010. grodd comes back











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capítulo diez
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grodd vuelve


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RESULTABA SER QUE EL HECHO DE QUE BARRY NO PUDIERA ACCEDER A SU VELOCIDAD no era el único problema en el que estaban envueltos. Y es que resultaba ser que un gorila telepático llamado Grodd había secuestrado a Caitlin durante la ausencia de Jade.

—Creo que lo encontramos —anunció Cisco.

Ante tal mención, Barry y Henry quienes se encontraban en la enfermería se apresuraron a llegar al cortex.

—Grodd tiene que estar en una de estas tres torres —señaló Cisco—. La razón del porque no lo podíamos encontrar a través de las cámaras subterráneas es porque se mudó a un pent-house como un ganador.

—Bien, sabemos dónde está. Pero no sabemos como rescatarla —expuso Barry.

—Tenemos un plan —indicó Cisco.

—¿Cuál es el plan?

—Me usan a mí.

Al voltear su mirada a la entrada del cortex Barry pudo ver a un hombre enfundado en un traje amarillo que conocía a la perfección.

Sintiendo la adrenalina y el odio recorriendo y apoderándose de si, Barry se deslizó en un impulso veloz contra el dueño de sus pesadillas, estrellándolo contra la pared del pasillo mientras lo acorralaba colocándole el antebrazo en el cuello.

—¡No, es Harry! ¡El otro Wells! —se apresuró a aclarar Cisco.

—Barry —Harry susurró apenas.

—Suéltalo. Suéltalo —le ordenó Cisco llegando hasta la posición de ambos.

Barry se apartó intentando tranquilizarse mientras Wells se sacaba la máscara del traje.

—Lo siento —se disculpó el velocista.

—Encontramos otro traje en la bóveda del tiempo —informó Cisco.

—Pensé que estaba muerto —pronunció Henry, perplejo con lo que sus ojos veían.

—Lo está. Este es el Wells de Tierra Dos —le hizo saber su hijo.

—¿Tierra Dos?

—Te lo explicaré luego.

—Si Harry convence a Grodd de que es Wells, su padre, tal vez podamos convencerlo de que libere a Caitlin —explicó el latino.

Barry asintió lentamente en silencio.

—No podré ayudar si algo sale mal —les recordó Barry.

—Es un riesgo que estoy dispuesto a tomar —aseguró Harry.

—Pero en caso de necesitar una manita... bueno —Cisco dejó escapar una pequeña risa nerviosa—, la tenemos a ella —apuntó al pasillo.

Como todo estaba planeado, Jade se acercó a la posición de todos, con una pequeña sonrisa adornándole los labios.

—¿Cómo me veo? —cuestionó dando una pequeña vuelta en su lugar una vez detuvo su andar.

Barry le observó perplejo, dándole un recorrido de pies a cabeza, para luego voltearse a observar a Cisco como la niña de exorcista.

—Cisco... —advirtió en bajo tono de voz.

—¡Es solo en caso de necesitarlo!

—¡Le diste un traje! —remarcó Barry, señalando a su novia.

—¡Ella quiere ayudar!

—¡Aún no maneja sus habilidades!

Jade blanqueó su mirada, fatigada de escuchar una discusión en la que ninguno de los dos debía tener ni voto ni opinión. Soltando un suspiro se terminó de acercar a ambos.

—Según tengo entendido eso no te detuvo a ti de salir a las calles en cuanto despertarse del coma.

—Es distinto —defendió Barry.

—¿Por qué? ¿Por qué tú eres hombre y yo mujer?

—Eso ni siquiera tiene que ver —negó Barry.

—¡Exacto! —remarcó ella—. Al igual que tampoco tiene que ver sea cual sea la razón del porque no quieres que salga —se cruzó de brazos—. Es mi decisión.

     Barry suspiró con frustración.

—Jade, si algo ocurre no podré ayudarte —le hizo saber.

