Soledad

Es la primera vez que Tzuyu está en está habitación, mira a su alrededor y puede ver algunos carteles con dibujos coloridos. Sigue observando hasta que su mirada se topa con los ojos de la señora Jeongyeon.

—¿Cómo estás Tzuyu? —pregunta mirándola directamente a los ojos y aunque al principio la pequeña se siente intimidada, pronto se encuentra relajada al darse cuenta que aquella mirada no tenía porqué asustarla.

—Bien, señora Jeongyeon.

La mencionada hace una mueca, nunca se va acostumbrar a que los niños la llamen "señora". Apenas tiene treinta y tres años y no es una señora, sin embargo sabe que los niños pequeños no perciben la edad correctamente así que lo deja pasar y opta por algo diferente: —Puedes llamarme solo Jeongyeon o Jeong ¿qué te parece?

Tzuyu parece pensarlo un poco, sus padres siempre le han dicho que tiene que ser respetuosa con la gente que es mayor que ella... pero la seño- no, Jeongyeon se lo está pidiendo así que accede. —Okay.

Jeongyeon observa el pequeño cuerpecito sentado frente a ella, por petición de la sede en Estados Unidos sus padres no pueden acompañarla en la sesión buscando transparencia al cien por ciento una vez que se establezca el vínculo de confianza.

—¿Te gusta dibujar? —ante la pregunta de la psicóloga, la niña parece iluminar su rostro y asiente con euforia recién adquirida. —Hay que hacer unos dibujos mientras platicamos ¿te parece?

Jeongyeon le pasa algunas hojas en blanco, crayones y colores. —Gracias, Jeong.

Jeongyeon sonríe mientras Tzuyu toma un color azul y comienza con trazos débiles. —Dime que te gusta de aquí.

La pequeña despega el color y aprieta los labios pensando en su respuesta, déspues de unos segundos continúa corriendo lo que se supone que es un ¿circulo? —Mmmm, me gusta la sala de juegos... y también que mi mamá me puede acompañar todos los días —la niña toma otra pausa y parece recordar algo importante—, también me gusta que está Sana. Me hace reír mucho.

Jeongyeon está trabajando en su propio dibujo, acompañando a Tzuyu en la actividad—¿Sí? Es bueno tener una amiga ¿verdad?

—¡Sí! Me gusta cuando me pica aquí —dice señalando sus costillas— me hace cosquillas.

—Eso es bueno, Tzuyu. Ahora me puedes decir lo que no te gusta, si tú quieres.

El ambiente cambia, se siente en el aire la tristeza que desprende la menor. —Bueno... No me gusta que tenga que vivir aquí, ni me gustó cuando me pusieron esas cosas de las madres o no sé qué sea. —Su tono desprende un poco de desprecio, Jeongyeon para de dibujar y comienza a escribir notas en su libreta:

Frustración.

—Y aunque me agrada la doctora Nayeon y Sana es mi amiga, quiero estar en casa... pero mi mami dice que es por mi bien pero Jeongyeon ¿por qué tengo esto?

Tristeza.

Jeongyeon aprieta la mandíbula ante su pregunta, es algo que ella no puede responder ni aunque así lo quiera. —No lo sé, Tzu Tzu pero lo importante aquí es que eres una personita muy fuerte. Quiero que sepas que puedes hablar conmigo de lo que tú quieras, si algún día solo quieres distraerte del tratamiento solo tienes que venir aquí y podremos colorear todo lo que tu quieras ¿te parece buen trato?

Tzuyu sube la mirada y su labio tiembla pero aún así pasa saliva y asiente. 

Mientras tanto, Nayeon se encuentra en el laboratorio analizando los resultados de los pacientes. Han pasado diez días y por protocolo se tienen que hacer estudios de sangre y otros órganos para observar el progreso y efectos que tienen los compuestos en cada uno de ellos.

Mina se encuentra sentada en el escritorio que se encuentra al costado de la mesa de trabajo, se encuentra analizando la fórmula que propuso Nayeon después de la primera aplicación.

Es buena.

Pero aún así decide echar un vistazo. El silencio es profundo, ninguna de ellas menciona una palabra. Nayeon se ha rendido en el intento de hacerse amiga de Mina y ha decidido mantener una relación meramente laboral.

