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—¿Y si me das un besito aquí?

—Hey, no te pases.

Con las mejillas sonrojadas, JiMin todavía se toma la molestia de enfadarse y rodar los ojos.

—Bueno, quítate y besame el trasero.

Esta bien. Puede que tenga unas enormes ganas de ser tomado, pero sabe que en su estado y con el tamaño de su vientre, ya es imposible.

Casi.

—¿Y si me pongo de ladito?

Agust parpadea en su dirección, terminando por sonreír todo hermoso y dándole una palmada en el muslo.

—No creo, bebé. El médico dijo que deberíamos llevar las cosas con calma a partir de ahora.

il midiqui diji. Ya le podían dar.

—En su lugar, ¿no desea mi gatito un baño de espuma y mimitos en la espalda?

Lo piensa. Seriamente lo hace.

—Bueno si, pero también podrías mimarme de otra forma, más discreta, de esas que el médico no tendría que enterarse porque esta en su casa.

El bebé se mueve y cierra los ojos ante el pequeño dolor.

Quizá el bebé tampoco está de acuerdo en ser perturbado.

—Podría, pero mejor me espero. No quiero golpearlo con lo grande que soy.

JiMin rueda los ojos de nuevo. Agust esta siendo tan capullo, cuando él está tan caliente y necesitado. Es casi como si su cuerpo reaccionara al mínimo suspiro por parte de su novio y sus manos, sus gloriosas manos que aún le acarician la espalda, no le ayudan a pensar muy bien.

Los ojos se le llenan de lágrimas de impotencia, porque aunque sabe que es muy riesgoso, todavía desea ser tomado.

Agust parece percibir su estado y le hace rodar con cuidado, solo para limpiar sus tontas lágrimas con los pulgares.

Maldito. Es hermoso cuando se mantiene sereno y recto ante sus palabras...

—Pero aún guardo un par de secretos para hacerte sentir mejor.

.. o casi.

Porque cuando le abre las piernas con cuidado y le sonríe coqueto, JiMin sabe que volvió a ganar.

Así como siempre.

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