—Creo que puedo cuidar de mí misma —mencionó.

—Estamos hablando de un gorila telepático de más de setecientos kilos —remarcó cada palabra, esperando que aquello surtiera una diferente decisión en Jade.

     Para su mala suerte aquello no sucedió.

—¿Pueden darnos un momento? —pidió Jade observando al resto de los presentes—. Será rápido —aseguró.

     Todos asintieron y se adentraron al cortex, mientras que Jade y Barry se perdían retrocediendo un par de pasos por el pasillo, paras así mantenerse un tanto más alejados y preservar la privacidad.

—Barry, mira... —habló Jade acercándose—. Sé que estoy tomando una decisión disparatada, y que eso te preocupa porque aún no manejo del todo mis poderes —indicó haciéndole saber que tenía conocimiento de aquellas preocupaciones—. Pero será solo en caso de emergencia, y será algo mínimo. Cisco tiene un plan, uno que con mucha suerte funcionará. Así que pide por eso, ¿sí?

—¿Estás segura de qué esto es lo que quieres? —preguntó, atrayéndola más a él mientras dejaba caer sus manos sobre la cintura de su novia.

—Sí, Barry —asintió—. Quiero ayudar, y hacer más.

     El velocista le dió media sonrisa. Se notaba que en aquel tiempo había surtido un cambio en Jade, y es que de pasar a temer a sus poderes por llegar a lastimar a alguien, ahora quería usar de ellos para ayudar.

—Bien —aceptó—. Me gusta tu traje —mencionó.

Su mirada bajó dando un recorrido a la figura de su novia, tomándose un momento para esta vez detallar el traje de una sola pieza. Era simple, de color negro con algunas líneas de color grisáceo enmarcando ciertas zonas. Era un básico, pero Jade tenía ese algo que lo hacía lucir increíble.

—¿Sí? —ella cuestionó con una sonrisa—. Cuando Cisco me dijo que tenía algo para mí, nunca creí que sería algo como esto.

Barry sonrió, a gusto con la emoción que desbordaba Jade.

—Igual me gustaría más poder quitártelo —sinceró, aún sonriendo.

—¡Barry! —exclamó Jade en un bajo susurro, sintiendo sus mejillas tornarse calientes.

—Dijiste que te gustaba que fuera honesto contigo y dijera lo que pensaba —se encogió de hombros.

—Eso puedes guardártelo, cariño.

El velocista rió con suavidad, aún sintiendo su tórax un tanto robótico por el incidente de hacia una semana. Sin embargo la preocupación por ella seguía siendo más grande, por lo que no le tomó mucha importancia a la percepción física.

—Prométeme que no serás imprudente —pidió en voz baja.

     Jade le sonrió suavemente y asintió con lentitud.

—Lo prometo.

—Bien.

     La morena se impulsó hacia arriba con la punta de sus pies, y dejó descansando por un corto lapso sus labios sobre la mejilla de Barry. Pero al momento de apartarse, él tomó un impulso e inclinándose hacia abajo presionó sus labios contra los de ella.

Fue solo un toque de labios, pero Barry no pudo evitar dejar salir un suspiro complacido, ante el cual Jade dejó escapar una sonrisa. Aunque la morena tampoco iba a negar que aquel suave suspiro que escapó de los labios de su novio removió algo en su interior.

—Llevabas todo el día deseando hacer eso, ¿no? —cuestionó ella, dejando una caricia en la mejilla de Barry.

Él le sonrió de vuelta.

—Toda la semana, y no tienes idea de cuanto.

—Eres irreparable —negó ella—. Anda, vamos.

En cuánto volvieron al cortex se tomaron un momento para fijar uno que otro punto importante, y entonces finalmente Cisco, Harry y Jade tomaron la camioneta de los laboratorios y fueron una por una a las tres ubicaciones posibles en las que Grodd y Caitlin se podían encontrar.

