Papá
º Like the Watterson º
Nunca esperaron que un aeropuerto fuera más grande de lo que imaginaban, con personas yendo de aquí para allá con maletas, otras durmiendo en sillas y otras en las distintas tiendas que habían en ese lugar. Era perfecto para perderse si alguno de ellos se distraía, por eso no se soltaban por nada del mundo sus manitos.
Llegaron a una gran sala donde había personas con maletas y pantallas que indicaban cada vuelo que había justo esa noche. Ninguna de las personas que estaban ahí parecían ser Yoongi, por lo que SooBin, siendo mucho más astuto, de inmediato se puso a buscar el vuelo que le había indicado Suran, siendo un vuelo a punto de despegar.
— Estamos en problemas —dijo, jalando el brazo de JiWoo, que a la vez sujetaba el de Rosé.
Las niñas fueron arrastrados lejos de ese lugar, algo preocupadas por las palabras de su hermano.
— ¿Qué pasó? ¿El avión ya se fue? —preguntó JiWoo, y a Rosé se le aguaron los ojos.
— Eso parece.
Las niñas se inquietaron bastante, confiando en algún mágico plan que a SooBin siempre se le ocurría. Él las llevó a una especia de recepción como la de la empresa, con la única diferencia que había señoritas agotadas que revisaban pasaportes. Examinaron a las señoritas, colándose a la fila de la que parecía más amigable; a empujones llegaron frente a ella, que por poco y no se daba cuenta que estaban ahí. Se inclinó para verlos mucho mejor, sin escuchar las quejas de los demás pasajeros.
— ¿Están perdidos? —preguntó, casi extendiendo su brazo para llamar a un guardia cercano—. ¿Dónde están sus padres?
SooBin se apresuró en hablar.
— Buscamos a un señor que tenía un vuelo a punto de despegar —dijo, dándole un papelito con los datos del vuelo. La chica lo miró muy bien y empezó a teclear en su computadora.
— Es nuestro papá —exclamó Rosé—. Su transporte parece que se está yendo, ¡nos está dejando acá botados!
La señorita asintió, sin embargo, volvió a llamar al guardia.
— ¿Cómo se llama su papá? —preguntó
— Se llama Min YoonGi—respondió SooBin—. Debe detener su vuelo, por favor.
Los niños no entendían que era lo que tecleaba la mujer, luciendo concentrada. El guardia llegó y se paró frente a ellos, algo que los asustó un poquito por lo grande que era, más grande que YoonGi. La señorita hizo un ademán para que se acercase a ella y le susurró algo al oído.
— Llévalos al avión del señor Min, el privado, antes de que despegue —ordenó, dándole el mismo papelito que le dio SooBin y le sonrió a los niños—. Tienen mucha suerte de que su padre tenga un avión privado, el avión público salió hace un par de minutos.
Los chicos sonrieron aliviados, agradeciendo y siguiendo al hombre que caminaba deprisa hasta una puerta apartada, aquella que daba a la pista con enormes aviones de todos los tamaños. Se sentían como hormiguitas entre los enormes aviones. El hombre los hizo quedarse en un lugar específico y se apartó para hablar por radio algo que los niños no alcanzaron a escuchar.
Pudieron haber sido las muchas películas de miedo que veían cuando Rosé dijo que eso era una trampa y que los iban a secuestrar, aunque sus hermanos, atentos a la conversación del hombre ni la alcanzaron a escuchar.
El hombre les hizo una seña para que lo siguieran y como pudieron y tratando de no tropezarse, lo hicieron. Aunque el hombre parecía estar más apurado que ellos.
Llegaron a un lugar apartado, donde solo habían un avión, un poco más pequeño que el resto, que era color negro y aún tenía las escaleras para subir en él. SooBin hizo el ademán de correr hacia las escaleras, pero el guardia le dio una mala mirada que hizo que se quedase quieto y les indicó que esperasen.
YoonGi miró por las ventana del avión melancólico. No quería irse, no quería dejar todo lo que había construido con JiMin, no quería dejar a su familia. Su tiempo en China era indeterminado, por lo que podían pasar años antes de volver a Corea y volver a encontrarlos.
Miró con nostalgia la fotografía en su celular, mostrando a tres niños sonrientes con distintos disfraces. Lo extrañaría muchísimo, ya se había encariñado tanto con ellos que le era imposible imaginárselos en un futuro entrante, y él junto a JiMin ayudando a sobrellevar la vida adulta. Él quería estar presente en todo eso, pero como el papá era JiMin ¿Qué más podía hacer más que rezar por encontrarlos en un futuro próximo?
