• catorce •
Lisa rió al darse cuenta de que Jungkook había recuperado su sentido del humor, pero cuando sus ojos se encontraron con los de él se preguntó si sólo ella había notado que el beso que habían compartido momentos antes había sido... diferente a los demás. No era algo fácil de explicar o describir mediante simples palabras. Una sensación en el aire... un lazo invisible entre dos personas. ¿Cómo podría empezar a teorizar sobre lo que fuera que existía entre ella y Jungkook? Después de todo, apenas alcanzaba a creerlo: tenía en su habitación a una persona que ese mismo día tan sólo unas horas atrás no significaba nada para ella. Pero allí estaba, justo donde ella quería tenerlo. Justo donde quería que estuviera.
Aunque no con una camisa completamente mojada que tenía toda la pinta de poder enfermarlo a la brevedad.
— Deberías quitarte eso —señaló ella como si fuera lo más obvio del mundo. De sólo pensar en tener una camisa empapada pegándose a su cuerpo se sentía incómoda, por lo que la tailandesa concluyó que Jungkook debía estar sintiéndose de manera similar.
Pero la reacción del morocho lejos estuvo de ser sutil. Jungkook tragó saliva y ladeó la cabeza, como si pretendiera comprobar que había escuchado correctamente. Pasó su peso de un pie a otro en un claro gesto de nerviosismo, y fue entonces cuando Lisa pudo ver con toda claridad que su "inocente" sugerencia lo había sumido en un estado de timidez que sería evidente para cualquiera. La tailandesa sonrió levemente. No se lo diría, pero todo su ser se regocijaba al ver que podía tener ese efecto en él. Jungkook era capaz de comportarse haciendo gala de una seguridad en sí mismo realmente abrumadora, pero a veces daba la impresión de que ella lo intimidaba.
Y, siempre que algo así sucedía, Lisa se encontraba a sí misma siendo invadida por unas incontenibles ganas de besarlo hasta que sus pulmones reclamaran aire.
Lisa se guardó la risa que quería escapar de su garganta para otra ocasión y se concentró en tratar de exponerle su punto, haciendo un esfuerzo por sonar lo más convincente posible. Sin embargo, Jungkook no pareció relajarse ni un poco luego de su explicación, sino que se la quedó mirando como si aún no hubiera comprendido del todo la situación. Pero, muy a su pesar, no fue capaz de reprimir un inoportuno estornudo que hizo que Lisa lo mirara alzando una ceja. Presintiendo que Jungkook no cedería tan fácilmente a pesar de todo, la maknae de Blackpink decidió pasar al plan B: luego de decirle como si no fuera la gran cosa que no permitiría que se sentara en su cama con eso puesto, tomó ropas nuevas para ella y pasó por su lado de camino al baño en suite sonriendo sin disimulo alguno.
Una vez dentro, Lisa se miró al espejo. A pesar de que había pasado gran parte de la noche fuera, no se veía tan mal como habría esperado. Se quitó el gorro de Jungkook y lo dejó sobre la mesada de mármol blanco, para entonces dedicarse a arreglarse el cabello. Luego procedió a cepillarse los dientes y, en último lugar, a quitarse la ropa que había estado usando durante todo el día. Se volvió a vestir con unos shorts deportivos ajustados de color negro que hacían juego con un sujetador también deportivo del mismo color, y terminó enfundándose en una camisola de dormir blanca que le llegaba a la altura de los muslos. Sintiéndose como nueva, abrió la puerta y se detuvo en seco cuando vio que Jungkook seguía en el mismo lugar en que lo había dejado, pero de brazos cruzados y ceño fruncido, en lo que parecía ser un concurso de miradas con el suelo de la habitación.
La tailandesa se dirigió hacia la cama que le pertenecía ocultando una sonrisa, siendo consciente al mismo tiempo de que la mirada de Jungkook abandonaba el suelo e iba a posarse sobre ella. Tomó asiento sobre el mullido colchón cruzándose de piernas con aire casual, como si los ojos de Jungkook no siguieran atravesándola, y decidida a darle un último "empujón", comenzó a hacer cosas en su teléfono móvil para proyectar una imagen de calculada indiferencia ante él.