     Jade no iba a mentir. Por un segundo se replanteó si estaba haciendo lo correcto, y se preguntó si realmente estaba preparada para funcionar como apoyo del equipo Flash. Pero entonces se recordó a si misma que debía confiar en ella, en sus habilidades e instintos.

Desde su vuelta a la ciudad y desde el comienzo de sus entrenamientos junto a Barry, sus poderes y la capacidad que tenía para manejar de estos, evolucionó con creces. Ahora podía acceder a ellos sin perder el control, lo cual era mucho. El único problema era el aún no conocer sus límites. Pero ya habría tiempo para lograr aquel punto.

—Intentemos otra vez —indicó Cisco, masajeando su cien.

     El ingeniero junto a Harry se encontraban practicando la imitación que haría el último en cuanto a fingir ser el Wells de Tierra Uno, o bueno, Eobard Thawne.

     Pero al parecer el meterse bajo el papel de alguien más no estaba siendo sencillo para Harry.

—Esta vez se más aterrador —pidió Cisco—. Mucho más. Y... que suene más sincero. Como si de verdad me quisieras pero tendrás que matarme de todas formas.

     Jade alzó sus cejas con sorpresa ante esa mención. Aún no se acostumbraba del todo a lo que le rodeaba. Le costaba creer que de no ser por el viaje en el tiempo que Barry hizo en el año anterior, Cisco se encontraría muerto.

—Cisco —pronunció Wells con la mirada gélida entornada hacia el latino—. De muchas maneras me enseñaste lo que es tener un hijo.

     La morena sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal, debido a la profunda y vacía —pero a la vez expresiva— voz utilizada por Harry. Al observar a Cisco pudo notar que esta vez Wells dió en el clavo con su actuación.

—Sí, ese es el Wells —acordó presionando sus labios al terminar de decir esas palabras.

     Cisco les tendió un par de tapones, los cuales debían servir para neutralizar los poderes telepáticos de Grodd. Aparatos los cuales esperaban funcionaran.

     En cuanto llegaron a la última locación, los tres subieron hasta el pent-house. Compartieron un par de miradas y finalmente Wells entró en acción, adentrándose hasta el apartado en dónde se encontraba Grodd.

     Al sentir la nueva presencia, el gorila dejó escapar un gruñido que le colocó los pelos de punta a Jade.

—Hola, amigo —saludó Wells.

     Grodd una vez más dejó salir un gruñido.

—Tranquilo. Soy yo. Regresé —le aseguró Harry.

—Padre. Tú moriste.

—No. No, amiguito —negó Wells caminando un par de pasos—. No morí. Solo me fui por un tiempo.

—Bien, Wells. Sigue hablando —indicó Barry, desde los laboratorios.

—Pero ahora que regresé... ya no necesitamos más a Caitlin, ¿No? —mencionó, dándole una mirada a la doctora—. Así que puedes dejar que se vaya.

     La mirada de Wells volvió a Grodd por un segundo, para luego volver a observar a Caitlin, mientras se acercaba a ella.

—Déjame sacarla de aquí. Por favor.

     Aquello último fue un grave error, ya que esa fue la palabra clave y encargada de delatarle provocando que todo se fuera a la mierda.

—Padre nunca pide. Padre toma —rugió Grodd.

—Corre —articuló Caitlin.

     La doctora se impulsó en un trote comenzando a correr, pero entonces se detuvo de golpe en el momento en que Grodd tomó control mental sobre ella.

     El gorila se dió la vuelta hasta Wells mientras rugía un: ¿Quién eres? Y le daba un manotazo, mandando a volar al científico.

—Cisco, debes entrar y sacar a Caitlin —indicó Barry—. Jade, ve tras él, y si debes hacerlo intenta distraer a Grodd. Con cuidado, por favor.

     Jade y Cisco intercambiaron una mirada y asintieron para así correr dentro de la habitación con sus instintos encendidos al máximo. El latino se apresuró a colocarle un par de tapones a Caitlin, anulando el control que Grodd mantenía sobre ella.

