ¿Por qué hiciste eso? —me quejé, sobando la zona afectada por el pellizco que me dió.

Ella rodó los ojos y se llevó su café de nuevo a los labios.

—Tú me lo pediste, Bora Bora, yo sólo te obedecí.

Rodé los ojos por el apodo de la Isla de Bora Bora, y fijé la vista en mi almuerzo que consistía en hotcakes, huevos revueltos, un batido de fresa con plátano y un vaso de jugo de naranja fresco. Aunque en realidad, sólo me quedaba el huevo y la mitad del jugo.

—Holi, linduras ¿ya vieron al chocolatito nuevo que llegó hoy? —farfulló Ash (Ashton) al llegar y sentarse con nosotras, y por quien como lo notaron, era gay. Un chico rubio, de melena por la nuca y dorada, ojos rasgados y grises. Parecía modelo de revista, era muy guapo y en mi humilde opinión, un desperdicio de hombre. Pero lo amaba y apoyaba su preferencia sexual —. Uyyy, esto ya no te lo vas a comer, así que me sacrificaré. —tomó mi plato con los huevos intactos y la mitad de mi vaso de jugo y comenzó a comerlos.

Resoplé ofuscada, y no por que mi amiga se estuviera comiendo mi almuerzo, sino por como divisé al chico nuevo, como toda una acosadora inestable y acabando de echarle el ojo a su futura presa. O peor aún, verme como una adolescente hormonal, necesitada del afecto de un ser tan perfecto y divino como él.

¡Arg!

—Por supuesto que lo vimos, de hecho Isla, lo observó más de la cuenta. Así que tuve que pellizcarla para que se diera cuenta que no estaba soñando y que el tipo era real. —alardeó la rubia, con sugerencia.

Ambos me miraron y yo no evité lanzarle un pedazo de huevo a la cara de la rubia lengua larga, aunque hubiese deseado lanzarle la mesa completa, no la hubiera aguantado con mi fragilidad. Así que el huevo estuvo bien y quedé conforme.

—Cállate tonta, te pueden oír. —murmuré avergonzada y mi amiga siguió riendo, mientras Ashley, como se hacía llamar para su comodidad (Ashton), seguía comiendo tranquilo mientras masticaba la comida y sólo sonreía de vez en cuándo.

—Hola, muñeca —Izan llegó y me saludó besando mi coronilla y sentándose a mi lado. Me puse alerta y miré a mis amigas suplicándoles con la mirada, su colaboración para guardar silencio sobre lo sucedido con el moreno. No quería soportar un ataque de histeria por parte de mi mejor amigo y hermano. Lucia y Ash se dieron una mirada cómplice, cosa que no pasó desapercibida para mi hermigo «abreviatura de hermano y amigo, “hermigo”» quien frunció el ceño confundido, (discretos era su segundo nombre). Tenía ganas de golpearme la frente con mi palma, pero eso sería la cereza del pastel, así que me calmé —. ¿Les molesta mi presencia, chicos?

Los tres negamos con la cabeza ante la pregunta del castaño.

—Para nada lindura, y no generalices en masculino, puedes llamarnos Chicas. —Ash marcó hincapié en la última palabra y le guiñó coqueta a Izan, quien sólo negó divertido.

—Lo siento, generalizar lo que veo no lo controlo. Pero prometo ser más considerado contigo la próxima vez, muñeca. —la palabra que definía a Izan para con las chicas, era muñeca, especialmente conmigo y ahora con mis amigas.

Bueno, mejor dicho es la palabra que utiliza con toda la población femenina, no escatima en halagos personales, mejor los ahorra.

—Más te vale, lindura. —y esa es la palabra mágica de Ash. Lindura, su marca de agua.

—Que idiotas. —y esa, la palabra favorita de Lucia, quien parece aburrida y miserable mirando a los amigos.

—Lucia. —la amonesté, hay lugares en dónde ocupar esas palabras.