Al cabo de unos instantes, volvió a escuchar que Jungkook estornudaba, esta vez seguido de un siseo entre dientes. Había ganado. Lo supo cuando oyó un claro suspiro de resignación que la hizo sonreír en el acto. Pero cuando decidió alzar la vista, la sonrisa se esfumó de su rostro con la misma rapidez con la que había aparecido.
Jungkook finalmente se había rendido ante su ultimátum y se encontraba en ese momento llevando las manos hacia los botones de su camisa. Fue desabrochándolos con tal lentitud que Lisa no supo si catalogarlo como una inevitable consecuencia de su timidez o como el más tortuoso de los castigos. Cuando la parte frontal de la prenda estuvo completamente abierta, Lisa pudo corroborar lo que ya se imaginaba: el entrenamiento había dado sus frutos, porque Jungkook era el dueño de un cuerpo realmente increíble.
Él alzó la cabeza de manera repentina al tiempo que una sonrisa ladeada aparecía en su rostro. Lisa comprendió entonces dos cosas: en primer lugar, que sin quererlo había emitido ese último pensamiento sobre su fisionomía en voz alta; y, en segundo lugar, que era completamente obvio para Jungkook que a ella le estaba gustando lo que veía.
Habiendo ganado un poco más de confianza en sí mismo, Jungkook terminó de quitarse la camisa con movimientos seguros y rápidos, para luego dejarla sobre una silla que se encontraba junto a la puerta, como si de su propia habitación se tratara.
El silencio que se hizo presente a continuación fue uno que se cargó de tensión. A Lisa realmente le estaba costando trabajo no pasear sus ojos por el torso de Jungkook con toda desfachatez, y él se encontraba en la misma situación que ella, pero con respecto a esas kilométricas piernas que ahora estaban al aire libre. Continuaron observándose en silencio durante unos cuantos segundos más, hasta que Jungkook se vio incapaz de seguir de pie allí, como una estatua siendo analizada por unos grandes y vívidos ojos. Había identificado la tensión que los estaba asfixiando como de índole sexual, por lo que sentarse en la cama junto a Lisa —vestida, por cierto, de una forma que exudaba atractivo y seguridad— no sería probablemente la mejor de las ideas.
O la más inocente de todas.
Pero tampoco lo era la mirada que cierta persona seguía dirigiéndole. Así que, un tanto abrumado por sus pensamientos, Jungkook evitó mirarla a los ojos y se dirigió hacia la parte frontal de la cama, para luego tomar asiento en el suelo y apoyar la espalda contra el ancho colchón. Instantes después se reacomodó para poder quedar de costado y mirarla desde su posición. Alzó un brazo y lo apoyó sobre la cama, pero al cabo de unos segundos volvió a bajarlo, frunciendo el ceño.
Lisa rió por lo bajo, encontrando su obvia incomodidad genuinamente divertida. Pero no le importaba que Jungkook estuviera perdiendo tiempo tratando de acomodarse en esa nueva e inesperada situación, porque ella disfrutaba viendo las sutiles expresiones que iban sucediéndose en su rostro. Jungkook la confundía. Por momentos sentía que no podía leerlo en absoluto, que todos sus pensamientos se encontraban en un cofre mental a prueba de intrusos. Pero otras veces podía ver a través de él con tanta claridad, que incluso la propia Lisa lo encontraba inexplicable.
Era como si existiera en algún lugar un interruptor de encendido y apagado. Pero Lisa no sabía a cuál de los dos le pertenecía.
Su cuerpo se movió por cuenta propia y fue a sentarse en el suelo junto a él. Los movimientos de Jungkook se congelaron al verla allí, a su lado, pero cuando ella rió por su expresión, él no pudo evitar que una lenta sonrisa comenzara a extenderse por su rostro. Tratar con Lisa era fácil, recordó. Tan fácil, que todos sus conflictos internos y preocupaciones se disipaban como si nunca hubieran estado allí en primer lugar.
— Hay algo que me da curiosidad —habló Lisa por primera vez después de un buen rato—. ¿Cuando estás en tu habitación también te sientas en el suelo? —preguntó, en el familiar tono de burla al que Jungkook ya se había acostumbrado.