El silencio se ve interrumpido por el tono de llamada de Nayeon, quien sin decir nada sale del laboratorio y contesta la llamada de Luca. Mina se queda en su lugar y aunque el vidrio aisla sonidos externos, puede escuchar la voz de la doctora.

—Hola, cariño... —Al principio, Mina opta por no ser muy imprudente y escuchar conversaciones ajenas, pero cuando escucha cómo se dirige a la persona no puede evitar tensarse— Yo también te extraño, hijo. Sí, no te preocupes, te prometo que este fin de semana estaremos juntos, sí, sí. Saludame a tu padre. Te amo.

Mina aprieta los puños en su bata, cuando vuelve a entrar la mayor Mina no puede soportar su presencia y sale del lugar sin decir una palabra. Nayeon observa como sale del lugar y si se esfuerza un poco puede ver el torbellino de pensamientos que aparece sobre la cabeza de su compañera.

Mina camina por los pasillos, toma respiraciones profundas por qué odia ponerse emocional cuando está trabajando.

Tiene que buscar otra cosa que hacer aunque su único trabajo es cuando se aplica el medicamento y observar sus efectos en el laboratorio. Pronto es detenida por un cuerpecito chocando en su costado. Cuando mira hacía abajo puede ver a Sana con las mejillas rojas y una sonrisa traviesa.

—¡Lo siento Dra. Myoui! —la pequeña hace una reverencia y se dispone a correr otra vez pero Mina sostiene con delicadeza un hombro.

—No hay cuidado, Sana. ¿De quién huyes?

Sana se tensa al escuchar la pregunta y evalúa si puede confiar en la doctora. Con sus pequeños dedos le pide a Mina que se acerque y cuando lo hace confiesa sus intenciones. —Mamá y Momo quieren sacarme sangre otra vez, así que les dije que iría al baño y me escape.

Mina aprieta los labios y sonríe por primera vez en dos días. —Sana, no es que ellas quieren hacerlo. La doctora Momo lo necesita para evaluar todo —Mina apunta con su dedo cada parte de Sana, sin tocarla directamente— tu cuerpo y que puedas estar en buen estado de salud.

Sana hace un puchero y se acerca a la adulta —Pero duele cuando me pinchan, ¿no hay otra manera? —recarga su cabeza en el hombro de Mina, quien aún está en cuclillas para poder escuchar a la niña.

—No, corazón. Pero mira, si le pides a tu mamá que sostenga tu mano puede doler menos.

—No, no. Mamá llora más que yo si la tomo de la mano —Sana se separa y pone una mano en su barbilla, como si estuviera intentando descifrar el más grande enigma de la humanidad. —Tal vez pueda preguntarle a Momo que lo haga...

Mina se ríe con Sana y toma su mano, van hacía el área de procedimientos y puede ver a Momo con el ceño fruncido mientras que Jihyo da vueltas alrededor de una camilla de manera metódica.

Cuando la madre observa a su hija se apresura a abrazarla sin reconocer la presencia de Mina aún. —Sana ¿dónde te metiste?

La pequeña baja la mirada con un poco de vergüenza y abraza con fuerza a su madre. —Perdón, mami. Es que no me gustan las agujas.

Mina se acerca a Momo— ¿Todo está bien?

Momo cruza los brazos y se alejan un poco de la familia— Sí, solo que Jihyo se alteró un poco cuando Sana no regresó. Insistimos en ir con ella pero se negó ¿nosotras que ibamos a saber? el baño está a diez metros de aquí.

—Tranquila, me la encontré en el pasillo. Dijo que quería que sustuvieras su mano mientras le hacían el procedimiento.

Sorprendentemente Momo se sonroja ante ello, desde que la pequeña llegó al hospital la ha buscado para todo y la cirujana no puede evitar sentir que su corazón se derrite de ternura con la pequeña.

Después de unos segundos, Jihyo se levanta con Sana en brazos. —Me tengo que ir a trabajar, ¿puedo confiar en que no escaparas?

—Sí, mami. Me quedaré con Momo.

—Tienes que dejarla trabajar, cariño. Tzuyu está por ahí y hay varias enfermeras que te pueden cuidar.

—¡Pero quiero estar con Momo! es divertida y muy inteligente —Sana abre los brazos grandes demostrando la cantidad de inteligencia que posee su adulto favorito.