Nahhh, soy igual de grosera, solo que hoy quiero darle una buena primer impresión al chico nuevo. No quiero que de verdad crea que soy una acosadora y de pilón, con un lenguaje soez.

—Lo siento. —se disculpó la rubia.

—¿Y bien? —está vez miré a Izan, quien quitó su mirada ámbar de Lucia y la posó en mí.

Me sonrió.

—Hoy en la noche haremos una fiesta para celebrar la llegada de un buen amigo de Canadá. —enarqué la ceja en cuestión, ya que ese detalle a mí no me beneficiaba en nada.

Digamos que mis hermanos jamás me dejarían ir a sus fiestas de alcohol, sexo y más alcohol y más sexo. ¿Capisci?

—¿Y eso a mí qué? Pues los felicito, diviertanse mucho y usen condón.
—mastiqué sarcástica.

Él rió y negó.

—Es que precisamente eso es lo que me hunde en la miseria —escupió de repente Lucy, y todos la miramos escépticos —. Me refiero a no poder disfrutar con mi amiga, de las fiestas más locas y divertidas que organizan los White-James. —le recriminó molesta a Izan.

Resoplé en acuerdo al escuchar la veracidad en las palabras de mi única amiga mujer, ha excepción de Ash.

—Tienes razón, soy prisionera de mis propios hermanos —miré a Izan con reproche —. Ustedes pueden beber, fumar, andar de novios y hasta... follar en la casa. ¿Pero yo qué? Yo también merezco mimos y atenciones. —me crucé de brazos indignada.

—¿Que clase de mimos? —indagó él, mirándome confundido.

Hice una fina línea en mis labios, sin saber que decir. O bueno, si que lo sabía, pero temía que la respuesta no fuese a gustarle. Y lo mejor era no entrar en detalles para no terminar perturbándolo.

—Pues mimos y ya. —zanjé, quitándole mi vaso de jugo a Ash y bebiendo un gran trago.

—¿Que no es obvio? Isla necesita que le den un buen polvo para sentirse renacida y eliminar esas toxinas que no necesita en su cuerpo, como el estrés por ejemplo. —terció Lucy, e Izan resopló de malhumor.

Bueno, ella claramente le atinó a mi mayor deseo. Por eso no la contraríe. Yo no lo pude haber explicado mejor.

—De eso, nada. Todo menos que cualquier imbécil le ponga las manos encima a ella. —replicó Izan con demanda.

Entorné los ojos y reprimí un bostezo de solo escucharlo. Mis amigas en cambio, carraspearon y miraron para otro lado. Todos nos quedamos en silencio por un momento, hasta que Ash, volvió a hablar:

—¿Y la boca? —bromeó la rubia masculina, elevando las cejas sugerente. Mordí mis labios para no reír por ver la cara desfigurada de Izan. El castaño resopló más molesto que nada —. La boca también sirve para tocar partes del cuerpo... —sonrió maliciosa, acabando con la racionalidad de Izan.

—Ni con la boca, ni las manos, ni los pies, ni los putos dedos. Con ningún tipo de contacto físico... ni mental.
—agregó lo último, sabiendo lo que podría decir la loca de mi amiga.

—¡Es que eso es injusto! —chillé indignada, ganándome una mirada reprobatoria por parte del castaño, pero no me importó y seguí —. Déjenme vivir, no necesito que me cuiden como si fuese una bebé. Tengo derecho de que me toquen y yo tocar a quien le gusta.

—He dicho que no y caso cerrado. —zanjó él.

—Pero doctora, Polo. Déjala salir de esa caja de cristal imaginaria. —se burló Ash.

Izan suspiró con pesadez y se inclinó poniendo sus brazos fuertes y tatuados sobre la mesa. Ladeó la cabeza mientras me observó, y no sé por qué, pero últimamente eso me ha puesto muy nervuda. Siento que me hundo en el asiento y suspiro rendida.