"No, pero esta no es mi habitación", pensó en contestarle, pero sabía que Lisa sólo estaba buscando divertirse mediante sus provocaciones, por lo que una respuesta seria no resultaría funcional a sus fines.
— No —comenzó él—, pero tampoco querría ser golpeado por BamBam al enterarse de esta situación.
Lisa abrió los ojos un instante, y luego soltó una carcajada. Bajo ningún concepto podía imaginarse a su mejor amigo golpeando a alguien. Imágenes de BamBam en actitud intimidante enfrentando a un Jungkook mucho más fornido que él pero temblando de miedo en un estilo caricaturesco se le vinieron a la mente. Lisa se apoyó sobre el colchón cuando la risa la doblegó. No, definitivamente no podía imaginarse algo así en la vida real.
— Creo que no deberías preocuparte por él —dijo cuando se hubo tranquilizado—. Además, realmente le gustas.
Jungkook sonrió al escuchar su respuesta. Alzó una mano y tomó un mechón de su cabello de la misma forma en que lo había hecho horas atrás cuando estaban sentados en la roca.
— ¿Y a ti? ¿También te gusto? —preguntó juguetonamente. Ella puso los ojos en blanco, haciéndolo reír, pero de todas maneras se dignó a contestarle.
— No estarías en mi habitación si no me gustaras, Jungkook.
El silencio que siguió a sus palabras volvió a cargarse de tensión, razón por la cual Lisa decidió evitar su mirada. Le había dicho la verdad, pero su respuesta no había sonado sarcástica, que era lo que ella había pretendido en un principio. Y, como si fuera poco, Jungkook estaba ahora mirándola con tal intensidad, que Lisa creyó que pronto se vería a sí misma prendida fuego.
Pero entonces sintió que él le pellizcaba una mano. Lisa reaccionó haciendo una mueca, aunque Jungkook sabía que no le había dolido en realidad.
— ¿Por qué hiciste eso?
Él se limitó a encogerse de hombros.
— Quería corroborar que esto no estuviera sólo en mi cabeza —explicó sin rodeos. Lisa abrió la boca para volver a reñirlo, pero la cerró al comprender sus palabras. Luego soltó un suspiro y recostó la espalda contra el colchón.
— Se supone que es a ti mismo a quien debes pellizcar en ese caso, no a otra persona —le explicó ella con una seriedad tal, que Jungkook no pudo más que sonreír de ternura.
— Lo sé —fue todo lo que dijo.
Jungkook bajó la mirada y notó que Lisa había tomado tan sólo uno de sus dedos —el índice— entre los suyos, y que parecía estar muy concentrada en tratar de quitarle el grueso anillo de plata que llevaba en ese dedo. Reconociendo la oportunidad de hacer que se acercara a él, Jungkook tiró de su propio dedo hacia atrás para que ella entrara en un inútil juego de tira y afloja. Cuando Lisa se inclinó hacia adelante para poder alcanzar nuevamente su dedo, Jungkook movió apenas la cabeza y le dio un beso. Lisa se echó hacia atrás, fulminándolo con la mirada, pero él se limitó a sonreírle burlonamente. Ella volvió a repetir su accionar, pero los resultados fueron los mismos. Al tercer intento, Jungkook creyó que Lisa se había dado por vencida cuando la sintió devolverle el beso durante unos cuantos minutos. Pero antes de que pudiera darse cuenta, ella ya se había puesto de pie con la velocidad de un rayo; una sonrisa triunfante en su rostro y el anillo de Jungkook en su mano.
Él se revolvió el cabello en un gesto de frustración al entender que ella lo había engañado. Pero, llevado por el momento, se dispuso a perseguirla mientras escuchaba a su contagiosa risa expandirse por la habitación. Lisa se mantuvo evadiéndolo con agilidad, hasta que Jungkook, decidiendo que ya había tenido suficiente de esa persecución, la emboscó de tal manera que ella no pudiera escapar por ningún lado y, tomándola por la cintura, se la echó al hombro, caminó hasta la cama y la depositó con suavidad sobre el edredón. Pero ella no se soltó de él, haciéndolo trastabillar y caer a su lado, para su completa satisfacción.
