El sonido del sorbete de Jin lo estaba matando.

Agust frunció el entrecejo al máximo, tomandose el tiempo de respirar profundamente y recordar que no podía hacer una rabieta, en medio del hospital y con su novio dando a luz a su bebé.

Si, JiMin por fin había explotado en medio de maldiciones y lloriqueos.

SeokJin sorbio de nuevo con fuerza innecesaria y finalmente suspiró, estirando las piernas y acariciando su vientre mientras su mirada se perdía entre el movimiento de las enfermeras y algún médico de guardia.

Bien, maldición, finalmente se quedaría calla..

La risa estruendosa le asustó a morir, llevando su mano al pecho, Agust abrió los ojos y buscó alguna herida en su cuerpo, porque estaba seguro como el infierno que algo se le habría destrozado en el proceso.

—¡Pero que joder! —Exclamó.

—¡HAGA SILENCIO, ES UN HOSPITAL! —Le gritaron de regreso, causando una ligera molestia.

—Maldita sea Jin, podrías solo.. no sé, ¿rodar por otro lado?

Jin sonrió, limpiando sus mejillas por algún motivo y regresó su atención a los movimientos en su vientre.

NamJoon el suicida lo había preñado de nuevo y a esas alturas, Agust no sabía quién era el más idiota.

Jin, por supuesto. Pobre negrito, de seguro ese gato mimado y malvado lo había obligado.

—Yaa, perdona querido Agustín, es sólo que no puedo olvidar recordar las veces en que decías que nunca estarías en la misma posición en las que estas ahorita. Jeje.

Agust rodó los ojos, mordiendo su labio ante su propia angustia.

Bueno, quizá lo dijo antes pero eso ya no contaba.

—¿No te duele el culito de las horas que llevas sentadito? Porque todavía te faltan más.

El maldito gato se carcajeo de nuevo y Agust formó un puchero en sus labios. Un puchero rudo, por supuesto.

Pero SeokJin podía reírse lo que quisiera, porque dentro de poco podría tener a su bebé en brazos y a su dulce novio. Eso era todo lo que importaba.

¿A que sí?