🔮2🔮
Ambos logrando cruzar el portal, aunque cayeron al suelo apenas llegar.
—¡Kai no debiste hacer eso! —le reclamó Gwyn.
—¿En serio? ¿Quién fue la primera en cruzar y extender su mano? Pensé que estabas en problemas —replicó él entre preocupado y un poco enojado.
—Claro que lo estoy, pero puedo sola.
—¿En serio?
—No, gracias por venir por mí —Gwyn sonrió y lo abrazó—. Solo no seas tan enojón, ¿de acuerdo? —lo dijo en serio, esperando que Kai realmente no estuviera molesto con ella.
—¿Yo enojado? Para nada, que me teletransporten con mi mejor amiga a quién sabe dónde, para hacer quién sabe qué. Es cosa de todos los días —bromeó sonriendo y haciéndola reír, se levantó primero y le extendió una mano.
—Está bien, ya entendí —aceptó su ayuda para ponerse de pie.
—Si ya terminaron de jugar, vengan por aquí —indicó el mago, conduciéndolos por un sendero del bosque.
—¿Oye, estás herida? —preguntó Kai examinando el aspecto de su amiga.
—No, solo tengo unos cuantos raspones.
—De acuerdo —dijo quitándose uno de sus guantes para tomarla de mano, mientras caminaban.
—Jajaja, ¡eres tan lindo, vamos! —exclamó en voz alta y con una sonrisa nerviosa —. Te dije que no era nada —añadió medio enfadada y en voz baja para que nadie los escuchará.
—Yo decidiré eso —replicó Kai sin soltarla.
Kai tenía la habilidad de curar heridas por medio del contacto físico, aunque era un secreto que solo sus padres y Gwyn conocían.
—¿No crees qué me debes una explicación? ¿Qué pasó? —preguntó, finalmente volviendo a colocarse los guantes.
—Supongo que sí.
Gwyn tuvo que contárselo resumiendo como aquel mago de humo interrumpió en su casa y la importancia de conocer a su líder para obtener la última reliquia que faltaba para completar la colección de armas de su familia.
—¿Así qué solo lo seguiste?
—Tuve un buen presentimiento —dijo ella como excusa.
—Claro que sí —respondió Kai con sarcasmo divertido—. Y eso nos trajo hasta el laberinto de serpientes —mencionó reconociendo el lugar, un barrio peligroso al otro lado de la ciudad en donde vivían.
—Hemos llegado —avisó el mago abriendo la puerta de la casa para ellos.
Aquella cabaña parecía unir el inicio del pueblo con el bosque. Al entrar Gwyn distinguió a un tipo alto con capucha, parado frente a una chimenea, aquel sujeto estaba de espaldas y pareció tambalearse un poco al voltear hacia ellos.
—¡Maestro! —el mago se apresuró hacia su amo, pero este lo detuvo con un solo gesto indicándole que no necesitaba ayuda.
—¿Quiénes son? —preguntó y dejó al descubierto su cabello rojizo y ojos color zafiro que hicieron contacto con los de Gwyn—. Xue —susurró acercándose hacia ella.
Kai se interpuso y aquel sujeto se detuvo a unos pasos de alcanzarla, retrocedió.
—¿Ese no es el nombre de tu abuela? —preguntó Kai en voz baja.
—Sí, pero no tengo idea de porque la conoce —respondió ella en voz baja.
—La chica es descendiente del dragón amatista —le informó el mago a su líder.
—Xue, ¿no me recuerdas? —preguntó aquel tipo—. Soy Jake —añadió con una mirada de melancolía.
—Claro, Jake. Pasó un tiempo.
—¿Qué haces? —le reprochó Kai entre dientes.
—Solo sígueme el juego —le guiño en señal de complicidad—. Estoy aquí para llevarme la daga.
—¿La daga? Fue tu obsequio, ¿por qué la quieres de vuelta?
—La necesito y debo irme pronto, así que sí me la das —Gwyn se acercó, pero Jake la esquivó.
—¿La necesitas tanto? Si es así te la daré, pero con una condición —accedió, aunque parecía dudoso de entregársela.
Para ese momento Gwyn tenía mucha curiosidad, quería saber quién era ese tipo y cuál fue su relación con su abuela. Lo cierto, era que Jake conoció a Xue cuando ella tenía la edad de Gwyn. Ambas eran familia y descendientes del dragón y eso las hacía muy similares en esencia, que era lo que más podía distinguir Jake, un vampiro ancestral que aparentaba tener diecisiete años, pero que tenía dificultades para distinguir los rostros.
—Claro, dime ¿qué quieres?, tengo dinero suficiente si quieres vendérmela, amigo —Gwyn intentó seguir con la mentira, pero cometió un error fatal.
—¿Venderla? ¿Amigo? Me has llamado de muchas formas, pero jamás amigo. —Jake dudó y fue hasta ella, tomó su mano y rasgó parte de su palma.
—¡Auch! ¿Qué demonios?
—¡Suéltala! —gritó Kai interviniendo entre ellos, tomó la mano de Gwyn y al mismo tiempo cubrió los ojos de ella para impedir que viera la herida.
—Tú no eres Xue —reclamó el vampiro, que había reconocido la esencia de su sangre.
Kai rápidamente transfirió la herida a su propio cuerpo, para que Gwyn se recuperará instantáneamente, ese era el verdadero potencial de su habilidad, pero a la vez era peligroso y debía usarlo con precaución. Por esa razón, era un secreto hasta para su mejor amiga.
—Estoy bien, ¿lo olvidas? No temo a mis propias heridas —le aseguró Gwyn, pero la mirada de preocupación de Kai no desapareció.
—¿Acaso eres la hija de Xue? —Jake exigió una respuesta.
—Maestro, ¿quiere que los elimine ahora mismo?
—No, digo, Xue es mi abuela —respondió Gwyn con un nuevo plan en mente.
Decidió distraerlo, mientras tomaba la daga, con su habilidad para controlar la materia, manipuló la caja y la atrajo fácilmente.
—¿Su nieta? ¿Cuántos años han pasado?
—Maestro, no se preocupe por eso yo... —el mago se veía preocupado por él y no notó cuando Gwyn usó sus poderes.
—Tal vez unos setenta años, ¿conociste a mi abuela? Ella nunca te mencionó —preguntó Gwyn por curiosidad.
—No creo que debas decirle eso —le reclamó Kai extendiendo una mano para tomar la caja con la daga—. Lo tengo, vámonos.
Ambos salieron corriendo y Gwyn atasco la perilla de la puerta, para que fuera imposible que los persiguieran de inmediato. Habían logrado obtener la daga, pero ella todavía tenía dudas ¿Por qué su abuela le obsequio una reliquia tan valiosa a un vampiro? ¿Y por qué nunca lo mencionó?
Continuará...
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