Cuando las risas de ambos se hubieron apagado, Lisa se acomodó en el centro de la cama y le hizo una seña para que se sentara frente a ella. Jungkook accedió a su petición con cautela, pero no pudo evitar sorprenderse cuando ella le indicó que estirara sus piernas para luego proceder a colocar las suyas por encima de las él, apoyando ambos pies a los costados de su cintura, de manera que cuando Jungkook comprendió lo que se proponía, ya la tenía sentada a escasos centímetros de su cuerpo.
Lisa tomó la mano de la cual había extraído el anillo y se lo volvió a colocar sin mediar palabra alguna. Luego alzó la cabeza y se lo quedó mirando en silencio.
— ¿En qué estás pensando ahora? —la interrogó él, temiendo que estuviera tramando alguna otra treta en su contra. Pero ella simplemente pestañeó.
— Estaba pensando en que... esto es realmente irónico —soltó, envuelta en un aire de misterio que hizo que Jungkook alzara una ceja. El rostro de Lisa se había vuelto pensativo de un momento a otro, y él no le encontraba explicación a dicho cambio.
— ¿A qué te refieres?
— A esto. Toda esta situación... —prosiguió ella— se dio porque tuvimos que huir de esas fans. Eso es algo a lo que probablemente nadie querría tener que enfrentarse nunca —razonó, pensando que de haberlo sabido con antelación ella misma habría dudado en salir del hotel—. Pero...
— Pero también es por ellas que ahora estamos aquí —completó Jungkook, asintiendo para indicarle que entendía su punto.
Irónico, había dicho Lisa. Y realmente lo era.
Volvieron a caer en un silencio cómodo, cada uno en sus pensamientos. Compartían la sensación de estar viviendo como dentro de una película, en una realidad irreal, en una contradicción abrumadora. ¿Cómo habían terminado así? ¿Qué habría sucedido si las cosas se hubieran dado de otro modo... o si no se hubieran dado en absoluto?
— Me alegro de que no nos hayan atrapado —la voz de Lisa volvió a dejarse oír, sacándolo de su ensimismamiento. Creyendo que vestigios de las preocupaciones que él se había esforzado por esfumar de su cabeza estaban regresando para atormentarla, Jungkook alzó una mano y le echó el cabello hacia atrás.
— Ya te lo he dicho: si lo hubieran hecho, yo habría asumi--
— Jungkook, tú todavía no lo entiendes —lo interrumpió ella, en un tono de voz que no daba lugar a réplicas. No era una pregunta, sino una afirmación—. ¿Piensas que yo habría sido la única perjudicada?
Jungkook pestañeó un par de veces, sorprendido por el rumbo que la conversación estaba tomando tan repentinamente. Pero algo le decía que Lisa pocas veces se mostraba así. Por lo que, queriendo tomarse ese tema en particular con total seriedad, sacudió la cabeza.
— No, claro que no —dijo—, pero sí la principal perjudicada. Siempre es así con esas cosas —murmuró con un dejo de amargura. Namjoon se había encargado de hacerle entender que en determinadas situaciones la chica siempre saldría perdiendo más, aunque la situación fuera la misma para ambas partes.
Lisa se acercó más a él, pasándole los brazos por la cintura. Su rostro se había suavizado notoriamente, pero su voz seguía siendo clara y determinada.
— Lo sé. Pero a lo que voy es —hizo una pausa, tratando de elegir sus palabras con cuidado. Lo que quería decir no era en realidad algo que hubiera hablado con muchas otras personas antes—, yo no soy coreana, ¿entiendes? —al ver que Jungkook se la quedaba mirando en silencio, Lisa se llevó una mano al pecho para enfatizar sus siguientes palabras—. Mi aspecto ni siquiera se asemeja al de una coreana.
El morocho frunció el ceño.
— ¿Y por qué habrías de verte como una coreana, si eres tailandesa?
Lisa soltó un suspiro. Jungkook no lo veía. Y no estaba segura de si eso se debía a una inesperada inocencia o a que simplemente lo que ella estaba diciendo no tenía sentido alguno para él.