—No tiene por qué molestarte que te cuidemos, todo va a su debido tiempo y algún día conocerás al chico indicado para tí. —expresó el castaño.

—¿Ah, si? ¿Y cuando será ese ansiado día? —le pregunté con entusiasmo.

—Cuando tengas cincuenta años. Falta poco. —se encogió de hombros, no sonrió y sabia que hablaba en serio.

Mi entusiasmo se evaporó con su respuesta.

—¿Que? Quiero tener un novio, no un incubo. —me quejé malhumorada.

—Isla, eres nuestra hermanita pequeña y es nuestro deber cuidarte de los depredadores que te rodean. Te prometo que cuando el indicado llegue, yo mismo me encargaré de saber que sus intenciones sean buenas y los dejaré estar juntos.

—Idiota, eso es sobreprotección, no cuidado. Además, ¿quién te garantiza que Isla no ande de novia y follando por el edificio de la facultad de historia con algún chico? —Izan miró a Lucy con su ceja alzada, pero mi amiga lo ignoró y continuó, sonrojándose —. En esa parte del ala oeste, en donde están los estantes viejos, esos con unos libreros empolvados y donde hay poca luz con la que te...

—¡Federica! —la silenció Ash, y mi amiga cerró el pico al ver que nos dió más información de la necesaria —. Golooosaaa, se ve que tú y Ben ya han ido a inspeccionar la zona —mi amiga se tensó y tosió, pero sonrió al ver que ella sola se delató y más que Ash la puso en evidencia —. Bueno Isla, al menos ya sabemos en dónde buscarla la próxima vez que no la encontremos. No es por que la tierra se la haya tragado, sino por que Ben se la está comiendo. —Ash alzó las cejas con sugerencia y eso me hizo reir, al igual que a Izan.

Lucy bajó la cabeza y no dijo más nada. Era extraño verla tímida, cuando era un remolino.

—Bien hecho, ahora sabemos en dónde buscar, si Isla intenta esconderse de nosotros. —puntualizó Izan. Rodé los ojos ante su comentario.

—Lucy es una loquilla que encuentra los lugares más peculiares para enrollarse. En cuanto encuentre un nuevo escondite, nos lo hará saber. —me guiñó Ash.

—No hables de mí como si no estuviera aqui, Ashton. —le recriminó la rubia, aún enrojecida.

—Ashly, soy Ashly, lindura. —la corrigió el rubio con chulería.

Izan negó con una enorme sonrisa y se aclaró la garganta.

—En fin, lo que he venido a decirles, es que todas están invitadas a la gran fiesta que daremos hoy, incluida tú, Isla. —me miró y me sonrió. Salté de mi asiento y me senté en su regazo y le repartí besos en toda la cara.

—Graciasgraciasgraciasgracias. —ni siquiera separé las palabras. Lo abracé del cuello y él de mi espalda —. Ay, ya me había cansado de escaparme siempre a las fiestas de Nicky.

—¿Qué? —Izan me alejó un poco para mirarme a la cara con molestia. Rodé los ojos y le besé la mejilla.

—Era broma, gruñon. Tranquilo. —menti por mera supervivencia.

Suspiró y acarició mi mejilla, creyéndome.

—Finjamos que te creo por està vez. —bien, al parecer no me había creído del todo. Pero igual no insistió y se lo agradecí, regalándole una sonrisa que mostraba mis dientes alineados.

Bajé las escaleras, y cuándo llegué al último peldaño, mis hermanos, quienes me esperan para bajar juntos al inmensurable sótano de la familia White, me miraron y sólo tres de ellos enarcaron la ceja. Izan en cambió parecía... no sé explicarlo a ciencia cierta.

—¿Y bien? —me dí una vuelta y esperé a que me dieran su aprobación. Pero en cambio, intercambiaron unas miradas y los tres se partieron de la risa, haciéndome enfadar —. ¿Que es tan divertido, tarados?.