—No se preocupe, Jihyo. Aquí cuidaremos de ella. ¿Verdad, Mina?

La mencionada se sorprende al escuchar su nombre, demasiado alejada de la conversación como para darse cuenta de lo que dijo Momo.

—Por supuesto, nos vemos en la noche.

Jihyo da un beso en la mejilla de su hija y después se dirige a Momo. —Doctora, si Sana se pone muy intensa por favor no dude en llamarme.

Momo sonríe a la madre con amabilidad— No se preocupe, es una niña muy dulce además su energía va a bajar una vez que saquemos sangre para los exámenes de laboratorio.

Jihyo quien darle un abrazo... a cualquiera de las dos adultas pero se contiene y hace un reverencia antes de caminar a la salida. Con el corazón en la mano por tener que dejar a su hija en el hospital.

Como Momo predijo, después de sacar sangre del bracito de Sana, cayó dormida y ella personalmente se encargó de dejarla descansar en su habitación.

—Lia, por favor escucha. —Nayeon e Irene llevan más de media hora intentando razonar con la adolescente... la paciente más difícil de todas.

—¡No! Entiendan ustedes que yo no tengo porqué ir a contarle mis cosas a una completa desconocida. —Se cruza de brazos y aunque Irene hizo su mayor esfuerzo por ser profesional, la chica realmente la saca de quicio con su terquedad así que sin decir nada se retira poco a poco, dejando que Nayeon lidie con ella.

—Puede que lo sea, pero Jeongyeon es muy buena en lo que hace, puedes confiar en nosotras.

—No quiero hacerlo, ahora ¿podrías salir de aquí? —Nayeon aprieta los labios y sale de la habitación.

Son las ocho de la noche y el área se encuentra tranquila, algunas enfermeras hacen guardia para las pacientes lo que indica que es momento de descansar un poco. Se dirige al área de comedor, donde se encuentra Irene leyendo un libro y a su lado Momo comiendo un plato con diferentes frutas.

Jeongyeon está más alejada acostada en un sillón, intentando tomar una siesta. Aunque ella no es doctora y no necesita hacer guardia ha hecho todo lo posible por permanecer en el hospital todo lo posible por si alguna de las chicas la necesita.

Y por último Nayeon se sorprende al ver a Mina con un Nintendo Switch en las manos. Antes de sentarse con ellas, va por un café y un croissant. Al sentarse, ninguna parece inmutarse por su presencia hasta que Irene habla.

—¿Convenciste a Lia? —la mujer de cabello negro la mira a los ojos. Nayeon la conoce desde hace muchos años, sin embargo hasta ahora ha sido la única oportunidad que han tenido para trabajar juntas. Es una mujer intimidante, y si no supiera que su especialidad es cirugía pediátrica podría jurar que pertenece a otras áreas.

—No, es una chica muy terca. Aún así no podemos obligarla a asistir a terapia.

Jeongyeon se levanta del sillón y se acerca a la mesa que todas comparten. —Tendremos que ganarnos su confianza y esperar a que ella quiera que la ayude, su situación es entendible... no tiene a nadie en el mundo.

—Tienes razón. —Irene dice antes de bajar la vista de nueva cuenta a su libro.

Nayeon toma un sorbo de su café mientras Jeongyeon y Momo comienzan una conversación sobre cualquier cosa. De reojo puede ver a Mina muy concentrada, aprieta los labios y frunce el ceño mientras mueve sus dedos sobre los controles.

—Es sorprendente ¿no? —Momo le pregunta a Nayeon, sorprendiendola.

—¿El qué?

—Una mujer tan seria y dedicada, jugando así.

Mina levanta la vista momentáneamente y después la baja de nuevo —Estoy aquí ¿sabían? Además es solo un hobby.

—Mi hijo tiene uno de esos, se volvió adicto. —Nayeon dice con una ligera risa, recordando como entre él y Minho tuvieron que conspirar para alejar a Luca del aparato.

—¿Cuántos años tiene tu hijo? —pregunta Momo con curiosidad y en ese momento Mina detiene su partida.

—Tiene nueve años, se llama Luca.

—Tiene la edad del mío. —Irene se une a la conversación con alegría.

Momo rasca su cabeza. —Yo nunca quise hijos, pero pediatría siempre me trae buena compañía. Cómo Sana.