Uno donde ellos estuviera hechos, con su propia casa, graduados, con títulos y muchas cosas más.
Y sin embargo, ahora estaba esperando su vuelo lejos de aquella familia que lo marcó para siempre.
Después de que su padre le haya dicho de este viaje a China para ser dueño total de la empresa, no dudo en mencionárselo a JiMin, con toda la voluntad de llevárselo a él y a los niños a otro país. Pero su padre, fastidioso hombre, había sido claro en ir solo a China por tiempo indeterminado o no ser dueño de nada, pues le había amenazado con despedirlo.
Y JiMin, aquel angelito que ama, le había dicho que no quería perjudicarlo en nada y que lo mejor era terminar la relación. YoonGi nunca había sentido su corazón romperse de tal manera, se sentía como si lo hubieran arrojado a un abismo de soledad, y no le quedó otra que aceptar la propuesta de su padre.
Solo fue por complacer a JiMin, porque su novio ya se sentía demasiado culpable. Sin embargo, seguía con esa idea en la cabeza de bajarse del avión y volver a su casa, solo para decirle que lo amaba y que él renunciaría a todo porque lo amaba.
Pero ya no podía hacer nada, porque el avión iba a despegar y el guardaespaldas que le mandó su padre ni lo ha de dejar bajarse del avión.
— Se están tardando mucho —dijo el guardaespaldas, hombre que tenía toda la pinta de ser igual que su padre—. Deberíamos haber despegado ya.
— Pregúntale al piloto, seguro es por el clima —dijo, aunque no caía ni una gota de agua.
— No se mueva —le indicó el guardia y él trató de no prestarle mucha atención.
En ese momento no estaba en condiciones de hablar con nadie, sentía que cualquier persona cerca de él era controlada por el viejo que se hacía llamar su padre y no quería volver a verlo. Esperaba que ese señor no se le volviera a aparecer en la vida.
YoonGi fingió mirar su celular cuando el guardia regresó, con toda la intención de ignorarlo, pero este se acercó aun así y lo miraba extrañado.
— ¿Qué quieres? —le preguntó con una mala cara.
— Hay tres niños afuera que afirman ser sus hijos —dijo y YoonGi se quedó más confundido que el propio guardia.
¿Tres niños? Él no tenía hijos.
A no ser...
Se asomó a la ventana contraria con rapidez visualizando, efectivamente, a tres niños que le alzaban la mano sonrientes. YoonGi se quedó mudo y la preocupación lo apoderó, ni siquiera escuchó las palabras del guardia cuando bajó corriendo del avión y caminó por toda la pista hasta llegar donde sus niños.
No pudo evitar abrazarlos, había pasado tanto tiempo sin verlos.
Tampoco pudo evitar regañarlos.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó viendo las sonrisas de los tres—. ¿Y JiMin? ¿Él sabe que están aquí?
— Papá no te vayas —pidió Rosé y a YoonGi se le ablandó el corazón—. No nos dejes, nosotros y papá te queremos mucho.
¿Cómo les explicaba la situación a los tres? Cuando ellos ya lo miraban como uno más en su familia y él a los consideraba sus propios hijos. Y los amaba y quería estar para ellos. A los tres se les lagrimearon los ojos, señal de que todos se iban a poner a llorar en ese ratito, y si ellos lloraban él también lloraba.
— Su papá debe estar preocupado —les dijo, tratando de desviar el tema y que no brotaran lagrimas—. Deben volver a casa.
JiWoo fue la primera en abrazarse a su cuerpo, negándose a soltarlo, luego le siguió Rosé y por último SooBin.
— Ven con nosotros a casa —pidió el más pequeño—. Por favor, papá.
Que lo llamasen así se sentía bonito, los tres niños los sentía suyos. Pensó que dejarlos en casa y volver no haría daño ni alteraría cosas, incluso sería una buena idea para despedirse correctamente de todos. Miró como el guardaespaldas lo miraba desde el avión y sin decirle una palabra o gesto se dispuso a irse de ese lugar.
— No se separen de mí por nada del mundo —les dijo a los tres niños y los guio de vuelta hacia el gran aeropuerto.