—¡Tu blusa! —exclamaron al unísono.

Izan rodó los ojos y se acercó a mí, pasó su brazo por encima de mis hombros y los miró mal.

—Trío de imbéciles, no sean así con la niña, se ve preciosa nuestra muñequita. —me miró y me guiñó amable, yo tuve que levantar el rostro para verlo a los ojos, ya que fácilmente le llego abajo del pecho.

—No soy una niña —chillé indignada y me alejé de él —, ya soy una mujer, y mi blusa de marihuana y mi short de mezclilla me hacen sentir muy comoda. —me defendí con seguridad.

—Y esos tenis de bota Adidas, también se ven cómodos. —masculló Isaac, todos bajaron la mirada y observaron mis Adidas negros de bota. Incluso yo los miré y moví mis pies con gracia.

—Pues si, son muy cómodos. Y además, soy fanática de lo Vintageme crucé de brazos y picoteé con la punta del pie en el piso —. ¿Tienen problema con eso?

—Ninguno —se reían entre si. —, vamos a divertirnos, que los invitados ya están esperando y el invitado de honor ya lleva un rato ahí sin nuestra presencia. —Ibaí abrió la puerta del sótano e inevitablemente la música azotó en mis oídos.

Arrugué la nariz, y me concentré en bajar bien los escalones de madera y no tropezarme y hacer el ridículo frente a todos. Aproveché que Izan bajó primero, y el último escalón me dejó justamente en su oído, me acerqué y le pregunté:

—¿¡Y quien es el invitado desconocido!?
—grité sobre la música.

Izan me sostuvo de la cadera para que no me pierda entre la multitud, mientras me obligó a caminar pegada a él, ya que literalmente mi metro sesenta, no era una buena combinación con todos los cuerpos altos que había aquí. Incluso la mayoria de las chicas eran altas.

Él se inclinó demaciado para responder cerca de mi oído. Y no sé por qué, pero su aliento me erizó los vellos de la nuca y me hizo cosquillas.

—¡No es un desconocido, Isla! —lo escuché reír —. ¡Su nombre es Elton Milo Lacross, y es amigo de nosotros desde hace cinco años! —concluyó y me obligó a retomar el camino.

Bufé.

¿Por que nunca me toman en cuenta para socializar con su circulo de amigos?

Hay veces en las que me hubiera gustado ser hombre, o en todo caso hacerle caso a mis hermanos verdaderos y ser lesbiana. Tal vez asi, me tomarían más en consideración y no me cuidarían tanto y me hubieran incluido a su circulo social.

Pero el hubiera no existe, así que esto es lo que hay.

Llegamos al grupo de personas aglomeradas casi en el rincón, cerca de la barra de bebidas, Izan no mesoltó y se lo agradecí. Pues a ninguno de los presentes les hablo, si, los conozco de vista, pero son más amigos de mis hermanos que míos. Como lo dije, yo no soy parte de su circulo de amistad.

Isaac, Ibaí, Ian e incluso Izan, comienzan a saludar a sus amigos; chicos populares, al igual que ellos. A los chicos les dan un abrazo fraternal, y a las chicas les dan un beso en la mejilla que las ruboriza y las hacen suspirar.

«Fanáticas empedernidas».

Gracias a Dios, yo nunca estaré encaramada de uno de estos seres, eso sería extraño y más si se tratase de mis hermanos de sangre.

Un escalofrio recorrió mi columna vertebral y me sacudí de los hombros para despejarlo de mi cuerpo, tengo que dejar de pensar en cosas retorcidas y asquerosas. Ibaí notó mi reacción y me tomó de la mano, acercándome más al grupo.

—¡Oigan, les quiero presentar a nuestra pequeña princesa! ¡Ella es, Isla White! ¡Nuestro más valioso tesoro! —exagerado, por eso no entro al círculo de amigos, me genera más enemigos que amigos y más si lo dice enfrente de las chicas.