— No es que tenga que verme como una coreana. Es que... —Lisa volvió a hacer una pausa, recordando de repente todos los comentarios que alguna que otra vez había leído en internet sobre su persona—. Corea no siempre acepta lo que es... diferente —concluyó. "Además, tú eres el 'Golden Maknae' de BTS", había estado a punto de agregar. Jungkook evidentemente nunca había pensado que ser asociado con una extranjera podía ser igualmente dañino para él. Pero esa era la realidad, Lisa no tenía ninguna duda al respecto.
Sin embargo, antes de que pudiera volver a hablar, un par de fuertes brazos la rodearon sin previo aviso. Jungkook la atrajo hacia sí para poder abrazarla, sintiendo que ella apoyaba la cabeza en su hombro.
— A mí no me importa —dijo con firmeza—. Lisa, a mí no me importa —repitió sin pensarlo, llevado por la necesidad de pronunciar esas palabras.
Ella acarició su espalda con una mano, repentinamente conmovida por lo que acababa de decirle. No sentía vergüenza de sus orígenes —nunca la había sentido— pero eso no significaba que las palabras de los internautas no pudieran ser hirientes.
— Lo sé... —murmuró ella junto a su oído, notando que Jungkook apretaba un poco más el abrazo al escucharla—. Sólo trataba de explicarte por qué podría haber sido perjudicial para ti también.
Jungkook no volvió a contestar. Al menos no con palabras, porque lo que hizo a continuación fue apartarse para poder besarla. A pesar de que comenzó en sus labios, su boca pronto viajó hacia su mejilla, y luego hacia su párpado. Llenó su rostro de pequeños besos que la tuvieron riendo durante un buen rato, hasta que se detuvo para poder acariciarle una mejilla con el dorso de la mano mientras la veía cerrar los ojos por la sensación que su toque le producía.
— Lisa —llamó, haciendo que ella volviera a abrir los ojos con lentitud—. ¿Estarás bien?
Ella se lo quedó mirando en silencio, comprendiendo al vuelo la profundidad de su pregunta. Aunque no le había dado contexto alguno, entendía su preocupación, por lo que asintió.
— ¿Y tú? —re-preguntó ella. Él no dejó que sus pensamientos se translucieran en su rostro, pero asintió de todas maneras. A lo mejor eso era lo que ambos necesitaban, la seguridad de que estarían bien. Después de todo, aunque el futuro fuera incierto, aunque esa noche fuera todo lo que tenían... al menos podían decir que habían tenido algo.
Lisa se acurrucó contra él cuando sus brazos volvieron a estrecharla contra su cuerpo, disfrutando de su cercanía. Sin embargo, antes de que su cabeza fuera a parar al hueco que quedaba entre su hombro y su cuello, Lisa depositó un pequeño beso en sus labios. Él la sostuvo mientras pasaba las manos por su cabello, hasta que en determinado momento insistió en que ella entrara en la cama, alegando que de esa forma estaría más cómoda.
A pesar de que Lisa protestó, diciendo que estaba perfectamente cómoda en donde estaba, él no la dejó en paz hasta que ella hubo abierto las sábanas para meterse dentro de ellas mientras lo fulminaba con la mirada. Cuando ella notó que él se aseguraba de que estuviera bien tapada, soltó un bufido sarcástico.
— Gracias por tu ayuda... Jungkook oppa.
Jungkook se petrificó ante la sola mención de esa palabra, haciéndola reír durante un buen rato por la genuina incomodidad que se había apoderado de él. El morocho trató de justificarse, pero nada de lo que dijo sirvió para que Lisa no tomara su nuevo descubrimiento —que la palabra "oppa" le provocaba pánico— como una nueva y válida razón para burlarse de él. Luego de un rato, ella tomó aire y lo miró, con los ojos aún brillando de diversión.
— En realidad, yo soy mayor que tú —le informó ella, alzando ambas cejas. Ella había nacido unos cuantos meses antes que él, por lo que su punto era correcto—. Deberías estar llamándome "noona".
Jungkook le dirigió una mirada de incredulidad, mirándola con una sonrisa ladeada en el rostro.
— En tus sueños —pero ambos rieron ante su respuesta igualmente.
Continuará...
-o-o-o-o-
*suspiro* la parte que viene será la final :(
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