—Oh, chicos, gracias a Dios —murmuró Caitlin en cuanto les vió.

—Ahora salgan de ahí —ordenó Barry.

—Harry está atrapado, no podemos dejarlo —le hizo saber Jade.

—¿Qué hacemos? —cuestionó Cisco.

     La voz de Barry se perdió por unos segundos, supusieron que el velocista estaba pensando.

—Las drogas —balbuceó Barry—. Las drogas que robó Grodd. Wells una sobredosis golpeará su cerebro... Solo dale todo lo que puedas.

     Grodd comenzó a acercarse a Wells mientras que él se removía en el suelo, adolorido por el golpe.

—Tú no eres él ¡Tú no eres Padre! —vociferó el gorila.

—Yo soy Padre —masculló Harry con dificultad—. Y tú golpeaste a Padre —le regañó con voz imponente mientras se colocaba de pie.

     El gorila desvió su mirada, aparentemente avergonzado.

—Grodd. Mírame —ordenó mientras recogía los inyectores con las drogas—. ¡Mírame! —reiteró Harry, al ver que el gorila no se volteaba a verle—. Nunca te dejaría aquí solo, Grodd. Te hice una promesa —le recordó acercándose—. Tengo grandes planes para ti... ¿Recuerdas? Un día esta ciudad será tuya.

     Al ver como Wells se encontraba a solo un metro de distancia de Grodd, Jade dió un fuerte pestañeo, y para cuando volvió a abrir sus párpados, sus ojos entonaban en una tonalidad grisácea.

     Abrió sus palmas por lo bajo, y pronto una silenciosa ráfaga de viento entró por los huecos del techo. Se concentró en mantenerla fluida mientras escuchaba como Wells seguía haciéndole falsas promesas a Grodd.

     Cuando vió como el científico alzaba su mano y la aventaba en dirección a Grodd, envolvió al gorila con la brisa, reteniéndolo en su lugar, para así evitar contratiempos y que Wells lograra dar en el blanco.

     Al momento en que los inyectores soltaron la sustancia química, Grodd soltó un rugido.

—¡Váyanse!

     Cisco salió corriendo, pero pronto se devolvió al ver que ni Caitlin, ni Jade le seguían.

—Vamos.

—Ya los sigo —indicó Jade.

     Ambos científicos le observaron inseguros, pero no tardaron en salir corriendo al notar que Jade mantenía todo bajo control.

     Centró la fluidez del aire, con esfuerzo, mientras veía como Grodd intentaba soltar manotazos. Y forzando sus límites desconocidos, Jade puso mayor fuerza para poder alzarlo unos metros por el aire.

—¡Wells, fuera! —gritó.

     Harry le dió una rápida mirada para volver a Grodd y tras dudarlo un poco, salió corriendo sosteniendo su costado golpeado.

     Y entonces finalmente a solas, Jade dejó de ejercer presión y dejó caer a Grodd, quien con el golpe y las drogas cayó inconsciente.

     Una vez devuelta en los laboratorios, Caitlin se apresuró a llevar a Wells a la enfermería para revisar las heridas que Grodd pudo haberle ocasionado.

     Jade les siguió desde atrás, a paso lento. No iba a mentir. Se sentía un poco cansada, pero supuso que era normal teniendo en cuenta que hizo un esfuerzo que nunca antes había hecho.

     Barry en cuanto la vió se acercó a ella, tomándole del rostro con ambas manos para observarle.

—¿Estás bien? —cuestionó.

—Te dije que todo iría bien.

El velocista sonrió a medias, observando cuidadosamente a la morena, en busca de siquiera el más mínimo rasguño, pero no había nada.

—Te ves cansada —mencionó.

—Es porque lo estoy. Solo un poco —acordó—. Levanté un gorila de más de setecientos kilos... bueno, el aire lo hizo, pero sabes que quiero decir.