Todos los chicos me alardean y las chicas me miran retóricas, con envidia. ¿Ven? Tal vez por ser la consentida y sobreprotegida del cuarteto más popular de la Universidad, me gano más enemigas que amigas.

—¡Hola! —les regalé mi mejor sonrisa genuina (incluso a las chicas que me miran insignificante) les deposité un beso a todos en la mejilla, pero al llegar al último chico, que no noté antes por que estaba sentado. La saliva se me atoró en la garganta y casi me ahogo. Pero la alcancé a lanzar bien por mi traquea y le sonreí nervuda —. H-hola.

El chico que me gustó en la cafetería, me sonrió y se puso de pie con una botella de cerveza en la mano derecha. Me extiendió su mano izquierda y la tomé con torpeza.

—Hola, un gusto conocerte, bonita, soy Elton Lacross. —se inclinó y depositó un beso en mi mejilla, que repentinamente lo sentí muy cerca de la comisura de mis labios.

Asi que él es el invitado de honor.

—Isla. —le susurré mi nombre, aunque dudo que lo haya escuchado por el ruido de la música.

Me regaló una sonrisa, mostrando su perfecta y limpia dentadura, con unos bonitos hoyuelos a sus costados.

—¡Isla...! —Izan me tomó de la mano y me alejó del moreno con delicadeza. De los cuatro, él era el más protector cuándo de chicos cerca de mí, se trataba —. Llegaron Lucia y Ash. Vamos a recibirlos.

Oh, con que eso era, y yo pensando que ya estaba de papá oso protector.

—Oh, de acuerdo. —me disculpé con el sexy moreno y con los demás del círculo y me puse en marcha con Izan detrás de mí.

—¡Lindura! —Ash es la primera en verme y me abraza —. ¡Te ves preciosa, perrita! —me halagó y le agradecí.

—¡Bora Bora! —Lucy me abrazó y me dijo que mi oufit se veía genial.

Luego de halagarnos mutuamente, y de ellas saludar a mi hermano protector, nos encaminamos nuevamente al grupo del fondo, les voy susurrando a mis amigas sobre la presencia del moreno de chocolate y que para sorpresa, es muy buen amigo de mis hermanos. Lucy me dice que es mi día de suerte y que no lo dejé escapar esta oportunidad. Ash la secunda.

Luego de ellos presentarse y saludar a los amigos de mis hermanos (incluido el moreno). Mis amigas me animaron a bailar con ellas, ya que a mis hermanos les estan bailando las chicas con cinismo y ninguno de los cuatro me presta la más mínima atención y lo agradezco; aunque ver cómo las chicas les bailan me perturba.

Caminamos a la pista, en donde comienzo a balancear mis caderas al ritmo de Dua Lipa y Levitating. Aplaudimos en cada estrofa como lo demanda la canción, giro y muevo mi melena castaña y me pego a mis amigas con seducción. Hasta que unas manos me toman de la cintura, y por la cara que ponen Ash y Lucy, puedo saber de quien se trata. Resoplé, pero al girar, no es quien creí que era.

Era Elton Lacross. A él si no lo esperaba.

—¿Bailas conmigo, princesa? —me pidió cerca de mi oído, se alejó y me miró a los ojos, esperando mi respuesta.

Espabilé al verlo sonreírme y asentí limitando mi entusiasmo. Me aclaré la garganta.

—Claro. —agradecí a los cielos, por no haber titubeado está vez.

Me vuelvo a dar la vuelta y comienzo a balancearme, con él pegado casi a mi trasero. Me muevo sin rozar su virilidad, ya que la presencia de mis hermanos me limita a hacerlo. Elton me tiene de la cintura, siento los dedos de sus manos enterrándose en la piel de mis caderas, sin llegar a lastimarme.
También siento su aliento tibio rozando el lóbulo de mi oreja derecha, erizandome los vellos de la nuca.