Verlos felices mientras platicaban de la reacción de su papá le llenaba el corazón de alegría, imaginaba un mundo paralelo en donde él si se quedó con ellos, en donde le pedía matrimonio a JiMin y miraban a sus hijos crecer.
Tomaron el primer taxi que encontraron, YoonGi en secreto le dio el dinero para regresarse de nuevo al aeropuerto. No había vuelto a pasar por el vecindario de JiMin desde que se separaron y se asombró con la decoración navideña que tenían las casas de los vecinos. Incluso se asombró cuando vio la decoración navideña de JiMin, con luces en todas las ventanas y un muñeco de nieve inflable en el patio delantero.
Los niños casi lo jalaron hasta la entrada y él como pudo le hizo una seña al taxista para que lo esperase. Cuando se paró ahí en la entrada sintió un deja vú, con la primera cita que tuvieron y la que terminó muy mal (o muy bien). Volvió a sentir nervios, más por sobre como reaccionaría JiMin al verlo.
Antes de que incluso tocase la puerta esta fue abierta desde adentro por JiMin, que en un principio no se percató de su presencia por estar hablando por celular. Parecía preocupado y tenía pinta de salir de urgencia, además y para sorpresa de los cuatro, tenía el cabello rubio. Pero luego los vio, o mejor dicho, lo vio sorprendido a él primero y luego a sus hijos.
YoonGi no podía creer lo bonito que se veía JiMin, aún si tenía los ojos hinchados, si tenía pijama y solo un abrigo grande que la cubría, aún si estrenaba un nuevo tono de cabello; para YoonGi, JiMin seguía siendo hermoso como la primera vez que cruzó por las puertas de la empresa.
Por supuesto, YoonGi no era fuerte, y cuando menos se lo esperó acunó el rostro del ahora rubio con sus manos y le plantó un beso. Un beso que a su parecer, expresaba todo lo que no pudo decir en palabras cuando JiMin le terminó, incluso derramó unas lagrimas traicioneras. JiMin de apoco le correspondió el beso, con algo de timidez.
Cuando se separaron, ambos tenían lagrimas por el rostro y sus ojos reflejaban lo mucho que se habían extrañado. A su alrededor, los niños festejaban sonrientes que su excelente plan había funcionado. YoonGi no quería marcharse, no quería alejarse de ese ambiente tan bonito, no quería alejarse del amor de su vida, que ahora le miraba bonito porque había regresado.
¿Por qué irse? ¿Por qué alejarse de su felicidad?
— Yoonie, tu papá...
— No importa ese hombre bebé, ya no importará nunca más si me quedo contigo —le dijo y pareció que JiMin lloraría más fuerte—. Yo dejaría todo por estar a tu lado amor.
Y ahí estaba otra vez, la mirada que JiMin le solía dar cuando se sentía amado. YoonGi amaba ver esa mirada, y esa sonrisa de emoción, y las mejillas rojitas de JiMin; YoonGi lo amaba, lo amaba de tal manera que podía pasar horas viéndolo y no encontraría ningún defecto, incluso se esforzase, sabía que JiMin no tenía nada de malo.
YoonGi dejaría todo por ver a su novio feliz.
— Te amo Minnie —le susurró, tomando las manos del rubio y acariciarlas con las suyas—. Dime que me amas y prometo que nunca más me iré de tu lado.
El rubio lo miró con ansias, como si las palabras si hubieran atorado en la garganta y por el sentimiento no podía soltarlas.
— Te amo Yoonie —le susurró, algo que solo podía escuchar YoonGi. Y eso fue suficiente para que YoonGi saliera corriendo de la casa al taxi.
Le dijo al conductor que se fuera, que ya no volvería al aeropuerto; luego tendría tiempo de decirle a su padre que no volviera a meterse a su vida. Luego regresó corriendo a la casa de JiMin para tirarse sobre en un gran abrazo que hizo que ambos cayeran, los niños también se sumaron, tirándose encima de YoonGi.
YoonGi encontró su lugar por fin, no en una empresa, sino en una gran familia.
JiMin volvió a sentirse amado.
Y los niños se dieron cuenta de lo buenos que eran armando planes.
FIN
— Mabel's
Al fiin, después de tanto tiempo. Aún faltan los extras, pero hasta eso me conformo con darles ese regalo antes de terminar el año.
Esta historia es de las primeras con las que me he encariñado y aunque no es de mis favoritas, me ha enseñado un montón, gracias por el apoyo ❤️❤️.
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