—Ven, vamos —tiró de ella cerca—. Debes descansar.

Lamentablemente su tiempo de descanso se vió interrumpido. Aunque bueno, sabía que eso ocurriría ya que no había olvidado que aún debían decidir que harían con Grodd.

Wells propuso la idea de enviarlo a su Tierra, en donde para suerte de ellos existía un lugar lleno de gorilas como Grodd, lo que esperaban le diera la familia que el gorila quería, lo cuál fue la razón de porque secuestró a Caitlin.

No tardaron en organizar un plan. Un plan en el cual esta vez Barry si sería participe como Flash. Jade por su parte se limitaría a quedarse junto a Wells y Cisco en la ubicación en donde se encontraba la brecha por la cuál enviarían a Grodd a su nuevo hogar.

Una vez el cañón de velocidad se encontró montado en el lugar correcto, el plan se puso en marcha.

—Cisco, ya casi llego —informó Barry.

—Estoy en posición —le hizo saber el latino.

—Cuando enciendas el cañón de velocidad, la materia quark se estabilizará agrandando la brecha a ese tamaño —indicó Wells, señalando el círculo que acaba de trazar—. Cualquier lugar dentro del círculo será suficiente.

     Pronto pudieron divisar el rayo anaranjado que desprendía Barry al correr, y en segundos el velocista se detuvo frente a ellos.

—No logro ver a Grodd —hizo saber el velocista—. ¿Alguien lo ve?

     La miradas de todos comenzaron a recorrer sus alrededores y entonces alertándolos un rugido se hizo presente.

     Al alzar su mirada, Barry pudo ver a Grodd afirmado de una de las autopistas que cruzaban sobre ellos, al ver como el gorila se impulsaba para saltar, corrió unos metros lejos, calculando que Grodd caería justo en dónde se encontraba él.

—Es un gorila muy grande —murmuró Harry.

—¿Dónde está Caitlin? —Grodd vociferó la pregunta.

     Con Grodd acercándose Barry pudo sentir como se metía en su mente, trayendo de vuelta los recuerdos de lo sucedido con Zoom, logrando así desconcertarlo por unos segundos. Antes de darse cuenta, Grodd ya lo había golpeado enviándolo lejos.

     Jade soltó un grito e intentó acercarse a él, pero Cisco se lo impidió al notar como el gorila daba un salto llegando justo donde Barry, para luego ponerle uno de sus grandes pies encima.

—¿Dónde está Caitlin, Flash? —repitió el gorila.

—Estoy justo aquí —anunció la doctora—. Debes dejarlo ir, Grodd.

—Flash es mi enemigo. Ahora tú también.

—No. Él intentaba salvarme de ti —le hizo saber acercándose—. No entendíamos lo que querías, pero ahora sí.

Jade dió un par de pasos hacía adelante, dispuesta a intentar atacar de ser necesario.

—Puedo darte lo que quieres. Puedo darte un hogar —agregó Caitlin—. Solo debes confiar en mí.

Grodd observó a la doctora, pensando en lo que esta le ofrecía. Y finalmente sacó su pie dejando de aprisionar a Barry sobre el suelo.

El velocista comenzó a toser, mientras intentaba recuperar el aire que había perdido. Y Jade quiso correr hasta él, pero debía ser racional y estar atenta a los movimientos de Grodd.

—Prepárate para darle al interruptor —Harry le indicó a Cisco.

Caitlin se encontraba dentro del diámetro marcado por Wells, y Grodd no tardó en adentrarse quedando a solo un par de metros.

Cisco encendió el cañón a la vez que Wells le daba la indicación a Barry.

—¡Ahora, Barry!

El velocista arrancó a correr, sacando a Caitlin de la línea de peligro, alejándola un par de metros. Sin embargo la brecha ya formada parecía no tener la fuerza suficiente para absorber a Grodd.

—Máxima potencia.

—Ya la tiene —hizo saber Cisco.