—¿Y tú, Mina? ¿Tienes o no quisiste hijos? —Jeongyeon pregunta estirando un poco su cuello, lamentando acostar su cuello en el respaldo del sillón.

Mina sonríe un poco —No, no tengo.

Después de su respuesta, el lugar se queda en silencio por un tiempo hasta que Momo comienza a preguntar sobre otras cosas personales, cosas que Mina no está dispuesta a compartir o escuchar.

Se despide con amabilidad, hoy la guardia le corresponde a Irene y Momo, por lo que le toca ir a casa. Cuando llega a su auto, reproduce música y baja los vidrios dejando que el aire de la noche golpee sus mejillas cálidas.

Cuando llega a su casa, aparca el auto, toma su bolso y abre la puerta. La cola y los ronroneos de PengPeng la reciben inmediatamente. Se agacha y acaricia entre las orejas del felino y después va a la cocina por un vaso de agua.

La casa está parcialmente oscura, las luces con tonos cálidos iluminan los portarretratos que se encuentran en la sala. Algunos de ellos muchos años antes, otros más recientes y uno que se encontraba en medio. No tiene el valor de mirarlo aún.

Sube las escaleras y entra a su habitación. El cuerpo que yace en la cama parece estar profundamente dormido. Se deshace de su ropa y la coloca en el cesto de ropa sucia, sin querer hacer mucho ruido. Entra al baño para tomar un ducha y sale en una pijama ligera.

Levanta la colcha e introduce su cuerpo cansado a la cama, intenta acurrucarse. La espalda de Mingyu es grande y no permite que Mina distinga sus facciones. Se acerca poco a poco, buscando el calor de su marido.

Cuando él la siente se remueve pues las manos de Mina están frías, entre sueños gira y pone su brazo sobre sus ojos impidiendo que su esposa lo abrace. La mujer aprieta los labios y gira su cuerpo al lado contrario y como muchas otras noches... el calor que busca no llega.

A la mañana siguiente, Mina comienza a abrir los ojos cuando siente un brazo abrazando su cintura y tocando ligeramente su estómago. Cuando se da cuenta que es él cierra los ojos y espera recibir más de ese contacto, más de su cariño. Sin embargo, las caricias paran abruptamente en su estómago y siente que la cama se mueve y en segundos... se encuentra sola de nuevo.

Gira sobre su espalda y mira el reloj de la mesita... cinco y veintinueve. Un minuto después su alarma suena y se levanta estirando su cuerpo. Baja a la cocina donde él ya está tomando su café.

—Buenos días. —Mina saluda, sacando una taza para ella.

El cuerpo de su marido siempre ha sido algo que Mina admira profundamente, y hoy no sería la excepción al mirarlo sin camisa. —Buenos días ¿te desperté?

—Para nada, no te preocupes.

El silencio reina una vez más... Mina lo mira a los ojos y es como si él no pudiera mirarla. —No te escuché llegar anoche.

—No quería hacer ruido, me imagino que estabas cansado de tu viaje.

Mingyu asiente, su viaje de una semana a Japón fue un verdadero reto y solo quería llegar a casa a descansar. —Sí, me fue bien de hecho. Firmaron contrato por otros dos años, pero aún falta pulir los detalles.

Mina asiente en reconocimiento. —Felicidades, eres un gran abogado.

—Je, lo soy eh.

El silencio aparece otra vez... Mina espera que él la bese y la abrace contra su pecho, que la haga sentir como una mujer otra vez. Sin embargo, una vez que su esposo termina el café, le da un beso en la frente y desaparece de la cocina.

En media hora desaparece de la casa con un traje azul y corbata roja y Mina se queda en su ropa para el hospital, esperando a que se haga la hora de partir.

Sola.


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Omg, ya llegué  con un nuevo cap de esta historiaaaaaaa. 

Lo estoy construyendo poco a poco, tengan paciencia pero diganme que opinan de los personajes hasta ahora ¿qué creen que suceda más adelante?

Muchas gracias por esperar y espero disfruten de este capitulo. 

¿Qué les gustaría que escribiera después? Voten en el siguiente parrafo:

Tdoong School o Unfair life. 

Besosssss, les quiero y btw mañana es mi cumpleaños jijji.

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