—¿Seré muy atrevido, si te confieso algo?

—No, ¿que pasa? —lo animé sin dejar de moverme.

—Me gustas, Isla. —su confesión me agarró en curva, casi pierdo el ritmo de mi baile.

Pero aún asi lo mantuve y lo miré sobre mi hombro. Mojé mis labios con la punta de la lengua y le sonreí, antes de responderle...

—Gracias.

Si algo aprendí de mis hermanos, fue a ser petulante cuando la ocasión lo requiere. Según ellos, para tener a la persona que te gusta, babeando por tí. A ellos les ha resultado a la perfección y ahora quiero ver si en verdad funcionará en mí.

El moreno sonríe y finalmente rompe la linea que interpuse entre su entrepierna y mi trasero. Eso si, no se frota ni se insinúa, pero eso bastó para hacer que mordiera mi labio por su cálida cercanía.

¡Por Dios, soy una adolescente Virgen y hormonal que busca de las atenciones de un galán como el que tengo atrás, sujetándome con firmeza!

—Si algo aprendí en mi corta vida, fue a leer a las mujeres. —me sigue hablando al oído. Mientras la boca se me hace como laguna, ya que no puedo tragar la saliva adecuadamente.

Si no me controlo, babearé como bebé saliéndoles los primeros dientes.

—¿Y que lees en mí? —indagué con voz ronca y salivosa, sin dejar de movernos, ahora con la voz de Olivia Rodrígo, inundando el lugar.

—Tu lenguaje corporal, tus miradas furtivas y tu sonrojo constante cuando me ves, me dieron la respuesta, princesa. Sé que te gusto, Isla. Te gusté desde hoy en la mañana —sonri—. Cuando entré a la cafetería esta mañana, sentí muchas miradas sobre mí, pero ninguna con el poder de la tuya. Te busqué y cuándo te encontré mirándome y te sonrojaste, fue la escena más dulce que ví en una chica.

—Yo no...

—Tú si, Isla. —jamás crei que mi nombre sonará tan jodidamente bien, sólo en los labios del sexy moreno.

Gemí. ¡Oh por Dios! Gemí.

—Voy... al baño, discúlpame. —me separé de él tan rápido que ni tiempo le di de responder, con la brusquedad sentí un mareo.

Pero lo ignoré y creo que flash me quedó cortó. Corrí a las escaleras y subí para ir al baño de la cocina, entré y me encerré con pestillo. Me recargué sobre la madera y suspiré, un tanto hilarante. Estaba siendo correspondida por el chico que me gustaba. Eso era... ayyy, increíble.

Espabilé.

Me miré en el espejo y estaba sudada y muy ruborizada. Recargué mis manos en el lavabo y me contemplé. Era bonita, claro que lo era, pero mi cuerpo pequeño y mi falta de busto me limitaban a sentirme bien conmigo misma. Suspiré y abrí el grifo, me eché un poco de agua en la nuca y me sequé con la pequeña toalla de manos. Suspiré, puse la toalla en su lugar y giré el pomo quitando el seguro; casi grito del susto al ver a Izan recargado en el umbral.

—Imbécil, casi me matas del susto —me quejé, poniendo mi mano derecha sobre mi pecho. Mi hermano me miró serio, no sé que le pasó. Entrecerré los ojos —. ¿Todo bien? —cuestioné con la ceja enarcada.

Resopló.

—No Isla, no está todo bien. Me siento molesto.

—¿Qué?, ¿por qué?, ¿Melissa ya no te bailó como querías?

Mis preguntas no lo inmutaron, bueno, a excepción de la última. Se irguió orgulloso y sonrió ladino.

—Para nada, Meli me calentó más que el sol, la chica me agrada. Esa mujer si que sabe como mover las caderas sobre mi...