Barry dió una mirada a su alrededor y arrancó a correr. Una vez estuvo a la distancia necesaria volvió a recorrer el camino de vuelta a dónde se encontraba su equipo, para así estrellar su puño contra Grodd y darle el impulso que necesitaba para caer en la brecha.

—Vamos —Barry murmuró por lo bajo, al ver como el gorila se quedaba estancado.

Jade observó la situación y decidió aportar un poco, por lo que accediendo a sus poderes, llamó un flujo de brisa el cual envió a soplar en dirección al gorila, logrando así que este terminara de cruzar la brecha.

Todos soltaron un suspiro de alivio cuando ya no vieron la presencia de Grodd ni de la brecha. Lo habían logrado.

Jade siguió los pasos de Cisco, y se acercó a Barry, pero se mantuvo unos centímetros lejos al ver como estrechaban sus manos.

—Bienvenido de vuelta, Flash.

El velocista sonrió.

—Gracias, hermano.

—¿Bienvenido de vuelta? A mí parecer nunca se fue —mencionó Jade—. Solo decidió tomarse un merecido descanso.

Al escuchar la voz de su novia, la sonrisa en Barry se acentuó. Terminó de recorrer la distancia que los separaba y la estrechó en sus brazos con fuerza, logrando sacarle una suave risa a la morena.

Se apartó unos centímetros solo para observarla y reposar una de sus manos en la mejilla de ella. E intercambiando una sonrisa más se inclinó acogiendo con sus labios los de ella.

Jade se colocó en puntitas, ganando más altura y envolvió sus brazos por el cuello de Barry atrayéndole más a ella. Tuvo que obligarse a retener un jadeo de satisfacción, porque no tenía planes de avergonzarse frente a todos los presentes.

—¡No frente a los pobres! —chilló Cisco.

Barry se apartó dejando caer una pequeña risa, mientras que Jade se descantaba por blanquear la mirada.





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AL OTRO DÍA POR LA MAÑANA HENRY UNA VEZ MÁS SE MARCHÓ. No sin despedirse de todos y claro, agradecerle a Jade por haberle contactado y hacerle saber de la situación de su hijo.

     El resto de ese día transcurrió normal. Barry volvió al CCPD y Jade volvió a su trabajo en la pastelería dispuesta a cocinar muffins como si no hubiera un mañana.

     Cuando llegó a su casa esa tarde, la morena tenía harina hasta en el cabello. Estaba segura de que cuando le contara a su novio que se le había dado vuelta un kilo de harina encima, se reiría igual que Sophie lo hizo cuando le vió llegar a casa.

     Salió de la ducha con una toalla rodeando su cuerpo y con una en su cabello para absorber así la humedad en este. Se dejó caer un segundo en su cama, sintiendo el cansancio manifestarse como un entumecimiento en cada uno de sus músculos. Se estiró hasta la mesita de noche a un lado de su cama, alcanzando su celular el cuál marcaba una llamada entrante, y sin siquiera ver de quien se trataba respondió.

—¿Hola?

—¿Ya estás en tu casa?

     La voz de Barry inundó sus oídos haciéndole despertar por completo.

—Mmm, sí. ¿Por qué?

—Voy por ti en media hora.

—¿Media hora? ¿Para qué?

—Media hora —reiteró sin dar detalles.

—Barry, acabo de salir de la ducha.

—¿Sabes? Tal vez vaya por ti ahora.

     Jade dejó escapar una carcajada ante las palabras de su novio. Estaba bastante segura de que aquello no era del todo broma.

—No. Te espero en media hora afuera de mi casa.

—Bien, te veo luego.

     La morena despegó el celular de su oreja y finalizó la llamada, para proceder a colocarse de pie. Se detuvo frente a su armario pensando en que demonios ponerse, pero tras unos minutos tomó un pantalón negro, y una camiseta blanca estilo musculosa.

