22
JungKook bebé le sonrió desde los brazos de su padre NamJoon. El malcriado se estaba burlando o así lo sentía Agust.
JiMin, quien parecía encantado por cuidar al niño, aplaudió y lo recibió gustoso en brazos, causando un chasquido casi involuntario.
Pero no piensen que estaba celoso. Eso era de perdedores.
Jú.
—Aww, Kookie bebé está encantado.
Agust rodó los ojos y observó el vientre de su novio, deseando que TaeHyung golpeara tan fuerte que JiMin tuviese que arrojar a JungKook por instinto.
El niño ya era tonto de por sí.
—Muchas gracias por eso, este es mi embarazo número 13 y ¡Agust por favor, quita esa cara, por supuesto que bromeo!
SeokJin soltó una carcajada espeluznante, deteniendose en el último momento y echando su cabello hacia atrás.
—Ósea, por supuesto que nosotros los híbridos tenemos de estos embarazos de tres o cuatro niños, pero entiendo que JiMinie sea perfecto y tú el defectuoso.
—¡Ya Jin hyung! —JiMin le dió una mala mirada y bastó para aplacar al fastidioso.
Agust no se inmutó.
—Por lo menos JiMin no tiene un mapa trazado. —Encogió los hombros. —Aunque bueno sí, lo amó con o sin eso, algo así como lo hace NamJoon con tu insufrible ser.
Y aunque aquello a oídos de otros sonaría ofensivo, Jin rodó los ojos y Agust sonrió. Era su cruel forma de tratarse, aunque en el fondo se querían.
O así se esperaba.
—Tu castigo será que mi JungKookie le azotara las nalguitas vírgenes a TaeHyunnie.
Resoplando, NamJoon empujó suavemente a su esposo hacia la salida. Se disculpó con JiMin y antes de que cualquier otro chiste escapara de los labios de Jin, lo sacó del departamento con la promesa de comprarle un bolso nuevo.
—Ese sujeto me pone de malas, mira que venir a decir que mi hijo será el de abajo.
JiMin bufó, sosteniendo a JungKook contra su pecho y acariciando su espaldita. Observó a su novio y sonrió, aún con toda la escena que se había montado junto a Jin, él estaba seguro de que ese día sería muy productivo.
Cuidando a Kookie, ellos podrían tener un primer vistazo de lo que realmente era ser padres.
Solo esperaba que Agust no se pusiera como un desquiciado.
—¡JIMIN NI SE TE OCURRA DARLE UNA DE MIS CAJITAS DE JUEGO AL MALDITO NIÑO!
El chico suspiró. Sería todo un reto.
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