—¡Hiuuu, que asco!, no quiero saber quién pone cachondo a uno de mis hermanos. En especial a tí, que también eres mi mejor amigo —sacudí la cabeza —. En fin, me voy —me paré de puntillas y le dí un beso en la mejilla. Intenté pasar por su lado, pero él me tomó del brazo y me regresó a mi sitio—. ¿Que sucede contigo, Izan? —indagué confundida al ver nuevamente su cara de culo.

¿Dónde quedó el chico que sonreía orgulloso de su conquista?

—¿Por que bailabas tan pegada con Milo?

¡Aquí viene!

Rodé los ojos y me crucé de brazos.

—Por que asi es como se baila, genio, tú lo debes de saber mejor que yo. Melissa te montó y ella te bailó como teibolera barata, yo sólo perreé como Dios manda.

Arrugó la nariz.

—Eso no es un perreo cristiano, Isla  —farfulló con los dientes apretados —. Dios no manda un perreo así.

—Jamas dije que fuera perreo cristiano, idiota.

—Da igual, eso no se baila así.

—Bueno, pues lo sabría si me dejarán venir más a menudo a sus fiestas que organizan cada fin de semana. —espeté en mi defensa, al tiempo que le reproché sutilmente.

Resopló y destensó los hombros, ni siquiera noté que estaba tenso.

—Lo siento, tienes razón. Pero es que... me molesta ver a mi pequeña hermanita, bailando así con ese imbécil. No lo hagas, no lo quiero cerca de ti. Pink. —apartó un mechón de mi cara y lo colocó tras mi oreja.

De niña, me decía Pinky y el cerebro. Queríamos conquistar el mundo juntos. Aunque eso ahora es irrelevante.

Enarqué la ceja confundida.

—¿Que no es tu gran amigo?

Tomó el puente de su nariz y negó.

—Olvida eso, sólo me molesta que estés siendo devorada por todos los imbéciles que vinieron. Odio que te miren así y odio más que él se sienta con el derecho de poner sus manos encima de tí. —repugnó lo último más para él, pero le he oído bien.

Me acerqué y lo tomé de los hombros.

—Relájate, no pasará nada —me reí para transmitirle confianza —. Déjame disfrutar de la noche, papá Oso. —batí mis pestañas con la esperanza de que lo dejará pasar.

Asintió no muy convencido y ha regañadientes, caminamos para bajar nuevamente al sótano. Pero antes de bajar las escaleras, me detuvo del brazo y me pidió con tono... ¿suplicante?

—Isla...

—¡Uhum!

—Sólo quiero pedirte una cosa más —asentí ante su petición, rascó su nuca —. Por favor, manten... tu trasero lejos de la loca polla de Milo ¿Quieres?

Abrí los ojos como platos y con terror ante su petición.

—Tú... ¿me estuviste viendo... el culo?

Abrió los ojos asombrado ante mi perturbadora pregunta.

—¿Qué? ¡No, wacala! —su semblante también era aterrador.

—¿Wacala que rico? ¿O wacala que asco? —indagué aun perturbada.

—¿Estás ebria?

—Solo un poco —hice el mojin de poquito, con los dedos —. Ahora responde.

—Te prohíbo...

—Deja de prohibirme, imbécil. Y responde.

Resopló y pasó su mano por su cabello. No me miró.

—Solo es wacala de wacala, y mantente apartada de él, ¿me oíste?

—¿Como que no es un wacala normal? ¿Entonces por que me pides eso?

—Yo solo... wacala que asco y...

Levanté mi mano y lo hice callar.

—Olvidalo, ya no me perturbes, me has dado escalofríos —me dí la vuelta y bajé con rapidez. Miré a Milo sentado con su botella de cerveza y me sonrió cuando me miró —. Hola —¿en serio lo he vuelto a saludar?, vaya que soy una ebria tonta.

—Pensé que te había espantado con mi declaración.

Reí sexymente para no parecer una niña estúpida.

—No, para nada —le coqueteé, batí mis pestañas y metí mi pelo tras la oreja —. Perdón por salir asi de pronto, pero me vinó... ¿La menstruación?