     En el baño aplicó los productos correctos en su cabello y secó de este, para luego rizar sus pestañas y resaltar sus labios con la mínima cantidad de un brillo labial sin color. Se calzó en un par de botines blancos con tacón y se enfundó en una chaqueta liviana de color granate. Ya lista, salió de su habitación, bajando los escalones para llegar al primer piso en dónde pudo ver a su madre y a su hermana, ambas en el sofá.

—¿Dónde vas? —cuestionó Melina.

—Concretamente no lo sé —admitió—. Pero Barry pasará por mí.

     Ante la mención de su mejor amigo y también cuñado, una sonrisa de burla se deslizó por los labios de Sophie.

—Recuerda usar protección, aún no quiero ser tía.

—Sophie Amelie Miller —le reprochó su madre golpeándole en la parte trasera de la cabeza con la revista que sostenía en manos.

—Mamá... —protestó la menor.

     Jade blanqueó su mirada divertida y tomó el pomo de la puerta con su mano.

—¡Adiós! ¡Las quiero! —se despidió saliendo.

     Cuando Barry pasó por ella Jade ya tenía en claro que su novio la cargaría para correr a dónde sea que fueran a ir, pero seguía siendo extraña la sensación que le producía ir a tal velocidad, por lo que cuando se detuvieron se tomó un momento para detener el mareo que la aprisionó.

A pesar de lo tarde que era, la casa de Joe West se encontraba vacía a excepción de ellos dos. La sala se notaba un tanto ambientada, con velas encendidas y esparcidas por la habitación junto a un par de copas de vino reposando sobre la mesita de centro.

Ambos se dejaron caer en el sofá, rápidamente hablando de lo caótico que había sido el día de ambos. Para ninguno de los dos era difícil ser ellos mismos con el otro, y eso les gustaba. Jade tenía sus piernas sobre las de Barry, quien las mantenía prisioneras con una de sus manos envolviendo la rodilla de Jade y con la restante envolviendo su muslo.

     En ese instante en concreto, la morena observaba con fastidio a su novio al ver como efectivamente este se reía de ella debido al incidente con la harina ocurrido aquel día.

—Eres el peor —se quejó—. Un novio normal preguntaría si estoy bien o si no me regañaron. El mío se ríe de mí.

     La risa de Barry se desvaneció dando pasó a una suave sonrisa divertida. Se inclinó hacia adelante, acercando su rostro al de Jade mientras escrutaba de sus facciones con lentitud.

—¿Estás bien, Tiana? ¿No te despidieron o si? De ser así ¿Debería ir a hablar con tu jefe?

     Jade frunció su entrecejo y chasqueó la lengua, dándole un empujón a Barry, movimiento el cual apenas logró mover al velocista de su lugar.

—Te estás burlando de mí —reprochó esta vez.

—¿Debería compensártelo de alguna forma? —inquirió él, pronunciando su sonrisa.

     Jade alzó una de sus cejas inclinándose hacía atrás, dejando reposar su espalda en el reposabrazos del sofá.

—¿Estás ofreciéndome algo, Barry Allen? —cuestionó con interés.

     Con lentitud, Barry se acercó a ella, colocando ambas de sus manos sobre los muslos de Jade, sacándole un respingo que la hizo maldecir por lo bajo.

—Lo que sea que quieras, Tiana.

—No es justo que me llames Tiana ahora mismo. Sabes que soy débil.

     Esta vez fue Barry quien le observó con interés, mientras media sonrisa se formaba en sus labios a la par que acercaba sus rostros.

—Entonces... ¿hay algo a lo que te estés resistiendo... Tiana?

     La morena sintió como la respiración se le atascaba al sentir el cálido aliento de Barry chocarle en los labios.

—A ti y a tus jodidos encantos —masculló por lo bajo.

     Eso fue suficiente para que el velocista terminara de reducir la distancia, y rozara con sus labios los de Jade, robándole un pequeño jadeo.