¡Ay no, soy una completa sangrona mitomana!

¿Que mierda dije?

¿Por qué tuve que mentir con algo tan vergonzoso?

En mi interior soy una bebé encapullo, lloriqueándo mientras me meso en el piso con mis piernas abrazadas al pecho.

—Ahora todo tiene sentido. No te avergüences, es algo natural en las mujeres. —volvió a sonreír, tan lindo.

Tengo ganas de llorar mientras me burló de mi estupidez. Pero me aguanto y me presto a dialogar, dejando de lado el tema de mi malestar sanguinario. Seguí platicando con él, muy amenamente sobre temas triviales, me hizo reir mucho y nunca dejó de recalcar en cada oportunidad que tuvo, lo mucho que le gustaba.

Pero hubo un pequeño detalle, a él le gustan las chicas con iniciativas y experiencia, y yo estoy super nula en esa área. Si, ya he besado a varios chicos con anterioridad, pero sólo besos sin sentido, con poca lengua y mucha baba.

¿Si me explico?

En pocas palabras ¡soy un completo caos bucal!

Dios, en verdad quiero sorprender a Elton. Y sentí horrible rechazar su beso cuando se acercó a mí en una oportunidad. Pero le tuve que decir que me olía mal la boca, pero él me defendió de mi misma y me dijo que en el rato que estuvimos platicando de frente, a él no le llegó un mal olor. Pero ni modos de decirle que no podía aceptar su beso por miedo a decepcionarlo con mi torpeza bucal.

«Casi estuve tentada a volver a tocar el tema de mi “menstruación inexistente” para poder salir corriendo otra vez al baño».

En estos momentos detesté a mis hermanos por sobreprotegerme demasiado, en especial a Izan. Quien era el que más me cuidaba y me espantaba a los "galanes". Pero eso si, él estaba justamente en este momento, devorándose a Melissa con premura y ni quien se lo prohibiera.

¿Y si le monto una escena, cómo las que él me hace?

Sólo para que sienta lo que yo siento cuando se pone de intenso y peor que un esposo celoso.

«Nah, no vale la pena». Alardeó mi conciencia.

Izan dejó de besar a Melissa y sobre el hombro de la pelirroja que yacía en su regazo abierta de piernas... me miró, y yo a él. No me incomodó, pero si sentí algo extraño... nuevo, por asi decirlo. Arrugué la nariz al sentir esa sensación en mi pecho. Dejé de mirarlo y me concentré nuevamente en el moreno que me decía, no sé que cosa.

Tenía que hacer algo al respecto, si de verdad quería tener algo con el moreno de ojos bonitos. No permitiría que mis hermanos siguieran interfiriendo en mi vida personal y mucho menos en mis decisiones amorosas. Tendrían que aceptar todo lo que les planteará, para poder independizarme lejos de sus absurdas reglas y cuidados exagerados, ya no más.

Saldría por fin de la caja de cristal en la que me tuvieron metida por años, me bajaría de ese pedestal, lista para poder tomar mis propias decisiones y enfrentarme al mundo sin mis fieles guardaespaldas. Y sobre todo pondría a Izan en su lugar, pues como lo dije y lo reitero, él era el que más me cuidaba de todos y con el que más trabajo me costaría alejarlo.

Pero se acabó, ambos teníamos que cortar el cordon umbilical de una vez por todas y ya dejarme respirar por mi propia cuenta.

Ya no más, Isla buena.

♡♡♡

Me emocionó ver sus votos, por eso me decidí a subirles el primer capítulo. ❤

Espero que les esté gustando!!!

Supuestamente yo, ya he "arreglado" las faltas de ortografía 🙈, cualquier error que encuentren de cualquier tipo, sus comentarios sutiles son bienvenidos.👌🏼❤️

Bendiciones hasta dónde quiera que estés leyendo mis locuras. 🙏️💐😊

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