—Barry si no me besas ahora mismo te juro que... —le fue imposible terminar de pronunciar su amenaza, ya que en aquel mismo instante el velocista estampó sus labios con los de ella.

     Ambos dieron un respingo ante la sensación que les produjo el movimiento de sus labios. Jade dejó caer sus manos tras el cuello de Barry acercándole con desespero al sentir como él le acariciaba los muslos con sus manos en un tentativo tacto.

     Barry tiró de ella aún más cerca, colándose entre sus piernas, ante lo que Jade se apartó dejando caer un jadeo.

—Barry... —murmuró agitada contra sus labios.

     Una de las manos del velocista se coló bajo la camiseta de Jade, acariciando la piel a su paso, mientras sus labios se perdían acariciando el cuello de su novia, acto con el cual ella arqueó su espalda, dejando caer un nuevo jadeo que expuso su complacencia y deseo.

     Pronto sus labios buscaron con ansias los de Barry, uniéndolos en un profundo beso, mientras que sus dedos se perdían acariciando el cabello del velocista, en dónde de un momento a otro jaló logrando que un gruñido arrancara de los labios de su pareja. Se apartaron unos segundos con las respiraciones agitadas, observándose mutuamente con una cantidad absurda de sentimientos atravesándolos mientras que el deseo dominaba sus cuerpos con un calor naciente comenzando a recorrerles de pies a cabeza.

—Eres preciosa —murmuró el velocista embobado.

     Jade dejó escapar una pequeña risa mientras le acariciaba la nuca.

—Barry... —llamó por lo bajito.

—Dime.

—Te quiero.

Las palabras habían nacido naturalmente, y sí, tal vez sonaba apresurado, pero Jade no lo sentía así. No se arrepentía del disparate que salió de sus labios, porque ella realmente sentía lo dicho. Ella le quería.

     Barry por su parte sintió como se le inflaba el pecho con aquellas palabras taladrándole dulcemente en la mente, y una sonrisa se formó en sus labios con su mirada puesta sobre los iris chocolates de la morena frente a él.

—Y yo te quiero a ti, Tiana.

     Sin borrar su sonrisa Jade acarició su nariz con la de Barry, con sus labios rozando en cortos toques que lograban acelerarles más el corazón a ambos.

     Las manos de Jade bajaron su posición, y de un tirón le desabotonó la camisa a Barry para luego deslizarla fuera de sus brazos. Esta vez sus manos se colaron por debajo de la camiseta básica que vestía el velocista y poco a poco comenzó a deslizar de ella hacia arriba hasta que logró sacarla por la cabeza del castaño.

     Con la prenda fuera de su cuerpo, Barry pudo sentir como la piel le ardía con cada toque que recibía por parte de Jade. Se apartó unos segundos, solo para mirarle y colocarse de pie para ayudarle a hacer lo mismo.

     Jade le sonrió y tomó sus botines y su chaqueta entre sus manos, para luego comenzar a caminar escaleras arriba, sin embargo, Barry le detuvo y rodeándole la cintura con sus manos le incentivo a dar un salto, en dónde Jade terminó por rodearle la cadera con sus piernas.

—¿Vas a quedarte conmigo esta noche, Tiana?

     La morena le acarició la mandíbula con su dedo índice, mientras sentía su cuerpo temblar ante la sensación que le producía el sentir las manos de Barry posadas en su trasero.

—Nada me gustaría más, Maiasaur.

     Barry sonrió ante el apodo usado por su pareja, y en cuanto se adentraron a su habitación ambos se dejaron caer en la cama, perdiéndose entre las sábanas y entre las sensaciones que lograban implantar en el otro con miradas, palabras, caricias y besos.













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n/a:

ya les digo yo que se siente
horrible escribir y que no
hayan ni votos ni comentarios

:/

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© 2O23 | PRFCTGUSTIN

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publicado: 15/10/2023
editado: 00/00/0000

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